Los conceptos de los atomistas antiguos son de difícil traducción a nuestro pensamiento al haber sido modulados por el idealismo, especialmente de corte platónico. Se han perdido la mayoría de los textos de Leucipo y Demócrito, el último de los cuales fue un enciclopedista que escribió de muchísimos temas. La fuente fundamental para estos autores son Aristóteles y los estoicos, es decir, autores situados en las antípodas teóricas del atomismo antiguo. Por tanto, nuestra lectura no es una mera lectura hermenéutica, sino que se ve orientada por la pretensión de retomar guías de pensamiento y acción todavía recuperables en la actualidad.
Orígenes y desarrollos del atomismo antiguo
La corriente filosófica del atomismo antiguo tuvo unas implicaciones determinantes para el desarrollo posterior de la filosofía y la física. Algunas de sus aportaciones llegan hasta nuestros días con la física cuántica.
Leucipo y Demócrito: los pioneros de la teoría atomista
Se conocen como “atomismo antiguo” las doctrinas atribuidas a Leucipo y Demócrito, que aunque a nivel cronológico son contemporáneos de Sócrates (s.V a.C.) son continuadores de las reflexiones cosmológicas de los jonios (s.VI a.C.). Se puede decir que Demócrito era un sabio como los jonios: viajero, abierto a las ciencias y ávido por conocer. Además, los atomistas pretenden resolver en forma “empirista” el problema del movimiento, hecho imposible por la tradición parmenídea “racionalista”.
De los sofistas, fundamentalmente de Protágoras, retoman su subjetivismo epistemológico. Y también hay en ellos resonancias pitagóricas. Como vemos, los dos autores se sitúan en una encrucijada especialmente interesante del pensamiento griego “presocrático”, que combina la reflexión ontológica con la apertura a los saberes empíricos y las reflexiones cosmológicas con las éticas, a partir de la oposición y la combinación entre la razón y los sentidos o de la metafísica con las “ciencias”.
La importancia de Leucipo y Demócrito en la formulación del atomismo clásico es innegable. A través de su teoría, intentaron explicar la naturaleza del universo y su funcionamiento a través de la interacción de átomos y vacío. Esta perspectiva ofreció una nueva forma de entender el mundo, alejándose de explicaciones teleológicas y proponiendo un universo regido por el azar y la necesidad.
Influencia de Parménides y los presocráticos
La influencia de Parménides y otros filósofos presocráticos en el desarrollo del atomismo antiguo es fundamental. Parménides, con su noción de que el ser es y el no ser no es, proporcionó una base ontológica que Leucipo y Demócrito adaptaron a su propia teoría. Sin embargo, a diferencia de Parménides, que negaba el movimiento y el cambio, los atomistas introdujeron el vacío como un elemento esencial que permitía el movimiento de los átomos. Esta innovación fue clave para superar las limitaciones del pensamiento eleático y abrir nuevas vías de exploración filosófica.

Los presocráticos, en su búsqueda por entender el cosmos, influyeron en los atomistas al proporcionar un marco para la reflexión sobre la naturaleza de la realidad. Los jonios, por ejemplo, con su enfoque en los principios fundamentales del universo, inspiraron a los atomistas a considerar los átomos como los bloques de construcción básicos del mundo. Además, la interacción entre razón y sentidos, presente en el pensamiento presocrático, resonó en la obra de Leucipo y Demócrito, quienes buscaron armonizar estos dos aspectos en su teoría.
El impacto de Parménides y los presocráticos en el atomismo antiguo también se refleja en su enfoque epistemológico. Al igual que los sofistas, los atomistas adoptaron un enfoque relativista hacia el conocimiento, considerando que las percepciones sensoriales eran subjetivas y que la verdad última residía en un nivel ontológico profundo. Esta perspectiva, que desafía las nociones absolutas de verdad, fue una contribución significativa al desarrollo de la filosofía y la ciencia, sentando las bases para futuras investigaciones en estos campos.
