Dos cruzadas en medio siglo: los ejércitos cristianos contra Zengi y Saladino

Tras el éxito efímero de la Primera Cruzada, en los siguientes cien años se convocaron otras dos nuevas campañas que no alcanzaron los objetivos de los ejércitos cruzados
Dos cruzadas en medio siglo: los ejércitos cristianos contra Zengi y Saladino
Dos cruzadas en medio siglo: los ejércitos cristianos contra Zengi y Saladino

Convocada por el papa Urbano II en 1095, la Primera Cruzada consiguió liberar Jerusalén cuatro años después. Sin embargo, las nuevas amenazas en el entorno próximo a Tierra Santa, protagonizadas por los líderes musulmanes Zengi y Saladino, hicieron que en menos de un siglos tuvieran lugar otras dos Cruzadas. Ambas se saldaron con el fracaso de los ejércitos cristianos.

Creación de Órdenes Militares

En la época de las primeras cruzadaslos templarios y hospitalarios colaboraron en la defensa de Tierra Santa y en las incursiones en territorio musulmán. Años después se crearon otras Órdenes Militares, como la de Santa María de los Caballeros Teutónicos, que al igual que los hospitalarios inició su andadura como hospital y se convirtió en Orden Militar en 1190.

En 1136 falleció el primer maestre de la Orden Hugo de Payns, y el Temple nombró como sucesor a Roberto de Craon. Durante su mandato, el papa Inocencio II promulgó la bula Omne datum optimum en 1139, que otorgaba a los templarios el privilegio de no pagar diezmos a los obispos, de construir sus propios cementerios e iglesias y de recaudar impuestos. La autonomía prácticamente absoluta que lograron los templarios provocó el rechazo de algunos obispos, que perdieron en sus diócesis el control sobre las encomiendas del Temple.

Fresco de la Capilla de los Templarios
Fresco de la Capilla de los Templarios en la iglesia románica de Cressac, Francia. Foto:: Photoaisa.

En 1145, el líder musulmán Imad ad-Din Zengi tomó Edesa, una de las ciudades que los cristianos habían conquistado en la primera cruzada en Tierra Santa. Sus hombres mataron a todos los francos que defendían la ciudad, pero respetaron a los cristianos nativos. Desde aquel momento, Zengi pasó a ser una pesadilla para los cristianos de Tierra Santa. Fue el primero de los grandes estrategas musulmanes capaces de reunir grandes masas de combatientes de diferentes principados, lo que lo convirtió en un permanente peligro para los intereses de los cruzados.

La mala noticia de la caída de Edesa llegó a Europa, provocando la reacción de Bernardo de Claraval, que convocó la Segunda CruzadaEl rey de Francia Luis VII y el emperador de Alemania Conrado III reunieron sendos ejércitos que partieron rumbo a Palestina en 1148. Los alemanes fueron los primeros en llegar a Tierra Santa. 

Segunda Cruzada
En la Segunda Cruzada Luis VII partió de Vézelay y el teutón Conrado III, de Spira. Tras su derrota en Damasco, Conrado se dirigió a Constantinopla, siguiendo la ruta del mapa. Foto: Carlos Aguilera.

En su avance hacia Jerusalén, en las cercanías de Dorileo, los turcos les tendieron una emboscada. Fue una tremenda carnicería en la que Conrado III perdió a más de tres cuartas partes de su ejército. El monarca y los restos de su ejército llegaron a Nicea y acusaron a los bizantinos de haberlos dejado caer deliberadamente en una trampa, lo que era falso.

Campañas militares fallidas

El propio emperador bizantino había aconsejado al monarca alemán que no cruzara diagonalmente Asia Menor, recomendándole la ruta costera, mucho más segura, a lo que Conrado III hizo oídos sordos. Poco después, los franceses llegaron a Nicea, donde tuvieron noticia de la derrota alemana. Pronto la sufrieron ellos mismos en Laodicea.

