Nicolás Copérnico (1473-1543) fue un astrónomo del Renacimiento conocido por formular la teoría heliocéntrica del Sistema Solar (en su libro De revolutionibus orbium coelestium o Sobre las revoluciones de las esferas celestes), según la que la Tierra y los planetas se movían alrededor del Sol. Esta teoría, una de las más importantes en la historia de la ciencia occidental, sustituiría a la teoría geocéntrica en la que la Tierra era el centro del universo, y todos los demás astros, incluido el Sol, giraban alrededor de nuestro planeta (teoría que estuvo vigente hasta el siglo XVI).

A lo largo de su vida estudió Derecho, Medicina, Griego, Filosofía, y en Roma acudió a un curso de ciencias y astronomía. La astronomía era un hobby para él y sin embargo, gracias a sus aportaciones a Copérnico se le considera el fundador o precursor de la astronomía moderna.
Casi 25 años pasó este astrónomo, matemático, físico, jurista, economista, gobernador y diplomático polaco desarrollando su modelo de heliocentrismo del universo y debido a que la base de su libro era la ruptura total con la ideología religiosa medieval y la sustitución de un cosmos cerrado con el hombre en su centro por un universo homogéneo e infinito situado alrededor del Sol, le hizo dudar de si era buena idea publicar su obra. De hecho, su muerte llegó antes de ver este escrito publicado. Fue publicado póstumamente en 1543 por Andreas Osiander, teólogo y editor literario protestante alemán.
Nicolas Copérnico murió el 24 de mayo de 1543 en Frombork, Polonia a la edad de 70 años. Entre los muchos homenajes y honores que ha recibido a lo largo de la historia se encuentra el bautismo de “Copernicus” como uno de los mayores cráteres de la Luna o el nombramiento del elemento de la tabla periódica “copernicio” como el número 112.
Os dejamos con sus frases más célebres:
“La naturaleza nunca hace nada superfluo, nada inútil, y sabe sacar múltiples efectos de una sola causa”.
“No estoy tan enamorado de mis propias opiniones que ignore lo que los demás puedan pensar acerca de ellas”.
“Si por casualidad hay [charlatanes] que, aún siendo ignorantes de todas las matemáticas, presumiendo de un juicio sobre ellas por algún pasaje de las escrituras, malignamente distorsionado de su sentido, se atrevieran a rechazar y atacar esta estructuración mía, no hago en absoluto caso de ellos, hasta el punto de que condenaré su juicio como temerario.”
“El cielo de las estrellas fijas es lo más alto de cuanto es visible”.
“Saber que sabemos lo que sabemos y saber que no sabemos lo que no sabemos, ese es el verdadero conocimiento”.
"Las naciones no se arruinan por un solo acto de violencia, sino de manera gradual y casi imperceptible por la depreciación de su moneda circulante, a través de su excesiva cantidad".
“En primer lugar, debemos saber que el universo es esférico”.
“El océano envuelve la Tierra y llena sus abismos más profundos”.
“Como sentado en un trono real, el Sol gobierna la familia de planetas que giran alrededor suyo”.
"Conocer las obras poderosas de Dios, comprender su sabiduría, majestad y poder; para apreciar, en grado, el maravilloso funcionamiento de sus leyes, seguramente todo esto debe ser un modo de adoración agradable y aceptable para el Altísimo, para quien la ignorancia no puede ser más agradecida que el conocimiento".
“En medio de todo está el Sol. Pues, ¿quién en este bellísimo templo pondría esta lámpara en otro lugar mejor, desde el que se pudiera alumbrar todo?”.
“El movimiento de la Tierra sola basta para explicar tantas desigualdades aparentes en los cielos”.
"La tierra junto con sus aguas circundantes debe, de hecho, tener una forma tal como la que revela su sombra, ya que eclipsa la luna con el arco de un círculo perfecto".
"Que nadie espera nada seguro de la astronomía, pues nada cierto nos ofrece; si al abandonar esta disciplina alguien toma por verdadero lo que fue hecho para otro uso acabará más loco que al meterse en ella".
