El café forma parte de la vida cotidiana de millones de personas en todo mundo. Su origen está en Etiopía. Seguramente tribus del cuerno de África molían el café de plantas silvestres, elaborando una pasta para el ganado y para reforzar el vigor de los guerreros.
Al parecer, el cultivo del café empezó en el siglo xv. Se extendió a Arabia, donde se popularizó como una bebida estimulante que no estaba sujeta a la prohibición islámica del alcohol. Yemen fue clave para su comercialización. El puerto de Moca dio nombre a una de las variantes del café más conocidas.

El consumo de café se propagó por los países musulmanes. Hubo algunos intentos de prohibirlo, porque los cafés —donde se consumía—, se convirtieron en centros de reunión y de potencial agitación. Hacia 1600 llegó a Europa, traído de Turquía por mercaderes venecianos.
El primer café de Londres se instaló en 1652. Después, los cafés se fueron extendiendo por toda Europa, donde también se identificaron con tertulias con connotaciones políticas. A finales del siglo xvii llegaron a América —en Boston se abrió un café en 1689—. En el siglo xviii el consumo de café alcanzó una completa aceptación entre las clases acomodadas.
A lo largo de los siglos
Surgieron así mercados cada vez mayores. Durante dos siglos, los árabes mantuvieron el monopolio de la producción prohibiendo exportar bayas fértiles y vendiendo solo granos tostados. Los holandeses se hicieron con semillas en 1616. Sin embargo, las condiciones climáticas de los Países Bajos no propician ese cultivo, salvo en invernadero, sin rentabilidades comerciales.

Al parecer, un peregrino a la Meca logró en 1650 sacar granos fértiles que se plantaron en la India. Desde allí, a comienzos del siglo xviii los holandeses llevaron este cultivo a Indonesia, donde alcanzó gran prosperidad, primero en Java. El alcalde de Ámsterdam obsequió en 1714 a Luis XIV una planta de café.
Fue plantada en el jardín botánico de París y en 1723 se llevó un esqueje a Martinica; medio siglo después, la isla tenía dieciocho millones de plantas. Se propagó por otras islas caribeñas y por la Guayana francesa, donde los brasileños lograron hacerse con la planta. Brasil se convirtió en el siguiente siglo en el principal productor mundial de café, puesto que mantiene.
En la segunda mitad del siglo xix la producción masiva de café en las plantaciones sudamericanas, la facilidad del transporte y la creciente capacidad adquisitiva de los trabajadores hicieron que el café se extendiera entre las clases populares. La nobleza y las élites urbanas lo habían tenido como un producto de lujo y estimulante. Los nuevos consumidores destacaban también sus efectos vigorizantes.

Durante el siglo xx el consumo de café experimentó un constante ascenso, al tiempo que algunas novedades facilitaban su difusión. De 1900 data el primer café tostado y envasado al vacío; en 1901 apareció el café soluble instantáneo. Surgieron cafeteras con filtros, máquinas exprés, etc.
Establecimientos especializados, difusión de granos de diferentes procedencias y calidades, nuevos procedimientos de preparación, expendedoras automáticas, etc., han propiciado que el café se mantenga en las preferencias de las diversas capas sociales. Junto al agua y al té, está entre las tres bebidas más consumidas.