Secretos místicos: magia, adivinación y seres maléficos en la fascinante Historia de Mesopotamia

Mesopotamia, donde la magia, la adivinación y seres maléficos tejieron historias fascinantes en el tapiz de la antigüedad. Secretos ocultos tras prácticas místicas que influyeron en la vida cotidiana de esta civilización milenaria. Desde rituales mágicos hasta la interpretación de signos divinos, sumérgete en un mundo donde lo sobrenatural y lo cotidiano se entrelazan.
Bajo relieve con estilo mesopotámico

La magia se encontraba presente en todas partes en Mesopotamia. En general, su uso se basa en la convicción de la eficacia inmediata de ciertos elementos y acciones que casi nunca tienen o siguen una lógica causal. 

Entonces y ahora, la magia pretende eliminar los males causados por demonios y otros agentes del mal, incluidas las personas, y sus efectos pueden ser positivos (consecuencia de la magia «blanca») o negativos (si se usa magia «negra»).

El Mundo de los demonios mesopotámicos: leyendas, rituales y secretos de una civilización ancestral

Estos seres malignos eran muy poderosos y tenían un papel muy importante en la vida diaria. Aunque ocupaban una posición intermedia, entre los humanos y los dioses, y estaban sometidos a estos últimos, eran de una substancia más parecida a la de los dioses (de hecho, muy a menudo se les denomina así). 

Todos estos seres malignos de los que hablamos se solían representar bajo formas híbridas, humanas y animales, normalmente con una apariencia terrible. En cambio, la apariencia antropomórfica, más digna, se reservaba para representar divinidades —podríamos decir—, normales. 

Demonios hay muchos, tantos como males asaltan a los humanos, y no existe un solo término para designarlos a todos, sino diversas palabras individuales o colectivas. Las listas que se conservan con los nombres de estos seres maléficos serían la plasmación o la suma de todos los horrores, los miedos y las fobias de la humanidad.

Procedente del Templo de Baal en la acrópolis de Ugarit y descubierta en 1932. Foto: ASC

Uno de los grupos que aparece con más frecuencia es el que está formado por los demonios llamados udug (en sumerio) o utukku (en acadio), conocidos también como «Los siete malignos»: imin.bi (en sumerio) o sebettu (en acadio). Estos seres son de origen infernal, viven en las tumbas y en lugares apartados y son la personificación colectiva de la Muerte (como la muerte con la guadaña, en la tradición occidental). 

Otro ejemplo de ser maligno es el gidim/ eṭemmu, que podríamos describir como el «alma en pena». Es el fantasma errante de los difuntos cuyos cuerpos han sido abandonados u olvidados por sus descendientes, o se dejaron sin enterrar. 

Son también los espíritus de aquellos que murieron asesinados, de niños o de todos aquellos que fallecieron sin descendencia. El á.zág/ asakku significa literalmente «el que pega a los costados y es un espíritu que provoca una enfermedad mortal, parece ser que con este síntoma. El nam.tar/namtaru o «Destino mortal», servidor de los dioses infernales Nergal y Ereškigal, es también una divinidad infernal que ataca tanto a los vivos como a los muertos. 

A maškim/rābiṣu, «el que espía», se le podría definir como un funcionario del mundo infernal. También está dingir.hul/ilu lemnu o «Dios malo», así como, a.lá/alû y gallá/gallû, los dos relacionados también con el mundo funerario. Una denominación genérica para estos seres sería mimma lemnu, es decir, «todo lo que es malo».

Pero, además, se creía en la existencia de una familia de demonios especialmente terrible, que estaba formada por el padre Lilû o «Señor Aire», Lilītu o «Señora Aire» (también llamada Wardat) y Lilî o «Muchacha Aire»; esta última era muy activa y atacaba a los muchachos y a los hombres jóvenes. 

Sin embargo, el ser demoníaco más temible era la Lamaštu, que era hija del dios Anum (se conservan textos mágicos con conjuros contra sus acciones). Se infiltraba en las casas por los agujeros de las puertas, por las ventanas y por los desagües. Se la relaciona con los excrementos de animales, los barrizales y las compresas menstruales; en definitiva, con la suciedad.