"Aquellos que saben que el consenso de muchos siglos ha sancionado la concepción de que la Tierra permanece en reposo en el centro de los cielos como su centro, consideraría, como lo considero como una demencia pronunciada, si yo hiciera la afirmación opuesta de que la Tierra se mueve".

Primeros años de Nicolás Copérnico
Su nacimiento en Torun, Polonia
Nicolás Copérnico nació el 19 de febrero de 1473 en Torun, una ciudad situada en el Reino de Polonia. Provenía de una familia burguesa que le proporcionó una educación sólida desde joven. Su padre, un comerciante respetado, falleció cuando Copérnico era aún un niño, lo que llevó a su tío, Lucas Watzenrode, a convertirse en su protector y mentor. Este vínculo familiar sería crucial en su desarrollo intelectual y profesional.
La influencia de su tío, quien era obispo de Varmia, permitió a Copérnico acceder a una educación de calidad. Su formación inicial se llevó a cabo en la escuela parroquial de Torun, donde comenzó a mostrar un interés temprano por las matemáticas y la astronomía. La ciudad de Torun, con su rica tradición cultural, fue el escenario donde Copérnico comenzó a forjar su curiosidad por los misterios del universo.
Durante su juventud, Copérnico vivió en un entorno marcado por cambios políticos y religiosos. La región de Prusia Real, donde se encontraba Torun, estaba bajo la influencia tanto del Reino de Polonia como de la Orden Teutónica, lo que influyó en su perspectiva sobre la interacción entre ciencia y religión. Estos primeros años fueron fundamentales para moldear su carácter y sus futuras investigaciones.
Educación en Cracovia e Italia
Nicolás Copérnico continuó su formación en la Universidad de Cracovia, uno de los centros académicos más prestigiosos de Europa en ese momento. Allí, estudió una variedad de disciplinas, incluyendo matemáticas, astronomía y filosofía. La universidad era conocida por su enfoque humanista, lo que permitió a Copérnico desarrollar un pensamiento crítico y una visión amplia del conocimiento.
Tras completar sus estudios en Cracovia, Copérnico se trasladó a Italia para continuar su educación. En la Universidad de Bolonia, estudió Derecho Canónico, pero su interés por la astronomía no disminuyó. Durante su estancia en Italia, también asistió a la Universidad de Padua, donde se familiarizó con las teorías astronómicas de la antigüedad y adquirió conocimientos en medicina. Fue en este ambiente académico donde Copérnico comenzó a cuestionar la teoría geocéntrica de Ptolomeo, que había dominado el pensamiento astronómico durante siglos.
Su paso por Italia fue crucial para su desarrollo intelectual. En Ferrara, Copérnico obtuvo el doctorado en Derecho Canónico, pero su verdadera pasión seguía siendo la astronomía. En este periodo, tuvo la oportunidad de interactuar con algunos de los pensadores más influyentes de su tiempo, lo que enriqueció su perspectiva científica. Estos años de formación en el extranjero fueron esenciales para la gestación de su teoría heliocéntrica.

Desarrollo de la teoría heliocéntrica
El Manuscrito 'Commentariolus'
El desarrollo de la teoría heliocéntrica de Copérnico comenzó con la redacción de un manuscrito titulado "Commentariolus". Este documento, escrito alrededor de 1510, esbozaba las ideas iniciales de su modelo heliocéntrico, en el que el Sol ocupaba el centro del universo, con la Tierra y los demás planetas girando a su alrededor. Aunque el "Commentariolus" no fue publicado durante su vida, circuló entre sus amigos y colegas, quienes reconocieron la audacia de sus planteamientos.
En el "Commentariolus", Nicolás Copérnico proponía que la Tierra realizaba tres tipos de movimientos: rotación diaria sobre su eje, traslación anual alrededor del Sol y una ligera oscilación de su eje. Estos movimientos explicaban las observaciones astronómicas de una manera más sencilla que el complejo sistema de epiciclos de Ptolomeo. A través de este manuscrito, Copérnico sentó las bases para una nueva comprensión del cosmos, desafiando la visión geocéntrica que había prevalecido durante más de mil años.
