Jerusalén, la eterna deseada

Es una de las ciudades más antiguas del mundo, generadora de historia por sí misma y única por su condición de ‘sagrada’ para tres religiones: judíos, cristianos y musulmanes. Jerusalén ha sido durante siglos una urbe acosada y fascinante, cuya densa trayectoria sigue marcando su presente.
Jerusalén

Situada geográficamente en el territorio histórico de Canaan (hoy Palestina), entre las dos grandes civilizaciones que fueron cuna de la humanidad – Egipto y Mesopotamia–, Jerusalén fue territorio de continuas conquistas y migraciones entre los pueblos de aquellas tierras fértiles forjadoras de la gran historia del hombre. En su largo cronograma histórico, Jerusalén fue destruida dos veces, asediada 23, conquistada y reconquistada 44 y atacada 52. Aún hoy sigue siendo una ciudad tensa y discutida entre los que la pretenden como suya.

No en vano, la longe clarissima urbium Orientis, como fue calificada por el historiador romano Plinio, es Ciudad Santa por partida triple, ya que las tres religiones monoteístas –cristianismo, judaísmo e islam– la han convertido en el lugar de la Tierra más sobrecargado de valor sagrado. Los judíos la anhelaban en la diáspora con su célebre “el año que viene, en Jerusalén”. Los caballeros cristianos se lanzaron a las Cruzadas al grito de “¡Dios lo quiere!”. Y los musulmanes la bautizaron como Al-Quds, la santa. Tres religiones y un solo lugar; demasiados odios, pasiones, rencores y ambiciones para tan poco espacio.

Mapa Jerusalén - Imagen: Wikimedia Commons

Historia de Jerusalén: desde los orígenes hasta la actualidad

De los orígenes cananeos a los jebuseos

Los orígenes de Jerusalén se sitúan en el IV milenio a.C., durante la Edad del Cobre, cuando un humilde asentamiento de pastores comenzó a dejar restos cerámicos en la región. Este asentamiento fue habitado de manera permanente por los cananeos entre el 3000 y el 2800 a.C. Los cananeos, predecesores de los israelitas, dieron a Jerusalén su nombre originario: Urusalim, que significa "ciudad de la paz" o "ciudad de Shalem", el dios cananeo. La dedicación religiosa de Jerusalén ha sido un elemento fundamental desde sus inicios.

Hacia 1550-1400 a.C., la ciudad cayó bajo el dominio egipcio, convirtiéndose en vasalla de los faraones durante el Imperio Nuevo de Egipto. Este control se mantuvo hasta el siglo XII a.C., cuando el poder egipcio comenzó a declinar y la región de Canaan se dividió en pequeños reinos. En este contexto, Jerusalén logró independizarse, pero pronto cayó en manos de los jebuseos, quienes la gobernaron hasta la llegada de los israelitas.

El dominio jebuseo sobre Jerusalén fue un periodo de consolidación para la ciudad, que se encontraba estratégicamente ubicada entre las grandes civilizaciones de Egipto y Mesopotamia. Los jebuseos fortificaron la ciudad y la convirtieron en un importante centro político y religioso en la región. Sin embargo, su control sobre Jerusalén no duraría mucho, ya que los israelitas, liderados por el rey David, conquistarían la ciudad en el año 1000 a.C.

Jerusalén - Imagen: Getty Images

La gloriosa ciudad bíblica de los judíos

Según los relatos bíblicos, en torno al año 1000 a.C., el rey David –que gobernaba los reinos independientes de Israel y de Judá– conquistó Jerusalén a los jebuseos, convirtiéndola en la capital de un nuevo reino de Israel uni­ficado: el reino de los judíos. La ciudad era perfecta para ser el centro de su confederación de reinos, puesto que no pertenecía al viejo sistema tribal de Israel (las famosas 12 tribus). Él mismo renombró la ciudad como Ir David, la ciudad de David, que es la nomenclatura con que hoy se identi­fica a la parte más antigua de la misma. En este punto, los textos bíblicos coinciden con aquello que la historia ha sido capaz de hallar en los yacimientos arqueológicos más antiguos.

El hijo del rey David –el también mítico rey Salomón– expandió la ciudad y levantó en ella grandes y hermosas construcciones a lo largo de su reinado, en el siglo X a.C. La más importante: el gran Templo de Jerusalén, en lo alto del Monte Moriah. El templo, construido para albergar el Arca de la Alianza y las Tablas de Moisés –que, según el Antiguo Testamento, Yaveh le había otorgado en el monte Sinaí–, se convirtió en el elemento central y unificador de la cultura y la religión judía.

