Hoy, 30 de marzo de 2022, se cumplen 35 años desde que se subastó el mítico cuadro de Los girasoles de Vincent van Gogh, por el impresionante precio de 22 millones de libras esterlinas. En general se asume erróneamente que el girasol, la margarita o el diente de león son flores. Pero el asunto es un poco más complicado.
Anatomía y estructura del girasol
¿Cómo es una flor?
La anatomía de una flor se compone, generalmente, de cuatro capas concéntricas llamadas verticilos: el cáliz en la periferia, compuesto por sépalos, que normalmente tienen el aspecto de hojitas verdes en forma de escama; la corola, que se compone de los pétalos; el androceo, que dispone los estambres, el aparato reproductor masculino que produce los granos de polen; y el gineceo en el centro, formado por uno o varios carpelos, el aparato reproductor femenino que contiene los ovarios, y que una vez polinizado, formará el fruto.
Esta anatomía general tiene algunas excepciones. Hay flores, como el lirio, cuyos sépalos y pétalos son iguales y forman una estructura intermedia que se denomina tépalo. Algunas plantas tienen muchos verticilos de alguna de las partes, como el clavel de jardinería con múltiples corolas concéntricas, o la flor del ciruelo, con una gran cantidad de estambres dispuestos en muchas capas.

En ciertas especies la función reproductora está separada en dos flores distintas, una masculina sin carpelos, y una femenina sin estambres. También hay flores, como la del romero, en las que los pétalos están fusionados formando un tubo que se divide en lóbulos al final. O especies que tienen alguna de las capas tan modificada que apenas es reconocible, como las gramíneas, cuyas flores son tan extrañas que sus estructuras reciben nombres botánicos distintos.
Sin embargo, si mirásemos con atención el girasol, la margarita o el diente de león —o cualquier otra planta de la familia de las plantas compuestas—, veríamos que lo que comúnmente se considera una flor, en realidad no tiene la estructura de una. Cuando se arranca una de esas piezas que parecen pétalos se puede observar en su interior un aparato reproductor femenino. Y si miramos con atención el centro, no encontramos estambres rodeando el gineceo, sino que hay cientos de piezas tubulares, y en su interior, un androceo completo rodeando el gineceo. En realidad, cada una de esas estructuras es una flor.
Las múltiples flores de un girasol
En un girasol encontramos dos tipos de flores que reciben nombres propios. Por un lado, las flores que forman la periferia del disco, con forma de pétalo grande, que se denominan lígulas. Estas tienen solo aparato reproductor femenino —carecen de estambres— y sus cinco pétalos están fusionados formando un tubo muy corto que luego se abre, expandiéndose como una lámina.
Por otro lado, tenemos las flores que recubren el resto del disco, que reciben el nombre de flósculo. Estos tienen ambos aparatos reproductores, y los pétalos forman un tubo que los encierra, y que termina en cinco pequeños lóbulos en forma de pico, uno por cada pétalo fusionado.

La misma estructura la encontramos también en la margarita, y en la mayoría de las plantas de la familia de las compuestas. Sin embargo, existen algunas especies que solo contienen flores de tipo lígula —pero con los dos aparatos sexuales—, como el diente de león, y otras que solo tienen flósculos, como la especie Matricaria discoidea, un tipo de manzanilla.
En algunas especies, como en la protagonista del cuadro de van Gogh, el cáliz de la flor ha desaparecido. Pero, otras como el diente de león presentan unos sépalos en la base de cada flor, modificados en forma de pelos, que llamamos vilano. Cuando madura, este vilano se queda formando parte del fruto y le ayuda a salir volando con el viento, con o sin la ayuda de alguien que, pidiendo un deseo, le sople.
No es una flor, es una inflorescencia
Una inflorescencia es una unidad vegetal que contiene flores. Existen muchos tipos de inflorescencias en la naturaleza. Ejemplos son los racimos, como el de la vid, que dispone las flores al final de pedúnculos sobre un eje central largo; las espigas, con las flores en un eje central pero sin pedúnculo, que pueden ser simples como las de los gladiolos, o compuestas por subunidades llamadas espiguillas como el trigo; o la umbela, que dispone las flores en una estructura que recuerda a un paraguas, como las flores del anís o de la zanahoria.
En el caso del girasol y el resto de la familia de las compuestas, las flores también forman una inflorescencia, llamado capítulo. En él, el tallo está engrosado y recibe el nombre de receptáculo, y está cubierto por fuera por una serie de hojillas verdes denominadas brácteas involucrales. Sobre el receptáculo se disponen las flores en espirales concéntricas. Además, en la base de cada flor suele haber una pequeña bráctea llamada pálea, y cuya forma variable puede ser determinante para la identificación de algunas especies.
Cuando las flores maduran, se forman unos frutos secos que reciben el nombre botánico de cipsela, que en el girasol, serían las pipas que nos comemos o que usamos para producir el aceite.
El papel de las lígulas y flósculos
Las lígulas y flósculos desempeñan roles cruciales en la reproducción del girasol. Las lígulas, con su apariencia de pétalo, son fundamentales para atraer polinizadores. Su disposición en la periferia del capítulo le proporcionan una apariencia llamativa que atrae a insectos como las abejas y las mariposas. Aunque carecen de estambres, las lígulas contribuyen estéticamente al éxito reproductivo del girasol.
Los flósculos se sitúan en el centro del capítulo y son las verdaderas estrellas del proceso reproductivo. Con ambos aparatos reproductores, estos flósculos aseguran la fertilización cruzada. La estructura tubular de los flósculos protege los órganos reproductores y facilita la transferencia de polen.

