La arqueología del canibalismo: estos son los métodos que emplean los científicos para estudiar la antropofagia en el pasado

La arqueología del canibalismo revela la complejidad de la antropofagia a través de un análisis cultural y material de restos.
Canibalismo de superviveencia
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto - Antropofagia

El canibalismo es una de las prácticas humanas que, desde nuestra mirada contemporánea, nos puede parecer más perturbadoras. Sin embargo, también es una de las más fascinantes para la arqueología. A lo largo del tiempo, se ha retratado la antropofagia como un rasgo de barbarie, utilizado para estigmatizar a determinadas comunidades. Sin embargo, también ha formado parte de rituales identitarios complejos y estrategias económicas de supervivencia documentadas en los contextos históricos.

La arqueología del canibalismo busca desentrañar, a través del análisis material de los restos óseos y el estudio del contexto cultural, cuándo, cómo y por qué los humanos consumieron a otros humanos. Un reciente estudio, publicado por Silvia M. Bello, ofrece una revisión detallada de los métodos empleados por los científicos para distinguir entre distintas formas de antropofagia. Así, el trabajo aporta claridad metodológica a un campo donde las controversias están a la orden del día.

Ritual
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

¿Qué es el canibalismo y cómo lo clasifica la arqueología?

Desde una perspectiva arqueológica, el canibalismo se define como el consumo intencionado de tejido humano por parte de otros humanos. Si bien las motivaciones de este comportamiento difieren de una comunidad a otra, la disciplina ha simplificado su clasificación en tres grandes categorías. Existe un canibalismo de supervivencia, un canibalismo ritual y un canibalismo gastronómico o dietético. Con todo, debido a la escasez de pruebas inequívocas y la superposición de motivaciones, los arqueólogos suelen concentrarse en los dos primeros tipo.

El canibalismo ritual, que puede ser de carácter funerario (endocanibalismo, practicado dentro del grupo) o agresivo (exocanibalismo, practicado fuera del grupo), responde a normas culturales específicas, como la conmemoración del difunto o el dominio sobre un enemigo. En contraste, el canibalismo de supervivencia fuciona como una estrategia extrema en situaciones de inanición, ajeno a cualquier simbolismo y, por lo general, acompañado de una disgregación social o ambiental aguda.

Ritual con un cráneo huamno
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Métodos para identificar el canibalismo a partir de los restos óseos

Uno de los principales desafíos de la arqueología del canibalismo es distinguir los rasgos que apuntan a una intervención humana sobre los huesos de las causas naturales o de prácticas funerarias no relacionadas con el consumo. Para ello, los investigadores recurren a la tafonomía, es decir, el estudio de los procesos post-mortem que afectan a los huesos.

Marcas de acción humana en los huesos

El análisis de los restos humanos modificados se centra en detectar evidencias físicas que indiquen un procesamiento intencional del cuerpo: marcas de corte, fracturas o signos de exposición al fuego. En particular, los arqueólogos buscan evidencias de que los huesos humanos se hayan trabajado de forma similar a los restos de animales consumidos como alimento. La presencia de marcas de corte en los puntos de inserción muscular, las fracturas espirales en los huesos largos para la extracción de médula y los rastros de cocción son señales claves que sugieren el consumo de carne humana.

Grupo abandonado en el huelo ártico
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Del pulido de olla a la fabricación de herramientas

Además, algunas evidencias más específicas, como el pulido de olla (una forma de abrasión causada por la cocción de cortes de carne en recipientes) o la transformación de los huesos humanos en herramientas o adornos, permiten establecer con mayor certeza que las marcas de los huesos no proceden de un enfrentamiento violento o del desmembramiento funerario. Sin embargo, estas pruebas nunca surgen de forma aislada.

Bello destaca que, para reconocer de forma fiable el canibalismo, es necesario combinar los rasgos tafonómicos y con los datos del contexto histórico y cultural. En algunos casos, por ejemplo, se ha propuesto que las marcas en los huesos podrían deberse a prácticas de enterramiento secundario o a la manipulación funeraria de los cadáveres, sin ningún tipo de consumo antropófago de por medio.

La coincidencia de estos rasgos con prácticas documentadas en animales faunísticos permite establecer paralelismos entre las prácticas de consumo humano y de consumo animal. No obstante, como advierte Bello, la presencia de estos indicadores no basta por sí sola para confirmar el tipo de canibalismo: los contextos históricos y etnográficos son decisivo para la interpretación.

