El transporte por carretera en España representa el 28,4 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que se produjeron en 2022, principalmente dióxido de carbono (CO2). Como es conocido, estos gases contribuyen al proceso de calentamiento global que causa el cambio climático a nivel planetario y produce de forma directa el derretimiento de los casquetes polares, al aumento del nivel del mar o el crecimiento en frecuencia e intensidad de las olas de calor, entre otros eventos extremos, con importantes efectos negativos en la salud.
Además de estos GEI, los vehículos también emiten otro tipo de sustancias nocivas como resultado de la combustión: gases como los óxidos de nitrógeno (NOₓ) y también partículas materiales de diferente tamaño, pero, en especial, de diámetro inferior a 2,5 micras (PM2,5) y de diámetro inferior a 10 micras (PM₁₀ ) así como compuestos orgánicos volátiles (COVs).
También los procesos de abrasión de los neumáticos de los vehículos contra el asfalto o de los propios frenos son una importante fuente de emisiones de partículas de metales como plomo, arsénico, platino o cobre. Por otro lado, las emisiones de gases como los mencionados NOₓ y COVs pueden ser precursores de otros contaminantes, denominados secundarios, como es el ozono troposférico (O3), que se forma a partir de ellos en presencia de luz solar y estabilidad atmosférica.
Estos contaminantes atmosféricos tienen un importante impacto en la salud, con efectos tanto de forma aguda como crónica, sobre todo en núcleos urbanos donde el número de vehículos es muy elevado y, por tanto, se produce mayor cantidad de emisiones.
En las situaciones de bloqueo anticiclónico, donde se dan condiciones de gran estabilidad atmosférica en las que prácticamente no hay movimientos horizontales ni verticales del aire, estos contaminantes no se difunden ni dispersan hacia las capas más altas, sino que quedan atrapados en las capas más bajas de la atmósfera, es decir, donde vivimos y respiramos.

Es en estas condiciones en las que la calidad del aire que respiramos, los denominados niveles de inmisión, son especialmente perjudiciales para la salud. Por una parte, el cambio climático y la contaminación atmosférica tienen el mismo origen en cuanto a emisiones: la quema de combustibles, en este caso que nos ocupa, del transporte.
Además, investigaciones recientes han puesto de manifiesto que, de manera indirecta, el cambio climático en nuestras latitudes está haciendo que el anticiclón de las Azores aumente en extensión y en intensidad por lo que las situaciones de bloqueo anticiclónico serán cada vez más frecuentes y la calidad del aire en las ciudades tenderá a deteriorarse. Lo que significa que, el cambio climático puede agravar la contaminación atmosférica a través de ese mecanismo.
Desde el punto de vista de los impactos en salud la contaminación atmosférica química puede actuar de dos formas. Por un lado, de forma aguda, es decir, agravando enfermedades preexistentes que pueden hacer que una persona con una patología de base vea empeorados sus síntomas y sea el factor precipitante para que esa persona acuda a urgencias hospitalarias, ingrese en el hospital o, en el peor de los casos, que fallezca.
Pero también la contaminación atmosférica puede estar en el origen de diferentes enfermedades si se está expuesto durante largos periodos de tiempo a altos niveles de contaminación atmosférica. Generalmente, estas exposiciones crónicas a la contaminación se relacionaban tradicionalmente con enfermedades respiratorias y cardiovasculares, pero los procesos de estrés oxidativo e inflamación celular sistémica van más allá relacionando también la contaminación con diversos tipos de cánceres como cáncer de pulmón (la propia OMS clasifica las PM2,5 como un carcinógeno de primer orden en este tipo de cánceres), cáncer de mama o cáncer de vejiga.
También la contaminación atmosférica parece estar relacionada con las enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer; con ansiedad y depresión en adultos; con el deterioro cognitivo en niños y con trastornos del espectro autista; con partos prematuros, bajo peso al nacer y mayor mortalidad fetal.

Entre las enfermedades respiratorias, la contaminación atmosférica se relaciona con el aumento de casos de asma y alergias, con agravamiento de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica e infecciones respiratorias agudas.
Los infartos agudos de miocardio, el accidente cerebrovascular agudo y la enfermedad isquémica del corazón son las enfermedades cardiovasculares con las que diferentes estudios han mostrado mayor relación con la contaminación atmosférica.
Estas enfermedades en España se han relacionado a corto plazo, es decir, con proceso agudos relacionados con “picos diarios” de contaminación, con 10.000 muertes al año en el periodo 2000-2009 y con 62.000 ingresos hospitalarios urgentes anuales en el periodo 2013-2018 con un coste estimado de estos ingresos en cerca de 900 millones de euros/año.
Para intentar dar solución a ese grave problema, la OMS publicó en 2021 unos valores guía (concentraciones de contaminantes) para la protección de la salud que son mucho más restrictivos que los niveles vigentes hasta la fecha. Además, presentan la novedad de incluir valores a 24h para dar respuesta a los impactos a corto plazo como los antes citados, además de a las exposiciones crónicas reguladas a través de los valores guía anuales.
Puesto que los valores guía de la OMS no son de obligado cumplimiento, con el objetivo de proteger la salud de los ciudadanos y para dotar de cierta validez legislativa a los valores de la OMS, la UE actúa con la aprobación de una nueva Directiva Europea y establece unos valores límite que los Estados miembros tienen la obligación de transponer a su normativa estatal con lo que estos valores límite sí serían ya de obligado cumplimiento.
De forma general, los valores de la UE suelen ser menos estrictos que los de la OMS, y así ocurre con la Directiva de la UE aprobada en 2024, como puede verse en la tabla1 y que está en proceso de transposición a la normativa estatal.

