Un pueblo español, tres mentiras. Viajamos hasta los verdes paisajes del norte de España, concretamente a Cantabria, parra toparnos con un pueblo con muchísimo encanto que cuenta incluso con un apodo muy particular. Se trata de Santillana del Mar y se hace referencia a este lugar como el pueblo o villa de las tres mentiras. ¿Sabes por qué?

Santillana del Mar es un pueblo medieval que el tiempo parece haber olvidado. Afortunadamente, sus calles adoquinadas siguen decoradas con una arquitectura bien conservada, que incluye palacios renacentistas, iglesias antiguas y casas de piedra adornadas con escudos heráldicos. No es de extrañar que esté catalogado como uno de los pueblos más bonitos de España (de hecho, así lo anotó el filósofo existencialista francés Jean-Paul Sartre a su visita).
Se cree que el nombre de la localidad cántabra deriva de 'Santa Juliana' (o 'Santa Illana' en la lengua vernácula local), cuyos restos reposan en la Colegiata de Santillana del Mar, una joya románica y pieza central del patrimonio arquitectónico y espiritual de este municipio de apenas 4.000 habitantes (aunque se llena de vida durante todo el año debido a su llamativo histórico y a su intensa actividad cultural).
Las tres mentiras
¿Y cuáles son esas tres mentiras adosadas a esta bonita población? Pues resulta que ni es santa, ni es llana ni tiene mar. Desentrañamos estas mentiras una a una que hacen referencia al propio nombre de la localidad, Santillana del Mar:
Santi (Santa): Si bien la ciudad lleva el nombre de una santa, Santa Juliana, a quien está dedicada la Colegiata, como hemos comentado unas líneas más arriba, no hay evidencia que sugiera que la ciudad en sí sea particularmente más santa que cualquier otra. Así las cosas, la referencia a "Santa" en su nombre, es más bien una dedicatoria a la propia Santa Juliana.

Llana (Llano): Cualquiera que haya caminado por las calles de Santillana del Mar puede dar fe de que el pueblo no es precisamente un páramo llano. En cambio, se caracteriza por un terreno ondulado, con calles que suben y bajan, dejando una esencia más de encantador laberinto que de lugar plano. Así que la segunda mentira queda desvelada también.
Del Mar (Del Mar): A pesar de su nombre, Santillana del Mar no se encuentra en la costa. De hecho, la playa más cercana se encuentra a varios kilómetros de distancia. La conexión de la ciudad con el mar es más histórica y cultural que geográfica, ligada a las tradiciones marítimas y al comercio que alguna vez fluyó a través de la región.
Lejos de ser una serie de falsedades, el apodo es una celebración del humor de Santillana del Mar, un carácter que sigue encantando a todos los que deambulan por sus antiguas calles.
A pesar de que su nombre no posea estos atributos, Santillana del Mar cuenta con muchos otros que merece la pena destacar, como:

Las cuevas de Altamira
Aparte de de sus colegiatas, palacios y preciosas calles, este pueblo del norte también ostenta el honor de contar con la sede del nacimiento del arte rupestre europeo: las cuevas de Altamira. Esta maravilla subterránea que ha cautivado la imaginación de historiadores, arqueólogos y amantes del arte por igual, también denominado "Capilla Sixtina del Arte Paleolítico", ofrece una colección de pinturas rupestres de entre 14.000 y 20.000 años de antigüedad, que fueron creadas durante el período Magdaleniense del Paleolítico superior y que destacan por su uso del color, la perspectiva y los detalles, evidenciando que nuestros ancestros sí que eran capaces de comportamientos de expresión complejos.

Las Cuevas de Altamira fueron descubiertas en 1879 por Marcelino Sanz de Sautuola, un noble local y arqueólogo aficionado, cuando su pequeña hija, María, se dio cuenta de las intrincadas pinturas que había en el techo de la cueva. Inicialmente recibidas con escepticismo por parte de la comunidad científica, la autenticidad de las pinturas tuvo que esperar hasta principios del siglo XX. Desde entonces, las pinturas rupestres de Altamira han sido parte integral de nuestra comprensión de los humanos del Paleolítico y su capacidad de expresión artística.
Debido a la delicada naturaleza de las cuevas y la amenaza de daños por exposición a la luz, la humedad y la presencia humana, en la actualidad solo cinco personas cada semana pueden visitar la Cueva de Altamira, lo que supone un total de 260 personas al año.

Referencias:
- Parga-Dans, E., González, P., & Enríquez, R. (2020). The social value of heritage: Balancing the promotion-preservation relationship in the Altamira World Heritage Site, Spain. Journal of Destination Marketing and Management, 18, 100499. https://doi.org/10.1016/J.JDMM.2020.100499.
- Garate, D., Intxaurbe, I., & Moreno-García, J. (2020). Establishing a predictive model for rock art surveying: The case of Palaeolithic caves in Northern Spain. Journal of Anthropological Archaeology, 60, 101231. https://doi.org/10.1016/J.JAA.2020.101231.
- González, S. (2012). La tumba del obispo Pelayo de Oviedo en Santillana del Mar. Las razones de una elección funeraria. Sport Psychologist, 179-190. https://doi.org/10.17811/TSP.0.2012.%P.