Pocos animales en España tienen una mala fama más injustificada que el lobo ibérico. Rodeado de mitos, leyendas y malentendidos, ha sido históricamente perseguido, lo que ha llevado a su significativa disminución en la Península Ibérica. Ya la ley de 1542 promulgada por Carlos I reconocía la facultad de los pueblos para ordenar la matanza de lobos y zorros, dar premio sobre cada uno y hacer sobre ello las ordenanzas correspondientes. Y si bien durante siglos cazar lobos estuvo bien visto, e incluso bien recompensado, el mayor impacto llegó con la “Ley de Alimañas”, de 1953, impulsada por el gobierno franquista y dirigida a proteger la "riqueza cinegética" —así la llamaban—.

Lobo ibérico, víctima de sus mitos
Uno de los mitos más persistentes y dañinos, que alimentó la leyenda negra sobre el lobo, es la creencia de que representa la mayor amenaza para el ganado. Sin embargo, hay estudios que muestran que los principales responsables de los ataques al ganado son perros ferales —comunidades de perros domésticos abandonados o escapados y sus descendientes—, no los lobos. Este malentendido ha contribuido a una percepción negativa del lobo, que ha llevado a medidas extremas, como la caza, para controlar su población.
Y de ahí, emerge otro mito: la caza del lobo como solución de los problemas asociados a su presencia cerca de asentamientos humanos. Sin embargo, el lobo ve las estructuras humanas como algo peligroso y, en condiciones normales, tiende a evitarlas. Cuando el lobo forma manada fuertemente cohesionada, se convierte en un cazador eficaz, capaz de abastecerse de animales silvestres y minimizar riesgos. Pero, la manada desestructurada, a menudo resultado de la caza, es incapaz de capturar grandes presas como ciervos y jabalíes y, asumiendo mayores riesgos, se acerca más a los humanos para obtener presas más fáciles.
Mientras que la debilidad en la cohesión de los grupos tiene efectos perjudiciales, la presencia de manadas de lobo estables y eficaces es, por otro lado, beneficiosa para el ganado. Al cazar animales silvestres, actúa como regulador de la salud de las poblaciones de presas. Elimina sobre todo a los individuos enfermos o débiles, lo que ayuda a prevenir la propagación de enfermedades que podrían ser transmitidas al ganado, a la vez que contribuye al equilibrio ecológico y a la buena salud del hábitat.

El lobo ibérico, pieza clave del ecosistema mediterráneo
El papel del lobo ibérico en los entornos naturales de la Península Ibérica va más allá de lo que comúnmente se percibe. Este depredador además de un componente importante de la biodiversidad regional, es también un elemento necesario en el mantenimiento del equilibrio ecológico, especialmente en el paisaje mediterráneo. Su influencia se extiende a través de lo que se conoce como el efecto en cascada trófica.
El concepto de cascada trófica se refiere al impacto que tienen los depredadores tope, como el lobo, en los niveles tróficos inferiores del ecosistema. Un ejemplo clásico de este fenómeno se observó en el Parque Nacional de Yellowstone, donde la extinción del lobo provocó problemas ecológicos de primer órden y su re-introducción resultó en una serie de cambios ecológicos positivos, incluyendo la regeneración de ciertas áreas de vegetación y la modificación de los patrones de movimiento de los herbívoros.

En el contexto ibérico, se puede observar una situación paralela con la superpoblación de jabalíes en algunas regiones de España. Los jabalíes, sin otros depredadores naturales aparte del lobo, han experimentado un aumento en su población, lo que ha llevado a una serie de problemas ecológicos y agrícolas, como daños a cultivos y la posible transmisión de enfermedades. Incluso hay poblaciones que se están adentrando, cada vez más, en núcleos urbanos como Barcelona o Bilbao. La presencia del lobo ibérico actúa como control natural de estas poblaciones que ayuda a mantener su número en niveles manejables y saludables para el ecosistema.
Reconocer y valorar el papel integral del lobo ibérico en los entornos naturales y en la mitigación de riesgos para el ganado es un primer paso hacia la adopción de estrategias de conservación más informadas y efectivas. Solo a través de un enfoque equilibrado y basado en la ciencia podemos asegurar un futuro sostenible tanto para el lobo ibérico como para las comunidades que conviven con él.

Desafíos y estrategias de conservación
Desde la entrada en vigor en España de la Orden TED/980/2021, de 20 de septiembre, el lobo ibérico pasa a ser, afortunadamente, una especie en régimen de protección especial en todo el territorio. La conservación del lobo ibérico en la Península Ibérica presenta serios retos, tanto ecológicos como socioeconómicos. Para abordar estos desafíos de manera efectiva, es necesario desarrollar y aplicar estrategias de conservación que sean sostenibles, científicamente fundamentadas y socialmente aceptadas.
Tal vez el reto más importante a enfrentar en la conservación del lobo ibérico es la coexistencia con la actividad humana, especialmente la agricultura y la ganadería. Los ataques al ganado, sean o no ciertos, han sido una fuente de conflicto histórica, exacerbada por la falta de comprensión de las dinámicas poblacionales y comportamentales del lobo. Para mitigar estos conflictos, es necesario implementar estrategias que promuevan una coexistencia pacífica, fomentando medidas preventivas, programas de compensación de piezas y campañas de educación y sensibilización. Es importante, además, poner el foco en las poblaciones de perros ferales y abordar la responsabilidad del abandono de mascotas.

Una gestión efectiva del lobo ibérico debe basarse en evidencia científica. Esto implica realizar investigaciones continuas sobre la ecología, el comportamiento y las dinámicas poblacionales del lobo, mediante una monitorización constante que evalúe su estado de conservación. Todo ello permite una mejor comprensión de sus necesidades y cómo interactúan con los ecosistemas humanos.
El futuro del lobo ibérico representa también una oportunidad única para demostrar cómo la coexistencia entre la vida silvestre y las comunidades humanas puede ser una realidad. Su protección y conservación son un legado para las generaciones futuras, un recordatorio de la importancia de vivir en armonía con el mundo natural.
Referencias:
- Barja, I. 2009. Prey and Prey-Age Preference by the Iberian Wolf Canis Lupus Signatus in a Multiple-Prey Ecosystem. Wildlife Biology, 15(2), 147-154. DOI: 10.2981/07-096
- BOE. 2021. Orden TED/980/2021, de 20 de septiembre, por la que se modifica el Anexo del Real Decreto 139/2011, de 4 de febrero, para el desarrollo del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y del Catálogo Español de Especies Amenazadas. BOE, 226, 115283-115287.
- Echegaray, J. et al. 2010. Noninvasive monitoring of wolves at the edge of their distribution and the cost of their conservation. Animal Conservation, 13(2), 157-161. DOI: 10.1111/j.1469-1795.2009.00315.x
- Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. 2022. Estrategia para la Conservación y Gestión del Lobo (Canis lupus) y su Convivencia con las Actividades del Medio Rural.
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- Tanner, E. et al. 2019. Wolves contribute to disease control in a multi-host system. Scientific Reports, 9(1), 1-12. DOI: 10.1038/s41598-019-44148-9
- Uríos, V. et al. 2000. Estudio de la incidencia real de la depredación del lobo en la ganadería comparando dos métodos distintos. Galemys, 12((no especial)), 241-248.