La construcción de una catedral durante la Edad Moderna era una de las empresas más colosales que podía realizarse, ya que implicaba la intervención de la Iglesia y la Corona, quienes participaban con la inversión de grandes sumas de dinero, así como la contratación de arquitectos, albañiles, carpinteros y a toda suerte de personas que estuviesen relacionadas con el levantamiento de edificios.
Esto era algo de lo que eran muy conscientes en la península por lo que, a la hora de erigir catedrales en América, dispusieron algo que, en principio, era simple y lógico: legislar. Y lo hicieron en las llamadas Leyes de Indias, que especificaban que las nuevas seos debían hacerse como la de Sevilla. Pero la práctica no era tan simple, pues intervenían factores como terremotos, terrenos pantanosos, las influencias recibidas por sus arquitectos o las preferencias de virreyes y obispos.
En un primer momento, al comienzo de la evangelización en el territorio americano, se levantaron pequeñas iglesias, en muchas ocasiones realizadas con materiales pobres porque el objetivo era atender las necesidades básicas, que fueron cambiando a medida que la población y el número de cristianos crecía, momento en el que comenzaron a construirse las grandes catedrales americanas.
La Catedral de Jaén, que había emprendido su proyecto renacentista en 1551, coincidiendo con el inicio del levantamiento de las seos americanas, fue el espejo en el que muchas de ellas decidieron mirarse. La construcción de un edificio de tales características despertó el interés de todos los involucrados en su construcción, bien porque eran de Jaén, o tenían relación con la provincia, o bien porque los arquitectos, obispos, gobernadores o virreyes eran conscientes de la magnitud y la importancia del proyecto de Andrés de Vandelvira.
La nueva catedral de la ciudad emeritense del Yucatán
La ciudad de Mérida (Yucatán) fue fundada sobre la antigua capital maya T’Hó, en 1542, por Francisco de Montejo y su hijo, del mismo nombre.
En un primer momento, se construyó una pequeña iglesia hecha de guano. Pero ésta tardó veinte años en quedarse pequeña por lo que, en 1563 se colocaba la primera piedra de una nueva catedral que se levantó en apenas 35 años.
Sus características demuestran que no era un producto del mestizaje, entre el arte que llegaba de España y las aportaciones constructivas de los indígenas, sino que se trataba de un nuevo eslabón en la serie de catedrales que se estaban construyendo en Andalucía Oriental, cuyo máximo exponente era la Catedral de Jaén.
La seo emeritense de Yucatán entronca con la Catedral de Jaén en algunas de sus características, como la planta de salón, bóvedas vaídas o cabecera plana, pero también en sus rasgos de obras vandelvirianas, como las columnas lisas, algo que el arquitecto de Alcaraz utilizó en dos iglesias: la de la Asunción, de Rus, y la de San Juan Evangelista, de Mancha Real.
Esta representación de la obra vandelviriana en Yucatán es factible debido al primer obispo de facto de la diócesis yucateca, fray Francisco Toral (h. 1515-1571), franciscano. Y, lo que es más importante, ubetense y quien impulsó la construcción de la Catedral emeritense de Yucatán.

Antes de su entrada en la ciudad como obispo, Toral había estado en España resolviendo asuntos de su diócesis y, al emprender el camino de regreso para embarcarse de vuelta a Nueva España, hizo un alto en Jaén, donde Andrés de Vandelvira estaba en pleno proceso constructivo. Allí, es probable que conociese al arquitecto, al cabildo y que se llevase algún que otro dibujo o diseño.
A su llegada a Mérida, no perdió el tiempo, dio noticia al rey de la necesidad de una nueva catedral y en 1563 colocó la primera piedra. De acuerdo con el historiador Eligio Ancona, sería este obispo quien diseñó la seo emeritense de Yucatán, algo que no es descabellado plantear puesto que en la época proliferaron frailes arquitectos y, de hecho, en una de las pocas representaciones que se conservan de fray Francisco aparece dirigiendo las obras de la catedral, al mismo tiempo que alimenta a los pobres.
A su muerte, en 1571, las obras quedaron inconclusas y, aunque un par de años más tarde se pidieron canteros a la metrópoli para continuarla, habrá que esperar a la llegada de Juan Miguel de Agüero, en 1589, para que sea finalizada, nueve años más tarde.
Juan Miguel de Agüero se encargó de cerrar las bóvedas de la catedral, siguiendo el modelo de Jaén y de las bóvedas representadas en el tratado arquitectónico realizado por Alonso de Vandelvira que compilaba todo el saber de su padre y que, aunque no fue publicado en aquel momento, todos los arquitectos de la época conocían; de ahí la similitud constructiva de las bóvedas de la seo emeritense de Yucatán con las realizadas en la Catedral de Jaén.
