La Segunda Guerra Mundial fue un conflicto que cambió el curso de la historia y que tuvo un impacto profundo en la sociedad. Entre los muchos aspectos que se vieron transformados, uno de los más relevantes fue el papel de la mujer, que pasó de ser relegada al ámbito doméstico a participar activamente en la guerra, tanto en el frente como en la retaguardia.
Las mujeres no solo fueron enfermeras, obreras o espías, sino que también asumieron roles de combate, liderazgo y crueldad, demostrando su valor, su capacidad y su diversidad. En el bando aliado, destacaron las aviadoras soviéticas, conocidas como las Brujas de la Noche, que realizaron miles de misiones de bombardeo nocturno sobre las posiciones alemanas, causando terror y admiración entre sus enemigos. También sobresalieron las francotiradoras soviéticas, como Liudmila Pavlichenko, que con 309 bajas confirmadas se convirtió en la mejor tiradora de la historia. Otras mujeres lucharon junto a los partisanos, como la italiana Ada Gobetti, que se infiltró en la resistencia antifascista y organizó una red de información y sabotaje.
En el bando del Eje, las mujeres también tuvieron un papel destacado, aunque no siempre ejemplar. Algunas se enrolaron en las filas de la Werchmacht, el ejército alemán, como conductoras, telefonistas o auxiliares. Otras se convirtieron en guardianas de los campos de concentración, donde ejercieron una brutalidad y una crueldad sin límites, como Ilse Koch, apodada la Zorra Roja, que se deleitaba con el sufrimiento de los prisioneros y coleccionaba objetos hechos con su piel. También hubo mujeres que colaboraron con el régimen nazi desde la esfera política, como Magda Goebbels, la esposa del ministro de propaganda, que se suicidó junto a sus seis hijos tras el suicidio de Hitler.
Con motivo de la publicación de 'Mujeres en la Segunda Guerra Mundial', escrito por Miguel Félix Gómez y Antonio Gámez y publicado por la editorial Pinolia, ofrecemos a continuación una entrevista en exclusiva realizada a los autores de una obra rigurosa y esencial que otorga a todas estas mujeres, ya fueran heroínas o asesinas, el lugar que merecen en el conflicto que cambió el devenir de la historia.
Pregunta. ¿Cómo influyó el estallido de la Segunda Guerra Mundial en el papel de las mujeres en los países aliados?
Respuesta. Dado que la Segunda Guerra Mundial supuso la necesidad nunca antes vista y, por supuesto, imprevisible de desplegar y emplear cantidades masivas de hombres en las labores más arduas y peligrosas del conflicto, ello provocó que muchas mujeres se vieran obligadas a suplirlos en sus hogares en tareas tan elementales como el cuidado del ganado y los cultivos, como en otras más complejas desarrolladas en la retaguardia tales como en labores de enfermería, mecánica, transporte e incluso pilotando todo clase de prototipo de aviones en fase de prueba.
P. ¿Cuáles fueron los aspectos más destacados en la osadía, valentía y sacrificio de las mujeres británicas durante la guerra?
R. Esencialmente, podríamos dividirlas en dos grupos: las que permanecían en las islas británicas y las que se adentraban en territorio hostil, es decir, en el continente europeo, lugar donde podías ver, oír e incluso oler el nazismo. Las primeras se encargaban principalmente de tareas logísticas y rearme que precisaba su ejército, realizando funciones también muy importantes en materia de inteligencia y contrainteligencia. Las segundas igualmente realizaban tareas de inteligencia a cargo del SOE (Special Operations Executive - Dirección de Operaciones Especiales) pero a través de sofisticados y arriesgados métodos de espionaje y sabotaje, llegando incluso a lanzarse en paracaídas sobre territorio enemigo.
P. ¿Cómo contribuyeron las mujeres estadounidenses al frente interno y en otras áreas más allá de las fronteras durante la Segunda Guerra Mundial?