A la muerte de Salomón, diez de las doce tribus de Israel se independizaron rompiendo la monarquía unida que había creado el rey David para crear su propio reino de Israel, al norte. Solo dos de ellas, Judá y Benjamín, permanecieron fieles a la Casa de David fundando el nuevo reino de Judá, al sur, en torno a Jerusalén como su permanente capital.

Siglos de saqueos

A lo largo de los siglos, Jerusalén fue objeto de constantes saqueos e invasiones. En el año 925 a.C., el faraón Sheshon I de Egipto invadió la región y saqueó la ciudad. Poco después, los reinos de Judá e Israel se unieron para enfrentar al rey neoasirio Salmanasar III en la batalla de Qarqar. Sin embargo, Jerusalén no pudo evitar ser saqueada por los filisteos, quienes capturaron a la familia del rey Jorám de Judá.

En el siglo IX a.C., Jerusalén fue conquistada por Hazael, rey de Aram-Damasco, quien exigió tributos y destruyó parte de la ciudad. Medio siglo después, el rey Joás de Israel también saqueó Jerusalén y destruyó parte de sus murallas. A pesar de estos ataques, Jerusalén logró sobrevivir como capital del reino de Judá, enfrentándose a continuas amenazas externas.

El asedio más devastador ocurrió en 597 a.C., cuando los babilonios, liderados por Nabucodonosor, conquistaron Jerusalén. La ciudad fue destruida, el Templo arrasado y gran parte de la población judía fue llevada a Babilonia como esclavos. Este trágico episodio quedó inmortalizado en la ópera Nabucco de Verdi. Sin embargo, en 539 a.C., Ciro II el Grande de Persia conquistó Babilonia y permitió a los judíos regresar a Jerusalén, donde comenzaron a reconstruir el Templo y las murallas de la ciudad.

Ciudad griega, romana y cristiana

La historia de Jerusalén continuó con la conquista de Alejandro Magno en 332 a.C., quien incorporó la ciudad al Imperio Griego. Bajo el dominio helenístico, Jerusalén experimentó una transformación cultural, convirtiéndose en una ciudad-Estado de influencia griega. La ciudad pasó por manos de la dinastía ptolemaica de Egipto y el Imperio seléucida de Mesopotamia, herederos de Alejandro.

Con la expansión del Imperio Romano en el Mediterráneo, Jerusalén fue conquistada y gobernada por los romanos. En el año 37 a.C., Herodes el Grande, rey judío bajo el dominio romano, reconstruyó el Templo y embelleció la ciudad, convirtiéndola en una de las más destacadas del Próximo Oriente. Sin embargo, la llegada de Roma también trajo consigo conflictos religiosos y políticos.

Jerusalén fue el escenario de la crucifixión de Jesucristo, un evento que marcó el nacimiento del cristianismo. La ciudad se convirtió en un centro de peregrinación para los primeros cristianos. Sin embargo, las tensiones entre judíos y romanos llevaron a la primera guerra judeo-romana en el año 66, resultando en la destrucción de Jerusalén por el general Tito. Posteriormente, el emperador Adriano reconstruyó la ciudad como Aelia Capitolina, prohibiendo la entrada a judíos y cristianos.

Jerusalén - Imagen: Getty Images

Bizancio, el Islam, las Cruzadas y el Imperio Otomano

Con la llegada del Imperio Bizantino en el siglo IV, Jerusalén recuperó su carácter cristiano. El emperador Constantino I ordenó la construcción de templos cristianos, como el Santo Sepulcro, convirtiendo la ciudad en un importante centro de peregrinaje. Sin embargo, en el año 638, los ejércitos islámicos del Califato árabe conquistaron Jerusalén, añadiendo una nueva dimensión religiosa y cultural a la ciudad.

Bajo el dominio musulmán, Jerusalén experimentó una relativa tolerancia religiosa. En el siglo VII, el califa Abd al-Malik construyó la Cúpula de la Roca en el Monte del Templo, un lugar sagrado tanto para judíos como para musulmanes. La ciudad se convirtió en un punto de encuentro de las tres grandes religiones monoteístas.

