A comienzos del siglo XX el caucho natural, extraído de los árboles, comenzaba a no poder hacer frente a la fuerte demanda de productos que lo utilizaban como materia prima. A las oscilaciones en su calidad y precio se sumaban además su insuficiente resistencia al calor y la escasa capacidad que presentaba para ser sometido a modificaciones químicas. Respondiendo a un concurso de la compañía alemana Bayer & Co., el químico Friedrich Hofmann logró desarrollar el 12 de septiembre de 1909 un caucho fabricado de forma sintética.