¿Es el tiempo una ilusión?

Desde que tenemos conciencia, el tiempo ha sido algo que rige nuestras vidas: nos levantamos, trabajamos, comemos y dormimos siguiendo su paso constante.
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¿Qué es el tiempo? Desde que tenemos conciencia, el tiempo ha sido algo que rige nuestras vidas: nos levantamos, trabajamos, comemos y dormimos siguiendo su paso constante. Para muchos, el tiempo parece una realidad inmutable, algo que avanza de forma lineal y universal para todos. Pero ¿y si te dijera que el tiempo no es tan absoluto como parece? ¿Y si el tiempo, tal como lo experimentamos, fuera una ilusión? Esta pregunta, que parece sacada de una novela de ciencia ficción, encuentra su respuesta en las teorías de la relatividad de Albert Einstein.

La concepción clásica del tiempo

Antes de que la relatividad cambiara nuestra visión del universo, el tiempo era considerado algo uniforme. Esta idea, basada en la física de Isaac Newton, implicaba que el tiempo avanzaba de manera constante e invariable en cualquier parte del universo. No importaba si estabas en la Tierra o en una estrella lejana, las manecillas del reloj seguían el mismo ritmo para todos.

Newton imaginaba el tiempo como una especie de "telón de fondo" universal sobre el que ocurrían los eventos, independiente del espacio y del observador. Esta noción de tiempo absoluto reinó durante siglos, incluso se puede decir que ésta es la manera en la que las personas inconscientemente percibimos el tiempo en nuestro día a día, pero a principios del siglo XX, Albert Einstein, con su teoría de la relatividad, sacudió por completo este concepto.

Einstein revolucionó el concepto de tiempo.

La relatividad especial: el tiempo es relativo

En 1905, Einstein formuló la teoría de la relatividad especial, donde se plantea una idea revolucionaria: el tiempo no es absoluto, sino que depende del observador. En lugar de ser una constante universal, el tiempo puede dilatarse o contraerse dependiendo de la velocidad a la que se mueva un objeto. Este fenómeno, conocido como dilatación temporal, significa que el tiempo puede "estirarse" o "acortarse" según la velocidad relativa entre dos observadores.

La paradoja de los gemelos: cómo el tiempo transcurre de manera diferente para dos observadores en movimiento.

Para ilustrar este concepto, pensemos en la famosa paradoja de los gemelos: Imagina a dos hermanos gemelos. Uno de ellos se queda en la Tierra mientras el otro viaja en una nave espacial a velocidades cercanas a la de la luz. Según la relatividad especial, cuando el gemelo que viaja regrese a la Tierra, será más joven que su hermano ya que habrá envejecido menos. Aunque ambos experimentan el tiempo de manera normal desde su propio punto de vista, el tiempo del gemelo que viajó transcurrió más lentamente debido a la velocidad extrema de su nave.

La dilatación del tiempo causada por la gravedad: cómo la cercanía a un objeto masivo puede ralentizar el tiempo.

Este fenómeno, aunque contraintuitivo, ha sido comprobado experimentalmente cientos de veces y siempre se sostiene en los resultados. Por ejemplo, los relojes atómicos, cuando se colocan en aviones que viajan a alta velocidad, marcan un tiempo ligeramente más lento en comparación con relojes idénticos en la Tierra.

La relatividad general: el tiempo y la gravedad

Diez años después, en 1915, Einstein desarrolló su teoría de la relatividad general, que llevó la relación entre el tiempo y el universo aún más lejos. Aquí, la gravedad entra en juego, y Einstein mostró que no solo la velocidad afecta al tiempo, sino también la gravedad. Según la relatividad general, cuanto más fuerte sea un campo gravitacional, más lento pasa el tiempo.

El espacio-tiempo deformado por la gravedad: la relación entre masa, gravedad y tiempo en la teoría de la relatividad general.

Este fenómeno se llama dilatación gravitacional del tiempo y ocurre porque la gravedad deforma el tejido del espacio-tiempo. En otras palabras, los objetos masivos, como planetas y estrellas, "curvan" el espacio y el tiempo alrededor de ellos. Cuanto más cerca estés de un objeto masivo, más lentamente pasará el tiempo para ti. Un ejemplo cotidiano de esto lo encontramos en los satélites GPS, que orbitan alrededor de la Tierra. Debido a que están más lejos del centro gravitacional del planeta, sus relojes funcionan más rápido que los que tenemos en la superficie, lo que requiere ajustes constantes para que las señales que nos envían sean precisas.

