5 madres vírgenes: ¿Qué es la partenogénesis?

En los seres humanos, el nacimiento virginal es biológicamente imposible, pero la evolución ha dotado a algunas especies con esa curiosa capacidad llamada partenogéensis.
Partenogénesis

Dice el mito que hace mucho, mucho tiempo, una mujer dio a luz a un niño sin haber conocido varón. Hoy sabemos que, en el ser humano, tal cosa no es posible. Y no solo porque los cromosomas sexuales de una mujer sean XX y por tanto, sin la intervención de un espermatozoide que aporte un cromosoma Y, su descendencia solo podría tener cromosomas X. También sabemos que la partenogénesis no es viable en los seres humanos.

Partenogénesis es el nombre que recibe el proceso mediante el cual, la hembra de un animal consigue tener descendencia sin que se produzca la fecundación que llamamos germinativas, y mediante un proceso llamado meiosis, que desempareja los pares de cromosomas de las células diploides.

A diferencia de la mitosis, que forma copias exactas de una misma célula, la meiosis recombina además los cromosomas entre sí antes de desemparejarlos, dando lugar a células haploides (con juegos de cromosomas simples) con mayor variabilidad genética. Cuando un óvulo y un espermatozoide se encuentran, se combinan los cromosomas, emparejándose de nuevo y formando un embrión diploide.

En el ser humano esa es la única forma de producir embriones. Sin embargo, la evolución ha dotado a un importante número de especies de esa curiosa capacidad. De hecho, hay varias formas de partenogénesis. Hoy os presentamos cinco curiosos ejemplos de madres vírgenes en la naturaleza.

El mito de la madre virgen y la ciencia de la partenogénesis

El mito de la madre virgen ha sido una constante en la historia de la humanidad, presente en diversas culturas y religiones. Sin embargo, en el ámbito científico, este concepto adquiere un significado diferente a través de la partenogénesis. Este proceso biológico permite que algunas hembras de ciertas especies animales se reproduzcan sin la intervención de un macho. A diferencia del mito, en el que la concepción sin un varón es un evento extraordinario, la partenogénesis es un mecanismo natural que se ha observado en varias especies.

La ciencia ha demostrado que la partenogénesis es posible gracias a la capacidad de las hembras para desarrollar embriones a partir de óvulos no fecundados. Este fenómeno es común en invertebrados, pero también se ha documentado en algunos vertebrados. Aunque en humanos la partenogénesis no es viable, su estudio nos ofrece una visión más amplia de la diversidad reproductiva en la naturaleza y nos invita a cuestionar la rigidez de nuestras categorías biológicas.

La partenogénesis desafía la noción tradicional de reproducción sexual al permitir que una hembra produzca descendencia sin un macho. Este proceso se ha adaptado de diferentes maneras según las necesidades evolutivas de cada especie, demostrando la capacidad de la naturaleza para encontrar soluciones innovadoras a los desafíos reproductivos.

Definición de la partenogénesis: más allá de la reproducción sexual

La partenogénesis es un tipo de reproducción asexual en la que un organismo femenino puede generar descendencia sin la intervención de un gameto masculino. Este proceso se diferencia de la reproducción sexual convencional, donde la fecundación de un óvulo por un espermatozoide es esencial para la formación de un nuevo ser. En la partenogénesis, el óvulo se desarrolla por sí solo, lo que puede resultar en descendencia genéticamente idéntica a la madre.

Existen varias formas de partenogénesis, cada una con sus particularidades. La apomixis, por ejemplo, es un tipo de partenogénesis en la que no se produce meiosis, y las células germinativas simplemente se dividen por mitosis, creando descendientes que son clones de la madre. Por otro lado, la telitoquia implica la fusión de dos óvulos de la misma hembra, lo que también resulta en descendencia femenina.

La partenogénesis no solo es un fenómeno fascinante desde el punto de vista biológico, sino que también tiene implicaciones significativas en la comprensión de la evolución y la diversidad genética. Al permitir la reproducción sin un macho, este proceso ofrece una ventaja en situaciones donde la presencia de machos es limitada, garantizando la perpetuación de la especie.

La importancia de la meiosis en la variabilidad genética

La meiosis es un proceso crucial para la variabilidad genética, ya que permite la recombinación y segregación de los cromosomas durante la formación de gametos. A diferencia de la mitosis, que produce células genéticamente idénticas, la meiosis genera células haploides con combinaciones únicas de material genético. Este proceso es fundamental para la reproducción sexual, ya que asegura que cada generación tenga una mezcla genética diversa.

