El cuerpo momificado del joven faraón sigue estando depositado allí donde fue elegida su morada eterna. Así lo decidió Carter; todo su tesoro fue extraído y depositado en diversos museos, pero su cuerpo sigue reposando en la tumba. Quien haya entrado en la denominada KV62 del Valle de los Reyes habrá contemplado la momia cubierta por una fina sábana de lino blanco bajo una pequeña urna de cristal. Mucho se ha especulado y escrito sobre su muerte, acaecida hacia el año 1325 a.C. Sin duda, se trata de la momia egipcia a la que más estudios médicos se le han practicado: su cuerpo ha sido sometido a numerosos análisis clínicos y antropológicos, diversas radiografías, análisis de ADN, tomografías y escaneos.
El afortunado descubrimiento de Howard Carter
Tutankhamon fue hallado intacto dentro de sus sarcófagos y Carter tardó tres años desde su descubrimiento hasta que pudo desenvolver la momia, mirarla al rostro y examinarla. Llegó a escribir: “No me avergüenza confesar que al mirarlo se me hizo un nudo en la garganta”. El proceso de exploración del cuerpo parece ser que no fue meticuloso y con suficiente rigor científico (se destrozó el cuerpo, amputándole todos los miembros y practicándole diversas incisiones).
Aún hoy en día los especialistas no se ponen de acuerdo sobre las numerosas heridas que presenta la momia: no se sabe con certeza qué heridas fueron realizadas en el proceso de embalsamamiento hace 3.300 años y cuáles practicadas por el equipo de Carter.

El primer análisis o autopsia que se realizó –por el equipo de Carter, en 1925– dictaminó que el faraón tenía una estatura de 1,67 m. Sobre la base de la estructura ósea, se calculó que murió a una edad entre los 17 y los 19 años, aunque posteriormente el estudio de las muelas del juicio confirmó que la edad de su muerte fueron los 19 años. En ese primer análisis, asimismo, se concluyó que el joven rey había muerto por diversos traumatismos.
Las teorías en torno a la muerte de Tutankhamon: un enigma sin resolver
En 1968 y, posteriormente, en 1978, se le hicieron a la momia varias radiografías con equipos portátiles dentro de la tumba, por lo que la calidad no fue la más adecuada, con lo que se despertaron las discusiones sobre las causas de la muerte. Las teorías han ido desde el asesinato por un golpe en la cabeza hasta enfermedades congénitas e infecciosas, pasando por un accidente de carro o el envenenamiento.
En el año 2005, se le hizo un examen riguroso a través de una tomografía computerizada (TAC), que permitió reconstruir una imagen tridimensional de todo el cuerpo. Fue el famoso egiptólogo Zahi Hawass quien dirigió toda la operación y contó con un acreditado equipo de especialistas. De las conclusiones de ese estudio se desprende que Tutankhamon murió por diversas causas, no por una en concreto, sino por un cúmulo de diversas circunstancias y patologías. Por un lado, se señaló que el cuerpo presentaba una fractura abierta por encima de la rodilla izquierda. Quizás un accidente le provocó esa lesión que pudo llegar a ser mortal. En aquella época, una hemorragia o una infección grave podían suponer una muerte segura.
Se ha especulado también sobre el embalsamamiento de la momia; muchos especialistas indican que no se realizó correctamente, como marcaban los cánones clásicos. De hecho, su momia es una de las peor conservadas de toda su dinastía. Ello tal vez se debió a que muriera lejos de Tebas, en una batalla, una incursión o una cacería, y, debido a la premura del tiempo, no pudo realizarse un embalsamamiento correcto. Este hecho vendría a confirmar que su muerte fue sobrevenida, y de ahí los fallos que se han detectado en el proceso de momificación, ya que seguramente los encargados de cuidar de su cuerpo hasta el entierro definitivo no eran expertos.

Endogamia faraónica: un problema milenario
La momia también presenta numerosas fracturas óseas y lesiones en las partes blandas, lo que hace muy difícil atribuir su muerte a una causa concreta solo en base a las imágenes del TAC. No queda claro si estas lesiones pudieron haberse producido –como se ha dicho– por un accidente de carro, durante el proceso de embalsamamiento o si fueron posteriores a la muerte del faraón, o incluso producidas por el equipo de Carter. Una de las cosas que llama mucho la atención es que la momia no tiene el corazón, órgano importante y fundamental para llegar al Más Allá en el Antiguo Egipto.
También, como Tutankhamon, desde su nacimiento, presentó graves problemas y enfermedades congénitas debido a la fuerte endogamia de la familia real en la Dinastía XVIII, más de 250 años de matrimonios incestuosos ocasionaron una fatídica huella genética. Se afirma que sus padres, Akhenaton y la princesa Kiya, eran hermanos, lo que supuso sin duda una herencia genética muy debilitada, provocando que el joven faraón sufriera malformaciones gravísimas desde su nacimiento. Se le han diagnosticado labio leporino y deformaciones importantes en los pies, pruebas de lo cual son los más de 130 bastones localizados en el interior de su tumba. Los análisis de ADN revelaron también que el joven faraón padecía malaria, lo cual revela una imagen muy frágil y débil del monarca egipcio.
Los exámenes realizados en 2005 son los más completos efectuados hasta ahora al cuerpo del joven faraón y, aunque aportaron muchos e importantes datos, no pudieron dar un dictamen concluyente sobre la causa de la muerte. El diagnóstico médico que por ahora tenemos es que murió de necrosis ósea complicada por una infección severa de malaria. El misterio sigue vivo.