La importancia y vigencia del pensamiento político de Ortega y Gasset para la España actual

Las ideas políticas de José Ortega y Gasset sobre descentralización, nación, Cataluña y Europa siguen siendo claves para entender el presente político español. Este recorrido por su obra política demuestra por qué su legado sigue más vigente que nunca.
La importancia y vigencia del pensamiento político de Ortega y Gasset para la España actual
La importancia y vigencia del pensamiento político de Ortega y Gasset para la España actual. Fuente: Fundación Ortega-Marañón.

José Ortega y Gasset es un hito fundamental del pensamiento español, el filósofo español más influyente del siglo XX. En su pensamiento sobresalen sus reflexiones, ideas y aportaciones en el ámbito político, ideas y propuestas que sobrepasan el ámbito temporal para ser plenamente vigentes para la España actual.

Ortega forma parte de la historia de España, protagonista activo, desde las vertientes teórica y práctica, en los acontecimientos que se suceden en la Restauración y en la Segunda República donde intervino como diputado, aunque pronto discrepará ante la marcha de la misma. La comprensión de nuestra historia sería incompleta sin una profundización en su vida y pensamiento.

En sus reflexiones aborda numerosos temas de total actualidad como la descentralización del Estado siendo el precursor de la actual España de las autonomías, sus reflexiones sobre los nacionalismos, sobre Cataluña y su encaje dentro del Estado español, el concepto de nación, la idea de Europa y su proyecto de europeización de la cultura y sociedad española o una profunda transformación de la vida política y social española desde el diálogo, la concordia y el consenso. Son análisis e ideas que traspasan el tiempo y que al desarrollar temas que conservan, casi cien años después, caracteres similares, especialmente en la cuestión catalana, hay que plantear si también lo son el diagnóstico y su resolución. 

La España de las autonomías

En la Transición Ortega es el referente sobre el que edificar los conceptos que definirán la nueva democracia. Había que descentralizar la estructura precedente, fuertemente centralizada, y adaptarla a la realidad nacional, realidad configurada sobre su pluralidad. España es una realidad compleja en la que existen diferentes identidades que pueden convivir dentro una nación única e integradora y, a su vez, conservar sus propios hechos diferenciales. Piensa España como un proyecto atrayente de vida en común en el que no es excluyente la realización, simultáneamente, del proyecto individualizado de cada comunidad si está integrado dentro del conjunto. 

mapa de las Comunidades Autónomas de España para el apartado «La España de las autonomías»
Mapa de las Comunidades Autónomas de España. Fuente: Wikimedia Commons.

Como solución en esta dirección, Ortega postuló el camino del autonomismo, la sustitución de la estructura unitaria y centralista del Estado por una nueva estructura de descentralización política territorial basada en la extensión de la autonomía regional a todo el territorio nacional, una España organizada en autonomías conforme a los principios de generalidad, homogeneidad e igualdad de todas las regiones y nacionalidades. Su esquema está basado en un Estado central fuerte con la cesión de determinados poderes a las regiones constituidas en autonomías dentro de una soberanía única, un Estado descentralizado en el que todas las regiones sean partícipes con una cesión amplia de competencias dentro del marco constitucional y sin poner en peligro ni debilitar la unidad de la nación española, lejos de cualquier intento de acercamiento al federalismo con independencia de la amplitud de las competencias asumidas por las comunidades autónomas.

Sus propuestas fueron la base de la política autonómica de generalidad y homogeneidad que se desarrolló durante la Transición. En la Constitución de 1978 la solución adoptada es, en términos similares a los expresados por Ortega, una España organizada en comunidades autónomas, con la extensión del principio de autonomía a todo el territorio nacional, con cada Comunidad con su Asamblea y Gobierno autonómico. El actual modelo autonómico es heredero de la exposición teórica de autonomismo de Ortega y Gasset. 

Cataluña

El pensamiento de Ortega sobre Cataluña, desde su enfoque filosófico político, es plenamente vigente. Sus análisis podrían, con leves matices, trasladarse a la actualidad. La integración de Cataluña sigue siendo un problema de difícil solución que continúa sin resolverse al no haberse logrado una solución satisfactoria. 