Otro ejemplo espectacular de la dilatación temporal ocurre cerca de los agujeros negros. Estos objetos, con su gravedad extrema, deforman el espacio-tiempo de una manera tan intensa que, según un observador externo, el tiempo en las proximidades de un agujero negro prácticamente se detiene.

Explicado todo esto… ¿Es el tiempo una ilusión?

Ahora que sabemos que el tiempo es relativo, surge la pregunta: ¿es el tiempo tal y como lo experimentamos una ilusión? 

Imagina que estás en una canoa, deslizándote por un río. A simple vista, sientes que el río tiene una corriente constante que te lleva inevitablemente hacia adelante. Esta es la forma en la que normalmente percibimos el tiempo: como un flujo continuo e imparable que avanza desde el pasado hacia el futuro. Sin embargo, ¿qué pasaría si te dijeran que el río no tiene corriente? Que el agua está completamente quieta y que, en realidad, eres tú quien está remando y creando la sensación de movimiento.

Esta metáfora refleja la manera en la que algunas interpretaciones de la relatividad y teorías sobre el tiempo sugieren que lo que llamamos "pasado", "presente" y "futuro" no son más que puntos fijos en el universo, como los distintos paisajes que vemos mientras navegamos. Desde esta perspectiva, el tiempo no fluye realmente; somos nosotros, a través de nuestra percepción y nuestra conciencia, quienes experimentamos ese aparente flujo. En lugar de ser arrastrados por la corriente del tiempo, como creía Newton, es nuestro cerebro el que crea la sensación de que el tiempo avanza.

El río del tiempo: ¿fluye realmente el tiempo o es solo una percepción creada por nuestra conciencia?

La relatividad de Einstein nos muestra que el tiempo está entrelazado con el espacio en lo que llamamos el espacio-tiempo. Todo lo que ha sucedido, sucede y sucederá podría existir simultáneamente, pero nuestra mente es la que nos hace vivir el presente y recordar el pasado, mientras anticipamos el futuro. En cierto sentido, el "flujo" del tiempo podría ser solo una ilusión creada por nuestra propia conciencia. 

Sin embargo, esta idea de que el tiempo podría ser una ilusión no es exclusiva de la relatividad. Algunas teorías filosóficas, como el eternalismo, proponen que el tiempo no fluye realmente y que el pasado, presente y futuro coexisten simultáneamente. Según esta visión, el tiempo es una dimensión fija del universo, y nuestra experiencia de su paso es similar a cómo percibimos el espacio: cuando caminamos por una calle, el hecho de que dejemos un punto atrás no significa que ese punto desaparezca, sino que simplemente ya no estamos allí. Del mismo modo, el pasado y el futuro podrían seguir existiendo, aunque no estemos "presentes" en ellos.

Desde una perspectiva neurocientífica, algunos estudios sugieren que la percepción del tiempo es en gran medida una construcción de nuestro cerebro. Nuestra mente es increíblemente eficiente al organizar los eventos de manera lineal para que podamos comprender la causalidad y sobrevivir en el mundo. Pero si, como proponen algunas teorías, el tiempo no fluye realmente, entonces este orden que percibimos podría ser simplemente una estrategia evolutiva más que una representación objetiva de la realidad.

Así, nos enfrentamos a una fascinante paradoja: todo lo que conocemos y entendemos parece estar estructurado por el tiempo, y sin embargo, la física moderna y algunas corrientes filosóficas sugieren que este flujo podría no ser real. Si el tiempo es una ilusión, es una ilusión fundamentalmente arraigada en nuestra experiencia del mundo. Tal vez nunca podamos deshacernos por completo de esa sensación de que el tiempo nos arrastra hacia adelante. Pero gracias a teorías como la relatividad de Einstein, hemos comenzado a ver que el universo es mucho más extraño y complejo de lo que alguna vez imaginamos.

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  • Carlos M. Pina