“Año nuevo, vida nueva”. Muchas personas aprovechan este momento como una buena oportunidad para marcarse nuevos objetivos y practicar cambios positivos. Y aunque el cambio de año no implique necesariamente un “reinicio total”, no son pocos los que encuentran la motivación y aprovechan el inicio del calendario para establecer nuevas metas y adoptar hábitos con los que mejorar su bienestar general.
¿Pero se puede ser más feliz incorporando nuevos hábitos? Aunque parece que todo el mundo busca la respuesta a la clásica pregunta: “¿Cuál es el secreto de la felicidad?”, lo que se desprende de las conclusiones científicas es que quizás la mejor pregunta debería ser: “¿Es posible ser más feliz?”

Según los especialistas, aproximadamente la mitad de nuestro nivel de felicidad se basa en los genes. Es decir, algunas personas están predispuestas a ser más felices y optimistas que otras. Sin embargo, eso no significa que no se pueda aumentar el nivel de felicidad si no sale de forma natural.
En este sentido, hay que desterrar la idea de que la felicidad es un estado emocional positivo constante, según Emiliana Simon-Thomas, directora científica del Greater Good Science Center de Berkeley (EE UU). Es decir, ser feliz no significa sentir pura alegría y felicidad a cada hora del día. La felicidad, dicen los expertos, significa aceptar las experiencias negativas y tener las habilidades para gestionarlas y afrontarlas, y utilizarlas para tomar mejores decisiones más adelante.
De hecho, las investigaciones sugieren que el 40 % de la felicidad de las personas proviene de las decisiones que se toman. Por tanto, ¿se puede ser más feliz incorporando o practicando nuevos hábitos? La respuesta, según la ciencia, es afirmativa.
Según las conclusiones de algunos estudios clínicos, existen ciertos hábitos que pueden mejorar la sensación de felicidad y bienestar:
Socializar o mejorar las relaciones sociales
La conexión social es el factor que más influye en la felicidad, según múltiples estudios. Uno de los más convincentes es una investigación de la Universidad de Harvard sobre desarrollo adulto que, durante más de 80 años, ha seguido la vida de cientos de participantes y, ahora, de sus hijos.
Los investigadores descubrieron que las relaciones estrechas (con los cónyuges, la familia, los amigos, o los miembros de la comunidad) son el principal factor que mantiene felices a las personas a lo largo de su vida. Las personas con relaciones sólidas son más felices y gozan de mejor salud física y mental que las menos conectadas.
Además, hay pruebas de que las buenas relaciones se traducen en niveles más bajos de hormonas del estrés y menos inflamación crónica. Según el estudio, las relaciones de calidad (no la cantidad) predicen mejor una vida larga y feliz que la clase social, el cociente intelectual o la genética.

Robert Waldinger, actual director del estudio, cuya charla TED de 2015 sobre el tema se ha visto en Youtube más de 24 millones de veces, afirma que descubrir la importancia de las relaciones fue algo sorprendente. Y estas conexiones requieren trabajo, según Waldinger.
“Hay que estar al día con la gente, lo que significa dedicarles tiempo y atención. Llámalos, chatea con ellos o sal a pasear. Elige pasar tiempo juntos”, remarca.
Según el mismo trabajo de Harvard, otros ingredientes para una vida larga y feliz incluyen no fumar ni abusar del alcohol, hacer ejercicio con regularidad o encontrar el equilibrio entre la vida laboral y personal. Tal como expresa Waldinger, “se puede cuantificar el número de años que vivirás más si haces estas cosas”.
Pequeños gestos de generosidad y bondad
El simple hecho de ayudar a los demás o tener pequeños gestos o palabras agradables con otras personas durante el día a día podría ser beneficioso. Según una serie de estudios dirigidos por Sonja Lyubomirsky, de la Universidad de California en Riverside (EE UU), realizar actos de bondad al azar sin esperar nada a cambio puede hacer que te sientas más feliz y menos deprimido o ansioso.
En particular, tal como recoge esta investigadora, diversificar o aumentar los actos que hacemos por los demás puede tener un efecto más a largo plazo en nuestra propia felicidad.
Estos gestos funcionan porque aprovechan nuestro instinto humano básico de ayudar a los demás, afirma Simon-Thomas. “Cuando inviertes tus propios recursos en el bienestar de los demás, se activa el sistema de recompensa de tu cerebro: te sientes bien porque has hecho que la otra persona se sienta bien”, afirma.

Expresar gratitud
Según un estudio de 2005 de Martin Seligman, director del Centro de Psicología Positiva de la Universidad de Pensilvania, anotar tres cosas por las que estás agradecido al final del día y por qué han sucedido aumenta la felicidad a largo plazo y puede disminuir los síntomas depresivos.
“No importa lo que sea: anotar esas palabras en un cuaderno o incluso en el móvil tiene un efecto positivo. Se trata de entrenar la mente para que se oriente hacia las partes buenas de la vida, en lugar de dirigir la atención hacia las cosas estresantes o irritantes”, subraya Simon-Thomas.

Practicar mindfulness
Ejercicios como la meditación, que enseñan a tu cerebro a centrarse en el presente en lugar de en el pasado o el futuro, pueden aumentar los sentimientos de autoaceptación, según un estudio publicado en 2011 por el International Journal of Wellbeing.
“La idea es estar presente: no juzgar tus emociones, sino reconocerlas”, en palabras de Elizabeth Dunn, profesora de psicología de la Universidad de Columbia Británica.

Practicar la autocompasión
Sobre todo, en países occidentales, Simon Thomas cree que la gente tiende a ‘machacarse’ demasiado con la autocrítica o a autocastigarse ante un contratiempo o un fracaso. Actuar de este modo podría obstaculizar la consecución de nuestros objetivos, según el experto.
Así, practicar la autocompasión se podría dividir en tres estamentos: estar presente en el ahora (en lugar de pensar en el pasado o mirar con ansiedad hacia el futuro), comprender que los fracasos forman parte del ser humano y cultivar una voz interior benevolente en lugar de una hostil y autocrítica.
“Es una forma de hablarnos a nosotros mismos que es importante para poder gestionar las dificultades y los contratiempos, y crecer a partir de los retos de la vida”, concluye Simon-Thomas.
No obstante, es importante mencionar que, para las personas con ansiedad, depresión u otros problemas de salud mental, estos ejercicios no sustituyen a la terapia, medicación u otras intervenciones profesionales. Sin embargo, algunas investigaciones sugieren que pueden ser beneficiosos como complemento a esos tratamientos.
Referencias:
- Adult Development Study. 'Harvard Study of Adult Development' (2015)
- Solan, M. 'The secret to happiness? Here’s some advice from the longest-running study on happiness'. Harvard Health Blog (2017)