En el contexto de la partenogénesis, la meiosis puede jugar un papel diferente según el tipo de partenogénesis. En algunos casos, como en las cochinillas, la meiosis ocurre con normalidad, pero los núcleos de las células hijas se fusionan antes de separarse, resultando en huevos diploides. Este mecanismo permite cierta variabilidad genética incluso en ausencia de reproducción sexual.

La variabilidad genética es esencial para la adaptación y supervivencia de las especies. Permite a las poblaciones responder a cambios en el entorno y resistir enfermedades. Aunque la partenogénesis puede limitar la diversidad genética a corto plazo, algunas especies han desarrollado mecanismos para introducir variabilidad, asegurando así su éxito evolutivo.

La meiosis es un proceso crucial para la variabilidad genética. Imagen: Wikimedia

Ejemplos fascinantes de la partenogénesis en la naturaleza

Generaciones y generaciones de pulgones clones

Los pulgones son un ejemplo clásico de partenogénesis apomíctica, donde las hembras pueden producir varias generaciones de clones sin necesidad de machos. Durante la primavera, los huevos puestos en el invierno eclosionan, dando lugar a hembras ápteras que maduran rápidamente y comienzan a reproducirse. Estas hembras dan a luz a crías vivas, todas ellas hembras, que son genéticamente idénticas a la madre.

Este ciclo de reproducción partenogenética puede continuar durante varias generaciones, con algunas especies capaces de producir hasta cuarenta generaciones de clones en una sola temporada. Sin embargo, cuando las condiciones ambientales cambian drásticamente, se produce un cambio en el ciclo reproductivo. Las nuevas generaciones nacen con alas y una parte de ellas incluye machos, lo que permite la reproducción sexual y la puesta de huevos que sobrevivirán al invierno.

La capacidad de los pulgones para alternar entre reproducción partenogenética y sexual les proporciona una ventaja evolutiva significativa. Les permite aprovechar rápidamente las condiciones favorables a través de la clonación, mientras que la reproducción sexual introduce variabilidad genética necesaria para adaptarse a cambios ambientales.

Las abejas, madres vírgenes de machos

En las abejas, la partenogénesis se manifiesta de manera única a través de un proceso llamado arrenotoquia. En este caso, la diferenciación sexual depende de si el huevo es fecundado o no. Los huevos no fecundados, que son haploides, dan lugar a machos, mientras que los huevos fecundados, que son diploides, producen hembras. Así, la abeja reina puede elegir poner un huevo fecundado o uno partenogenético.

Este sistema permite a las abejas mantener un equilibrio en su población. La producción de machos a través de partenogénesis asegura que siempre haya suficientes machos para fecundar a las reinas, mientras que la reproducción sexual permite la creación de nuevas hembras para la colmena. Este método de reproducción es eficiente y adaptable, garantizando la supervivencia de la colonia.

La arrenotoquia en las abejas no solo es un ejemplo de partenogénesis, sino que también ilustra cómo la evolución ha desarrollado mecanismos complejos para optimizar la reproducción y asegurar la continuidad de la especie en diferentes entornos.

En las abejas, la partenogénesis se manifiesta de manera única a través de un proceso llamado arrenotoquia. Imagen: Wikimedia

Cochinillas, manteniendo la sorpresa del sexo del bebé

Las cochinillas presentan una forma de partenogénesis llamada anfitoquia, donde los huevos partenogenéticos pueden dar lugar tanto a machos como a hembras. Este fenómeno es similar al observado en los pulgones, pero con una diferencia clave: en las cochinillas, la meiosis ocurre con normalidad, y los núcleos de las células hijas se fusionan antes de separarse, formando huevos diploides.

Esta capacidad de producir descendencia de ambos sexos a través de partenogénesis ofrece una ventaja adaptativa significativa. Permite a las cochinillas mantener una población equilibrada en entornos donde la reproducción sexual puede no ser siempre posible o eficiente. Además, la reproducción sexual sigue siendo una opción, proporcionando una vía para la variabilidad genética.

La partenogénesis anfitoquia en las cochinillas es un ejemplo de cómo la naturaleza puede encontrar formas innovadoras de garantizar la reproducción y la supervivencia de las especies, adaptándose a las circunstancias cambiantes del entorno.

Insectos palo, el macho innecesario

Los insectos palo son conocidos por su capacidad de reproducción partenogenética, especialmente en entornos estables donde la variabilidad genética no es crucial. En algunas especies, las hembras pueden reproducirse sin necesidad de machos, utilizando un tipo de partenogénesis llamado telitoquia, donde un óvulo se fecunda con otro óvulo de la misma hembra.