La inflorescencia: el capítulo
El capítulo es una de las formas más sofisticadas de inflorescencia en el reino vegetal. Su diseño hace que la polinización sea eficiente. En el girasol, cada flósculo se convierte en un fruto seco conocido como cipsela. Estas cipselas son las pipas que consumimos y que también se utilizan para extraer aceite. El girasol es un ejemplo de cómo la evolución ha perfeccionado la forma y función de las plantas para maximizar su éxito reproductivo.
El ciclo de vida del girasol
Del tallo al receptáculo
El ciclo de vida del girasol comienza con la germinación de una semilla. A medida que el girasol crece, su tallo se desarrolla y se engrosa hasta formar un receptáculo robusto que soportará el peso del capítulo. Este receptáculo es crucial, ya que proporciona la estructura necesaria para sostener las numerosas flores que componen el capítulo.
Durante el crecimiento, el girasol se orienta hacia el sol, un fenómeno conocido como heliotropismo. Esta capacidad de seguir el movimiento solar maximiza la fotosíntesis y asegura un crecimiento saludable. A medida que el capítulo se desarrolla, las flores individuales comienzan a formarse, cada una con su propio ciclo de maduración.
Formación de frutos: las cipselas
Una vez que las flores del girasol han sido polinizadas, comienza la formación de frutos. Cada flósculo se transforma en una cipsela, un pequeño fruto seco que contiene una semilla. Este proceso es esencial para la reproducción del girasol, ya que cada cipsela tiene el potencial de convertirse en una nueva planta. Las cipselas del girasol son conocidas por su alto contenido en aceite, lo que las convierte en un valioso alimento tanto en la alimentación humana como animal.
La dispersión de semillas y el vilano
La dispersión de semillas es un paso decisivo en el ciclo de vida del girasol. Puesto que las cipselas del girasol no poseen un vilano como el diente de león, dependen de otros mecanismos para su dispersión. En la naturaleza, el viento, los animales y la actividad humana contribuyen a la distribución de las semillas. El vilano es una estructura similar a un paracaídas que permite que las semillas sean transportadas por el viento. Aunque el girasol no posee esta adaptación, su éxito reproductivo se debe a la producción masiva de semillas y a la intervención humana en su cultivo y dispersión.

Comparativa con otras especies vegetales
Variaciones en forma y función
Las plantas han desarrollado una asombrosa variedad de formas y funciones a lo largo de la evolución. Mientras que el girasol utiliza un capítulo para maximizar su eficiencia reproductiva, otras especies han adoptado diferentes estrategias. Por ejemplo, las gramíneas presentan flores altamente modificadas que se agrupan en espiguillas, mientras que las orquídeas exhiben complejas estructuras florales para atraer polinizadores específicos. Estas variaciones no solo determinan la apariencia de las plantas, sino también su modo de reproducción y dispersión.
De margaritas a dientes de león
La familia de las compuestas, a la que pertenece el girasol, incluye muchas otras especies con inflorescencias similares. La margarita, por ejemplo, comparte la estructura de capítulo con el girasol, pero presenta una combinación diferente de lígulas y flósculos. El diente de león, por su parte, tiene solo flores de tipo lígula, pero con ambos aparatos reproductores, y se caracteriza por su vilano, que facilita la dispersión de semillas.
Referencias
- Berendí González, C. et al. 2014. CLIX. Compositae. En Flora Ibérica: Vol. XVI. Real Jardín Botánico, CSIC.
- Pérez Morales, C. 1999. Morfología de espermatófitos. Ed. Celarayn.