Cráneo y huesos
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Canibalismo de supervivencia: el hambre como motor

El estudio de Bello analiza varios casos arqueológicos de canibalismo de supervivencia bien documentados históricamente. Uno de los más representativos es el del sitio Charity (1649–1650) en Christian Island (Canadá), donde la hambruna provocada por el asedio iroqués llevó a los hurones refugiados a recurrir al canibalismo. Los restos analizados muestran un intenso procesado de tejidos blandos, cortes precisos, fracturas para extraer médula y rastros de cocción.

Otro caso célebre lo protagonizó la expedición del almirante Franklin al Ártico (1845–1848). Aunque rodeado de polémica, los hallazgos óseos en múltiples sitios de la isla King William mostraron marcas de cuchillo y fracturas en huesos largos, compatibles con una antropofagia motivada por el colapso del suministro de alimentos.

Canibalismo ritual: entre la agresión y el homenaje

El canibalismo ritual puede adoptar múltiples formas. En el caso de Rossel (Papúa Nueva Guinea), las excavaciones de los sitios de Wule y Morpa permitieron recuperar huesos humanos con marcas de corte que se habían quemado y fragmentado de manera intencional. El análisis del contexto etnográfico del hallazgo permitió documentar la existencia de guerras entre clanes y el consumo de los enemigos como una forma de dominación.

Un caso singular lo aporta el sitio Cowboy Wash (Colorado, EE.UU.), donde los estudios arqueológicos y bioquímicos confirmaron la presencia de restos humanos tanto en excrementos como en ollas de cocina. Esto constituye, según los investigadores, una prueba directa de canibalismo. La distribución de los huesos y su disposición, además, sugiere que se consumieron en un acto ritual, perpetrado, quizás, en un contexto de violencia entre distintas comunidades o pueblos. En todos estos ejemplos, la repetición de los gestos, la selección de víctimas, el uso de fuego y la manipulación de los restos indican un comportamiento reglado y enmarcado dentro de un sistema de creencias culturales.

Grupo de personas con una calavera
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Diferenciar ritual de supervivencia: ¿es posible?

Aunque los métodos arqueológicos permiten identificar con alta fiabilidad el canibalismo como fenómeno, distinguir entre sus formas rituales y sus forma de supervivencia sigue siendo un desafío. Por ejemplo, una fractura en espiral puede darse tanto en el procesado apresurado de un cadáver como en un ritual funerario. Del mismo modo, la cocción de huesos humanos puede indicar que se prepararon para hacer frente al hambre o como parte de un ritual funerario.

Por todo ello, Bello advierte que la clave para una interpretación precisa reside en la combinación del análisis osteológico con la información ambiental, cultural y etnográfica. Así, los contextos de supervivencia suelen mostrar un procesado intensivo y caótico, que suele dejar tras de sí huesos dispersos, indistintos y fracturados. Por el contrario, los contextos rituales tienden a mostrar patrones más constantes. Por lo general, se seleccionan determinadas partes del cuerpo, que se manipulan siguiendo patrones simbólicos e incluso se reutilizan.

Cráneo y huesos
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Los retos de una arqueología de la antropofagia

La arqueología del canibalismo se enfrenta a un reto metodológico y ético de primer orden: reconstruir prácticas humanas límite a partir de los huesos humanos con marcas de manipulación. El estudio de Silvia M. Bello demuestra que la clave para comprender estas conductas extremas no está solo en las marcas que los cuerpos conservan, sino también en el contexto que las rodea, desde la ecología y los conflictos bélicos hasta la religión y las grandes catástrofes.

Más que confirmar si ocurrieron o no episodios de antropofagia en el pasado, la principal pregunta arqueológica es saber por qué y cómo tuviereon lugar. ¿Qué puede revelar sobre las sociedades que lo practicaron? En este sentido, el canibalismo deja de ser una anomalía para convertirse en un factor revelador de las tensiones y valores que definieron a distintas culturas a lo largo del tiempo.

Referencias

  • Bello, Silvia M. 2025. "The archaeology of cannibalism: A review of the taphonomic traits associated with survival and ritualistic cannibalism." Journal of Archaeological Method and Theory 32.11. DOI: https://doi.org/10.1007/s10816-024-09676-3

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