En el siglo XI, las Cruzadas europeas, convocadas por el papa Urbano II, buscaron recuperar Jerusalén del control musulmán. En 1099, los cruzados establecieron el reino de Jerusalén, que duró dos siglos. Sin embargo, la ciudad fue finalmente conquistada por los mamelucos en 1291. En 1516, el Imperio Otomano tomó el control de Jerusalén, restaurando su esplendor y manteniendo la convivencia de diferentes comunidades religiosas.

Del mandato inglés al estado de Israel

Durante la I Guerra Mundial, las tropas británicas conquistaron Jerusalén, poniendo fin al dominio otomano. En 1917, el general Allenby entró en la ciudad, y la Sociedad de Naciones otorgó a Reino Unido el mandato sobre Palestina. Sin embargo, el gobierno británico enfrentó crecientes tensiones entre árabes y judíos debido a la inmigración judía y el conflicto por el control de la ciudad.

En 1947, la ONU propuso la partición de Palestina en dos Estados, con Jerusalén como un corpus separatum internacionalizado. Sin embargo, la guerra árabe-israelí de 1948 llevó a la división de la ciudad entre Israel y Jordania. En 1967, durante la Guerra de los Seis Días, Israel ocupó Jerusalén Este, un acto que sigue siendo objeto de disputa internacional.

El estatus de Jerusalén sigue siendo un tema central en el conflicto palestino-israelí. En 1980, Israel declaró a Jerusalén su "capital eterna e indivisible", pero la ONU rechazó esta declaración. La ciudad continúa siendo un punto de tensión política y religiosa, con un legado histórico que resuena en el presente.

Jerusalén como ciudad sagrada y su significado

Importancia para el judaísmo, cristianismo e islam

Jerusalén es una ciudad única en el mundo, ya que es sagrada para las tres grandes religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islam. Para los judíos, Jerusalén es el lugar donde se encontraba el Templo de Salomón, el centro espiritual del judaísmo. La ciudad es mencionada en numerosas ocasiones en la Biblia hebrea y es el destino de las oraciones judías diarias.

Para los cristianos, Jerusalén es el lugar donde Jesucristo fue crucificado y resucitó, convirtiéndola en un importante centro de peregrinación. La Iglesia del Santo Sepulcro es uno de los lugares más sagrados del cristianismo, atrayendo a miles de visitantes cada año. Jerusalén es también el escenario de muchos eventos bíblicos, lo que le confiere un profundo significado religioso.

Para los musulmanes, Jerusalén es la tercera ciudad más sagrada, después de La Meca y Medina. La Cúpula de la Roca y la Mezquita de Al-Aqsa, ubicadas en el Monte del Templo, son lugares de gran importancia en el islam. Según la tradición islámica, el profeta Mahoma ascendió a los cielos desde este lugar, conocido como Al-Quds, "la santa". Jerusalén es un símbolo de fe y devoción para millones de musulmanes en todo el mundo.

Templo de Salomón - Imagen: Wikimedia Commons

El papel del Templo de Salomón y el Muro de las Lamentaciones

El Templo de Salomón, construido en el siglo X a.C., fue el centro de la vida religiosa judía durante siglos. Era el lugar donde se realizaban sacrificios y se guardaba el Arca de la Alianza. El Templo fue destruido por los babilonios en 586 a.C., pero fue reconstruido más tarde, solo para ser destruido nuevamente por los romanos en el año 70 d.C.

El Muro de las Lamentaciones, conocido también como el Kotel, es el único vestigio que queda del Segundo Templo. Este muro es un lugar de oración y peregrinación para los judíos, que acuden a él para lamentar la destrucción del Templo y expresar sus esperanzas de redención. El Muro de las Lamentaciones es un símbolo de la resistencia y la fe del pueblo judío a lo largo de los siglos.

El Templo de Salomón y el Muro de las Lamentaciones son testigos de la rica historia de Jerusalén y su importancia para el judaísmo. Estos lugares sagrados son un recordatorio constante de la conexión espiritual y cultural de los judíos con Jerusalén, una ciudad que sigue siendo el corazón de su identidad religiosa.

Cúpula de la Roca y la Mezquita de Al-Aqsa

La Cúpula de la Roca, construida en el siglo VII por el califa omeya Abd al-Malik, es uno de los monumentos más icónicos de Jerusalén. Situada en el Monte del Templo, la Cúpula de la Roca es un lugar sagrado tanto para judíos como para musulmanes. Según la tradición islámica, es el lugar desde donde el profeta Mahoma ascendió a los cielos durante su viaje nocturno.