Cilindro sello de Mesopotamia dedicado a Ur-Nammu - Wikimedia

Sus víctimas eran las mujeres embarazadas o de parto y los bebés (era especialista en provocar abortos, la muerte de los neonatos durante el parto y las epidemias de fiebre entre recién nacidos). Lamaštu, sin embargo, también podía atacar a los adultos y a los animales. 

Se la mantenía a raya con amuletos fabricados bajo normas muy estrictas. A veces, también funcionaba poner en las casas una figurilla de esta diosa, o bien siete figurillas de perro en la puerta y en las ventanas, para impedir su entrada.

Los exorcismos en Mesopotamia: rituales antiguos y creencias sobrenaturales que definieron una era

Las imágenes incontrolables, y en ocasiones terroríficas, del mundo de los sueños se interpretaban como producto de la acción de la bruja o el brujo. Soñar, y en especial tener pesadillas, quería decir que uno estaba embrujado. La finalidad de los exorcismos era liberar y proteger al paciente de estas experiencias devastadoras. 

Lo que hacían estos exorcismos era expulsar a las brujas o a los brujos de donde vivía la gente, enviándolos al desierto. Así, en las zonas desérticas y deshabitadas se concentraban estos espíritus del mal, que se convertían en los vientos llamados líl (aire, en sumerio). 

Existe abundante literatura mágica, con conjuros, exorcismos, oraciones preventivas, etc., que servían para contrarrestar, combatir, eliminar o prevenir todos los males. Se basaban en que la casualidad no existe. A cada efecto le corresponde una causa, un acto que es la voluntad de alguien, de seres maléficos, divinidades, brujas o brujos.

Desentrañando el Arte de las mancias y adivinación en Mesopotamia

También eran frecuentes las prácticas de la adivinación deductiva, que consiste en estudiar fragmentos de la realidad que podrían servir de signo de lo que pasará en el futuro: una cosa (X) es signo de tal otra cosa (Y), entonces, si resulta que pasa X, necesariamente ocurrirá Y. A la hora de evaluar todos los posibles hechos X se podían considerar como signos todos los actos de la vida cotidiana que no procedían de la voluntad humana. 

Signo cuneiforme que se puede leer como AN y que significa cielo.

Ya sea porque se producían de manera regular (inundaciones, eclipses, fenómenos atmosféricos, etc.) o, al contrario, de forma excepcional. Fueron especialmente observados los abortos o nacimientos monstruosos, de animales y humanos (es lo que se conoce como teratomancia).

Otra posibilidad era la de provocar esas causas (X) para ser interpretadas y predecir el futuro. El procedimiento más común era el que se conoce como extispicina, que es el análisis de las morfologías y las patologías de las vísceras de animales sacrificados a tal efecto (en la imagen, hígados de animales utilizados para la adivinación en los siglos xix y xviii, en Mari). Otro método era el augurio, que estudiaba el vuelo de bandadas de pájaros que se soltaban con este propósito, o cómo comían.

La lógica es evidente: si todo lo que pasaba, bueno o malo, era fruto de los actos de la voluntad divina, entonces se podía conocer esta voluntad estudiando con detalle una serie de fenómenos y sus efectos. Los efectos buenos o normales eran signo de la buena voluntad de las divinidades y los efectos que se interpretaban como malos eran el castigo

Este podía ser directo o consecuencia de que las divinidades dejaran que actuasen las fuerzas malignas, con enfermedades, muerte prematura, falta de descendencia, ruina económica, etc. Es por ello que al menos los hechos insólitos se catalogasen para conocer el futuro y prevenirlos si fuera posible, y desviar o evitar el mal que estaba por venir. 

Recomendamos en

Muy Historia - Agosto 2025 - Número 186

Muy Historia - Agosto 2025 - Número 186

En esta edición, abrimos el cofre de los mitos y misterios históricos: desde tesoros malditos que guiaron expediciones fatales hasta revoluciones, inquisiciones y descubrimientos que marcaron civilizaciones enteras.
  • Cristina Enríquez
Muy Interesante - Agosto 2025 - Número 531

Muy Interesante - Agosto 2025 - Número 531

En este número exploramos una de las ideas más sorprendentes de la evolución humana: la hipótesis de la abuela. ¿Y si vivir más allá de la fertilidad no fuera un accidente biológico, sino una ventaja adaptativa?
  • Cristina Enríquez