¿Quiénes fueron los aztecas?

El término “azteca” para agrupar a un conjunto de pueblos que habitaban una misma región (el Altiplano central de México y sus alrededores) y compartían una tradición histórica (entre otras cosas, un origen mítico en Aztlán-Chicomóztoc), entre otros rasgos.
aztecas

El nombre de aztecas sirve de manera general para referirse al complejo socio-cultural que controlaba un extenso imperio en Mesoamérica en el siglo XVI. Esta palabra es un gentilicio que deriva del nombre del lugar de origen que tenían, según sus historias, varios pueblos entre los que estaban los mexicas, los tepanecas y los chalcas, entre otros. Sin embargo, el uso de “aztecas” provoca cierta confusión y controversia, sobre todo porque ni siquiera parece que estos pueblos lo usaran de manera común para autodenominarse, prefiriendo otros nombres.

Origen y significado de la palabra "azteca"

La palabra "azteca" tiene sus raíces en el nombre de Aztlán, un lugar mítico del que, según las tradiciones, provenían varios pueblos que habitaron Mesoamérica. Este término se popularizó en el siglo XVIII gracias a la obra de Francisco Javier Clavijero, quien, junto con otros eruditos, lo usó para describir a la civilización que floreció en el Altiplano central. Sin embargo, el uso de "aztecas" no fue común entre los propios pueblos que formaban parte de este complejo cultural, quienes preferían identificarse con nombres más específicos como mexicas, tepanecas o chalcas.

La popularización del término "azteca" se debe en parte a la necesidad de los historiadores europeos de simplificar y categorizar las complejas relaciones entre los diversos pueblos de Mesoamérica. A lo largo de los siglos XIX y XX, el término se consolidó en el ámbito académico y cultural, especialmente en el mundo anglosajón, donde ayudó a evitar confusiones con el término "mexicano", que en inglés se traduce como "mexican". Este uso ha trascendido fronteras, siendo adoptado en diversos idiomas, aunque no siempre de manera precisa.

Un origen mítico común: Aztlán

Aztlán es una entidad mítica que ha capturado la imaginación de historiadores y arqueólogos por igual. Según las leyendas, Aztlán era el lugar de origen de varios pueblos que más tarde se establecerían en el Altiplano central de México. Este mito compartido sirvió como un elemento unificador para los diversos grupos que se identificaban bajo el paraguas de lo que hoy llamamos "aztecas". La narrativa de Aztlán no solo proporcionaba un sentido de identidad común, sino que también justificaba su dominio sobre otras regiones mesoamericanas al reclamar un origen divino y legítimo.

La leyenda de Aztlán es fundamental para entender cómo estos pueblos se veían a sí mismos y su lugar en el mundo. A lo largo de los siglos, las historias sobre Aztlán han sido reinterpretadas y adaptadas, incorporando elementos de las culturas con las que los aztecas interactuaron. Esta capacidad de adaptación y reinvención cultural es una característica distintiva de la civilización azteca, que supo integrar influencias externas mientras mantenía un núcleo cultural propio.

Azteca
Ilustración Azteca. Imagen: OpenClipart-Vectors en Pixabay.

Popularización del término desde el siglo XVIII

El término "azteca" comenzó a ganar prominencia en el siglo XVIII, en gran parte gracias a la obra de historiadores como Francisco Javier Clavijero. Clavijero, un jesuita novohispano, fue uno de los primeros en utilizar "azteca" para referirse a los pueblos del Altiplano central en sus escritos. Antes de él, el término ya había aparecido en algunas crónicas del siglo XVI, pero fue su trabajo el que lo consolidó en el ámbito académico.

La adopción del término "azteca" por parte de Clavijero y otros eruditos respondió a la necesidad de simplificar la compleja red de alianzas y rivalidades entre los pueblos mesoamericanos. Esta simplificación fue particularmente útil para los historiadores europeos, quienes buscaban categorizar y entender las culturas del Nuevo Mundo desde una perspectiva occidental. A medida que el término se popularizaba, también comenzó a ser utilizado en otras lenguas, reflejando la creciente influencia de la historiografía europea en la interpretación del pasado mesoamericano.

