La educación en Esparta: así se formaban soldados de élite

La agoge se centraba en preparar a los ciudadanos para el combate.
La educación en Esparta: así se formaban soldados de élite

Ya en la Antigüedad existía la fama y admiración por el ejército de Esparta. Desde la época de la Grecia clásica se fue fraguando el mito de Esparta y sus invencibles guerreros, formados desde la cuna bajo una disciplina estricta para hacer de ellos los más resistentes y capaces de toda la Hélade. ¿Cómo era la vida de un espartano en este ambiente militarizado? ¿En qué consistía el sistema de educación en Esparta?

La agogé: el sistema educativo de Esparta

Examinación de recién nacidos: la selección desde el nacimiento

La educación espartana, conocida como agogé, comenzaba con un riguroso examen de los recién nacidos. Los funcionarios del Estado evaluaban a cada bebé para determinar si cumplía con los estándares físicos necesarios para convertirse en un futuro guerrero. Aquellos que presentaban malformaciones o debilidades eran descartados, aunque los relatos sobre el abandono en el monte Taigeto son más mito que realidad. Este proceso de selección era menos severo con las niñas, cuya principal función era la procreación de nuevos guerreros. La importancia de esta evaluación inicial radicaba en asegurar que solo los más aptos sobrevivieran para servir a Esparta.

Formación obligatoria y supervisada por el Estado

A partir de los siete años, los niños espartanos ingresaban en un sistema educativo obligatorio, estrictamente supervisado por el Estado. La agogé estaba diseñada para inculcar valores fundamentales como la obediencia, la disciplina y la resistencia. Los jóvenes eran agrupados en batallones, donde la figura del irene, un líder juvenil, guiaba su formación. Durante esta etapa, se les enseñaba a soportar condiciones de vida duras, como la escasez de alimento y la necesidad de caminar descalzos. El hurto era fomentado como una habilidad necesaria para la supervivencia, y los castigos por ser descubiertos eran severos, reforzando así la importancia del ingenio y la astucia.

Jóvenes espartanos en pleno entrenamiento. iStock.

Valores inculcados: obediencia, disciplina y resistencia

Lo que sabemos es, en gran medida, lo que se ha contado sobre ellos por otras fuentes externas a Esparta. Si la historia antigua ya es un ejercicio constante de leyenda, mito y realidad, en el caso de Esparta estamos ante el paradigma de cómo la historia y el mito pueden fundirse hasta ser uno solo. La educación en Esparta no es una excepción. Teniendo esto presente (conviene tenerlo siempre que se lee historia), procedemos a contar cómo era la intensa vida de aquellos que nacieron espartanos.

La vida austera de los jóvenes espartanos

Esparta era un estado militarizado. La guerra lo articulaba todo. El Estado se encargaba de inculcar un sentimiento patrio entre sus ciudadanos para que antepusieran las necesidades de la comunidad a las suyas propias. Y esto se lograba con una férrea educación desde el momento en el que salían del vientre de su madre. Los espartanos, los ciudadanos libres, dedicaban su vida al completo a los asuntos públicos del Estado y a la guerra. El trabajo y demás ocupaciones necesarias eran cosa de las mujeres y, sobre todo, de los ilotas, los esclavos bajo control espartano.

La educación en Esparta es conocida por el término agogé, un programa obligatorio para todo espartano y supervisado por el Estado. Los recién nacidos eran examinados por unos funcionarios y, si tenían alguna malformación o característica que le impidiera ser un guerrero de élite, eran descartados. Se suele leer que eran abandonados o arrojados en el monte Taigeto, pero hoy día sabemos que no, los espartanos no mataban a los bebés con defectos físicos.

Parece ser que este examen era menos estricto con las mujeres, pues la función principal de las espartanas únicamente consistía en parir guerreros. Estaban obligadas a mantenerse saludables y en forma para que sus retoños nacieran sanos y fuertes. Los niños permanecían en casa hasta los 7 años. A partir de entonces pasaban a vivir con otros niños y formaban grupos en los que empezaban su adiestramiento.

Resistir hasta la muerte

Jugaban desnudos y corrían descalzos, si acaso con un manto para todo el año. La supervivencia y el ingenio se fomentaban a latigazos. Recibían la comida racionada y si tenían hambre que robasen. A los que pillaban se castigaba severamente, no por robar sino por ser pillados. Plutarco fue un admirador de Esparta y ayudó a fomentar su mito. Cuenta una anécdota en la que:

“Un muchacho había robado un cachorro de zorra y lo llevaba escondido bajo su manto. Para no ser descubierto, dejó que el animal le arañara con sus uñas y le mordiera con sus dientes en el vientre. Resistió el dolor a pie firme, sin proferir una palabra de dolor hasta morir”.