R. Lejos de lo que pueda pensarse, la mujer estadounidense contribuyó de manera muy directa en el sostenimiento de la economía norteamericana ya que su forzada —por necesaria— incorporación al mundo laboral permitió continuar manteniendo la estabilidad de su sector primario mediante la realización de las tareas más elementales que precisa cualquier país para subsistir, esto es, la recolección de cultivos y el cuidado de su ganadería. Y, como consecuencia de ello, dichas importantes tareas permitió mantener un flujo continuo, constante e ininterrumpido de alimentos no sólo a su propia población, sino también a los miles de soldados estadounidenses desplegados en el frente Europeo y en el del Pacífico. Tampoco podemos olvidar el no menos relevante papel que tuvieron en tareas de transporte de tropas y material militar a lo largo y ancho de EE.UU, e incluso a través del océano atlántico y pacífico.
P. ¿Puedes hablarnos sobre las experiencias únicas de las mujeres soviéticas durante la guerra?
R. Prefiero que te deleites leyendo el libro. No obstante, te dejo una pincelada: en la práctica (que no en los reconocimientos oficiales, por desgracia), las mujeres soviéticas fueron las únicas de todos los países en conflicto que tuvieron un papel tan importante como el de los hombres en el frente de batalla ya que en todo momento se les consintió portar y emplear armas contra el enemigo.
P. ¿Qué sería lo más destacable sobre el papel de las mujeres en la resistencia francesa y su participación en la lucha clandestina?
R. Dado que Francia se encontraba ocupada en su totalidad, perteneciendo el norte a los nazis y el sur a la "Francia de Vichy" (básicamente, adeptos y afines al III Reich), la mujer de la resistencia francesa tuvo un papel mínimo y anodino, centrado principalmente en puntuales tareas de sabotaje organizadas por pequeños grupos de partisanos, ya que la presencia prácticamente total de nazis en todas las poblaciones permitió controlar y neutralizar cualquier amenaza proveniente de población que les era hostil.
P. ¿Cuáles fueron los aspectos menos conocidos pero significativos de la participación de las mujeres canadienses en la Segunda Guerra Mundial?
R. Ya que los requisitos de acceso al Cuerpo de Mujeres del Ejército Canadiense (Canadian Women's Army Corps - CWAC) eran algo más laxos que los establecidos por sus vecinos norteamericanos, muchas de las mujeres que pasaron a integrar las filas canadienses provenían de EE.UU. Con ello, se amplió de forma considerable no sólo el número de mujeres que integraban el CWAC, sino también el famoso Cuerpo de Hermanas de Enfermería de Canadá (The Nursing Sisters of Canada) estimándose que en torno a 4.000 enfermeras militares sirvieron durante la guerra, comprendiendo el grupo más grande de enfermeras en la historia militar canadiense. Es más, una vez finaliza la Segunda Guerra Mundial en 1945, muchas de ellas permanecieron en Europa con el fin de seguir cuidando a los heridos, a los civiles desamparados y a las pocas personas que lograron sobrevivir de los campos de concentración y exterminio nazis.
P. ¿Cómo abordaron las mujeres alemanas la guerra y cuáles fueron sus roles específicos en el contexto del Eje del Mal?
R. Podría decirse que la mujer alemana representa a la perfección el descenso a lo más profundo del infierno desde lo más alto del cielo pues, antes del estallido del conflicto, buena parte de ellas eran fervientes seguidoras del régimen nazi, hasta el punto de animar a sus hijos, hermanos, maridos y padres para que lucharan y defendieran los intereses alemanes, en pro de una raza aria perfecta y de un Estado con sed de vengar la mayor de las humillaciones sufridas tras su derrota en la Primera Guerra Mundial. A raíz del auge y expansión del III Reich, las mujeres alemanas principalmente se encargaron de trabajar en la industria militar (como por ejemplo, en el desarrollo y fabricación de munición y obuses) así como en tareas similares a las de sus congéneres de los países aliados, centradas en la agricultura y ganadería. No obstante, algunas de ellas pasaron a formar parte activa como guardianas en campos de concentración, dando a veces rienda suelta a las más bajas de sus pasiones. Sin embargo, la progresiva pero imparable pérdida de terreno conquistado por los nazis como consecuencia del contraataque de la URSS y la llegada de los países aliados a Europa, no sólo provocó la muerte de muchas de ellas, pues igualmente fueron objeto de violaciones y torturas de todo tipo por infinidad de esos soldados que integraban los "países civilizados" que perseguían acabar con lo que denominaban salvajismo nazi.
