El ADN antiguo es una valiosa fuente de información para entender el pasado. De hecho, la extracción y el análisis de este tipo de pruebas han revolucionado campos como la arqueología o la antropología, proporcionando una ventana única a poblaciones humanas y otros organismos del pasado.
Ahora, un grupo de investigadores ha logrado extraer ADN antiguo de un ladrillo de arcilla de 2.900 años de antigüedad. Curiosamente, estas muestras han revelado una visión fascinante de la diversidad de especies vegetales cultivadas en aquella época. Los resultados se han publicado en la revista Nature Scientific Reports.
Concretamente, el ladrillo que ahora se conserva en el Museo Nacional de Dinamarca, procede del palacio del rey neoasirio Ashurnasirpal II, en la antigua ciudad de Kalhu (actual norte de Irak). Conocido hoy como el palacio noroccidental de Nimrud, su construcción comenzó alrededor del año 879 a.C.

El ladrillo tiene una inscripción cuneiforme (escrita en la extinta lengua semítica acadia) que dice que es “Propiedad del palacio de Ashurnasirpal, rey de Asiria”. Esto ha permitido datar el ladrillo con precisión entre el 879 a.C. y el 869 a.C..
El equipo de científicos pudo obtener muestras del núcleo interno del ladrillo en cuestión, gracias a un proyecto de digitalización del mencionado museo en 2020, lo que significa que la posibilidad de 'contaminación' del ADN respecto a su origen era realmente escasa. Así pues, los investigadores extrajeron ADN de las muestras aplicando un protocolo utilizado en otras ocasiones para otros materiales porosos, como el hueso.

De esta forma, una vez secuenciado el ADN extraído, los investigadores identificaron hasta 34 grupos taxonómicos distintos de plantas. Las familias de plantas con las secuencias más abundantes fueron col (Brassicaceae) y brezo (Ericaceae). Pero también otras como abedul (Betulaceae), laurel, (Lauraceae), umbelíferas (Selineae) y gramíneas cultivadas (Triticeae).
“Ha sido fascinante descubrir que se puede extraer ADN antiguo, en buen estado de conservación, dentro de una masa de arcilla de un ladrillo de arcilla de 2.900 años de antigüedad”, afirmaba una de las coautoras del trabajo y bióloga de la Universidad de Oxford, Sophie Lund Rasmussen.
Además, en este proyecto ha sido fundamental la colaboración entre investigadores de distintos ámbitos. Y es que, gracias al trabajo conjunto de un equipo interdisciplinar, formado por asiriólogos, arqueólogos, biólogos y genetistas, se ha podido comparar los hallazgos con registros botánicos actuales de Irak y con antiguas descripciones de plantas asirias.

En particular, ha trascendido que el ladrillo se fabricaba principalmente con barro recogido cerca del río Tigris, mezclado con materiales como paja o estiércol animal. Luego se le habría dado forma en un molde antes de inscribirlo con escritura cuneiforme, y se habría dejado secar al sol.
El hecho de que el ladrillo nunca se quemara, sino que se dejara secar de forma natural, habría ayudado a preservar el material genético atrapado en la arcilla, según los investigadores.
Además de la curiosa información revelada por este ladrillo, la investigación sirve como prueba del concepto y método que podría aplicarse a muchas otras fuentes arqueológicas de arcilla de diferentes lugares y épocas de todo el mundo, con el objetivo saber más sobre la flora y la fauna del pasado.
Precisamente, los materiales arcillosos están casi siempre presentes en cualquier yacimiento arqueológico del mundo, y su contexto permite a menudo datarlos con gran precisión. En este estudio sólo se describe el ADN vegetal extraído, ya que se trata de los especímenes más frecuentes y mejor conservados.

Sin embargo, dependiendo de la muestra, podrían identificarse todos los taxones, incluidos vertebrados e invertebrados, tal como señalan los expertos.
“La capacidad de proporcionar descripciones precisas de la biodiversidad antigua sería una herramienta valiosa para comprender y cuantificar mejor la pérdida de biodiversidad en la actualidad y profundizar en el conocimiento de las civilizaciones antiguas y perdidas”, sostienen.

“Gracias a la inscripción del ladrillo, podemos asignar la arcilla a un periodo de tiempo relativamente concreto en una región determinada, lo que significa que el ladrillo sirve como cápsula del tiempo de la biodiversidad con información sobre un único yacimiento y sus alrededores. En este caso, proporciona a los investigadores un acceso único a los antiguos asirios”, en palabras de Troels Arbøll, coautor del artículo e investigador de la la Universidad de Oxford.
A pesar de que la obtención de ADN antiguo puede ser un desafío debido a la degradación con el tiempo, los avances tecnológicos han permitido mejoras significativas en las técnicas de extracción y análisis. La secuenciación de nueva generación ha sido particularmente crucial en este campo.
Referencias:
- Arbøll, T.P., Rasmussen, S.L., de Jonge, N. et al. 'Revealing the secrets of a 2900-year-old clay brick, discovering a time capsule of ancient DNA'. Scientific Reports (2023)