En la década de 1920 dos estudios de animación emergían en Estados Unidos como las grandes potencias de la industria, ambos fundados en años cercanos y dirigidos por dúos de hermanos visionarios: los hermanos Max y Dave Fleischer y los hermanos Disney (mientras los Fleischer abrían su estudio en 1921, Walt y Roy Disney fundaban el suyo poco después, en 1923).
La rivalidad entre ellos no solo se caracterizó por la búsqueda de originalidad, también por el desarrollo de innovaciones tecnológicas que transformarían el mundo de la animación para siempre. En una época en la que esta forma de arte aún estaba en pañales, ambos estudios comprendieron que el futuro de la industria no dependía únicamente de contar buenas historias o crear personajes memorables, era necesario evolucionar en la manera en la que esas historias eran creadas y presentadas.
El rotoscopio contra el sonido sincronizado
A lo largo de los años 20 y 30, ambos estudios innovaron en el ámbito de la tecnología de la animación. Los Fleischer, con Max a la cabeza como inventor, fueron pioneros en el uso del rotoscopio. Esta herramienta, patentada en 1915, permitió que los animadores calcaran movimientos de actores reales, lo que dio a los personajes de los Fleischer una fluidez en sus movimientos que era superior a la de la competencia en ese momento. Koko el Payaso, el primer personaje animado usando esta técnica, tenía movimientos tan realistas que todavía hoy es divertido ver al payaso bailando al ritmo de Cab Calloway, leyenda del jazz estadounidense
Por otro lado, Disney hizo un movimiento estratégico al introducir el sonido sincronizado en la animación con Steamboat Willie (1928), protagonizada por Mickey Mouse. Este corto fue un éxito rotundo y aunque los Fleischer habían experimentado con sincronización de sonido en cortos anteriores, como My Old Kentucky Home (1926), fue Disney quien logró popularizar esta tecnología y consiguió convertirla en una parte esencial de sus películas.

Betty Boop, Popeye y el toque único de los Fleischer
A pesar de los avances de Disney, los Fleischer mantuvieron su lugar en la industria a principios de los años 30 gracias a personajes como Betty Boop y, especialmente, Popeye el Marino. Introducido en 1933, Popeye se convirtió en un competidor directo de Mickey Mouse e incluso llegó a ser más popular que él gracias a su estilo de comedia slapstick, que contrastaba con el humor más suave de Disney.
Una de las características que diferenciaba a los personajes de los Fleischer era su irreverencia. Tanto Popeye como Betty Boop incorporaban humor negro, insinuaciones sexuales y, en ocasiones, escenarios macabros que chocaban con las narrativas más familiares y conservadoras de Disney. Betty Boop, por ejemplo, no solo era un símbolo de la flapper de los años 30, sino que también rompía tabúes con su sensualidad y su actitud descarada, algo casi impensable en el mundo de Disney. Los cortometrajes de los Fleischer se atrevían a mostrar situaciones más atrevidas y adultas conectando con un público que buscaba algo distinto, especialmente durante la época de la Gran Depresión.
Sin embargo, mientras los Fleischer continuaban disfrutando del éxito con sus cortometrajes, Disney preparaba un cambio drástico en la industria que afectaría profundamente a sus competidores: la producción de largometrajes animados.

Blancanieves: el golpe de gracia
En 1937 Disney estrenó su primer largometraje, Blancanieves y los siete enanitos. Habían asumido un riesgo considerable al invertir tanto tiempo y recursos en una película de más de una hora de duración, pero el éxito de Blancanieves, tanto en taquilla como en crítica, cambió el panorama para todos los estudios, incluidos los Fleischer.
Los Fleischer contratacaron con su propia película animada: Gulliver’s Travels (1939). Sin embargo, aunque fue una hazaña técnica elogiada por sus avances en animación, no alcanzó el éxito de Disney. El enorme presupuesto y los problemas de producción hicieron que la película no lograra ser el golpe decisivo que los Fleischer necesitaban para ser competitivos ante la compañía del ratón y, a partir de ese momento, la ventaja de Disney sobre los Fleischer se hizo más clara. Mientras Disney continuaba lanzando éxitos como Pinocho (1940) y Fantasía (1940), los Fleischer luchaban por mantenerse a flote.

La caída del estudio Fleischer
El fracaso comercial de Mr. Bug Goes to Town (1941), la segunda película animada de los Fleischer, marcó el inicio del fin. Los costos de producción y la falta de ingresos significativos llevaron a que Paramount Pictures, la compañía distribuidora del estudio, tomara el control de las operaciones. Además, las tensiones crecientes entre Max y Dave, que ya llevaban años de desacuerdos personales y profesionales, terminaron fracturando el liderazgo del estudio.
En 1942, Paramount disolvió oficialmente los Estudios Fleischer y los rebautizó como Famous Studios. Aunque siguieron produciendo cortos de Popeye y Superman, la creatividad y la innovación que habían caracterizado a los Fleischer se fue diluyendo mientras Walt Disney se consolidaba como el indiscutible líder de la animación con éxitos cinematográficos que dominarían la industria durante décadas.

El legado de la rivalidad Fleischer-Disney
La competencia entre los Fleischer y Disney fue mucho más que una simple lucha por la supremacía comercial: representó dos visiones opuestas que brindaron al público una de las eras doradas de la animación. Mientras Disney construyó un imperio en torno a la magia y la inocencia, los Fleischer se aventuraron en territorios más oscuros y atrevidos. Personajes icónicos como Betty Boop y Popeye ofrecieron una alternativa a las historias de hadas que Disney promovía. Sin embargo, la capacidad de Disney para conectar emocionalmente con el público, sumada a su visión comercial, finalmente inclinó la balanza a su favor.
A pesar de que los Fleischer no lograron perdurar en la industria de la animación, su impacto es indiscutible. El rotoscopio, una de sus innovaciones más significativas, sigue siendo una herramienta esencial en la animación moderna y sus personajes continúan siendo recordados y celebrados por nuevas generaciones.