La diferenciación entre aztecas, mexicas y mexicanos

La diferenciación entre "aztecas", "mexicas" y "mexicanos" es un tema que ha generado confusión tanto en el ámbito académico como en el popular. Los mexicas, uno de los grupos más prominentes dentro del complejo azteca, fueron los habitantes de México-Tenochtitlán, la capital del Imperio de la Triple Alianza. En cambio, el término "mexicano" se ha utilizado históricamente para referirse a los habitantes del México moderno, lo que ha llevado a malentendidos sobre su relación con los mexicas y los aztecas en general.

El uso del término "azteca" para referirse a todos estos grupos es en parte un intento de englobar la diversidad cultural del Altiplano central bajo una denominación común. Sin embargo, es importante reconocer las diferencias internas y las identidades específicas de cada uno de estos pueblos. Los mexicas, por ejemplo, tenían su propia historia, tradiciones y prácticas culturales que los distinguían de otros grupos aztecas, como los tepanecas o los chalcas.

El Altiplano central de México como epicentro cultural

El Altiplano central de México fue el epicentro cultural de lo que hoy conocemos como la civilización azteca. Esta región, caracterizada por su diversidad étnica y lingüística, albergaba a numerosos pueblos que compartían una serie de características culturales comunes. A pesar de las diferencias, estos grupos estaban unidos por un sistema político y económico que facilitaba el intercambio de bienes, ideas y prácticas culturales.

La región del Altiplano central fue testigo de la formación de alianzas y rivalidades que moldearon la historia de Mesoamérica. Aquí, los mexicas, junto con otros grupos, establecieron un complejo sistema de gobierno que les permitió expandir su influencia sobre vastas áreas. Esta expansión no solo se llevó a cabo mediante la conquista militar, sino también a través de alianzas estratégicas y matrimonios políticos que consolidaron su poder en la región.

Uso del náhuatl como lengua franca

El náhuatl desempeñó un papel crucial como lengua franca en el Altiplano central de México. Durante los siglos XIV al XVI, el náhuatl se consolidó como el idioma de comunicación entre los diversos pueblos de la región, facilitando el comercio, la diplomacia y la difusión cultural. Esta lengua no solo era utilizada por los mexicas, sino que también era hablada por otros grupos aztecas, lo que contribuyó a una cierta homogeneidad cultural en medio de la diversidad étnica.

El uso del náhuatl como lengua franca fue un factor clave en la cohesión del Imperio de la Triple Alianza. A través de esta lengua, los aztecas pudieron imponer su cultura y sus prácticas religiosas sobre las poblaciones sometidas, integrando a diversos grupos bajo un sistema político y económico común. El náhuatl no solo sirvió como herramienta de dominación, sino que también permitió la preservación y transmisión de conocimientos, tradiciones y saberes a lo largo de los siglos.

Estructura política y expansión del Imperio de la Triple Alianza

El Imperio de la Triple Alianza, a menudo referido como el Imperio azteca, fue una entidad política compleja que surgió a partir de la victoria sobre los tepanecas de Azcapotzalco en 1428. Esta alianza estaba compuesta por tres ciudades-estado: México-Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopán. Juntas, estas ciudades consolidaron su poder mediante una combinación de conquistas militares y alianzas estratégicas, estableciendo un sistema tributario que se extendía por gran parte de Mesoamérica.

La estructura política del Imperio de la Triple Alianza se basaba en un sistema de gobierno compartido entre las tres ciudades, aunque México-Tenochtitlán fue ganando progresivamente mayor influencia. Este sistema permitió una administración eficiente de los territorios conquistados, facilitando el flujo de tributos y recursos hacia el centro del imperio. La expansión del imperio no solo se limitó a la conquista militar, sino que también incluyó la integración cultural y económica de las regiones sometidas.

Mapa Azteca
Mapa Azteca. Imagen: Aztec Empire - Kaiser - Wikimedia Commons.