En su reflexión sobre el nacionalismo catalán, destaca que el destino último del nacionalismo es llevar a término un Estado propio para desarrollar plenamente su sentimiento de identidad nacional. Frente al nacionalismo secesionista, que no se siente parte del todo y quiere formar un todo aparte, se plantea que es el todo, que es una nación. Ortega entiende a la nación como plebiscito diario, como empresa enfocada en el futuro y no en el pasado, desde un proceso de integración colectiva por encima de particularismos. Las naciones, más allá de la homogeneidad, de la comunidad de sangre o lingüística, se forman a partir de un programa conjunto de actuación, de un proyecto sugestivo de vida en común, de un proyecto de futuro.

Propuso la integración de Cataluña dentro de un Estado de autonomías simétricas, generalizadas y competitivas, pero esta solución no parece suficiente ante el sentimiento nacionalista catalán. Ante la incapacidad de amplios sectores de separar entre nación como entidad política y  nación como hecho cultural o «espiritual», considerando las dificultades de reconducir el problema, diagnostica y expone su tesis principal afirmando que el problema catalán es un problema que no se puede resolver, sin una solución definitiva, dado el sentimiento nacionalista catalán y sus aspiraciones y características particularistas cuyo objetivo último es asumir la soberanía, pero que es posible conllevarEn las Cortes Constituyentes republicanas indicó: «El problema catalán es un problema que no se puede resolver, que solo se puede conllevar». 

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Retrato de Ortega realizado por Joaquín Sorolla.

Implica buscar la solución en los términos de la conllevancia, término que en el planteamiento de Ortega significa una fórmula de convivencia que consiste en buscar en cada momento la mejor solución relativa dentro de las posibilidades existentes, reduciendo la cuestión a términos de posibilidad. No se puede encontrar una solución definitiva, pero sí se puede establecer en cada instante, en cada problema concreto, la mejor solución posible, aunque sea una solución parcial y relativa, enfocando los problemas y las aspiraciones catalanas dentro de los márgenes de la Constitución y del marco autonómico. Requiere una renovación de la cultura política en ambas direcciones, superando los dogmatismos e intransigencias, la conllevancia desde el respeto, la tolerancia y la concordia.  Este comportamiento, para que funcione, debe ser recíproco.

Dentro de este esquema, Cataluña es parte esencial de España, pudiendo desarrollar sus propias peculiaridades y hechos diferenciales dentro del proyecto conjunto y en armonización con el resto de las partes que integran la nación española. Sin embargo, el encaje de Cataluña dentro de España, pasados más de noventa años, sigue sin resolverse. 

Europa

En los años de la transición democrática se retomó la idea de Ortega de que España era el problema y Europa la solución. Se trataba de hacer una España democrática incorporada a una Europa democrática, una Europa donde se buscaba la solución a nuestros problemas, una España democrática en una Europa democrática. Su idea de europeización se ve expresada con la entrada en la Comunidad Europea, hoy Unión Europea. El sueño de Ortega se había realizado. La vieja España ahora era una nueva España democrática, descentralizada, moderna, europea. 

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Firma del Tratado de Adhesión de España a la Comunidad Económica Europa. Fuente: Comisión Europea.

Aportaciones de Ortega al pensamiento político

Sus aportaciones abarcan una multitud de temas adicionales como la democracia, el liberalismo, la nacionalización de la política, la pedagogía social y política, la necesidad de unas élites que realicen esta labor de pedagogía, la emergencia de las masas, el laicismo, el papel que deben desempeñar los intelectuales en la vida política y social.

Entre sus reflexiones y críticas a la España de su momento que podemos trasladar a la España actual, cambiando solo las concretas circunstancias históricas, destacar sus argumentos sobre el particularismo, las políticas anti o el partidismo

Destacó que el particularismo constituía históricamente la característica, la enfermedad generalizada, endémica de España, del conjunto de la nación, una constante que define la vida histórica de la nación española, donde cada grupo, cada parte mira principalmente por sus intereses sin englobarlos en el conjunto. Un problema que continuaba y continúa, con multitud de intereses particularistas por encima del bien del conjunto nacional. 

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Conferencia de Ortega «Rectificación de la República». Fuente: Wikimedia Commons.

Argumentó que gran parte de los programas de la Segunda República, donde fue protagonista activo, se basaban en la crítica, en la negación de las políticas realizadas por las otras opciones y en las manifestaciones anti en lugar de priorizar la aportación de soluciones efectivas. 

