Tradicionalmente, la sociedad occidental asumió como un a priori que el sexo es binario. Según esta concepción, solo existen dos sexos, mujer y hombre, macho y hembra. «Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva; que no te engañen», rezaba —casi literalmente— un autobús naranja que recorrió las calles de varias ciudades españolas en 2017. Está escrito, caso cerrado. Y a quien se atreva a dudar de esta postura dogmática, que vaya a estudiar biología.
Lo cierto es que no es tan sencillo. El sexo no es una variable única que pueda analizarse sencillamente a partir de los genitales externos —de hecho, pene y vulva ni siquiera son análogos; el pene tiene su análogo en el clítoris, y la vulva en el escroto—. El sexo es multifactorial, y presenta muchos niveles, unos sobre otros.

Desde los gametos hasta los caracteres sexuales
El aspecto más básico del sexo se encuentra en las células reproductoras. En la mayoría de los animales —seres humanos incluidos— son dos: óvulos y espermatozoides. Desde ese punto de vista, se podría clasificar a los seres humanos en dos grupos: los que producen espermatozoides, los machos, y los que producen óvulos, las hembras. El problema es que muchas personas, por múltiples motivos —por edad, por problemas de salud, por condiciones genéticas variadas…—, no producen ni uno ni otro. Por lo que debemos avanzar un poco más en la designación del sexo.
Los óvulos son gametos producidos en unos órganos llamados ovarios, las gónadas femeninas; son parte del aparato sexual femenino, que se exterioriza en unos genitales formados por vagina, vulva y clítoris. Además, los ovarios producen ciertas hormonas que, a partir de cierta edad, dan lugar a los denominados caracteres sexuales secundarios; en las hembras humanas implica el aumento de pecho y el ensanchamiento de las caderas, entre otros. Todo ello generado por la presencia de los cromosomas sexuales XX.
Por su lado, los espermatozoides son gametos producidos en los testículos, las gónadas masculinas; son parte del aparato sexual masculino, con genitales formados por escroto —en cuyo interior se encuentran las gónadas— y pene. Las hormonas masculinas también generan caracteres sexuales secundarios, como el aumento de vello facial y corporal, una voz más grave o el desarrollo de la nuez de Adán, entre otros. Esto, generado por la presencia de los cromosomas sexuales XY.
Todo lo anterior, independientemente de la orientación sexual, la identidad de género, y otras variables que influyen en la percepción que cada individuo tiene de sí mismos y sus relaciones en un entorno social y cultural dado.

¿Qué es un rasgo binario?
Para atender a la cuestión sobre si el sexo es un rasgo binario o no, además de conocer lo que es el sexo es necesario también saber qué significa que un rasgo sea binario.
Se dice que un rasgo es binario cuando presenta única y exclusivamente dos categorías ineludibles y mutuamente excluyentes, de tal manera que cualquier individuo necesariamente debe pertenecer a una de ellas, y solo a una. No puede haber individuos que pertenezcan a las dos categorías a la vez, ni individuos intermedios entre una categoría y otra.
Por eso el sexo no es un rasgo binario.
El sexo como un espectro
Recapitulemos. Las células reproductivas son dos, efectivamente. Pero si tomamos de forma aislada esa definición, encontramos tres tipos de personas: las que producen espermatozoides, las que producen óvulos y las que no producen ninguno de los dos.
Podemos asumir, no obstante, que las personas que no producen gametos podrían potencialmente producir alguno de ellos, según tengan respectivamente testículos y ovarios. Así pues, el sexo podría definirse por las gónadas. Sin embargo, hay personas que presentan un ovario a un lado del cuerpo, y un testículo al otro. O personas que presentan una o dos ovotestis —gónadas intermedias entre el testículo y el ovario, con tejido de ambos órganos—.
Todo se complica más si se avanza a los siguientes niveles. La presencia de testículos no siempre se correlaciona con el pene; existen personas que presentan testículos internos y, que sus genitales son femeninos; se denomina síndrome de Morris. Además, los genitales externos tampoco son necesariamente binarios. Hay personas con genitales ambiguos; una estructura a medio camino entre el clítoris y el pene, y una abertura vaginal con sacos escrotales parcialmente desarrollados en lugar de labios. Por supuesto, en los rasgos sexuales secundarios, la variación en la población es enorme.
Uno podría pensar que los cromosomas pueden resolver el entuerto. Definitivamente, XX es hembra y XY es macho. A pesar de que existen personas con cromosomas XX que tienen testículos y genitales masculinos, y personas con cromosomas XY con ovarios y genitales femeninos. Esto se debe a que buena parte de la determinación sexual se encuentra en un gen específico, el SRY, presente en el brazo corto del cromosoma Y, que puede mutar y no expresarse —XY con rasgos femeninos—, y en raras ocasiones puede sufrir una translocación y terminar en el cromosoma X —XX con rasgos masculinos—.
Y eso sin contar con la existencia de personas que tienen como cromosomas sexuales X0, XXY, XYY; o casos aún más extraños como los mosaicismos, personas que presentan dos juegos distintos de cromosomas, y que puede suceder que uno de esos juegos sea XX y el otro sea XY. El desarrollo de ovotestis antes explicado se relaciona con estos mosaicismos XX/XY.
Así pues, se mire por donde se mire, existen personas que tienen rasgos intermedios entre los masculinos y los femeninos, algo incompatible con la asunción de que el sexo es binario.

