En la arqueología japonesa, pocos hallazgos despiertan tanta fascinación como las cerámicas haniwa, unas enigmáticas figurillas de barro que surgieron durante el período Kofun (ca. 250–538 d. C.). Colocadas sobre los túmulos funerarios que albergaban a la élite, estas piezas se han interpretado como guardianes de los difuntos y depositarias de los espíritus que debían acompañarlos en su tránsito hacia el más allá. Su variedad de formas, su profunda carga simbólica y su asociación con los rituales de la muerte convierten a las figurillas haniwa en uno de los testimonios más reveladores de la espiritualidad y la organización social del Japón antiguo.
En el pasado, se las consideró simples decoraciones funerarias, pero los hallazgos recientes apuntan a su función espiritual. La hipótesis más aceptada es que las figurillas haniwa actuaban como intermediarias entre los vivos y los muertos, y garantizaban la continuidad del orden cósmico y social.

El contexto histórico: el período Kofun
La cerámica haniwa se inscribe en el período Kofun, una era que recibe su nombre de los kofun, enormes túmulos funerarios construidos para albergar a los líderes de los clanes y los jefes militares. Estas estructuras, algunas de ellas de más de 400 metros de longitud, marcaron el surgimiento de un poder político centralizado en Japón. La cultura funeraria se convirtió en un elemento clave para expresar la jerarquía social y, en ese marco, las figurillas haniwa tuvieron un papel destacado.
Estas piezas comenzaron a usarse hacia mediados del siglo III y su presencia en el registro arqueológico se prolongó hasta el siglo VI. Con el final del período Kofun y la introducción del budismo, se estima que su función ritual perdió sentido, lo que explicaría por qué desaparecieran del registro arqueológico.
La fabricación de los haniwa
Las figurillas haniwa se modelaban en arcilla sin esmaltar mediante la técnica del anillo, que consistía en superponer tiras de barro hasta dar forma al objeto. En un segundo momento, se alisaban las superficies y se cocían en hornos de baja temperatura, lo que confería a las piezas su característico color terroso.
Los primeros ejemplares conocidos eran simples cilindros huecos que se clavaban en el suelo de los túmulos. Con el tiempo, estas formas se volvieron más sofisticadas hasta dar lugar a representaciones más complejas, como casas, armas, animales y figuras humanas. La evolución refleja no solo un desarrollo artístico, sino también una complejización del proceso simbólico por el que la figurilla se convirtió en intermediaria entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

La variedad tipológica
La tipología de los haniwa es amplia y variada. Los estudiosos los han clasificado en tres grandes grupos. Los cilíndricos son los más antiguos y sencillos, y se estima que cumplían funciones prácticas como evitar la erosión de los túmulos y demarcar los límites sagrados. El segundo grupo está constituido por las figurillas que reproducen objetos, como casas, armas, escudos o utensilios. Podrían haber simbolizado la riqueza y el estatus del difunto.
Por último, se distinguen las piezas figurativas, de forma humana o animal. Este último grupo es el más enigmático, pues, según los estudiosos, refleja aspectos espirituales y rituales de difícil reconstrucción. Entre los animales representados destacan los caballos, que reflejan su importancia en la élite guerrera del período Kofun. Los haniwa antropomorfos, por su parte, representan a guerreros, chamanes, bailarines, músicos o guardianes, cada uno con un simbolismo específico.
Los haniwa y la muerte
Una de las hipótesis interpretativas más recurrentes en torno a estas figurillas es que estaban vinculadas con el alma de los difuntos. Según la interpretación presentada por el Museo Nacional de Tokio y otras instituciones, los haniwa se colocaban en filas alrededor del túmulo. Así, delimitaban el espacio sagrado y protegían el sepulcro. Funcionaban como una barrera entre las esferas de los vivos y los muertos y, al mismo tiempo, como receptáculos de las fuerzas espirituales.
Un ejemplo emblemático de esta interpretación procede de un conjunto de figurillas haniwa que reproducen a bailarines. Datadas hace unos 1.500 años y descubiertas en Gunma, estas piezas fueron interpretadas por los arqueólogos como figuras destinadas a albergar las almas de los muertos, un reflejo de la creencia en que el espíritu podía residir en las imágenes modeladas en arcilla. Se ha propuesto que la danza representada evocaría un ritual de tránsito, donde el movimiento ceremonial ayudaba al difunto a pasar al otro mundo.

Las figurillas haniwa como un reflejo de la sociedad Kofun
Además de su dimensión ritual, los haniwa constituyen una valiosa fuente para conocer la organización social del Japón antiguo. Las figurillas presentan algunos detalles de vestimenta, armas y ornamentos que ayudan a reconstruir la vida cotidiana y la jerarquía del período Kofun. Se han identificado tocados, armaduras y herramientas que ilustran el poder militar y el prestigio aristocrático de la época.
Las piezas haniwa también expresaban la relación de la comunidad con la naturaleza. Las figurillas de caballos y aves sugieren vínculos estrechos con el mundo animal, mientras que las representaciones de casas y objetos reflejan la importancia de la vida doméstica como prolongación simbólica en el más allá.

El valor artístico y cultural
En la actualidad, estas figurillas son apreciadas como obras maestras de la cerámica japonesa primitiva, con un estilo que combina simplicidad formal y expresividad. El Museo Nacional de Tokio conserva algunos de los ejemplares más destacados, entre ellos, los famosos haniwa bailarines. Estos objetos se exhiben como un testimonio de las prácticas funerarias del Japón antiguo y como hitos artísticos que anticipan la sofisticación de la cerámica japonesa posterior.
Los haniwa, por tanto, constituyen una de las expresiones más singulares de la cultura japonesa antigua. Impregnadas de un profundo simbolismo espiritual que vinculaba a los muertos con el mundo de los vivos, estas figurillas fueron guardianes, receptáculos de almas y mediadores rituales en una época marcada por la consolidación de la élite guerrera y aristocrática.
Referencias
- Nozaka, Toshio et al. 2024. "Petrological characterization for material provenance of haniwa earthenware from mounded tombs in the Kibi region, Japan". Journal of Archaeological Science: Reports, 60: 104813. DOI: https://doi.org/10.1016/j.jasrep.2024.104813