La idea de la felicidad ha sido una de las constantes en las reflexiones de los filósofos a lo largo de la historia. Concretamente, la filosofía de Epicuro, un filósofo griego que vivió entre el 341 a.C. y el 270 a.C., se centra en la búsqueda de la felicidad y la ataraxia, es decir, la tranquilidad del alma. Sin embargo, la visión moderna de Epicuro y la felicidad se confunde habitualmente con el hedonismo.
Epicuro y la búsqueda de la felicidad
Epicuro intenta construir una filosofía terapéutica capaz de ayudar al ser humano a alcanzar la paz y el sosiego interior. Su ética hedonista, que tantos malentendidos causaría por fundamentarse en el placer, proponía una guía para la acción y la vida feliz. En su lugar, propuso que la verdadera felicidad reside en la ataraxia, un estado de serenidad y equilibrio mental. Este estado se logra cuando el individuo es capaz de superar sus miedos y ansiedades, y vive en armonía consigo mismo y con el mundo que le rodea.
La ataraxia: tranquilidad del alma
Su concepto de la existencia humana ideal no se centraba en la satisfacción de los apetitos físicos, sino en alcanzar un estado libre de todo sufrimiento mental que él llamaba ataraxia: literalmente, «imperturbabilidad» o serenidad.
La ataraxia, según Epicuro, es el resultado de la eliminación del sufrimiento mental. Para alcanzar este estado, es fundamental identificar y comprender las causas de nuestras preocupaciones. Epicuro sostenía que muchas de nuestras ansiedades carecen de fundamento real y que, al despojarnos de estos miedos infundados, podemos alcanzar la paz interior. Esta filosofía terapéutica busca liberar al individuo de las cadenas del miedo, permitiéndole disfrutar de una existencia más plena y satisfactoria.
La ética hedonista de Epicuro, aunque a menudo malinterpretada, no promueve un estilo de vida hedonista en el sentido moderno. En lugar de buscar el placer inmediato y desmedido, Epicuro abogaba por un enfoque equilibrado, donde el placer se entendía como la ausencia de dolor. Este enfoque requiere un cálculo cuidadoso de las acciones, considerando las consecuencias a largo plazo para maximizar la felicidad y minimizar el sufrimiento.

Ética hedonista: el placer como camino
¿Pero qué es lo que necesitamos realmente para llevar una vida feliz? Hace más de dos mil años, Epicuro llegó a la conclusión de que lo que deseamos de verdad es el placer. Sin embargo, a este filósofo le importaban más los placeres intelectuales que los materiales, y en algunos aspectos le importaba más evitar el dolor que perseguir directamente el placer.
Epicuro argumentaba que el placer máximo se alcanza al evitar el dolor y el sufrimiento. Esto no significa que se deba perseguir el placer a toda costa, sino que se debe buscar un equilibrio entre el placer y el dolor. La prudencia juega un papel fundamental en este proceso, ya que permite al individuo evaluar las consecuencias de sus acciones y tomar decisiones que maximicen su felicidad a largo plazo.
Además, Epicuro subrayaba la importancia de la moderación en la búsqueda del placer. Los deseos desenfrenados y los excesos pueden llevar a un sufrimiento mayor, por lo que es esencial practicar la moderación para mantener un estado de equilibrio y serenidad. Al cultivar la prudencia y la moderación, uno puede alcanzar la ataraxia y, en última instancia, la verdadera felicidad.
El concepto de felicidad para Epicuro
Para Epicuro, la felicidad se define como la ausencia de dolor y la presencia de placer. Sin embargo, este placer no se refiere a indulgencias momentáneas, sino a un estado duradero de serenidad y satisfacción. Epicuro creía que la felicidad es el bien supremo que todo ser humano debe aspirar a alcanzar, y que se logra al eliminar el sufrimiento mental y físico de la vida diaria.