Contribuciones de Epicuro y Lucrecio
Epicuro y Lucrecio desempeñaron un papel crucial en la evolución del atomismo, adaptando y ampliando las ideas de Leucipo y Demócrito. Epicuro, en particular, introdujo modificaciones significativas al atomismo clásico, como el concepto de clinamen, que desafía el determinismo estricto al permitir desviaciones espontáneas en el movimiento de los átomos. Esta idea no solo enriqueció la teoría atomista, sino que también ofreció una nueva perspectiva sobre la libertad y la causalidad en el universo.

Lucrecio, a través de su poema "De rerum natura", popularizó los principios del atomismo y los hizo accesibles a un público más amplio. Su obra poética no solo explicó las complejidades del atomismo de manera comprensible, sino que también defendió el materialismo y la ausencia de teleología en la naturaleza. Lucrecio argumentó que el universo no está diseñado con un propósito específico, sino que es el resultado de interacciones aleatorias entre átomos, una visión que desafió las creencias religiosas y filosóficas de su tiempo.
Las contribuciones de Epicuro y Lucrecio al atomismo no se limitaron a la filosofía natural. Epicuro, por ejemplo, desarrolló una ética centrada en la ataraxia, o imperturbabilidad, y la aponía, o ausencia de dolor, como caminos hacia la felicidad. Al liberar a las personas del miedo a los dioses y del destino, su filosofía ofreció una forma de vida basada en la serenidad y el placer racional. Lucrecio, por su parte, utilizó su obra para criticar la superstición y promover una comprensión racional del mundo, influyendo en el pensamiento filosófico y científico durante siglos.
Fundamentos filosóficos del atomismo
Aun a riesgo de cometer un anacronismo, vamos a resumir las principales aportaciones del atomismo antiguo en la ontología, la epistemología y la ética, si bien reconociendo que dichas posiciones no forman un sistema, aunque sí son coherentes entre sí.

Átomos y vacío: los componentes de la realidad
El atomismo antiguo se basa en la idea de que la realidad está compuesta por átomos y vacío. Los átomos, según Leucipo y Demócrito, son las unidades indivisibles y eternas que constituyen todas las cosas. Estos átomos se mueven en el vacío, un espacio infinito que permite su desplazamiento y combinación. Esta concepción de la realidad desafía las nociones continuas de materia y espacio, proponiendo en su lugar una estructura discreta y fundamental que subyace a todos los fenómenos observables.
La distinción entre átomos y vacío es fundamental para entender el atomismo. Los átomos, aunque invisibles a simple vista, son considerados los bloques de construcción de todo lo existente. Su movimiento y combinación en el vacío dan lugar a la generación y corrupción de las cosas, un proceso que ocurre de manera mecánica y sin propósito inherente. Esta visión materialista y no teleológica del universo contrasta con las explicaciones finalistas de otros filósofos de la antigüedad, como Aristóteles.
El atomismo también introduce la idea de que las cualidades observables de los objetos, como el color o el sabor, son producto de la interacción de átomos en el vacío. Estas cualidades, según los atomistas, no existen por naturaleza, sino por convención, lo que significa que son relativas al observador. Esta distinción entre cualidades primarias y secundarias anticipa debates filosóficos posteriores sobre la naturaleza de la percepción y el conocimiento, subrayando la influencia duradera del atomismo en la filosofía.

El movimiento de los átomos: el "remolino" aleatorio
El concepto de movimiento es central en el atomismo, y los atomistas lo explican a través de la idea del "remolino" aleatorio de átomos. Este movimiento continuo y sin direcciones privilegiadas es lo que permite la interacción y combinación de átomos en el vacío, dando lugar a la diversidad de formas y fenómenos en el universo. A diferencia de las explicaciones teleológicas, el movimiento atomista es determinado por la necesidad, pero ocurre de manera azarosa, sin un fin preestablecido.