La Mezquita de Al-Aqsa, también ubicada en el Monte del Templo, es otro lugar de gran importancia para el islam. Es la tercera mezquita más sagrada del mundo islámico y un lugar de oración para miles de musulmanes. La mezquita ha sido objeto de disputas y tensiones debido a su ubicación en el corazón de Jerusalén.

La Cúpula de la Roca y la Mezquita de Al-Aqsa son símbolos de la rica herencia islámica de Jerusalén. Estos monumentos reflejan la diversidad religiosa de la ciudad y su importancia como centro espiritual para millones de personas en todo el mundo. La coexistencia de estos lugares sagrados en Jerusalén es un testimonio de la compleja historia y el significado religioso de la ciudad.

Conflictos y disputas por el control de Jerusalén

La Guerra de los Seis Días y la ocupación israelí

La Guerra de los Seis Días, que tuvo lugar en junio de 1967, fue un conflicto decisivo en la historia de Jerusalén. Durante esta guerra, Israel lanzó un ataque preventivo contra Egipto, Jordania y Siria, logrando una victoria rápida y contundente. Como resultado, Israel tomó el control de Jerusalén Este, que había estado bajo control jordano desde la guerra árabe-israelí de 1948.

La ocupación israelí de Jerusalén Este fue un punto de inflexión en el conflicto palestino-israelí. Israel declaró a Jerusalén como su "capital eterna e indivisible", una declaración que no ha sido reconocida por la comunidad internacional. La anexión de Jerusalén Este ha sido objeto de controversia y disputas políticas, ya que los palestinos también reclaman esta parte de la ciudad como su capital.

El control israelí sobre Jerusalén Este ha tenido un profundo impacto en la demografía y la dinámica política de la ciudad. La ocupación ha llevado a la construcción de asentamientos israelíes en áreas previamente habitadas por palestinos, lo que ha generado tensiones y conflictos. La Guerra de los Seis Días sigue siendo un evento clave en la historia de Jerusalén y un punto central en el conflicto en curso.

Jerusalén - Imagen: Getty Images

El estatus de Jerusalén Este y la postura internacional

El estatus de Jerusalén Este es uno de los temas más controvertidos en el conflicto palestino-israelí. La comunidad internacional, incluida la ONU, no reconoce la anexión israelí de Jerusalén Este y considera que su estatus debe ser resuelto a través de negociaciones. La ONU ha reiterado su postura de que Jerusalén debe ser una ciudad internacionalizada, según la propuesta de partición de 1947.

A pesar de las resoluciones internacionales, Israel ha mantenido su control sobre Jerusalén Este, lo que ha llevado a enfrentamientos y tensiones en la región. La presencia de asentamientos israelíes en Jerusalén Este ha sido objeto de críticas por parte de la comunidad internacional, que considera estas acciones como una violación del derecho internacional.

El futuro de Jerusalén Este sigue siendo incierto, y su estatus es un tema central en cualquier negociación de paz entre israelíes y palestinos. La ciudad sigue siendo un símbolo de la lucha por el control y la soberanía en la región, y su resolución es clave para lograr una paz duradera.

El conflicto árabe-israelí y las propuestas de la ONU

El conflicto árabe-israelí ha sido una constante en la historia de Jerusalén desde la creación del Estado de Israel en 1948. La cuestión de Jerusalén ha sido uno de los principales obstáculos para alcanzar una solución pacífica al conflicto. La ONU ha propuesto varias resoluciones y planes de paz, pero hasta ahora no se ha logrado un acuerdo definitivo.

Una de las propuestas más significativas fue la partición de Palestina en 1947, que incluía la internacionalización de Jerusalén. Sin embargo, esta propuesta nunca fue implementada debido a la guerra árabe-israelí que siguió a la declaración de independencia de Israel. Desde entonces, la ONU ha continuado abogando por una solución que respete los derechos de ambas partes y garantice la paz en la región.

A pesar de los esfuerzos internacionales, el conflicto en Jerusalén sigue siendo una fuente de tensión y violencia. Las propuestas de la ONU han sido rechazadas por ambas partes en diferentes momentos, y la falta de un acuerdo ha perpetuado el ciclo de conflicto en la ciudad. Jerusalén sigue siendo un símbolo de la complejidad y el desafío de lograr la paz en Oriente Próximo.

