En la zona de la Vega Baja del río Guadalquivir, dentro de las actuales provincias de Córdoba, Sevilla, Huelva, Cádiz y Badajoz, se desarrolló hacia 1200 a.C. una cultura que surgió como consecuencia de un proceso de asimilación de las poblaciones del Bajo Guadalquivir ante el influjo de otros pueblos colonizadores procedentes del Mediterráneo oriental, en especial los griegos y los fenicios, gracias al comercio de oro, plata, bronce y estaño que mantuvieron.
El reino de Tartessos aparece mencionado por varios autores clásicos ya desde el siglo VI a.C., cuando Hecateo de Mileto hace referencia a esta civilización. Heródoto y Aristófanes (siglo V a.C.), Éforo de Cime (siglo IV a.C.) y Estrabón (siglo I a.C.) también hacen mención de ella, señalando este al rey Argantonio como el último rey de Tartessos, que habría reinado entre 630 y 550 a.C. y destacado por su riqueza, sabiduría, generosidad y amistad con los griegos focenses. Incluso en la propia Biblia se hace mención en numerosas ocasiones de una ciudad conocida como Tharsis, a la que algunos autores identifican con Tartessos.

Sin embargo, a pesar de aparecer en algunas fuentes históricas, siempre ha existido un halo de misterio o desconocimiento sobre esta cultura. Ya en el siglo XIX, Adolf Schulten excavó en la zona de Doñana buscando vestigios de dicha ciudad, que él consideraba un reflejo de la mítica ciudad de la Atlántida relatada por Platón, quien la situaba más allá de las Columnas de Hércules (actual estrecho de Gibraltar).
Existen otras referencias míticas sobre los reyes que gobernaron Tartessos: Gerión, al que Hércules robó las manadas de bueyes, Nórax, nieto de Gerión, Gárgoris, que inventó la apicultura y el comercio, y Habis, que descubrió la agricultura, formuló las primeras leyes y dividió la sociedad en siete clases y el reino en siete ciudades.
Los restos de su existencia
En cuanto a las pruebas arqueológicas, se ha podido localizar Tartessos en la zona del Bajo Guadalquivir. Sin embargo, no se ha encontrado aún su capital, ya que la zona geográfica ha cambiado mucho en los últimos 3.000 años allí donde se localizaban dos brazos entre los que se situaba al menos una isla rodeada por una laguna. Toda esta zona, actualmente, está muy modificada: las marismas de Doñana se encuentran allí.
No obstante, gracias a la arqueología, se han podido localizar algunos lugares relacionados con esta civilización. Entre todos ellos destaca el descubierto en el año 1958 en Sevilla, en el que se realizó el hallazgo del Tesoro de El Carambolo, formado por innumerables piezas de cerámica y una importante colección de piezas de joyería de oro.

Dos grandes etapas
A partir de las excavaciones arqueológicas realizadas, se puede dividir la cultura tartésica en dos grandes períodos: uno llamado Geométrico, que coincide con el Bronce Final entre el siglo XIII a.C. y el año 750 a.C., y otro llamado Orientalizante, entre los años 750 y 550 a.C., cargado de elementos procedentes de los griegos y los fenicios.
La sociedad tartésica estaba formada por grupos familiares con jefes de carácter guerrero. Se trataba, pues, de una confederación de pequeños Estados unificados bajo un líder. En cuanto a la economía, su esplendor se debía a la riqueza en recursos materiales como la agricultura, la ganadería y la pesca, aunque destacaba la minería, especialmente el oro, la plata, el estaño y el bronce, lo que propició importantes relaciones comerciales con los pueblos del Mediterráneo. Estas se desarrollaron especialmente con los griegos y con los fenicios, quienes establecieron factorías muy próximas a Tartessos como Gadir (Cádiz), Abdera (Adra, Almería) y Sexi (Almuñécar, Granada).

Como ya señalaba Estrabón, el rey Argantonio estableció una fuerte amistad con los griegos focenses, lo que hizo que el poder de Tartessos se debilitara ante la amenaza del Imperio persa a las ciudades jonias, que fueron cayendo una a una (Focea fue tomada y destruida hacia 540 a.C. en la batalla de Alalia). Al caer Tiro en manos del Imperio babilonio, Cartago se convirtió en la capital del estado púnico y concentró el comercio con el Mediterráneo occidental.
La derrota griega dejó a Tartessos sin aliados y expuesta al ataque de los púnicos, quizá molestos por la amistad de Argantonio con los griegos, lo que impedía su monopolio comercial. En torno al año 500 a.C., la capital tartésica fue sitiada y se derribó la muralla y, tras la caída de esta, el reino fue hundiéndose.

Con esta victoria, Cartago se adueñó del Mediterráneo occidental; la costa mediterránea de la península ibérica quedó prácticamente bajo su influencia hasta que se produjo el enfrentamiento entre Cartago y Roma por la hegemonía del Mediterráneo en las Guerras Púnicas y Cartago fue derrotada en el año 146 a.C. Esto marcaría la llegada de los romanos a la Turdetania, la región que antes ocupaba el reino de Tartessos.
Referencias
- Javier Ramos y Javier Martínez-Pinna (2018): El Enigma Tartessos. La primera civilización de la península ibérica.