El "remolino" de átomos no solo explica el cambio y la transformación en el mundo natural, sino que también desafía las nociones de determinismo absoluto. Aunque los átomos se mueven de acuerdo con leyes naturales, su trayectoria es impredecible, lo que introduce un elemento de indeterminación en el universo. Esta idea fue posteriormente desarrollada por Epicuro, quien añadió el concepto de clinamen, una desviación espontánea en el movimiento de los átomos que permite la existencia del libre albedrío.
La explicación atomista del movimiento tuvo un impacto significativo en el desarrollo de la ciencia y la filosofía. Al proponer un modelo mecánico del universo, los atomistas sentaron las bases para una comprensión más racional y empírica de la naturaleza. Su enfoque influyó en el pensamiento científico durante el Renacimiento y la Ilustración, y continúa siendo relevante en la física moderna, donde conceptos como el movimiento aleatorio y la indeterminación juegan un papel crucial en teorías como la mecánica cuántica.
Materialismo y ontología: el ser y el no ser
Desde el punto de vista ontológico, el atomismo es un materialismo, al hacer coincidir el ser en general con el ser físico. La raíz eleática está presente en su noción de ser, ya que los atomistas aplican las características del ser parmenídeo a cada uno de los átomos. Pero para permitir el movimiento identifican el ‘ser’ con los átomos, y el ‘no ser’ con el vacío, el ámbito en el que se mueven dichos átomos mediante un movimiento continuo y necesario que denominan “remolino”, un movimiento sin direcciones privilegiadas, aleatorio.
Además de materialista, el atomismo es determinista, porque todo sucede por necesidad, pero no de un modo finalista, porque todo ocurre de forma azarosa. Esta ausencia de teleología fue motivo fundamental de crítica por parte de Aristóteles a estos autores. A Leucipo se le atribuye la formulación del determinismo causalista en el único texto suyo de atribución segura: “Nada se produce porque sí, sino que todo surge por una razón y por necesidad” (67 B 2). Las cosas se generan mediante combinación (aproximación y entrelazamiento) de átomos y se corrompen por la disolución (distanciación y dispersión) de dichas combinaciones. Los átomos, al ser infinitamente numerosos, contrarrestan el ser infinitamente pequeños y así pueden dar lugar por acumulación a las cosas visibles.
Por último, el atomismo constituye las totalidades a partir de la síntesis de sus partes, al contrario del holismo, que parte de las totalidades y busca las partes constituyentes mediante el análisis.
Epistemología y percepción en el atomismo
Una parte fundamental del atomismo antiguo es el modelo de conocimiento que propone, ya que llega a la conclusión de que para conocer hay que percibir; que la realidad está mediada por nuestra percepción.
Efluvios y relativismo sensorial
El conocimiento se explica por la emisión de efluvios, átomos muy sutiles que salen de las superficies de los cuerpos y son recibidos en los ojos, imprimiéndose en el cerebro como imágenes (idola). Si su noción de ser viene de Parménides, su relativismo epistemológico viene de los sofistas, en concreto de Protágoras, ya que para ellos “las cualidades existen solo por convención; por naturaleza solo hay átomos y vacío” (68 A 1).
Lo cualitativo fenoménico que constituye las apariencias se sitúa en el campo de la opinión, mientras que lo real, invisible, es el nivel de lo cuantitativo. La apreciación de los fenómenos es relativa, depende del sujeto que conoce, y por ello de la educación recibida, mientras que la verdad se da en el nivel profundo, ontológico, no captable por los sentidos, y ahí solo hay átomos y vacío.

Conocimiento y percepción: la verdad más allá de los sentidos
En la filosofía atomista, el conocimiento se considera una construcción que va más allá de las percepciones sensoriales inmediatas. Los atomistas sostienen que, aunque los sentidos proporcionan información valiosa sobre el mundo, esta información es relativa y está sujeta a interpretación. La verdad, según esta perspectiva, reside en un nivel más profundo, donde los átomos y el vacío constituyen la realidad última, inaccesible a los sentidos pero comprensible a través del razonamiento y la reflexión filosófica.
