Así revoluciona 'One Health' la lucha contra las desigualdades en salud: un enfoque integral para un futuro más equitativo

Descubre la importancia de la salud integral en el concepto de One Health. Conoce la interconexión entre salud humana, animal y ambiental.
La presencia de residuos en áreas cercanas a fuentes de agua puede comprometer tanto la salud de los animales como la de las comunidades vulnerables que dependen de estos recursos para su sustento. Comunidad ribereña junto al Nilo Blanco en Old Fangak, Sudán del Sur. Fuente: Isra Cruz - Comunidad ribereña junto al Nilo Blanco en Old Fangak, Sudán del Sur

La noción de la interconexión entre la salud humana, animal y ambiental tiene raíces históricas profundas. Desde Hipócrates, en el siglo V a.C., hasta Rudolf Virchow, en el siglo XIX, se ha resaltado la influencia del entorno en la salud, y la relación estrecha entre la salud de los animales y la de las personas. Sin embargo, el concepto moderno de One Health (una sola salud) comenzó a tomar forma a partir del año 2000, cuando se desarrollan una serie de colaboraciones estratégicas entre la Organización Mundial de Sanidad Animal / WOAH , la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura / FAO, la Organización Mundial de la Salud / OMS  y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente / UNEP . Esta alianza surgió en respuesta a la creciente preocupación por enfermedades zoonóticas, aquellas que se transmiten entre animales y humanos, de carácter emergente como el Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS) y la gripe aviar, además de la resistencia a antimicrobianos, que demostraron cómo las amenazas a la salud atraviesan las fronteras entre personas, animales y ecosistemas.

El concepto de One Health se vuelve especialmente crucial cuando se trata de poblaciones que viven en la pobreza, en áreas rurales remotas o marginadas, y que a menudo carecen de acceso a servicios de salud adecuados, saneamiento básico y recursos necesarios para una vida digna. Estas poblaciones, por su posición de vulnerabilidad, son las más afectadas por las enfermedades zoonóticas y los impactos del cambio climático. Por ello, es esencial que, al abordar la salud en el interfaz humano-animal-ecosistema, se ponga en el centro de la discusión a aquellas comunidades que, debido a factores socioeconómicos y geopolíticos, están en mayor riesgo.

Impacto desproporcionado de enfermedades emergentes en Comunidades en situación de vulnerabilidad ambiental y sanitaria

Se estima que más del 60% de las enfermedades infecciosas que afectan a los humanos tienen origen zoonótico, y más del 70% de los patógenos emergentes provienen de animales. Enfermedades como el ébola, el dengue, el zika y las causadas por coronavirus, entre otras, han surgido y se han propagado en parte debido a la presión antropogénica sobre los ecosistemas naturales. Factores como el cambio en el uso del suelo, la deforestación, la urbanización y el cambio climático han incrementado la interacción entre especies, facilitando la transmisión de patógenos entre animales y humanos. El actual brote multinacional de mpox es otro ejemplo de una zoonosis vírica que se transmite a los humanos, convirtiéndose en un desafío para la seguridad de la salud global.

Las poblaciones que viven en entornos donde predominan la precariedad en la vivienda, el acceso limitado a agua potable y el contacto cercano con animales domésticos o salvajes enfrentan un mayor riesgo de contraer enfermedades zoonóticas. Un claro ejemplo es la leptospirosis, una enfermedad bacteriana que se propaga por el contacto con agua contaminada por la orina de animales infectados, afectando de manera desproporcionada a personas en áreas rurales y pobres con saneamiento deficiente.

En muchas de estas comunidades, los animales juegan un papel central en la subsistencia. El ganado, por ejemplo, es una fuente de alimento, ingresos y trabajo, pero también puede ser una vía para la propagación de enfermedades zoonóticas como la brucelosis o la tuberculosis bovina. La salud de estos animales es, por tanto, crucial para la salud y la estabilidad económica de estas poblaciones. Bajo el enfoque One Health, la salud animal no puede separarse de la salud humana, especialmente en comunidades rurales donde las barreras entre estos dos mundos son más difusas.