Victoria sobre los tepanecas y consolidación del imperio

La victoria sobre los tepanecas de Azcapotzalco marcó un punto de inflexión en la historia del Altiplano central. En 1428, los mexicas, junto con sus aliados de Texcoco y Tlacopán, lograron derrotar a este poderoso imperio, estableciendo así la base del futuro Imperio de la Triple Alianza. Esta victoria no solo consolidó el poder de los mexicas, sino que también les permitió expandir su influencia sobre vastas áreas de Mesoamérica.

La consolidación del Imperio de la Triple Alianza fue un proceso que involucró tanto la conquista militar como la diplomacia. Los mexicas y sus aliados utilizaron una combinación de fuerza y negociación para integrar a otros pueblos bajo su dominio. Este enfoque les permitió establecer un sistema tributario que garantizaba un flujo constante de recursos hacia las ciudades-estado de la alianza, fortaleciendo así su posición en la región.

Confusión histórica sobre la capital: México-Tenochtitlán versus Texcoco

La cuestión de cuál fue la capital del Imperio de la Triple Alianza ha sido objeto de debate entre los historiadores. Si bien México-Tenochtitlán es ampliamente reconocida como el centro del poder azteca, algunos argumentan que Texcoco desempeñó un papel igualmente importante, especialmente en las primeras etapas del imperio. Texcoco, gobernada por el ilustre Nezahualcóyotl, fue un centro cultural y político significativo que contribuyó al desarrollo del imperio.

La confusión sobre la capital del imperio refleja la complejidad de la estructura política de la Triple Alianza. Aunque México-Tenochtitlán se convirtió en el centro de poder más destacado, la influencia de Texcoco y Tlacopán no debe subestimarse. Cada una de estas ciudades-estado aportó sus propios recursos y talentos al imperio, contribuyendo a su expansión y consolidación en la región.

Economía, religión y cultura azteca

La economía, religión y cultura de los aztecas fueron pilares fundamentales que sustentaron la grandeza de su civilización. La economía se basaba principalmente en la agricultura, con el maíz como cultivo principal, complementado por técnicas innovadoras como las chinampas. En el ámbito religioso, los aztecas eran politeístas, adorando a deidades como Huitzilopochtli, quien ocupaba un lugar central en su cosmovisión. La cultura azteca también se caracterizaba por su sofisticado sistema de escritura y su profundo respeto por la cuenta del tiempo, aspectos que influían en todos los aspectos de la vida cotidiana.

Desarrollo agrícola: maíz y chinampas

La agricultura fue la base de la economía azteca, con el maíz como su cultivo más importante. Los aztecas desarrollaron técnicas avanzadas para maximizar la producción agrícola, siendo las chinampas una de las más notables. Estas eran islas artificiales creadas en los lagos del Valle de México, que permitían un cultivo intensivo y eficiente al aprovechar los nutrientes del agua. Este sistema agrícola no solo garantizaba el suministro de alimentos para la creciente población, sino que también sostenía la expansión del imperio.

Las chinampas eran un ejemplo de la capacidad de los aztecas para adaptar su entorno a sus necesidades. Su construcción requería un profundo conocimiento del medio ambiente y una planificación cuidadosa. Este ingenioso método de cultivo fue fundamental para el éxito económico del Imperio de la Triple Alianza, permitiendo el sostenimiento de una población urbana densa y la acumulación de excedentes agrícolas que podían ser utilizados para el comercio o el tributo.

Religión politeísta y deidades centrales como Huitzilopochtli

La religión azteca era un complejo sistema politeísta en el que se adoraba a múltiples deidades, cada una con sus propios atributos y funciones. Huitzilopochtli, el dios de la guerra y el sol, era una de las deidades más importantes para los mexicas. Su culto estaba asociado con el poder militar y la expansión del imperio, y los rituales en su honor a menudo incluían sacrificios humanos, considerados esenciales para mantener el equilibrio del universo.