El atomismo distingue entre las cualidades primarias, que son objetivas y pertenecen a los átomos mismos, y las cualidades secundarias, que son subjetivas y dependen de la percepción del observador. Esta distinción es fundamental para entender cómo los atomistas conceptualizan el conocimiento, ya que subraya la diferencia entre lo que es y lo que parece ser. Al reconocer la subjetividad de las percepciones sensoriales, los atomistas abrieron el camino para una comprensión más crítica y analítica del conocimiento.
Ética atomista: el buen ánimo y la mesura
Aunque se trate de una teoría casi en los albores de la física moderna, el atomismo antiguo también parte de muchas consideraciones más éticas que científicas, que son la base de este pensamiento.
Demócrito y la búsqueda del equilibrio
Hay que decir que la mayor parte de los fragmentos de Demócrito tienen carácter ético, aunque muchos de ellos se encuentran en una recopilación de máximas bajo el nombre de Demócrates. Nuestro autor fue opuesto a Heráclito como el filósofo risueño al filosofo llorón, y esto se debe a que consideraba que el fin supremo del ser humano es el “buen ánimo”, que no se identifica con el placer, aunque lo puede producir, y que es un estado en el que “el alma está serena y equilibrada, porque no le perturba ningún temor” (68 A 1).
El buen ánimo surge de “la moderación del deleite y la armonía de la vida” (68 B 191), en línea con la idea de mesura y contención que rige la ética griega antigua, opuesta al exceso y la desmesura. En cambio, el insensato desdeña lo que tiene y desea lo que no tiene (68 B 202).
El enfoque ético de Demócrito también destaca la importancia de la educación y el conocimiento en la búsqueda del buen ánimo. Según su perspectiva, la comprensión de la naturaleza del universo y de uno mismo es esencial para alcanzar la serenidad y la felicidad. Al promover una vida basada en la razón y la reflexión, Demócrito estableció un marco ético que ha influido en el pensamiento filosófico durante siglos, subrayando la conexión entre conocimiento, virtud y bienestar.
Epicuro: ataraxia y la emancipación del miedo
Epicuro, un seguidor de la tradición atomista, desarrolló una ética centrada en la ataraxia, o imperturbabilidad, como el objetivo principal de la vida. Para Epicuro, la ataraxia se logra al liberarse del miedo a los dioses y del destino, promoviendo una vida de serenidad y placer racional. Su filosofía ética enfatiza la importancia de la aponía, o ausencia de dolor, y considera que el placer es el bien supremo, pero no en un sentido hedonista, sino como un estado de tranquilidad y equilibrio.
La ética de Epicuro también incluye una crítica a la religión y las supersticiones que generan miedo e inseguridad en las personas. Al desafiar estas creencias, Epicuro buscó emancipar a los individuos del temor y la ansiedad, permitiéndoles vivir una vida más libre y plena. Su enfoque ético, basado en la razón y la comprensión de la naturaleza, ofrece una alternativa a las visiones religiosas tradicionales, proponiendo un camino hacia la felicidad a través del conocimiento y la reflexión.
Epicuro también subrayó la importancia de los placeres racionales y moderados como medios para alcanzar la felicidad. En su filosofía, el placer no se busca por sí mismo, sino como un medio para lograr la ataraxia y la aponía. Al promover una vida de sencillez y autocontrol, Epicuro estableció un marco ético que ha influido en el pensamiento filosófico y moral, destacando la conexión entre la ética atomista y la búsqueda de la felicidad y la serenidad.

El legado del atomismo en la filosofía y la ciencia
El automismo antiguo dejó un poso de conocimiento que ha sido reutilizado por varias corrientes filosóficas y científicas, desde la Antigua Grecia hasta nuestros días.
nfluencia en la filosofía griega y romana
La proyección del atomismo antiguo ha sido muy importante, tanto en Grecia, con Epicuro (s. III a.C.), como en Roma, con el famoso poema de Lucrecio De rerum natura (s. I a.C.). popularizó el atomismo en Roma, defendiendo el materialismo y la ausencia de teleología en la naturaleza.