Coronación de Balduino III
Balduino III, rey de Jerusalén, tomó Edesa en 1144. Ante esta situación, fue convocada la Segunda Cruzada. Arriba, en una obra flamenca, se representa la coronación de Balduino III. Foto: Album.

Tras las dos fallidas campañas militares, los franceses y alemanes llegaron a Jerusalén, donde fueron recibidos por la reina Melisenda, que por aquel tiempo ejercía la regencia del joven Balduino III. Fue ella la que convenció a Conrado III y Luis VII para que emprendiesen una descabellada campaña para conquistar Damasco

Los cruzados lo intentaron, pero desistieron tras unos días de asedio a la ciudad musulmana. Conrado III regresó a Europa y Luis VII permaneció un año más en Tierra Santa, hasta que finalmente desistió y volvió a Francia. Los celos, las intrigas y los desacuerdos entre ambos monarcas contribuyeron al rotundo fracaso de la segunda cruzada.

Luis VII de Francia
En el cuadro de Jean-Baptiste Mauzaisse, el rey Luis VII de Francia recibe la bendición del abad de la basílica de Saint- Denis, tras tomar parte en la Segunda Cruzada (1145- 1149). Foto: Album.

Pese a todo, el prestigio de los cruzados y de las Órdenes Militares que permanecían en Tierra Santa seguía siendo tan alto que no paraban de llegar nuevos caballeros a Tierra Santa para incrementar las milicias de Cristo. Pero en ese aluvión de incorporaciones había muchos aventureros y algunos caballeros de la baja nobleza condenados por los tribunales de Europa. Ese fue el caso de Reinaldo de Châtillon, un caballero sin fortuna que viajó a Palestina con el único fin de enriquecerse con rapidez a través de la violencia y el saqueo.

Para lograr sus fines, Châtillon maniobró para ser aceptado en el selectivo círculo del Temple. En 1156 invadió la isla de Chipre y causó una gran matanza entre sus habitantes. En lugar de recriminar su cruel comportamiento, el nuevo maestre de la Orden, Bertrán de Blanquefort, miró a otro lado y permitió que el enloquecido caballero se asociara a los templarios. Años después, Châtillon fue capturado por los musulmanes y enviado a prisión a Damasco.

La fuerza de Saladino

Cuando los cruzados atacaron Egipto en 1163, los fatimíes pidieron ayuda a los gobernantes selyúcidas (turcos), que enviaron a un ejército al mando del kurdoShirju y de su sobrino Salah al-Din (Saladino). Este fundó el sultanato ayubí en Siria y Egipto en 1174 y expulsó a las tropas cristianas del valle del Nilo. Una vez se vio reforzado en el poder, Saladino fortificó El Cairo y ordenó la construcción de madrazas (escuelas religiosas) para que la población retomara el credo suní tras doscientos años de dominio chií. En otoño de 1177, el ejército de mamelucos se encaminó hacia Tierra Santa para combatir a los cruzados.

A pesar de estar afectado por la lepra, el joven rey de Jerusalén, Balduino IV, mostró sus dotes de mando al derrotar al poderoso ejército de Saladino en la batalla de Montguisard, lo que elevó la moral de los cristianos. Pero la euforia duró apenas dos años. En 1179, Saladino contraatacó y logró vencer a los cristianos. De una sola tacada, el líder musulmán capturó el estratégico castillo de Beaufort y apresó a ochenta cruzados, casi todos templarios, que fueron ejecutados poco después.

Castillo de Beaufort
Las ruinas del Castillo de Beaufort, con el que se hizo Saladino en 1190. Foto: Wikimedia.

Aquel mismo año fue liberado de su prisión en Damasco Reinaldo de Châtillon, quien transgrediendo la tregua que había firmado el rey de Jerusalén con Saladino, atacó una caravana de pacíficos comerciantes a los que asesinó para arrebatarles las ricas mercancías que transportaban a Damasco. Aquella masacre enfureció a Saladinoque prometió matar al sanguinario cruzado con sus propias manos. En marzo de 1184, el maestre del Temple Arnau de Torroja viajó a Europa para solicitar la convocatoria de una nueva cruzada, pero falleció un año después en la ciudad italiana de Varona. Por esas fechas, también murió a los veinticuatro años de edad Balduino IV de Jerusalén.