La clave para alcanzar esta felicidad reside en el entendimiento de que no todos los placeres son dignos de ser perseguidos. Epicuro aconsejaba a sus seguidores que evaluaran cuidadosamente las consecuencias de sus deseos y acciones. Algunos placeres pueden parecer atractivos en el corto plazo, pero pueden traer consigo un dolor mayor en el futuro. Por lo tanto, es crucial practicar el cálculo del placer, un proceso que implica sopesar los beneficios y perjuicios potenciales de cada elección.
Epicuro también enfatizaba la importancia de superar las preocupaciones y miedos irracionales que nos impiden disfrutar de la vida. Al identificar y confrontar estas preocupaciones, podemos liberar nuestra mente de las cargas innecesarias y abrirnos a una existencia más plena y placentera. Este enfoque racional y reflexivo es esencial para alcanzar la verdadera felicidad según Epicuro.

La ausencia de dolor y el estado de serenidad
En este sentido, para superar el sufrimiento mental y alcanzar ese anhelado estado de serenidad, Epicuro consideraba que, primero hay que identificar las causas de nuestras preocupaciones, y, además, argumentos que nos demuestren que estas carecen de fundamentos. Según este sabio, no existen motivos de peso para preocuparnos por las cosas que normalmente nos preocupan.
Así pues, si el máximo bien que el ser humano puede alcanzar es la felicidad, ésta se identifica con el placer, entendido como la ausencia total de dolor. Sin embargo, no todos los placeres han de ser escogidos, según Epicuro, ya que algunos pueden producir dolores mayores a largo plazo.
El filósofo también destacaba la importancia de la moderación en la búsqueda de la felicidad. Al evitar los excesos y centrarse en satisfacer deseos naturales y necesarios, se puede mantener un estado de equilibrio y serenidad. Esta moderación permite al individuo disfrutar de una vida plena y satisfactoria, libre de las complicaciones que surgen de la indulgencia excesiva y el deseo desmedido.
Causas de las preocupaciones y cómo superarlas
Epicuro creía que muchas de nuestras preocupaciones y ansiedades son el resultado de miedos infundados y malentendidos sobre la naturaleza de la vida. Para superar estas preocupaciones, es esencial identificar sus causas y enfrentarlas con un enfoque racional y reflexivo. Epicuro argumentaba que al desmantelar estos miedos, podemos liberar nuestra mente y alcanzar un estado de serenidad y felicidad.
Uno de los miedos más comunes que Epicuro abordaba era el miedo a la muerte. Según él, la muerte no debe ser temida, ya que es simplemente la ausencia de sensación y, por lo tanto, no tiene impacto en nuestra experiencia de vida. Al comprender esto, podemos liberarnos de la ansiedad que rodea a la muerte y vivir una vida más plena y sin miedo.
Epicuro también identificó el miedo a los dioses y al destino como fuentes de preocupación innecesaria. Sostenía que los dioses no intervienen en los asuntos humanos y que el destino no está predeterminado. Al entender que tenemos el poder de influir en nuestras propias vidas, podemos superar estas preocupaciones y vivir con mayor libertad y tranquilidad.
Ventajas e inconvenientes: cálculo del placer
Para este filósofo, las personas que aspiran a ser felices deben hacer un sabio cálculo entre las ventajas e inconvenientes para conseguir un máximo de placer y un mínimo de dolor, utilizando las virtudes como medios, no como fines, para alcanzar la felicidad.
Así pues, según Epicuro, la prudencia es la guía del placer, porque permite llevar a cabo un cálculo óptimo. Por otro lado, se necesita la moderación porque proporciona al individuo un estado de esa «imperturbabilidad», al eliminar deseos artificiales y necesidades creadas.
La moderación y los deseos naturales
La moderación, según Epicuro, nos permite mantener un estado de serenidad y equilibrio, evitando los altibajos emocionales que acompañan a la indulgencia desmedida. Al practicar la moderación, podemos disfrutar de una vida más plena y satisfactoria, centrada en las cosas que realmente importan y que contribuyen a nuestro bienestar a largo plazo.