Castigos y pruebas: la competición de diamastígosis

Además, tenían una curiosa competición que llegó a convertirse en atracción turística para los romanos una vez conquistada Grecia. Se llamaba diamastígosis, es decir, “flagelación”. Cada año tenía lugar este rito frente al templo de Artemis Ortia, en el que los jóvenes debían coger unos quesos colocados en el altar mientras que los adultos trataban de impedirlo con el uso de látigos. La capacidad de soportar el dolor sin quejarse era vista como una virtud esencial, simbolizando la resistencia y el sacrificio que se esperaba de un guerrero espartano. Historias como la del muchacho que prefirió morir antes que ser descubierto robando un cachorro de zorra son ejemplos del grado de fortaleza y autocontrol que se inculcaba.

A Licurgo, el legislador de Esparta, se le atribuye la creación del programa educativo. Wikimedia.

La vida militar: desde los 20 hasta los 60 años

La educación en Esparta presentaba un modelo totalmente opuesto a los que hemos podido conocer hoy en día. La primacía de la carrera militar condicionaba la trayectoria vital del individuo, que estaría siempre orientado a la guerra y a su máximo rendimiento como combatiente.

El papel de los "temblones" y el desprecio social

La siguiente etapa estaba comprendida entre los 20 y los 30 años. Debían incorporarse al ejército, del que formarían parte hasta los 60 años. A partir de los 30 eran considerados ciudadanos de pleno derecho y podían formar una familia. Para entonces debían haber entrado en alguna “mesa común”, una syssitía: un grupo de unos quince comensales que aportaban viandas y comían juntos para fomentar la camaradería y la solidaridad.

¿Y qué pasaba con aquellos que no demostraban aptitudes para la guerra? Eran unos “temblones”. Unos cobardes humillados en público y despreciados por su familia. Pagaban un impuesto de soltería, pues ninguna mujer los querría como marido y, en definitiva, el poeta Tirteo resumió sus vidas en pocas palabras:

Cicerón denunciando a Catilina, fresco de Cesare Maccari (1880; Palazzo Madama, Roma). Foto: Getty.

Respeto a los ancianos: un valor fundamental

Cicerón también demostró su admiración por Esparta cuando expresó que “Lacedemonia era el más honroso domicilio para la vejez”. Y, efectivamente, muchas fuentes dejan claro que los espartanos sentían un inmenso respeto por los ancianos. Visto el tipo de vida que llevaron no es de extrañar, pues casi debió ser un milagro llegar a viejo en Esparta, cuando se habría demostrado durante décadas el valor y la pasta de la que estaban hechos los guerreros más famosos del mundo.

El papel de las mujeres espartanas

Como en el resto del mundo griego antiguo, la mujer estaba relegada a un plano totalmente secundario. Al no participar en las contiendas, la educación en Esparta no contemplaba si quiera a las mujeres, cuyo rol se limitaba a la procreación de nuevos soldados.

La importancia de la salud y la procreación de guerreros

Las mujeres espartanas desempeñaban un papel crucial en la perpetuación de la sociedad militar. Su principal responsabilidad era dar a luz a futuros guerreros, y para ello debían mantenerse en excelente estado físico. Participaban en actividades deportivas y seguían una dieta balanceada para asegurar que sus hijos nacieran fuertes y saludables. Aunque no participaban directamente en la guerra, su contribución era esencial para la continuidad de la cultura espartana, donde la salud y la procreación eran vistas como deberes patrióticos.

Comparativa con otras culturas griegas

Esparta destacó, en varios de sus aspectos (entre ellos este modelo de educación), por ser una sociedad fuertemente militarizada, donde la preparación para la guerra tenía mucha más importancia que otros ámbitos como el filosófico o cultural.

Influencia cultural en la época arcaica

Durante la época arcaica, Esparta no estaba completamente aislada de las influencias culturales externas. Poetas y artistas visitaban la región, aportando un enriquecimiento cultural que, aunque limitado, dejó huella en la sociedad espartana. Sin embargo, la prioridad siempre fue la preparación militar, y cualquier influencia externa se adaptaba a este objetivo. La cultura espartana se diferenciaba de otras polis griegas por su enfoque casi exclusivo en la guerra y el servicio al Estado, lo que contrastaba con el florecimiento artístico y filosófico de lugares como Atenas.

La progresiva pérdida cultural en la oligarquía

Con el tiempo, Esparta experimentó una pérdida progresiva de su nivel cultural, especialmente con el establecimiento de la oligarquía. Los éforos, líderes políticos y militares, absorbieron gran parte del poder educativo, reforzando el enfoque militarista y reduciendo la apertura a influencias externas. Esta evolución hacia una sociedad más cerrada y austera contribuyó a la pérdida de diversidad cultural, consolidando a Esparta como una potencia militar, pero limitando su desarrollo en otras áreas del conocimiento y el arte.

Referencias:

  • Fornis, C. 2019. El mito de Esparta. Alianza.
  • Murcia Ortuño, J. 2007. De banquetes y batallas. La antigua Grecia a través de su historia y de sus anécdotas. Alianza.
  • Ollero de Landáburu, G. 2019. Breve historia de la vida cotidiana de la Grecia clásica. Nowtilus.

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