Toma de Jerusalén

Le sucedió Balduino V, que falleció un año después, pasando la corona de la Ciudad Santa a Guido de Lusignan, quien contó con el apoyo del nuevo maestre del Temple Gerardo de Ridefort, un hombre obtuso de mente que mantenía una estrecha relación con el violento Châtillon. 

El nuevo monarca tuvo que transigir y adaptarse al dictado político de Ridefort, cuyo objetivo era mantener vivo el estado de guerra con el Islam. En 1187, doscientos caballeros templarios se lanzaron contra un ejército musulmán de unos siete mil hombres. Fue un ataque suicida en el que murieron casi todos los templarios. Solo se salvaron Ridefort y dos de sus escoltas.

Aprovechando el desconcierto de los cruzados, Saladino vio la oportunidad de asentar su poder en Tierra Santa. En junio de aquel año, el líder musulmán dirigió a su ejército de sesenta mil hombres hacia Tiberiades, donde esperó al enemigo para tenderle una trampa en una vaguada conocida como los Cuernos de Hattin, donde el ejército cristiano fue derrotado de nuevo. Fue entonces cuando Saladino y sus hombres tomaron Jerusalén el 30 de septiembre de 1187.

Tercera Cruzada
En esta miniatura de la obra francesa Chronique d’Ernoul de Bernard le Tresorier (siglo XV), Saladino ataca Jerusalén. Foto: AGE.

Los cruzados recuperan Acre

Según el acuerdo al que llegaron cristianos y musulmanes, sus pobladores salvaron la vida, pero tuvieron que pagar por ella. Los templarios que habían sobrevivido a los últimos meses de guerra escoltaron a los cristianos en su exilio. Saladino ordenó derruir los edificios que habían ocupado los cruzados salvo la mezquita de Al-Aqsa, que fue consagrada de nuevo al culto islámico.

En 1188 el rey Ricardo I de Inglaterra (Ricardo Corazón de León), el rey Felipe II de Francia, y el emperador Federico I de Alemania (Federico Barbarroja) dirigieron la Tercera Cruzada con el objetivo de recuperar Jerusalén el Santo Sepulcro

Tercera Cruzada
Mapa de las rutas que siguieron Ricardo I de Inglaterra, Felipe II de Francia y el emperador Federico I de Alemania durante la Tercera Cruzada. Foto: Carlos Aguilera.

Meses después, los cruzados se enfrentaron a los musulmanes en las afueras de Acre, quedando en tablas la batalla. En julio de 1190, el emperador alemán Federico Barbarroja se ahogó en un pequeño riachuelo cerca de la frontera de Siria, lo que provocó la división de su ejército. Una parte volvió a Europa y otra decidió continuar la lucha en Tierra Santa.

Cuando la cruzada apenas había comenzado, el rey francés decidió regresar a su país. Por su parte, a Ricardo Corazón de León le llegaron noticias inquietantes de Inglaterra sobre los intentos de su hermano menor, el príncipe Juan sin Tierra, de tomar el trono en su ausencia

Federico I Barbarroja
El emperador Federico I Barbarroja se ahogó en el río Saleph, en Anatolia, en junio de 1190, antes de que pudiera encontrarse con Saladino (pintura de Alexander Bruckmann). Foto: Album.

Ricardo I no pudo reconquistar Jerusalén, pero su ejército recuperó Acre, donde los templarios construyeron un edificio bautizado con el nombre de “El Temple”, que fue su sede principal. Por esas fechas murió Saladino, cuyo Imperio fue disputado por sus tres hijos, lo que proporcionó un tiempo de relativa paz a los cristianos que vivían en Oriente Medio.

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