El Templo Mayor de México-Tenochtitlán, dedicado a Huitzilopochtli y Tláloc, el dios de la lluvia, era el centro de la vida religiosa azteca. Este imponente edificio no solo era un lugar de culto, sino también un símbolo del poder y la autoridad de los mexicas. Las ceremonias y rituales realizados en el Templo Mayor eran eventos de gran importancia política y social, que reforzaban la cohesión del imperio y la lealtad de sus súbditos.

Piedra de sol o calendario Azteca.
Piedra de sol o calendario Azteca. Imagen: INAH - Wikimedia Commons.

Importancia de la cuenta del tiempo en la vida cotidiana

La cuenta del tiempo desempeñaba un papel central en la cosmovisión azteca, influyendo en numerosos aspectos de la vida cotidiana y el gobierno. Los aztecas utilizaban un calendario solar de 365 días, llamado xiuhpohualli, y un calendario ritual de 260 días, conocido como tonalpohualli. Estos calendarios se entrelazaban en un ciclo de 52 años, llamado siglo azteca, que era considerado un periodo sagrado y de renovación.

El conocimiento y la interpretación de los ciclos temporales eran esenciales para la planificación de actividades agrícolas, ceremonias religiosas y eventos políticos. Los sacerdotes aztecas, expertos en la cuenta del tiempo, desempeñaban un papel crucial en la sociedad, asesorando a los gobernantes sobre los momentos propicios para la guerra, la siembra y otros asuntos de estado. Esta comprensión del tiempo como un ciclo repetitivo y sagrado reflejaba la profunda conexión de los aztecas con el cosmos y su percepción del mundo como un equilibrio dinámico.

Sistema de escritura y registro de saberes

El sistema de escritura azteca era un medio sofisticado para registrar y transmitir conocimientos. Utilizaban una combinación de pictogramas, ideogramas y glifos fonéticos para representar palabras y conceptos. Este sistema permitía a los aztecas documentar una amplia gama de información, desde registros históricos y religiosos hasta detalles administrativos como el tributo de las provincias.

Los códices aztecas, manuscritos elaborados en papel amate o piel de venado, son un testimonio de la habilidad de los escribas aztecas y su profundo conocimiento del mundo que les rodeaba. Estos documentos no solo eran herramientas de administración, sino también vehículos para la enseñanza y la preservación de la cultura azteca. A través de los códices, los aztecas podían transmitir su historia, tradiciones y creencias a las generaciones futuras, asegurando la continuidad de su legado cultural.

Continuidad cultural y legado tras la conquista

La conquista española en el siglo XVI marcó el fin del Imperio de la Triple Alianza, pero no significó la desaparición total de la cultura azteca. Muchos elementos de su legado perduraron, adaptándose a las nuevas circunstancias bajo el dominio colonial. La lengua náhuatl, por ejemplo, continuó siendo hablada por millones de personas y se mantuvo como un medio importante de comunicación y preservación cultural. Además, la historia y las tradiciones mexicas fueron registradas por cronistas indígenas y europeos, asegurando su transmisión a las generaciones futuras.

Preservación del náhuatl y la historia mexica

El náhuatl, la lengua franca del Imperio de la Triple Alianza, sobrevivió a la conquista y sigue siendo hablado en la actualidad por millones de personas en México. Su preservación fue facilitada por la labor de misioneros y cronistas que documentaron la lengua y la cultura azteca en escritos y diccionarios. Estos registros no solo ayudaron a mantener viva la lengua, sino que también sirvieron como una fuente invaluable de información sobre la historia y las tradiciones mexicas.

La historia de los mexicas fue cuidadosamente preservada por cronistas indígenas como Fernando de Alva Ixtlilxóchitl y mestizos como Diego Durán, quienes recogieron relatos orales y escritos de antiguos habitantes del imperio. Estos esfuerzos de preservación fueron fundamentales para la comprensión moderna de la civilización azteca y su legado cultural. A través de estos documentos, se ha podido reconstruir gran parte de la historia mexica, destacando su complejidad y riqueza cultural.