Construcción de la Catedral de Cuzco
Con la conquista española de la ciudad de Cuzco los españoles se garantizaron el control de una zona de suma importancia para la civilización inca: la puerta de entrada a la gran ciudad de Machu Picchu.
La Catedral de Cuzco se levantó sobre el Suntor Wassi, o Casa de Gobierno, y sobre el Kisoarcanche, o Palacio del Inca Viracocha. A lo largo de los cien años que duró la construcción de la Catedral de Cuzco, numerosos arquitectos pasaron por la maestría mayor, tales como Juan Miguel de Veramendi, Bartolomé Carrión o Miguel Gutiérrez Sencio, bajo cuya dirección terminó la obra en 1654.
La planta de la Catedral de Cuzco es de tipo rectangular, con tres naves más dos de capillas y todas cubiertas a la misma altura. También presenta el altar mayor separado de la capilla mayor y el coro a continuación del primero, creando la vía sacra. Este diseño es igual al de la Catedral de Lima, cuyo precedente inmediato también es la Catedral de Jaén, algo que se ve claramente si se comparan las plantas.
En este caso, tenemos que buscar esta similitud a través del empeño del quinto obispo de la diócesis cuzqueña, Antonio de Raya (1536-1606), natural de Baeza, un prelado que había recibido una sólida formación, tanto en su ciudad natal como en Bolonia y que, posteriormente, fue nombrado maestrescuela de la Catedral de Jaén así como canónigo obrero en el año 1571, momento en el que Vandelvira se encontraba trabajando, a pleno rendimiento, en el levantamiento de la Catedral de Jaén; el cargo lo ocupará durante veinte años.

Preconizado para la sede de Cuzco en 1592, necesitó cuatro años más para poder llegar a su diócesis, ya que el rey Felipe II no permitió que se fuera hasta que el puesto de maestrescuela de Jaén no estuviera cubierto.
Cuando, por fin, llegó a Cuzco, se encontró con una catedral sin terminar; un proyecto a medio construir. En su insistencia por terminar la catedral elevará consultas al rey y conseguirá, unos años más tarde, el traslado del arquitecto Bartolomé Carrión desde Tunja para encargarse del proyecto, quien se convertiría en uno de sus principales constructores.
Durante su episcopado, insistirá en que la catedral cuzqueña se siga levantando a imagen y semejanza de la Catedral de Jaén, en la que había pasado largos años de su vida y con la que, a su marcha, mantuvo una estrecha relación, llegando a recibir cartas de felicitación del propio cabildo giennense.
Su insistencia obtuvo resultados, pues el templo que observamos hoy día se asemeja fielmente a la Catedral de Jaén, con algunas diferencias constructivas derivadas de terremotos posteriores a su finalización, que causaron alteraciones en columnas y bóvedas.
La Catedral de la Habana, un proyecto inconcluso
Con el cambio de capitalidad de la isla de Cuba en 1553, de Santiago a La Habana, el gobernador cambia su residencia. La intención de los miembros del cabildo era hacer lo mismo, pero se encontraron con que no había catedral, tan solo una parroquia mayor con escasos medios como para atender a una ciudad de la importancia de La Habana.
Tras años de intentos, en diciembre de 1608 se convoca al cabildo de la ciudad y el obispo Juan de las Cabezas Altamirano propone la construcción de una nueva catedral.
Para ello, se cita al maestro mayor de la ciudad, Juan de la Torre, para encargarle tres diseños de la futura seo de la isla de Cuba. En apenas cuatro meses, Juan de la Torre presenta sus propuestas ante el cabildo.
El primer diseño muestra una sola nave con crucero marcado, cúpula y cabecera recta que, aunque servía para doblar su capacidad no era el diseño pertinente para una catedral. El segundo diseño presenta una planta de tres naves, cabecera recta y pilares circulares. Con este proyecto ya se acercaba más a los planteamientos vandelvirianos, asimilándose a las iglesias de Mancha Real y Rus, ambas con participación del arquitecto de Alcaraz, o a la catedral de la ciudad emeritense de Yucatán, cuyo modelo es muy similar, sobre todo en el tipo de soportes empleados y en la cabecera.

El tercer y último diseño presenta una iglesia de tres naves y dos capillas hornacinas, pilares cruciformes y el altar mayor separado de la capilla mayor. En la cabecera, junto a la capilla mayor, la sacristía y la sala de cabildo a la izquierda y espacios para el archivo y otras estancias a la derecha.
