Este sorprendente estudio demuestra que los genes orientales ya estaban presentes en las poblaciones itálicas antes de la consolidación del Imperio romano

Un análisis reciente revela nuevas perspectivas sobre la presencia de genes orientales en la Roma republicana que cuestiona la interpretación histórica establecida.
Rostros mediterráneos
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto - Patrimonio genético de las poblaciones itálicas

La narrativa histórica sobre la etnicidad itálica ha estado dominada por la idea de que la llegada masiva de influencias del Mediterráneo oriental se produjo tras la instauración del Imperio romano en el año 27 a. C.. Roma, en cuanto capital del nuevo orden, habría atraído flujos migratorios procedentes de Grecia, Anatolia, Siria y otras regiones bajo dominio imperial. Sin embargo, un reciente estudio publicado en 2025 cuestiona esta interpretación.

El trabajo, liderado por Francesco Ravasini y un equipo internacional de genetistas y arqueólogos, parte de la secuenciación del ADN de un individuo procedente de Villa Falgari (Tarquinia), fechado entre 341 y 53 a. C. Este análisis ofrece la primera evidencia clara de que los rasgos genéticos del Mediterráneo oriental ya estaban presentes en Italia durante la República tardía, es decir, unos dos siglos antes de la consolidación del Imperio romano.

Mapa Villa Falgari
Situación geográfica de Villa Falgari. Fuente: Ravasini et al. 2025

El trasfondo histórico y genético

Italia como cruce de caminos

Desde la prehistoria, la península itálica ha sido un auténtico laboratorio de mestizajes. Las migraciones paleolíticas, las expansiones de comunidades neolíticas desde Anatolia y los contactos con las culturas del Egeo y el Oriente Próximo moldearon el perfil demográfico y cultural de sus poblaciones. Así, durante la Edad del Hierro, los pueblos itálicos mostraban una notable diversidad cultural, pero una relativa homogeneidad genética en comparación con otras regiones europeas.

La expansión de Roma durante la República (509–27 a. C.) cambió de manera radical este panorama. La absorción de Magna Graecia, las guerras contra Cartago y, posteriormente, la anexión de Grecia y Asia Menor, pusieron a Roma en contacto directo con comunidades de ascendencia oriental.

El paradigma dominante

Hasta hace poco, la mayor parte de los estudios de ADN antiguo coincidían en afirmar que la gran transformación genética en Italia se produjo en época imperial, cuando Roma se convirtió en un polo de atracción para migrantes de todo el Mediterráneo. Los genomas de Pompeya, datados en el año 79 d. C., mostraban una clara impronta oriental, y lo mismo ocurría con los individuos de las necrópolis imperiales cercanas a Roma.

La interpretación habitual sostenía que este cambio se debía a las migraciones masivas desde las provincias orientales hacia la capital imperial, motivadas por la presión demográfica de aquellas regiones y la capacidad de Roma para absorber mano de obra, esclavos y comerciantes.

Dos individuos de la antigüedad
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

El hallazgo de Villa Falgari

El individuo BSP71

El reciente estudio publicado en Genome Biology and Evolution se centra en el análisis de un individuo denominado BSP71, hallado en Villa Falgari, a tan solo 70 kilómetros de Roma. La datación por radiocarbono lo sitúa en la fase final de la República, en un momento histórico marcado por la expansión de Roma en Grecia y Anatolia. La secuenciación del genoma de BSP71 permitió comprobar que este hombre presentaba una marcada afinidad genética con las poblaciones del Mediterráneo oriental, en particular con comunidades de Anatolia y Levante.

Resultados comparativos

Al colocar el individuo BSP71 en un análisis de componentes principales (PCA), los investigadores observaron que no se agrupaba con los itálicos de la Edad del Hierro ni de la República temprana, sino con los individuos imperiales de época posterior. Además, compartía proporciones elevadas de componentes genéticos vinculados al Neolítico iraní y a las poblaciones de cazadores-recolectores del Cáucaso.

Otros análisis, como los de haplogrupos del cromosoma Y, reforzaron esta conclusión. BSP71 pertenecía a linajes con gran presencia en el Oriente mediterráneo, como los detectados en Armenia o Anatolia durante la Edad del Bronce. Incluso su haplogrupo mitocondrial mostraba afinidades con el de las colonias griegas del sur de Italia.

Ciudad junto a un río
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

La difusión temprana de la ascendencia oriental

Un proceso republicano, no imperial

Los investigadores señalan que la presencia de este tipo de perfiles genéticos en el Lacio durante la República tardía obliga a retrasar dos siglos la cronología del influjo oriental en el centro de Italia. La conclusión parece clara: el proceso de mestizaje comenzó ya en la República, como consecuencia de las guerras púnicas, la expansión romana en Grecia y las migraciones internas desde el sur de la península.

Este hallazgo también explica por qué en los primeros siglos del Imperio romano ya se detectan poblaciones con alta carga genética oriental. No fue un fenómeno súbito, sino el resultado de un proceso acumulativo iniciado antes de Augusto.

El papel de Magna Graecia y Sicilia

Un aspecto clave del estudio radica en la hipótesis de que la Magna Graecia y Sicilia funcionaron como vectores de transmisión genética oriental hacia el centro de Italia. Las colonias griegas y fenicias establecidas en el primer milenio a. C. ya albergaban poblaciones con ascendencia del Mediterráneo oriental. Tras la conquista romana, estas poblaciones pudieron haber migrado hacia el norte, llevando consigo esa impronta genética.

El estudio sugiere, además, que los individuos republicanos constituyen la base de continuidad que enlaza la República tardía con el perfil genético del Imperio romano. En otras palabras, lo que se consideraba hasta ahora una ruptura histórica debe reinterpretarse como una transición progresiva.

Riqueza genética
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Roma como sociedad cosmopolita temprana: implicaciones históricas y antropológicas

El estudio confirma lo que muchos textos clásicos ya intuían: Roma era cosmopolita mucho antes de convertirse en imperio. La ciudad y su entorno absorbieron flujos migratorios procedentes del Mediterráneo oriental en plena República, en paralelo a la expansión militar y comercial.

Hasta ahora, los individuos republicanos con ascendencia oriental se catalogaban como anomalías sin mayor trascendencia estadística. El estudio de Villa Falgari demuestra lo contrario: estos individuos son la prueba tangible de un proceso histórico en marcha, y no simples excepciones. Los análisis genéticos muestran que el perfil del individuo BSP71 guarda semejanza con las poblaciones modernas del sur y centro de Europa, lo que sugiere que estos movimientos poblacionales contribuyeron a la formación del acervo genético que aún hoy caracteriza a gran parte del continente.

Un cambio histórico rdical

El artículo firmado por Ravasini et al. supone un cambio de paradigma en la arqueogenética de Roma. La presencia de rasgos genéticos del Mediterráneo oriental no son una consecuencia del imperio, sino una herencia que comenzó a forjarse en la República tardía. Esto implica la necesidad de reconsiderar la historia de Roma no solo como un proceso de expansión militar y cultural, sino también como una continua reconfiguración biológica de sus gentes.

Referencias

  • Ravasini, Francesco, Cecilia Conati Barbaro, Christiana Lyn Scheib, Kristiina Tambets, Mait Metspalu, Fulvio Cruciani, Beniamino Trombetta y Eugenia D’Atanasio. 2025. "A New Perspective on the Arrival of the Eastern Mediterranean Genetic Influx in Central Italy Before the Onset of the Roman Empire". Genome Biology and Evolution, 17.8: evaf149. DOI: https://doi.org/10.1093/gbe/evaf149

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