Recientemente, investigadores del Instituto de Salud Carlos III han publicado un artículo en el que tratan de averiguar si el cumplimiento de estos valores límite, establecidos por la nueva Directiva de la UE, serían suficientes para proteger la salud de los ciudadanos. Para ello se han centrado en los contaminantes primarios como PM₁₀, PM2,5 y dióxido de nitrógeno (NO2) y han analizado en el periodo 2013-2018 cuántos ingresos hospitalarios urgentes a corto plazo son atribuibles a estos contaminantes y cuántos se hubiesen evitado si se cumpliera la nueva Directiva de la UE y los valores guía de la OMS.
Los resultados de este estudio en relación con el cumplimiento de los valores de la UE indican que, a nivel global, su incidencia es muy baja con apenas una disminución del 1,23%. Sin embargo, el cumplimiento de los valores de la OMS supondría una disminución del 11,59% del total de 38.790 ingresos al año que se atribuyen a estos contaminantes. De este modo, desde el punto de vista de protección de la salud, queda claro que el objetivo a cumplir serían los valores de la OMS.
Además, estos límites más restrictivos también se acompañarían de una importante reducción en los gastos sanitarios asociados con la contaminación, ya que, si se estima que un ingreso hospitalario tiene un coste de 14.134 euros por cada ingreso que se produce, el coste asociado a los contaminantes aquí considerados sería superior a 548 millones de euros. Por tanto, el cumplimiento de los valores de la OMS supondría a nivel estatal un ahorro de más de 63 millones de euros.

Según los resultados de este trabajo, el NO2 es el contaminante que más se relaciona con los ingresos hospitalarios, especialmente en las comunidades con grandes ciudades como la Comunidad de Madrid y Cataluña. En estas, cumplir con los estándares de la OMS conllevaría una reducción del 27,7% y del 21,0 %, respectivamente, en el número de ingresos hospitalarios.
El efecto de la Directiva de la UE y los valores de la OMS con relación a la disminución de ingresos hospitalarios atribuibles a la PM es sensiblemente inferior al relacionado con el NO2.
Puesto que en las áreas urbanas las emisiones de NO2 se relacionan directamente con el tráfico, está claro que el fomento de una movilidad más sostenible, mediante la potenciación de modos activos (caminar, bicicleta), la aplicación de las zonas de bajas emisiones y de medidas encaminadas a fomentar un transporte público colectivo no contaminante son básicas si se quiere proteger la salud de la ciudadanía. Por otro lado, la transposición a la normativa estatal de unos valores más restrictivos que los propuestos en la actual Directiva de la UE iría en la línea de una protección de la salud de forma más eficaz.
Referencias
- MITECO. (2023). URL: https://www.miteco.gob.es/es/cambio-climatico/temas/mitigacion-politicas-y-medidas/transporte.html
- Cresswell-Clay, N., Ummenhofer, C.C., Thatcher, D.L., et al., (2022). Twentieth-century Azores High expansion unprecedented in the past 1,200 years. Nat. Geosci. doi: 10.1038/s41561-022-00971-w
- Díaz J. (2022). Efectos en salud de la contaminación atmosférica química y acústica. Revista ambienta. URL: https://sites.google.com/gl.miteco.gob.es/revistaambienta2/revista-133/133-contaminaci%C3%B3n-qu%C3%ADmica-y-ac%C3%BAstica
- Ruiz-Páez R, Díaz J, López-Bueno JA, SaezM, Barceló MA, Navas MA, Linares C. (2025). Economic estimation and impact of air pollution and temperature extremes on emergency hospital admissions in Spain. Sciences of the Total Environment. doi: 10.1016/j.scitotenv.2025.178867
- World Health Organization. (2021). WHO global air quality guidelines: particulate matter (PM2.5 and PM10), ozone, nitrogen dioxide, sulphur dioxide and carbon monoxide. Geneva. URL: https://www.who.int/publications/i/item/9789240034228
- European Environment Agency. (2024). Europe’s air quality status 2024. URL: https://www.eea.europa.eu/publications/europes-air-quality-status-2024
- Linares C, Díaz J, Navas MA, López-Bueno JA. (2025). Does the new European Union air quality Directive really protect health? A nationwide case study in Spain. Sciences of the Total Environment. doi: 10.1016/j.scitotenv.2025.179002

José Antonio López Bueno
Doctor en Epidemiología. Investigador en la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano del Instituto de Salud Carlos III.


Cristina Linares
Dra. Medicina Preventiva y Salud Pública. Científica y codirectora de la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano en el Instituto de Salud Carlos III.


Julio Díaz Jiménez
Dr. en Ciencias Físicas. Profesor de Investigación del ISCIII