El "Commentariolus" fue un paso crucial en el camino hacia su obra maestra, "De revolutionibus orbium coelestium". Aunque el manuscrito no tuvo una amplia difusión, representó un avance significativo en el pensamiento astronómico y mostró la capacidad de Copérnico para cuestionar y redefinir las nociones establecidas. Su enfoque matemático y observacional sentó un precedente para el método científico en astronomía.
Publicación de 'De revolutionibus orbium coelestium'
La culminación del trabajo de Nicolás Copérnico llegó con la publicación de "De revolutionibus orbium coelestium" en 1543. Esta obra monumental, publicada póstumamente, presentó de manera detallada su teoría heliocéntrica, respaldada por cálculos matemáticos precisos y observaciones astronómicas. El libro fue editado por Andreas Osiander, quien añadió un prefacio anónimo que presentaba la teoría como una hipótesis, para suavizar la reacción de la Iglesia.
En "De revolutionibus", Copérnico argumentó que el Sol era el centro del universo y que la Tierra, junto con los demás planetas, orbitaba a su alrededor. Esta concepción del cosmos no solo desafió la teoría geocéntrica de Ptolomeo, sino que también implicó una ruptura significativa con la visión teológica predominante. La obra de Copérnico proporcionó una explicación más sencilla y elegante de los movimientos celestes, lo que eventualmente llevó a una revolución en la astronomía.
La publicación de "De revolutionibus" marcó un hito en la historia de la ciencia. Aunque inicialmente fue recibida con escepticismo y controversia, especialmente por parte de la Iglesia, la obra sentó las bases para el desarrollo de la astronomía moderna. La teoría heliocéntrica de Copérnico inspiró a futuros astrónomos como Johannes Kepler y Galileo Galilei, quienes continuaron explorando y expandiendo sus ideas.

Impacto y controversia en la comunidad científica
El impacto de la teoría heliocéntrica de Nicolás Copérnico fue profundo y duradero. Su propuesta desafió no solo las ideas astronómicas de su tiempo, sino también las concepciones filosóficas y teológicas sobre el lugar de la humanidad en el universo. La idea de que la Tierra no era el centro del cosmos, sino un planeta más orbitando alrededor del Sol, provocó debates intensos dentro de la comunidad científica y religiosa.
En la comunidad científica, la teoría de Nicolás Copérnico fue recibida con escepticismo por algunos, pero también con entusiasmo por otros. Astrónomos como Georg Joachim Rheticus se convirtieron en defensores de sus ideas, ayudando a difundir su trabajo a través de publicaciones como "Narratio prima". Con el tiempo, la teoría heliocéntrica ganó aceptación entre los astrónomos, quienes encontraron en ella una explicación más coherente y precisa de los movimientos celestes.
Sin embargo, la controversia no se limitó al ámbito científico. La Iglesia Católica, que había adoptado la visión geocéntrica como parte de su doctrina, se mostró reticente a aceptar la teoría heliocéntrica. En 1616, más de 70 años después de la muerte de Copérnico, la Iglesia prohibió su obra, considerándola contraria a las Escrituras. A pesar de esto, el legado de Copérnico perduró, y su teoría se convirtió en el fundamento de la astronomía moderna.
Contribuciones a la astronomía y el universo
El modelo heliocéntrico y sus fundamentos matemáticos
El modelo heliocéntrico de Nicolás Copérnico representó un avance monumental en la astronomía. Al colocar al Sol en el centro del universo, Copérnico simplificó la comprensión de los movimientos planetarios, eliminando la necesidad de los complejos epiciclos y deferentes del modelo geocéntrico de Ptolomeo. Su enfoque matemático proporcionó una base sólida para la predicción precisa de las posiciones planetarias.
Copérnico utilizó observaciones astronómicas detalladas y cálculos matemáticos para respaldar su teoría. Aunque no contaba con los instrumentos avanzados de los astrónomos posteriores, su habilidad para interpretar los datos disponibles fue notable. Su modelo explicaba fenómenos como la retrogradación aparente de los planetas de manera más sencilla que el sistema geocéntrico, lo que eventualmente llevó a su aceptación por parte de la comunidad científica.