Jerusalén en el contexto moderno

Cambios demográficos y urbanísticos

En las últimas décadas, Jerusalén ha experimentado significativos cambios demográficos y urbanísticos. La ciudad ha visto un aumento en su población, con una creciente diversidad cultural y religiosa. La composición demográfica de Jerusalén refleja la complejidad de su historia, con comunidades judías, árabes y cristianas coexistiendo en un espacio compartido.

El crecimiento urbano ha transformado el paisaje de Jerusalén, con nuevos desarrollos residenciales y comerciales. Sin embargo, este desarrollo ha sido objeto de controversia, especialmente en Jerusalén Este, donde la construcción de asentamientos israelíes ha generado tensiones con la población palestina. Las políticas urbanas han sido criticadas por favorecer a la población judía y limitar el acceso de los árabes a servicios y recursos.

A pesar de estos desafíos, Jerusalén sigue siendo un lugar de encuentro para personas de todas las religiones y culturas. La ciudad es un reflejo de la diversidad y la riqueza cultural de la región, y su evolución demográfica y urbanística es un testimonio de su dinamismo y su importancia como centro urbano en Oriente Próximo.

Muro de las Lamentaciones - Imagen: Getty Images

La economía y su dependencia del turismo y tecnología

La economía de Jerusalén se ha transformado en los últimos años, con una creciente dependencia del turismo y la tecnología. La ciudad es un importante destino turístico, atrayendo a millones de visitantes cada año que acuden a sus sitios sagrados y su rica historia. El turismo es una fuente vital de ingresos para Jerusalén, generando empleo y oportunidades económicas.

Además del turismo, Jerusalén ha visto un crecimiento en el sector tecnológico, con la aparición de empresas emergentes y centros de innovación. La ciudad se ha convertido en un hub para el desarrollo tecnológico, atrayendo inversión y talento de todo el mundo. Esta diversificación económica ha fortalecido la economía de Jerusalén, aunque sigue enfrentando desafíos debido al conflicto político y social.

El equilibrio entre el turismo y la tecnología es clave para el futuro económico de Jerusalén. La ciudad debe continuar aprovechando su herencia cultural y su potencial tecnológico para asegurar un crecimiento sostenible y equitativo. La economía de Jerusalén es un reflejo de su capacidad para adaptarse y prosperar en un entorno cambiante y complejo.

La cultura jerosolimitana y su diversidad

La cultura jerosolimitana es un mosaico de tradiciones, influencias y expresiones artísticas. Jerusalén es una ciudad donde convergen diferentes culturas y religiones, creando un ambiente único y vibrante. La diversidad cultural de Jerusalén se refleja en su arquitectura, su gastronomía y sus festivales, que celebran la riqueza de su patrimonio.

La ciudad alberga numerosos museos, galerías de arte y eventos culturales que atraen a visitantes de todo el mundo. El Museo de Israel, el Museo del Holocausto y el Museo de la Torre de David son solo algunos de los lugares que ofrecen una visión de la historia y la cultura de Jerusalén. La ciudad también es conocida por sus festivales de música, teatro y danza, que destacan la creatividad y la diversidad de sus habitantes.

La cultura jerosolimitana es un testimonio de la convivencia y la interacción de diferentes comunidades a lo largo de los siglos. A pesar de las tensiones políticas, Jerusalén sigue siendo un lugar de encuentro y diálogo cultural, donde se celebran las diferencias y se fomenta el entendimiento mutuo. La diversidad cultural de Jerusalén es una de sus mayores fortalezas y un símbolo de su resiliencia y su espíritu inclusivo.

Referencias

  • Poujoulat, J. J. F. (1855). Historia de Jerusalen. Establecimiento Tipográfico de DF de P. Mellado.
  • Idinopulos, T. A. (1996). Jerusalén: historia de las más santa de las ciudades, vista a través de las luchas de judíos, cristianos y musulmanes. Andres Bello.
  • Flores, E. (2003). La destrucción de Jerusalén: fantasma, violencia y conquista en un libro de cordel del siglo XVI. Revista de Literaturas Populares. Año III/número 1, enero-junio de 2003. México: Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México. doi: https://www.researchgate.net/publication/28124209

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