El acceso al agua potable es importante en el marco de la iniciativa WASH (Agua, Saneamiento e Higiene). El acceso a estos servicios es fundamental para la salud de las poblaciones vulnerables, ya que previene enfermedades transmitidas por el agua y mejora las condiciones de vida en áreas desfavorecidas. Bomba de agua en comunidad rural de Mymensingh, Bangladesh. Fuente: Isra Cruz

Barreras de acceso a la salud  

Las barreras económicas, geográficas y sociales limitan el acceso a servicios de salud de calidad, lo que no solo favorece la propagación de enfermedades, sino que también perpetúa el ciclo de pobreza y exclusión. En este escenario, el enfoque One Health brinda la oportunidad de replantear los sistemas de salud, integrando de manera holística las necesidades de salud humana, animal y ambiental, adaptadas a las particularidades locales.  

Para las poblaciones indígenas y rurales, que a menudo dependen de la medicina tradicional y el conocimiento local, las soluciones de salud que se basen exclusivamente en un modelo biomédico occidentalizado pueden ser insuficientes. Es necesario que las intervenciones de salud tomen en cuenta estos conocimientos tradicionales y trabajen en conjunto con las comunidades para desarrollar soluciones culturalmente apropiadas. El enfoque One Health tiene el potencial de ser más inclusivo si se utiliza para fomentar la colaboración entre las comunidades locales, los profesionales de la salud y los gobiernos.  

Además, este enfoque puede facilitar la creación de redes de vigilancia y respuesta temprana que incluyan a los actores locales, lo que permitirá identificar brotes zoonóticos o ambientales desde la raíz. La integración de este conocimiento ayudaría a mejorar la prevención y mitigación de las enfermedades emergentes, mientras que la gestión sostenible de los recursos naturales reduciría los riesgos de transmisión de patógenos entre animales, humanos y el medio ambiente. Esta perspectiva colaborativa no solo fortalece los sistemas de salud, sino que también promueve la resiliencia de las comunidades frente a futuras crisis sanitarias.

El lavado de manos es una práctica crucial en comunidades vulnerables, ya que reduce la transmisión de enfermedades infecciosas y contribuye a la mejora de la salud pública en entornos con recursos limitados. Póster promoviendo el lavado de manos para prevenir el cólera, centro de salud rural en Akonolinga, Camerún. Fuente: Isra Cruz

El impacto del cambio climático en las inequidades en salud y la propagación de enfermedades

El cambio climático exacerba aún más las inequidades en salud, afectando principalmente a las poblaciones que se encuentran en situación precaria. El aumento de las temperaturas, los cambios en los patrones de precipitaciones y la mayor frecuencia de desastres naturales han impulsado la propagación de enfermedades transmitidas por vectores como el dengue, la malaria y la enfermedad de Lyme. El cambio en los patrones climáticos está desplazando la geografía de estas enfermedades hacia nuevas regiones, poniendo en riesgo a comunidades que carecen de infraestructura de salud adecuada para enfrentarlas.

En muchas áreas vulnerables, las infraestructuras de saneamiento son mínimas o inexistentes, lo que facilita la propagación de enfermedades como la diarrea, que están fuertemente influenciadas por el entorno hídrico. Las políticas climáticas deben, por lo tanto, integrar la salud pública en su planificación, asegurando que las poblaciones vulnerables estén preparadas para enfrentar las nuevas realidades sanitarias que el cambio climático traerá consigo.

La resistencia antimicrobiana: una amenaza silenciosa para las poblaciones más desfavorecidas

Mientras la atención global ha estado recientemente centrada en emergencias de salud pública como la pandemia de COVID-19, una amenaza silenciosa y persistente sigue causando muertes: la resistencia antimicrobiana (RAM). Se ha estimado que más de un millón de personas mueren cada año a causa de infecciones provocadas por patógenos resistentes a los antibióticos, y este número podría aumentar a 10 millones para 2050, superando las muertes por cáncer.