El impacto del modelo heliocéntrico fue más allá de la astronomía. Al desafiar la visión geocéntrica, Copérnico abrió la puerta a una nueva forma de pensar sobre el universo y nuestro lugar en él. Su enfoque matemático y observacional sentó las bases para el método científico en astronomía, inspirando a generaciones de científicos a explorar el cosmos con un enfoque basado en la evidencia y el razonamiento lógico.
La visión de un universo esférico
Nicolás Copérnico también contribuyó a la comprensión de la forma y estructura del universo. En su teoría, propuso que el universo era esférico y finito, con el Sol en su centro. Esta concepción del cosmos contrastaba con la idea medieval de un universo cerrado y geocéntrico, y representaba un paso hacia una visión más moderna y científica del espacio.
La idea de un universo esférico no era nueva en la época de Copérnico, pero su aplicación en el contexto de un sistema heliocéntrico fue innovadora. Al proponer que los planetas, incluida la Tierra, orbitaban en trayectorias circulares alrededor del Sol, Copérnico sentó las bases para el desarrollo posterior de la astronomía. Aunque su modelo no era completamente preciso en términos de la forma de las órbitas, su enfoque matemático permitió una mejor comprensión de los movimientos celestes.
La visión de un universo esférico también tuvo implicaciones filosóficas y teológicas. Al desplazar a la Tierra del centro del cosmos, Copérnico desafió la idea de que la humanidad ocupaba un lugar privilegiado en el universo. Esta nueva perspectiva fomentó un cambio en la forma en que las personas concebían su relación con el cosmos y con el conocimiento, promoviendo una mayor apertura al descubrimiento científico y al cuestionamiento de las creencias establecidas.

Nicolás Copérnico y la Iglesia
Reticencias a publicar su obra en vida
Nicolás Copérnico fue consciente de las implicaciones que su teoría heliocéntrica tendría en una sociedad profundamente influenciada por la religión. A lo largo de su vida, mostró reticencia a publicar sus hallazgos, temiendo la reacción de la Iglesia y de la comunidad académica. Esta cautela se debió en parte a la ruptura que su teoría representaba con la visión geocéntrica, que estaba enraizada en la doctrina cristiana.
El temor de Copérnico a las repercusiones de su obra no era infundado. En el siglo XVI, la Iglesia Católica tenía un control considerable sobre la enseñanza y la interpretación del conocimiento, y cualquier idea que desafiara su autoridad podía ser considerada herética. Copérnico, consciente de este contexto, prefirió compartir sus ideas de manera limitada, a través de manuscritos como el "Commentariolus", que circulaban entre un círculo selecto de colegas y amigos.
A pesar de sus reservas, Copérnico continuó trabajando en su teoría durante décadas, perfeccionando sus cálculos y observaciones. Su decisión de publicar "De revolutionibus orbium coelestium" fue finalmente influenciada por el apoyo de jóvenes astrónomos como Georg Joachim Rheticus, quien lo animó a dar a conocer su revolucionaria visión del cosmos. Sin embargo, la publicación de su obra se llevó a cabo solo después de su muerte, en 1543.
Prohibición y aceptación posterior de sus ideas
La publicación de "De revolutionibus orbium coelestium" no pasó desapercibida para la Iglesia Católica, que inicialmente no tomó medidas drásticas contra la obra. Sin embargo, con el tiempo, la teoría heliocéntrica de Copérnico comenzó a ganar adeptos entre los astrónomos, lo que llevó a una reevaluación de su impacto en la doctrina religiosa. En 1616, la Iglesia incluyó el libro de Copérnico en el Índice de Libros Prohibidos, argumentando que contradecía las Escrituras.
La prohibición de la obra de Nicolás Copérnico reflejó la tensión entre la ciencia emergente y las enseñanzas religiosas tradicionales. A pesar de esta censura, sus ideas continuaron circulando y siendo discutidas en los círculos académicos. Astrónomos como Galileo Galilei y Johannes Kepler abogaron por el modelo heliocéntrico, aportando nuevas pruebas y desarrollos que reforzaron la validez de la teoría copernicana.