Además, Epicuro enfatizaba la importancia de la autocomprensión en la práctica de la moderación. Al conocer nuestras propias necesidades y deseos, podemos tomar decisiones más informadas y conscientes que nos permitan alcanzar la felicidad y la ataraxia. Esta autocomprensión es esencial para vivir una vida equilibrada y libre de las complicaciones que surgen de la indulgencia excesiva y el deseo desmedido.

Prudencia y placer: la guía epicúrea
La prudencia es una de las virtudes más valoradas por Epicuro, ya que es esencial para alcanzar la felicidad a través del cálculo del placer. La prudencia nos permite evaluar las consecuencias de nuestras acciones y tomar decisiones que maximicen nuestra felicidad a largo plazo. Para Epicuro, la prudencia es la guía que nos ayuda a navegar el camino hacia una vida plena y satisfactoria.
Epicuro enseñaba que la prudencia nos ayuda a distinguir entre placeres que son beneficiosos y aquellos que pueden resultar en sufrimiento. Al practicar la prudencia, podemos evitar los excesos y centrarnos en los placeres que realmente contribuyen a nuestro bienestar. Esta virtud nos permite vivir una vida equilibrada, libre de las complicaciones que surgen de la indulgencia desmedida y el deseo descontrolado.
Además, la prudencia nos ayuda a mantener un estado de serenidad y equilibrio al evitar los altibajos emocionales que acompañan a las decisiones impulsivas. Al practicar la prudencia, podemos disfrutar de una vida más plena y satisfactoria, centrada en las cosas que realmente importan y que contribuyen a nuestro bienestar a largo plazo. Esta virtud es esencial para vivir una vida equilibrada y libre de las complicaciones que surgen de la indulgencia excesiva y el deseo desmedido.
Deseos sencillos frente a deseos artificiales
Según Epicuro, cuantos menos deseos tengamos y más sencillos y naturales sean, más fácil será satisfacerlos y vencer el sufrimiento, que es el que, en definitiva, establece la magnitud del placer. Pero, además, es importante el coraje o la fortaleza, pues permiten al hombre liberarse del miedo y la ansiedad, así como superar todos los males inevitables que puedan sucederle.
La fortaleza para combatir el miedo y la ansiedad
Epicuro, desafió a la sociedad de su época, poniendo en segundo plano la actividad política, la sobrevaloración de la riqueza y el poder, por considerarlos medios inservibles para lograr la felicidad. Causó revuelo especialmente su crítica contra la esclavitud y las desigualdades entre hombres y mujeres, e incluso entre griegos y bárbaros. A su escuela filosófica, más una escuela de amigos que una academia, podía acceder cualquier persona independientemente de su sexo y su clase social, porque el bien no entiende de estas distinciones.
Además, la fortaleza nos ayuda a mantener la calma y la claridad mental en situaciones de estrés y ansiedad. Al practicar la fortaleza, podemos enfrentar los desafíos de la vida con confianza y determinación, permitiéndonos disfrutar de una vida más plena y satisfactoria. Esta virtud es esencial para vivir una vida equilibrada y libre de las complicaciones que surgen de la indulgencia excesiva y el deseo desmedido.

Amistad y convivencia: la virtud epicúrea
Sin embargo, llama poderosamente la atención, que, entre todas las virtudes, la que más elogios recibe por parte de este intelectual es la amistad, no solo por la satisfacción que otorga sino porque se encuentra en el origen de la justicia social, entendida en el sentido de «no dañar ni ser dañado», y en la que se fundamenta, en definitiva, la convivencia con nuestros semejantes.
El valor de la amistad en la justicia social
Epicuro veía la amistad como un pilar fundamental de la justicia social, ya que fomenta la cooperación y la convivencia armoniosa entre las personas. Para él, la amistad era una fuente de satisfacción personal y un medio para construir una sociedad más justa y equitativa, donde todos tengan la oportunidad de alcanzar la felicidad y la ataraxia.