Criticó la identificación partidista, poner el partido por encima de la nación, donde lo sustancial en política es la lucha entre partidos. No se definió en el eje derechas izquierdas al considerar que lo importante era el conjunto de la nación. 

Ortega y la Segunda República

Recorrer su pensamiento y trayectoria es introducirse en la convulsa España de la primera mitad del siglo XX con la Restauración, la Dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República y su trágico desenlace tras la Guerra Civil. 

Protagonista activo, desde las vertientes teórica y práctica, en los acontecimientos que se suceden en la Restauración y en la Segunda República. Denunció durante décadas la falta de democratización del régimen de la Restauración. Ante la falta de iniciativas en este sentido promovió el cambio de régimen, siendo protagonista activo en favor del advenimiento de la República. Consideró que era la ocasión para democratizar y modernizar una decadente y atrasada España. Intervino como diputado al considerarlo un deber ante el momento histórico que atravesaba la nación, interviniendo como intelectual y no como político para aportar largos años de reflexiones, destacando sus aportaciones en los debates sobre la Constitución y el Estatuto de Cataluña.

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Proclamación de la Segunda República en Barcelona. Fuente: Wikimedia Commons.

Desde un ámbito de actuación socio-político, enfocado en el cambio de la sociedad española como base del cambio político, realzó la necesidad de que siendo necesaria una reforma radical de todas las instituciones y una profunda transformación de la vida política y social española, la transición debía ser ordenada, desde el diálogo, la concordia, el consenso, considerando ciertos parámetros de cautela ante los peligros que se cernían sobre el régimen. 

Pronto surgieron las críticas y discrepancias con la conducción y rumbo de la República. Ante lo que consideró signos de radicalización, expresará: «“¡No es esto, no es esto!”, la República es una cosa. El “radicalismo” es otra. Si no, al tiempo». Pedirá una rectificación del rumbo, las actitudes, el tono, la política realizada, la configuración dada a la República. Pero siempre defendiendo la instauración y consolidación de un régimen democrático que debía continuar su experiencia sin dogmatismos, midiendo los tiempos, desde la integración de todos los sectores de la sociedad. Bajo una fuerte politización y polarización de la sociedad, con posiciones cada vez más radicalizadas, no será escuchado. 

Tras proponer una modernización y democratización liberal durante años comprobó que había fracasado. Su triunfo será póstumo. Con la llegada de la transición democrática, su figura y su pensamiento han emergido, siendo un referente para la misma. 

Ortega y el presente

Estudiar a Ortega permite no solo comprender este período de tiempo, sino bastantes de los hechos ocurridos después. Muchos de los temas y aspectos políticos y sociológicos que diseccionó tratan sobre la época que vivió, pero también lo son de la actualidad al traspasar el ámbito temporal para el que fueron formulados por la visión y profundidad con la que penetró en la raíz de los mismos. 

Ortega es protagonista del presente, con la influencia de parte de su pensamiento político, destacando el actual diseño autonómico o sus análisis y reflexiones sobre Cataluña. Pero hay que seguir profundizando en su pensamiento, en sus análisis y en las soluciones que aportó, vigentes y de plena actualidad, para los problemas que quedan sin resolver. 

La importancia y vigencia del pensamiento político de Ortega y Gasset para la España actual
Portada del libro «Ortega y Gasset y la Segunda República. El pensamiento político del gran filósofo español».

El pensamiento político de Ortega, forjado en uno de los períodos más convulsos de la historia contemporánea de España, sigue siendo una herramienta clave para interpretar muchos de los desafíos actuales. Ortega y Gasset y la Segunda República. El pensamiento político del gran filósofo español, publicado por Erasmus, ofrece una mirada rigurosa y accesible a las ideas centrales del filósofo, contextualizándolas con precisión en el marco histórico y extrayendo su vigencia para el presente. Lejos de ser una figura anclada en el pasado, Ortega emerge como un pensador indispensable para comprender el papel de los intelectuales, la articulación territorial del Estado, el concepto de nación y la difícil tarea de construir una democracia integradora.

Referencias

  • Baldomero García, Julio, Ortega y Gasset y la Segunda República, Erasmus Ediciones, 2025.
  • Ortega y Gasset, José, Obras Completas, tomos I a XII, Revista de Occidente, 1946-1983.Ortega y Gasset, José, Obras Completas, tomos I a X, Taurus, 2004-2010.

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