Con el tiempo, la Iglesia revisó su postura sobre la teoría heliocéntrica. A medida que las evidencias científicas se acumulaban, la aceptación de las ideas de Copérnico se hizo inevitable. En el siglo XIX, la Iglesia levantó oficialmente la prohibición sobre su obra, reconociendo su contribución al avance del conocimiento humano. El legado de Copérnico perduró, estableciendo un precedente para la reconciliación entre la ciencia y la religión.

Legado y homenajes a Nicolás Copérnico
Reconocimientos en el mundo científico
El legado de Nicolás Copérnico en el ámbito científico es inmenso. Su teoría heliocéntrica no solo transformó la astronomía, sino que también influyó en el desarrollo de otras disciplinas científicas. Al cuestionar la visión geocéntrica, Copérnico inspiró a generaciones de científicos a explorar el universo con un enfoque basado en la observación y el razonamiento lógico, sentando las bases para la revolución científica.
A lo largo de los siglos, Copérnico ha sido homenajeado de diversas maneras. Uno de los cráteres más prominentes de la Luna lleva su nombre: "Copernicus". Este reconocimiento simboliza su impacto duradero en la astronomía y su contribución a nuestra comprensión del cosmos. Además, el elemento químico copernicio, descubierto en 1996, fue nombrado en su honor, destacando su influencia en el campo de la química.
El reconocimiento de Copérnico no se limita al ámbito científico. Su figura ha sido celebrada en la cultura popular y en el arte, siendo objeto de numerosas biografías, películas y obras de teatro. Su vida y obra continúan inspirando a personas de todo el mundo, recordándonos la importancia de cuestionar las ideas establecidas y buscar nuevas formas de entender nuestro lugar en el universo.
Frases célebres sobre el conocimiento y el universo
Nicolás Copérnico no solo dejó un legado científico, sino también filosófico. Sus reflexiones sobre el conocimiento y el universo han perdurado a lo largo del tiempo, ofreciendo una visión profunda de su pensamiento. Una de sus frases más célebres es: "La naturaleza nunca hace nada superfluo, nada inútil, y sabe sacar múltiples efectos de una sola causa". Esta afirmación refleja su comprensión de la armonía y el orden en el cosmos.
Copérnico también expresó su humildad intelectual al afirmar: "No estoy tan enamorado de mis propias opiniones que ignore lo que los demás puedan pensar acerca de ellas". Esta actitud abierta y receptiva hacia el conocimiento es un testimonio de su enfoque científico y su disposición a considerar diferentes perspectivas. Su capacidad para cuestionar las ideas establecidas y buscar la verdad es un ejemplo inspirador para cualquier buscador del conocimiento.
Otra de sus frases destacadas es: "Saber que sabemos lo que sabemos y saber que no sabemos lo que no sabemos, ese es el verdadero conocimiento". Esta reflexión sobre la naturaleza del conocimiento humano subraya la importancia de la humildad y la curiosidad en el proceso de aprendizaje. A través de sus palabras, Nicolás Copérnico nos recuerda que el camino hacia el entendimiento está lleno de preguntas, y que la búsqueda del conocimiento es un viaje continuo.
Referencias:
- Rutkowski, B., Muszytowski, M., & Ostrowski, J. (2011). Nicolaus Copernicus: not only a great astronomer but also a physician.. Journal of nephrology, 24 Suppl 17, S25-32 . https://doi.org/10.5301/JN.2011.6490.
- Popowska-Drojecka, J., Muszytowski, M., & Rutkowski, B. (2011). Was the famous astronomer Copernicus also a nephrologist.. Journal of nephrology, 24 Suppl 17, S33-6 . https://doi.org/10.5301/JN.2011.6459.
- Vollmann, W. (2006). Uncentering the Earth: Copernicus and The Revolutions of the Heavenly Spheres. . https://doi.org/10.5860/choice.43-6499.