La amistad, según Epicuro, es la base de la justicia social, ya que promueve un sentido de comunidad y cooperación. Al practicar la amistad, podemos construir un mundo más justo y equitativo, donde todos tengan la oportunidad de alcanzar la felicidad y la ataraxia. La amistad nos permite vivir en paz y armonía con los demás, fomentando un sentido de pertenencia y solidaridad.
Además, la amistad es una fuente de apoyo y consuelo en momentos de dificultad. Al rodearnos de amigos, podemos enfrentar los desafíos de la vida con mayor confianza y determinación, sabiendo que contamos con el apoyo de aquellos que nos aprecian y nos comprenden. La amistad nos permite disfrutar de una vida más plena y satisfactoria, centrada en las cosas que realmente importan y que contribuyen a nuestro bienestar a largo plazo.
Crítica a la política, riqueza y poder
Epicuro era crítico de la sobrevaloración de la política, la riqueza y el poder como medios para alcanzar la felicidad. Para él, estos elementos a menudo conducen a la insatisfacción y el sufrimiento, ya que desvían nuestra atención de lo que realmente importa en la vida: la búsqueda de la felicidad y la ataraxia.
Epicuro argumentaba que la política, la riqueza y el poder son medios inservibles para lograr la felicidad, ya que a menudo generan ansiedad y conflicto. En lugar de centrarse en estos elementos, Epicuro abogaba por una vida sencilla y moderada, centrada en la satisfacción de deseos naturales y necesarios. Al evitar los excesos y centrarse en lo que realmente importa, podemos alcanzar un estado de serenidad y equilibrio que nos permita disfrutar de una vida plena y satisfactoria.
Además, Epicuro promovía la inclusión y la diversidad en su escuela filosófica, abogando por un enfoque igualitario que no hiciera distinciones de sexo o clase social. Para él, la verdadera felicidad no entiende de estas distinciones, y todos tienen derecho a buscar la ataraxia y el bienestar. Al practicar la inclusión y la diversidad, podemos construir un mundo más justo y equitativo, donde todos tengan la oportunidad de alcanzar la felicidad y la ataraxia.
El jardín de Epicuro
Nacido en la isla de Samos, en el 341 a.C., el denostado filósofo Epicuro vivió y desarrolló su actividad intelectual durante la época helenística, periodo que se extendió entre la muerte de Alejandro Magno (323 a.C.) y el fin de la República romana (31 a.C.). A pesar de que fue un prolífico escritor, no se conservan de sus obras más que tres cartas: A Heródoto, A Meneceo y Carta a Fitocles.
Inclusión y diversidad en su escuela filosófica
Las diversas escuelas filosóficas que nacen durante el helenismo, entre las que destacan sobre todo el estoicismo, el epicureísmo y el escepticismo, centraron sus reflexiones en el ámbito de los problemas éticos y antropológicos, dejando a un lado, en cierta medida, las cuestiones meramente formales o científicas.
Epicuro creía firmemente en la igualdad y la diversidad, y abogaba por un enfoque igualitario que permitiera a todos, independientemente de su origen, buscar la felicidad y la ataraxia. Esta filosofía inclusiva promovía un sentido de comunidad y cooperación, donde todos podían aprender y crecer juntos. Al practicar la inclusión y la diversidad, Epicuro y sus seguidores construyeron un espacio donde la reflexión filosófica y la convivencia armoniosa eran posibles.
En el Jardín, se fomentaba la discusión abierta y el intercambio de ideas, permitiendo a los participantes explorar diferentes perspectivas y enriquecer su comprensión de la vida. Este enfoque inclusivo y diverso hacía del Jardín un lugar único y valioso para aquellos que buscaban la verdadera felicidad y el bienestar. Al centrarse en la igualdad y la diversidad, Epicuro y sus seguidores demostraron que la felicidad es accesible para todos, sin importar su origen o género.