Si el sexo no es binario, ¿cuál es el tercer sexo?
Que un rasgo no sea binario no significa que tenga tres o más categorías. El sexo no es un rasgo binario, sino bimodal. No hay un tercer sexo en humanos, pero sigue sin ser un rasgo binario.
Un rasgo modal es aquel en el que la mayor parte de la población cumple con una condición específica, pero existen casos minoritarios distintos. Por ejemplo, cinco dedos en cada mano es un rasgo modal: la mayoría de la gente lo cumple, pero hay personas que tienen menos dedos, y algunas que tienen más.
En el sexo encontramos dos condiciones en las que encaja la mayor parte de la población: hembra o macho, cumpliendo todas o la mayoría de las características que se esperan para la asignación del sexo. Pero hay personas, una minoría, pero no por ello inexistente, que se encuentran en posiciones intermedias. El término para definir estos casos es ‘intersexual’.
«La excepción que confirma la regla»
«Pero son excepciones», podría decir alguien, «la excepción que confirma la regla», haciendo uso de una oración tan proverbial como falsa: si existe una excepción, es que no existe la regla.
Ese argumento hace aguas por varios puntos. Por un lado, es como decir que el cabello humano se puede clasificar en rubio, castaño y moreno; si alguien echa en falta a los pelirrojos, no se preocupe, son una excepción; la proporción de pelirrojos en la población mundial es de entre un 1 y un 2 %. O reduciendo el argumento aún más al absurdo: el 98 % de la masa del universo se compone tan solo de dos elementos químicos, hidrógeno y helio. El 2 % restante abarca todos los demás elementos químicos, pero como son una minoría, se asume, pues, que el universo es binario, H / He, y todos los demás, carbono, nitrógeno, oxígeno… son «excepciones que confirman la regla».
Pero, de hecho, el argumento ni siquiera sería válido aunque la proporción de intersexuales fuese mucho menor a esos valores.
En un rasgo binario, toda la población pertenece ineludiblemente a una de las dos categorías, A o B, cero o uno. En el momento en que existe un solo individuo intermedio, el rasgo deja de ser binario por necesidad. Porque si algo es tan cierto como aquella máxima de que si un solo cisne negro es suficiente para refutar la afirmación «todos los cisnes son blancos», es que un solo cisne parcialmente blanco y parcialmente negro es suficiente para refutar el enunciado «el color de los cisnes es binario: blancos o negros».
Por eso el sexo no es un rasgo binario. Es un rasgo bimodal. Existen dos sexos, macho y hembra, y existen también individuos que no se enmarcan en ninguno de los dos, y forman un espectro intersexual.
Referencias:
- Štrkalj, G. et al. 2021. Beyond the Sex Binary: Toward the Inclusive Anatomical Sciences Education. Anatomical Sciences Education, 14(4), 513-518. DOI: 10.1002/ase.2002
- Sumerau, J. E. 2020. A Tale of Three Spectrums: Deviating from Normative Treatments of Sex and Gender. Deviant Behavior, 41(7), 893-904. DOI: 10.1080/01639625.2020.1735030
- Villafañe, V. E. et al. 2011. Hermafroditismo verdadero. Un caso 46XY/46XX. Patología - Revista Latinoamericana, 49(2), 138-140.