Este es un problema global, pero sus consecuencias son especialmente severas en los países en desarrollo, donde el acceso a antibióticos de calidad es limitado y la regulación de su uso inapropiado es deficiente. Como hemos comentado antes, las poblaciones vulnerables, que ya enfrentan barreras económicas, sociales y geográficas para acceder a la atención médica, están en mayor riesgo de sufrir los efectos de esta crisis. En áreas rurales y marginadas, el mal uso de antibióticos en animales y humanos, junto con la falta de infraestructura adecuada para el manejo de residuos biológicos y aguas residuales, facilita la propagación de genes relacionados con la RAM entre microorganismos. El enfoque One Health es fundamental para abordar esta crisis, fomentando una gestión responsable de los antimicrobianos y optimizando las prácticas agrícolas y de saneamiento. No obstante, es vital que estas intervenciones se ajusten a las realidades de las poblaciones más desfavorecidas, garantizando que accedan a soluciones sostenibles y efectivas.

La salud de las personas, los animales y el medio ambiente están interconectados. La agricultura y ganadería tradicionales reflejan las prácticas de subsistencia en comunidades vulnerables, que dependen de estos sistemas para su seguridad alimentaria y bienestar. Campos de arroz en terraza en Sapa, Vietnam. Fuente: Isra Cruz

Soluciones desde el enfoque One Health

Implementar el enfoque One Health para abordar las inequidades requiere de políticas inclusivas y coordinadas que conecten los distintos ámbitos de la salud. Algunas estrategias que podrían marcar la diferencia serían:

  1. Fortalecimiento de las redes de salud comunitarias: Capacitar a los profesionales de la salud, a nivel local, en la identificación y manejo de enfermedades zoonóticas e infecciosas, así como en las mejores prácticas de salud animal y ambiental. Estas redes podrían equiparse y coordinarse para responder rápidamente a emergencias de salud pública.
  2. Mejorar el acceso a agua y saneamiento: Invertir en infraestructura básica, como el acceso a agua potable y sistemas de gestión de residuos, es esencial para prevenir enfermedades infecciosas en las comunidades vulnerables. Estas mejoras también benefician la salud animal, reduciendo la exposición a enfermedades compartidas entre animales y humanos.
  3. Programas integrales de vacunación y tratamiento: Establecer programas de vacunación y tratamiento accesibles tanto para humanos como para animales, ayudando a prevenir la transmisión de enfermedades zoonóticas y a mejorar la salud general de la comunidad.
  4. Políticas de mitigación y adaptación climática: Desarrollar políticas específicas que aborden el impacto del cambio climático en la salud de las poblaciones vulnerables. Esto incluye la creación de sistemas de alerta temprana para brotes de enfermedades relacionadas con el clima, así como la implementación de prácticas agrícolas y ganaderas sostenibles que minimicen los riesgos de propagación de enfermedades.
  5. Involucrar a las comunidades en la toma de decisiones: Las políticas de One Health deben basarse en un enfoque participativo, en el que las poblaciones vulnerables sean escuchadas y activamente involucradas en la creación de soluciones. Esto asegura que las intervenciones sean culturalmente relevantes y sostenibles a largo plazo.
Muchas comunidades vulnerables enfrentan dificultades para acceder a recursos hídricos en entornos áridos, donde el agua es un bien escaso. Esta dificultad se ve acentuada por el cambio climático, que intensifica la sequía y reduce las fuentes de agua disponibles, afectando directamente la salud, el bienestar y la calidad de vida de las personas. Comunidad pastoril nómada en Turkana, Kenia. Fuente: Isra Cruz

Hacia un futuro más saludable e igualitario

El enfoque One Health no es solo una estrategia para prevenir enfermedades, sino una visión para construir un futuro más equitativo y sostenible. Al reconocer que la salud humana no puede separarse de la salud animal y ambiental, podemos desarrollar soluciones más efectivas que aborden las verdaderas causas de las desigualdades en salud. Para las poblaciones más desfavorecidas, esto representa una oportunidad de mejorar significativamente su bienestar y calidad de vida. Integrar One Health en las políticas de salud pública es un paso crítico hacia la construcción de un sistema global de salud más justo, que no deje atrás a las comunidades que históricamente han sido ignoradas. Al final del día, proteger la salud de los más vulnerables es una inversión en la salud de todos.

Referencias

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Isra Cruz

Jefe del Departamento de Salud Internacional de la Escuela Nacional de Sanidad.

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