El sosiego y disfrute de la vida en El Jardín
En el 306 a.C. Epicuro fundó una escuela filosófica, denominada El jardín de Epicuro, donde asistían sus amigos y discípulos. Su filosofía se orientó sobre todo hacia la práctica; haciendo hincapié en procurar el sosiego necesario para una vida feliz y placentera. Así, debían quedar atrás definitivamente los temores al destino, los dioses o la muerte. Sus instrumentos fundamentales fueron una teoría del conocimiento empirista, una física atomista y una ética hedonista.
En el Jardín, los seguidores de Epicuro se centraban en la reflexión filosófica y la vida en comunidad, lejos de las preocupaciones mundanas. Al practicar la moderación y la prudencia, podían alcanzar un estado de serenidad y equilibrio que les permitiera disfrutar de una vida plena y satisfactoria. Este enfoque práctico y comunitario hacía del Jardín un lugar único y valioso para aquellos que buscaban la verdadera felicidad.
Además, el Jardín fomentaba la inclusión y la diversidad, permitiendo la entrada a personas de todas las clases sociales y géneros. Epicuro abogaba por la igualdad y la diversidad, creyendo que todos, independientemente de su origen, tenían derecho a buscar la felicidad y la ataraxia. Al practicar la inclusión y la diversidad, el Jardín se convirtió en un espacio donde la reflexión filosófica y la convivencia armoniosa eran posibles.

Teoría del conocimiento y física atomista
Epicuro desarrolló una teoría del conocimiento y una física atomista que complementaban su ética hedonista y su enfoque en la felicidad. Su teoría del conocimiento se basaba en el empirismo, la idea de que el conocimiento se obtiene a través de la experiencia sensorial y la observación del mundo. Este enfoque permitía a Epicuro y sus seguidores comprender mejor la naturaleza de la realidad y superar los miedos irracionales que impedían alcanzar la felicidad.
La física atomista de Epicuro se inspiró en las ideas de Demócrito, quien proponía que el universo está compuesto por átomos indivisibles que se mueven en el vacío. Epicuro adoptó esta teoría para explicar los fenómenos naturales y argumentar que los dioses no intervienen en los asuntos humanos. Al comprender la naturaleza del universo y nuestra relación con él, podemos liberarnos de los miedos infundados y vivir una vida más plena y satisfactoria.

El enfoque empirista y atomista de Epicuro complementaba su ética hedonista al proporcionar una base racional y científica para sus enseñanzas. Al comprender la naturaleza de la realidad a través de la observación y el razonamiento, podemos tomar decisiones más informadas y conscientes que nos permitan alcanzar la felicidad y la ataraxia. Este enfoque integral y racional hacía de la filosofía epicúrea una guía valiosa para aquellos que buscan una vida equilibrada y satisfactoria.
Empirismo y atomismo en la filosofía epicúrea
El enfoque empirista y atomista de Epicuro complementa su ética hedonista al proporcionar una base racional y científica para sus enseñanzas. Al comprender la naturaleza de la realidad a través de la observación y el razonamiento, podemos tomar decisiones más informadas y conscientes que nos permitan alcanzar la felicidad y la ataraxia. Este enfoque integral y racional hace de la filosofía epicúrea una guía valiosa para aquellos que buscan una vida equilibrada y satisfactoria.
La física atomista de Epicuro se inspira en las ideas de Demócrito, quien proponía que el universo está compuesto por átomos indivisibles que se mueven en el vacío. Epicuro adoptó esta teoría para explicar los fenómenos naturales y argumentar que los dioses no intervienen en los asuntos humanos. Al comprender la naturaleza del universo y nuestra relación con él, podemos liberarnos de los miedos infundados y vivir una vida más plena y satisfactoria.
Referencias:
- John Sellars. 'Lecciones de epicureísmo: El arte de la felicidad'. Taurus (2021)
- Carlos García Gual. 'Epicuro'. Alianza Editorial (2013)