Los espectáculos de la antigua Roma son muy conocidos y tienen una constante presencia en la cultura popular con imponentes recreaciones en el cine y demás medios de combates de gladiadores o peligrosas carreras de carros. Digamos que forman parte del ocio que consumimos hoy. Pero los antiguos romanos tenían actividades más allá del circo y el anfiteatro. ¿Qué opciones de ocio había en el Imperio romano?

Juegos infantiles y adultos
Todos hemos jugado a de niños. Los juegos durante la infancia no solo son un aspecto común del ser humano a lo largo de la historia en todas las culturas, sino que además es una de las mejores maneras de aprender y también de educar.
Los niños romanos jugaban con canicas y por entonces ya existían las muñecas. Es habitual que de niños juguemos a hacer cosas de adultos, por lo que en Roma sería común ver a los niños jugando a ser soldados y conquistando todo un imperio en la calle de su casa.
Una vez crecemos, tampoco dejamos de jugar, solo que a otras cosas. Los romanos adultos tenían a los juegos de azar entre sus pasatiempos favoritos. Jugaban y apostaban con los dados al punto de ser necesaria una regulación del juego. Lucía Avial Chicharro es autora del libro “Breve historia de la vida cotidiana del Imperio romano”, donde nos cuenta que “tal fue la afición de los romanos por los dados que las leyes perseguían a los jugadores, castigaban su juego y solo se permitían en festividades como las saturnales. Pese a ello, la afición no decreció, y se conocen emperadores como el propio Augusto o Claudio que jugaba y apostaba a los dados con frecuencia”.

Mens sana in corpore sano
Las termas fueron el espacio para el ocio y el contacto social por excelencia durante el Imperio romano. Toda ciudad romana que se preciara debía tener este edificio con piscinas donde el agua de mantenía a diferentes temperaturas y al que no solo se acudía a asearse, sino que las termas también acogían espacios para hacer ejercicio y hasta bibliotecas. He aquí otra de las actividades de ocio de los romanos: la lectura. Sin embargo, este pasatiempo llegaba a menos gente, pues era un porcentaje minoritario de la población el que tenía acceso a la educación para aprender a leer. Los más pudientes también solían organizar banquetes que, aunque también los hubo públicos en ciertas festividades, solían ser eventos privados de cierta importancia social para hacer contactos de cara a los negocios y la política.
Con todo, aunque las termas ejercieron una importante labor en la higiene y salud tanto física como intelectual en la antigua Roma, Lucía Aviel nos recuerda que “no eran tan limpias como parecían”. El agua de las piscinas acumulaba la suciedad de los bañistas y no se cambiaba con la frecuencia que hoy día podríamos permitirnos. De ahí que Marco Aurelio escribiera en sus “Meditaciones”: ¿Qué os han parecido los baños? Aceite, residuos asquerosos, agua cenagosa, todo repugnante”.

El negocio del sexo
Además de tabernas y foros, muchos yacimientos romanos muestran la proliferación de prostíbulos que hubo en las ciudades del Imperio romano. Era un negocio tan destacado “que se llegaron a registrar, solo en la ciudad de Roma, unas 32 000 prostitutas”.
A pesar del uso masivo que los hombres hacían de los lupanares, la prostitución era un oficio mal visto en la antigua Roma, que relegaba a las mujeres que la ejercieron a los estamentos más bajos de la sociedad y a los peores espacios de las ciudades.

Los espectáculos
Claro que el ocio de mayor envergadura era el que tenía lugar en el teatro, el anfiteatro y el circo. Los ludi eran los juegos y espectáculos ofrecidos como entretenimiento al público. Desde comedias y dramas representadas en el teatro por actores, a competiciones atléticas y luchas de gladiadores, sin olvidar el mayor espectáculo de la antigua Roma: las carreras de cuadrigas.
“La importancia que tenían los espectáculos en Roma era tal que, durante los días destinados a su celebración, se suspendía todo tipo de actividad profesional, comercial y pública, lo que facilitaba la asistencia de la población a los actos. Esta situación llevó a que los espectáculos se convirtieran en el Imperio en un fenómeno político y social de primera magnitud, y el hecho de que el Estado y los magistrados los organizaran gratuitamente para los más desfavorecidos hizo que los ciudadanos pronto los consideraran como un derecho más, que las autoridades procuraron satisfacer, evitando de esta forma las posibles revueltas, Junto con los repartos gratuitos de trigo, los espectáculos ayudaron a que la plebe perdiese casi todo el interés por la política y se preocupara tan solo del famoso «pan y circo» que denunciaba Juvenal”.
Referencias:
- Avial Chicharro, L. 2018. Breve historia de la vida cotidiana en el Imperio romano. Nowtilus.
- Carcopino, J. 1998. La vida cotidiana en Roma en el apogeo del imperio. Temas de Hoy.