La península ibérica no es tierra de grandes catástrofes naturales. Históricamente no ha sido una región especialmente afectada por huracanes, terremotos o volcanes. Esto ha favorecido a los muchos pueblos que a lo largo de miles de años se han establecido y desarrollado entre el Atlántico y el Mediterráneo y entre el estrecho de Gibraltar y los Pirineos. Por supuesto ocasionalmente hay alguna tormenta más fuerte o algún ligero temblor, pero mucho más humildes que los que ocurren cada año en otras regiones del mundo. Hace no demasiado tiempo esto no era así, la península ibérica contaba con varias zonas volcánicas, que han dejado marcas sobre el terreno aún visibles sobre el terreno a día de hoy. La más evidente se encuentra en la comarca de La Garrotxa, en la provincia catalan de Girona.

Esta comarca, situada al norte de la provincia, en la antesala de los Pirineos, alberga cuarenta volcanes ya extintos. La actividad volcánica de la zona comenzó hace unos trescientos cincuenta mil años y duró hasta hace aproximadamente unos ocho mil trescientos años, por lo que ya se considera completamente extinta. Sin embargo, esta fecha tan reciente sugiere que podrían haber existido asentamientos humanos en la zona durante algún periodo de actividad volcánica, pues algunos restos encontrados la Cova dels Ermitons, en la Alta Garrotxa, al norte de la región volcánica, se remontan hasta hace al menos cien mil años.
Los volcanes de la comarca de la Garrotxa no presentan grandes conos volcánicos de kilómetros de altura, como sí pueden observarse en las Islas Canarias. Esto se debe a que en esta zona la litosfera, la capa más externa de las que conforman la Tierra, tiene un grosor de alrededor de 15 kilómetros, mucho menor que los 100 kilómetros que suele tener la corteza continental. Esto tuvo como consecuencia que las erupciones producidas en esta zona fueran más numerosas pero menos intensas, creándose un nuevo volcán con cada erupción, que se extinguiría al finalizar.

En la actualidad esta región se encuentra protegida como parte del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrocha, que con sus más de quince mil hectáreas de terreno alberga casi la totalidad de los volcanes de esta zona. Sin embargo, este parque natural presenta más actividad humana de la que esperaríamos para este tipo de entornos, con 11 municipios en su interior, incluyendo Olot, la capital de la comarca. Olot cuenta en la actualidad con casi treinta y ocho mil habitantes y varios de los volcanes extintos se encuentran dentro de su término municipal, algunos integrados en su casco urbano. La integración del vulcanismo con los asentamientos humanos es tal, que uno de los volcanes del parque cuenta con una ermita construida en su mismo cráter. Se trata de la ermita de Santa Margarita, en el interior del volcán del mismo nombre. Este volcán, con sus 680 metros de altura, es uno de los más recientes y se cree que entró en erupción por última vez hace unos once mil años.

El volcán más reciente es el conocido como volcán Croscat, que tuvo dos erupciones conocidas. La primera ocurrió hace unos diecisiete mil años y la segunda hace menos de diez mil años. Esta fue de hecho la última erupción volcánica sucedida en la península ibérica. Este volcán tiene un cráter en forma de herradura debido a episodios más violentos. Una ladera del cono volcánico fue explotada durante 25 años por la extracción de gredas, para construir ladrillos y pistas de tenis, pero la actividad minera finalizó en la década de los noventa tras la acción de la Generalitat de Cataluña. En otra ladera del volcán y sobre una colada de lava se asienta el hayedo de Jordá o fageda d'en Jordà en catalán, un importante bosque de hayas declarado reserva natural.

Pero por supuesto, éstos no son los únicos volcanes extintos que podemos encontrar en la península ibérica. Además de los volcanes repartidos por cada isla canaria, hay varias zonas de la península con vulcanismo relativamente reciente. Los más antiguos son probablemente los que formaron el actual Cabo de Gata, en Almería. Esta zona es solo una parte de la provincia volcánica situada entre la península ibérica y el norte de áfrica, que se encuentra sumergida en su mayor parte, excepto en la isla de Alborán o en el propio cabo de Gata. La región se formó hace unos doce millones de años.

Hace menos de 10 millones de años hubo actividad volcánica que ha quedado reflejada en el Campo de Calatrava, en Ciudad Real. Aquí la actividad se desarrolló entre hace nueve y dos millones de años. Esta es una de las regiones volcánicas más grandes de la península, con unos cinco mil kilómetros cuadrados de extensión y alrededor de dos cientos cuarenta edificios volcánicas diferenciados. El Campo de Cartagena, en Murcia, también presenta actividad volcánica pasada, de hace unos siete millones de años. De aquella actividad han quedado restos visibles, como las islas del Mar Menor, la Isla Grosa y otros edificios volcánicos dispuestos en una línea recta aproximada. También en la Comunidad Valenciana podemos encontrar restos de vulcanismo, en Cofrentes o en las Illes Columbretes, en la provincia de Castellón. El castillo de Cofrentes, en el interior de la provincia de Valencia, es uno de los pocos castillos de Europa construído sobre un volcán extinto, conocido hoy como el Cerro de Agrás.
Referencias:
- Generalitat de Catalunya. «GUÍA DE PARQUES NATURALES DE LA GENERALITAT DE CATALUNYA»
- Revelles, Jordi et al. (2023). «Socio-ecological impact of monogenetic volcanism in the La Garrotxa Volcanic Field (NE Iberia)». Scientific Reports 13 (8168): 1-11. doi:10.1038/s41598-023-35072-0