P. ¿Por qué la incorporación de las mujeres italianas a la Segunda Guerra Mundial fue tardía y cómo afectó esto a sus contribuciones?
R. Por razones muy parecidas a las de las mujeres francesas, es decir, porque toda Italia estaba controlada en un primer momento por el régimen fascista de Benito Mussolini y, tras su derrota en el norte de África, por el régimen de Adolf Hitler. O sea, las oportunidades que tenían de realizar cualquier tipo de operación en contra del fascismo italiano o del nazismo aleman eran automáticamente neutralizadas sin que por ello tuvieran apenas posibilidad de integrar un grupo de partisanos con capacidad suficiente para provocar daños importantes, salvo puntuales actos de ataque y sabotaje. No fue hasta el final de la guerra, esto es, cuando los norteamericanos desembarcaron en Sicilia comenzando así una rápida expansión por toda la península italiana, cuando la mujer italiana pudo expresar con relativa libertad su malestar por el régimen hasta ese momento establecido, contribuyendo - ahora sí - como partisanas en su lucha por la expulsión de los nazis de Italia.
P. ¿Cómo enfrentaron las mujeres japonesas el peso de la tradición en el contexto de la guerra y cuáles fueron sus roles más destacados?
R. Ciertamente, es muy poco conocida la participación de la mujer japonesa en la Segunda Guerra Mundial no sólo porque apenas existan textos, informes o documentos gráficos que permitan arrojar más luz al respecto, sino porque, esencialmente, si la tradición japonesa con respecto a la mujer, pese a encontrarnos ya en pleno siglo XXI, sigue siendo retrógrada, puede imaginarse el lector cómo pudo ser entre 1941 y 1945, es decir, desde que Japón entró en el conflicto mediante su ataque a Pearl Harbor hasta su finalización con motivo del lanzamiento de las bombas de Hiroshima y Nagasaki. No obstante, no por ello dejó de tener una importante labor como el resto de sus congéneres de todo los países en liza pues igualmente Japón precisó de miles y miles de hombres en el frente de batalla por tierra, mar y aire, que indudablemente trajo consigo la necesidad de seguir trabajando las tierras que surtían a su ejército de su famoso y nutritivo arroz, así como de trabajar en la industrias para fabricar, por ejemplo, los torpedos usados por los barcos acorazados y los legendarios aviones Mitsubishi "Zero".

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P. ¿Qué lecciones o enseñanzas se pueden extraer de la experiencia de las mujeres en la Segunda Guerra Mundial para el presente y el futuro?
R. Que nunca antes el supuesto "sexo débil" ha demostrado una fortaleza, coraje y valentía igual o incluso mayor que el soldado más excelente de cualquier ejército que integró el mayor y más letal conflicto bélico que haya ocurrido en la historia de la humanidad. La participación de la mujer en la Segunda Guerra Mundial supuso el comienzo de un largo camino lleno de espinas hasta nuestros días, pero que sin su directa e innegable necesidad de intervención probablemente el resultado hubiera sido infinitamente más funesto e impredecible para cualquiera de los países. Gracias a ellas, gracias a su merecido y honorable reconocimiento, podemos afirmar sin lugar a dudas que el mundo es hoy un lugar un poco mejor.