La influencia del atomismo se extendió más allá de la filosofía natural, impactando en la ética y la epistemología. Al proponer un modelo mecánico del universo, los atomistas sentaron las bases para una comprensión más racional y empírica de la realidad. Su enfoque materialista y no teleológico desafió las creencias religiosas y filosóficas de su tiempo, ofreciendo una nueva forma de entender el mundo que influyó en el pensamiento crítico y científico en épocas posteriores.
El legado del atomismo también se refleja en su impacto en el desarrollo de la ciencia. Al introducir conceptos como el movimiento aleatorio de los átomos y la distinción entre cualidades primarias y secundarias, los atomistas anticiparon debates filosóficos y científicos que continuarían durante siglos. Su enfoque racional y empírico ha perdurado en la historia del pensamiento, influyendo en corrientes filosóficas y científicas que valoran la explicación mecánica y empírica de los fenómenos naturales.
El renacimiento del atomismo en la Edad Moderna
A lo largo de la Edad Media el atomismo fue casi olvidado, aunque aparece en pensadores marginales escolásticos, tanto cristianos como judíos e islámicos. En el Renacimiento se produce un resurgir del atomismo, y en el XVII Gassendi intenta compaginar a Epicuro con el cristianismo. La Ilustración recupera el atomismo, especialmente su sensualismo epistémico y su ontología materialista.
Igualmente sucede en los siglos XIX y XX: Althusser concibe el atomismo como un “materialismo aleatorio” o “materialismo del encuentro”, considerándolo como una de esas tradiciones soterradas que aparecen y desaparecen una y otra vez en los márgenes de la filosofía –que en general ha sido fundamentalmente idealista– y en la que se puede situar a Spinoza, Diderot, Holbach, Marx, Bloch y el propio Althusser. Filósofos como Thomas Hobbes y John Locke adoptaron elementos del atomismo en sus teorías sobre la naturaleza humana y la sociedad, promoviendo un enfoque materialista y empirista que desafió las nociones tradicionales de autoridad y conocimiento. Este legado atomista continúa siendo relevante en el pensamiento contemporáneo, destacando su influencia duradera en la filosofía y la ciencia.
Conexiones con la ciencia contemporánea
El atomismo antiguo ha dejado una huella indeleble en la ciencia contemporánea, especialmente en campos como la física y la química. La idea de que la materia está compuesta por partículas indivisibles ha sido fundamental para el desarrollo de la teoría atómica moderna, que describe la estructura de los átomos y su comportamiento en términos de partículas subatómicas. Este enfoque ha permitido avances significativos en nuestra comprensión del universo, desde la mecánica cuántica hasta la cosmología.

Las conexiones entre el atomismo y la ciencia contemporánea también se reflejan en la influencia de conceptos atomistas en teorías modernas como la teoría del caos y la física de partículas. La noción de movimiento aleatorio y la indeterminación en el atomismo resuenan con ideas actuales sobre la naturaleza probabilística de los procesos físicos, subrayando la relevancia continua del pensamiento atomista en el avance del conocimiento científico.
El legado del atomismo en la ciencia contemporánea también se manifiesta en su impacto en la filosofía de la ciencia. La distinción atomista entre cualidades primarias y secundarias ha influido en debates sobre la naturaleza de la realidad y la percepción, mientras que su enfoque materialista ha contribuido a la defensa de explicaciones empíricas y racionales en la investigación científica. Estas conexiones destacan la importancia perdurable del atomismo en la búsqueda de la verdad y la comprensión del mundo natural.
Referencias:
- BARRIO, J. (1961). El clinamen epicúreo. Revista De Filosofía, 20(78), 319. Retrieved from https://www.proquest.com/scholarly-journals/el-clinamen-epicúreo/docview/1299251880/se-2