Por último, el arquitecto sitúa el coro entre el segundo y tercer tramo, replicando la Catedral de Jaén en prácticamente todas y cada una de sus características; si superponemos el plano del proyecto de Juan de la Torre con el de la seo giennense observamos que son prácticamente iguales.
Antes de partir a América, en 1589, Juan de la Torre coincide con Alonso de Vandelvira en Sevilla. Al suceder esto se abren dos posibilidades: una, que tuviese acceso a su famoso Libro de traças y cortes de piedra, y otra que conociese de primera mano la Catedral de Jaén.
Finalmente, la catedral de La Habana no se construyó, pues el cabildo no consiguió ponerse de acuerdo, y la ciudad tuvo que esperar hasta el siglo XVIII para consagrar, a tal fin, la iglesia de los jesuitas como actual seo habanera.
Construcción de la Catedral de la Puebla de los Ángeles
La construcción de la Catedral de Puebla de los Ángeles se inicia en 1575, con un diseño del arquitecto trujillano (Extremadura) Francisco Becerra.
Para esta catedral, Becerra plantea un templo de planta rectangular con tres naves más dos de capillas laterales, capilla mayor y testero plano; descripción que, de nuevo, nos lleva hasta la Catedral de Jaén.
Becerra emigra a América en 1573, tras labrarse un nombre en su localidad y pueblos aledaños. Pero antes tuvo que esperar en Sevilla, momento en el que pudo conocer las catedrales que se estaban construyendo en Andalucía en ese momento.
Debemos tener en cuenta las similitudes más que claras entre las plantas de la Catedral Jaén y la de la Catedral de Puebla. La Catedral Jaén inició su construcción hacia 1550, con el proyecto presentado por Andrés de Vandelvira y, en 1573, ya tenía levantada buena parte de la cabecera en el lado sureste. Las similitudes entre la capilla mayor de Puebla y la de la antigua catedral gótica de Jaén estriban en que ambas se plantean en alto y se les da entrada a través de un gran arco. A ambos lados se plantean estancias auxiliares, en el caso de Jaén, y la sacristía y el sagrario en el caso de la de Puebla.
Francisco Becerra trabaja en Puebla de los Ángeles hasta 1580, año en el que parte al Virreinato del Perú, donde realizó las trazas de las catedrales de Lima y, probablemente, la de Cuzco, con templo de planta rectangular y tres naves más dos de capillas laterales, capilla mayor y testero plano.
Independientemente de que Becerra conociese o no en persona las obras de la Catedral de Jaén, sin ningún tipo de duda conocía el modelo, ya que son demasiado patentes las similitudes. Además, al ser Vandelvira un artista consolidado y reclamado en diferentes lugares, y siendo la Catedral de Jaén una obra tan importante, el modelo sería muy conocido. Una opción, más que plausible, es que las trazas pasasen de mano en mano entre los distintos arquitectos.

Además, la forma en la que ambos iniciaron la obra por la cabecera y la manera en la que lo hicieron, condicionaron el resto de la obra en la forma, disposición y proporciones, haciendo que en ninguno de los casos el proyecto pudiese alterarse en demasía.
Tras la muerte de Vandelvira, en 1575, y la marcha de Becerra a Perú, en 1580, tuvo que pasar el tiempo para que se diese un nuevo impulso a la construcción; en el caso giennense con la llegada al episcopado de Baltasar Moscoso y Sandoval y en el caso de la catedral poblana, Juan de Palafox y Mendoza. Da la casualidad de que ambos obispos eran íntimos amigos y siempre se ayudaron mutuamente en las posibles vicisitudes que tuvieran a lo largo de sus azarosas vidas.
Cuando Palafox es nombrado obispo de Puebla de los Ángeles, y antes de partir desde Cádiz, pasa por Jaén, donde se hospeda en casa de Moscoso y tiene la oportunidad de observar las obras de la Catedral de Jaén, que se habían retomado en 1634 por mandato del cardenal y tras la contratación de Juan de Aranda Salazar. También, muy probablemente, pudo ver el plano que ya había realizado Juan de Aranda.
Juan de Palafox y Baltasar Moscoso impulsaron las obras de sus respectivas seos, consiguiendo que avanzasen y se consagrasen, y ambos consiguieron que los cambios al proyecto original fuesen mínimos ya que, desde un primer momento, fueron favorables a lo realizado por el arquitecto original.
* Este artículo fue originalmente publicado en la edición impresa de Muy Interesante o Muy Historia.