Son muchos los animales que han participado en los conflictos bélicos a lo largo de la historia. Unas veces, su participación en las guerras ha sido trágica; otras, se los ha ensalzado como verdaderos héroes en el frente. Entre estas figuras heroicas de cuatro patas que se mueven entre la realidad y la leyenda destaca Sam. Apodado "el insumergible", se afirma que este gato sobrevivió al hundimiento de tres buques durante la Segunda Guerra Mundial. Su asombrosa capacidad de resistencia lo convirtió en un símbolo de esperanza en tiempos de adversidad. Su historia sigue fascinando hoy en día.
El primer naufragio: el Bismarck
La trayectoria legendaria de Sam comenzó a bordo del Bismarck, uno de los más famosos acorazados de la Kriegsmarine alemana. El navío se botó en febrero de 1939 y se convirtió en un emblema del poderío naval de Hitler. En mayo de 1941, el Bismarck emprendió su primera y única misión de combate, conocida como la Operación Rheinübung. Tenñia como objetivo interrumpir las líneas de suministro aliadas en el Atlántico Norte.
El 24 de mayo de 1941, durante la Batalla del Estrecho de Dinamarca, el Bismarck hundió al HMS Hood, el orgullo de la Marina Real Británica. Sin embargo, días después, el 27 de mayo, los británicos lo alcanzaron tras una intensa persecución. El Bismarck sucumbió al ataque, hundiéndose en las aguas heladas del Atlántico. De los más de 2.200 hombres a bordo, solo 114 sobrevivieron. Como por milagro, entre los rescatados se encontraba un gato de pelaje blanco y negro que flotaba sobre una tabla de madera: se trataba de Sam.

Segunda prueba de supervivencia: el HMS Cossack
El gato fue salvado por los marinos del HMS Cossack, un destructor británico que había participado en el asedio contra el Bismarck. Adoptado como mascota de a bordo, Sam recibió el nombre de "Oscar", en referencia a la letra "O" del código fonético naval que designa "hombre al agua". Sin mayor tardanza, Sam se ganó el afecto de la tripulación y se convirtió en un compañero habitual en las rondas del barco.
Durante varios meses, el HMS Cossack participó en misiones de escolta de convoyes en el Atlántico Norte y el Mediterráneo. Sin embargo, en octubre de 1941, mientras escoltaba un convoy desde Gibraltar al Reino Unido, un torpedo lanzado por el submarino alemán U-563 lo alcanzó. La explosión causó graves daños y mató a 159 miembros de la tripulación.
Aunque el Cossack, en un principio, logró mantenerse a flote, fue remolcado en condiciones críticas hacia Gibraltar. Al final, el buque se hundió el 27 de octubre de 1941. Entre los supervivientes se encontraba, una vez más, el incansable Sam, al que rescataron de las aguas junto a otros marineros.

Última aventura naval: el HMS Ark Royal
Tras su segundo naufragio, trasladaron a Sam al HMS Ark Royal, un portaaviones británico conocido por su papel en la localización y ataque contra el Bismarck. La reputación de la que gozaba el Ark Royal como un buque afortunado parecía, hasta ese momento, incuestionable, dado que había sobrevivido a múltiples amenazas a lo largo de la guerra.
Sin embargo, el 13 de noviembre de 1941, el Ark Royal fue torpedeado por el submarino alemán U-81 frente a las costas de Gibraltar. A pesar de los esfuerzos heroicos por salvar el buque, el portaaviones se hundió lentamente durante las horas siguientes. Por suerte, gracias a la rápida evacuación, la mayoría de los tripulantes pudieron ser rescatados. Entre ellos, también figuraba Sam, empapado, pero ileso, que se aferraba a los restos flotantes. Tras sobrevivir a tres hundimientos consecutivos, el gato se retiró del servicio activo por considerarse demasiado valioso —o, quizás, demasiado desafortunado— para seguir participando en misiones de guerra.
Una vida tranquila en tierra firme
Después de sus aventuras navales, trasladaron a Sam a la oficina del Gobernador de Gibraltar, donde pasó un breve período bajo cuidados especiales. En un segundo momento, fue trasladado a Inglaterra, donde encontró un hogar definitivo en la Casa de Marineros de Belfast.
Allí, Sam vivió el resto de su vida en relativa tranquilidad, rodeado de veteranos que valoraban su increíble historia de supervivencia. No existen registros precisos sobre el año exacto de su muerte, pero se sabe que fue conmemorado como un ejemplo de resistencia y tenacidad.

Un símbolo de resiliencia
La historia de Sam, el insumergible, ha trascendido las anécdotas militares para convertirse en sinónimo de resiliencia. Aun cuando existen teorías de que la historia de Sam es fruto de la leyenda más que de la realidad fáctica, en un contexto de destrucción y pérdida generalizadas como el que se vivió durante la Segunda Guerra Mundial, la supervivencia de un pequeño gato parecía ofrecer un destello de esperanza.
Además, el relato de Sam refleja el fuerte vínculo emocional que los soldados y marinos desarrollaban con los animales durante el conflicto. Mascotas como él ofrecían consuelo y compañía, además de servir como un recordatorio tangible de la vida civilizada que la guerra amenazaba con aniquilar.
A través de la figura de este pequeño gato bicolor, podemos vislumbrar un aspecto más humano de los horrores de la guerra: la necesidad de encontrar esperanza, incluso en las circunstancias más desesperadas. Sam, el insumergible, sigue siendo un ejemplo de la extraordinaria capacidad de supervivencia que define tanto a los seres humanos como a los animales que los acompañaron en los momentos más oscuros de la historia.
Referencias
- Sánchez, David, 2024. Animales de combate. Madrid: Pinolia.