Este método de reproducción permite a los insectos palo mantener poblaciones viables incluso en ausencia de machos. Sin embargo, en algunas especies, la reproducción sexual puede ocurrir ocasionalmente para introducir variabilidad genética y aumentar la capacidad adaptativa de la población. Esto es especialmente importante en entornos cambiantes donde la diversidad genética puede ser una ventaja.

La ausencia de machos en algunas especies de insectos palo es un testimonio de la capacidad de la naturaleza para adaptarse y evolucionar en respuesta a las presiones ambientales, demostrando que la reproducción sexual no siempre es necesaria para el éxito evolutivo.

Lagartija de cola de látigo; una especie híbrida de hembras

Las lagartijas de cola de látigo son un ejemplo fascinante de partenogénesis en vertebrados. Estas lagartijas pueden reproducirse partenogenéticamente, creando generaciones de hembras genéticamente idénticas. Este fenómeno ocurre cuando una hembra y un macho de diferentes especies se cruzan, produciendo una hembra híbrida que es capaz de reproducirse sin machos.

A diferencia de otros ejemplos de partenogénesis, las lagartijas de cola de látigo pueden optar por la reproducción sexual si es necesario, utilizando machos de otras especies. Esto permite la introducción de variabilidad genética y la posibilidad de crear nuevas especies a través de la hibridación y la partenogénesis.

La capacidad de estas lagartijas para reproducirse tanto de manera partenogenética como sexual desafía las nociones tradicionales de especie y reproducción, mostrando la flexibilidad y adaptabilidad de la vida en la Tierra.

Una lagartija. Imagen: Wikimedia

Implicaciones de la partenogénesis en la definición de especie y sexualidad

La partenogénesis plantea preguntas interesantes sobre la definición de especie y la naturaleza de la sexualidad en el reino animal. Al permitir la reproducción sin la intervención de un macho, este proceso desafía la idea de que la reproducción sexual es la única forma de perpetuar una especie. Esto nos lleva a reconsiderar cómo definimos una especie y qué significa ser sexualmente reproductivo.

La capacidad de algunas especies para alternar entre reproducción sexual y partenogenética sugiere que la naturaleza ha desarrollado múltiples estrategias para asegurar la supervivencia. Esta flexibilidad es clave para la adaptación a diferentes entornos y circunstancias, permitiendo a las especies prosperar en una variedad de condiciones.

Además, la partenogénesis nos invita a reflexionar sobre la diversidad de la vida y la creatividad de los procesos evolutivos. Nos recuerda que la naturaleza no sigue un único camino, sino que explora múltiples posibilidades para garantizar la continuidad de la vida.

Partenogénesis humana: ¿mito o posibilidad científica?

La idea de la partenogénesis en humanos ha capturado la imaginación de muchos, pero en la actualidad, sigue siendo un mito más que una realidad científica. Los humanos, como la mayoría de los mamíferos, dependen de la reproducción sexual para la creación de descendencia. La complejidad de nuestro sistema reproductivo y la necesidad de variabilidad genética hacen que la partenogénesis no sea viable en nuestra especie.

Sin embargo, los avances en biotecnología y genética han llevado a algunos a especular sobre la posibilidad de inducir partenogénesis en humanos a través de técnicas avanzadas. Aunque esto podría tener aplicaciones en la medicina reproductiva, plantea serias cuestiones éticas y científicas que deben ser cuidadosamente consideradas.

Por ahora, la partenogénesis humana sigue siendo un tema de ficción más que de ciencia. Sin embargo, su estudio nos ofrece una oportunidad para explorar los límites de la biología y reflexionar sobre el futuro de la reproducción humana en un mundo de rápidos avances tecnológicos.

Referencias

  • Judson, O. P., & Normark, B. B. 1996. Ancient asexual scandals. Trends in Ecology & Evolution, 11(2), 41-46. DOI: 10.1016/0169-5347(96)81040-8
  • Manríquez-Morán, N. L. 2007. Diversidad clonal en los lacertilios unisexuales del género Aspidoscelis. Boletin de La Sociedad Herpetológica Mexicana.
  • Maynard Smith, J. 1978. The evolution of sex. Cambridge University Press. Simon, J.-C., Delmotte, F., et al. 2003. Phylogenetic relationships between parthenogens and their sexual relatives: the possible routes to parthenogenesis in animals: ROUTES TO PARTHENOGENESIS IN ANIMALS. Biological Journal of the Linnean Society, 79(1), 151-163. DOI: 10.1046/j.1095-8312.2003.00175.x

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