Idealización del pasado prehispánico en la colonia

Durante el periodo colonial, el pasado prehispánico fue objeto de idealización y reinterpretación por parte de los criollos, descendientes de europeos nacidos en América. Figuras como Carlos de Sigüenza y Góngora y Francisco Javier Clavijero jugaron un papel crucial en la construcción de una visión romántica del pasado azteca. A través de sus escritos, estos intelectuales buscaban reivindicar la grandeza de las civilizaciones indígenas y establecer un sentido de identidad y orgullo cultural en el Nuevo Mundo.

La idealización del pasado prehispánico no solo se limitó a la literatura, sino que también se manifestó en el arte y la arquitectura. Pinturas históricas y monumentos conmemorativos fueron creados para celebrar la herencia azteca y destacar su contribución a la cultura y la historia de México. Este proceso de reinterpretación y reivindicación del pasado prehispánico continuó en el siglo XIX y más allá, influyendo en la formación de la identidad nacional mexicana.

La transformación de México-Tenochtitlán en la Ciudad de México

La transformación de México-Tenochtitlán en la Ciudad de México es un ejemplo fascinante de continuidad y cambio tras la conquista. La ciudad, fundada por los mexicas en un islote del lago de Texcoco, se convirtió en la capital del Virreinato de la Nueva España y, posteriormente, en la capital del México independiente. Aunque gran parte de la arquitectura prehispánica fue destruida o enterrada bajo nuevas construcciones, la ciudad conservó su importancia como centro político, económico y cultural.

objetos de cobre prehispánicos en el Museo Regional de Chiapas.
Objetos de cobre prehispánicos en el Museo Regional de Chiapas. Imagen: Alejandro Linares García -Wikimedia Commons.

Relevancia histórica y arqueología urbana

La relevancia histórica de México-Tenochtitlán se ha mantenido a lo largo de los siglos, y su legado continúa siendo explorado y redescubierto a través de la arqueología urbana. Excavaciones en el centro histórico de la Ciudad de México han revelado vestigios de la antigua capital azteca, proporcionando valiosa información sobre la vida, la cultura y la organización de los mexicas. Estos hallazgos han permitido una comprensión más profunda de la civilización azteca y su impacto en la historia de México.

La arqueología urbana en la Ciudad de México ha sido fundamental para el estudio de la civilización azteca. Excavaciones como las del Templo Mayor han revelado artefactos, estructuras y restos humanos que ofrecen una visión única de la vida en México-Tenochtitlán antes de la llegada de los españoles. Estos descubrimientos no solo enriquecen nuestro conocimiento del pasado azteca, sino que también contribuyen a la preservación y valorización del patrimonio cultural de la ciudad.

Descubrimientos como el Templo Mayor

El descubrimiento y la excavación del Templo Mayor han sido uno de los logros más significativos de la arqueología en México. Situado en el corazón del centro histórico de la Ciudad de México, este templo fue el principal centro ceremonial de los mexicas y un símbolo de su poder religioso y político. Desde que comenzaron las excavaciones en 1978, el Templo Mayor ha revelado numerosos artefactos y estructuras que han proporcionado una comprensión más profunda de la religión, la cultura y la vida cotidiana de los aztecas.

El Templo Mayor no solo es un importante sitio arqueológico, sino también un símbolo de la resistencia y la continuidad del legado azteca en la historia de México. A través de su estudio, los arqueólogos han podido reconstruir aspectos clave de la civilización mexica, desde sus prácticas religiosas hasta su organización social. Los hallazgos en el Templo Mayor continúan enriqueciendo nuestro conocimiento del pasado azteca y destacando la importancia de la arqueología en la preservación del patrimonio cultural.

Referencias

  • León-Portilla, M. (2005). Aztecas-Mexicas: desarrollo de una civilización originaria. EDAF.
  • León-Portilla, M. (2021). Trece poetas del mundo azteca. Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de Investigaciones Históricas.
  • Graulich, M. (1999). Ritos aztecas Las fiestas de las veintenas. México INI, 1999.
  • Gillespie, S. D. (1993). Los reyes aztecas: la construcción del gobierno en la historia mexica (Vol. 40). Siglo XXI.

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