Sword y Gold, los desembarcos británicos del Día D

Durante la planificación del desembarco de Normandía, a las fuerzas británicas les fue encomendado el ataque sobre las playas de Sword, importante por su cercanía con la ciudad de Caen, y Gold, de difícil acceso por sus altos acantilados
Ejército británico desembarca en Gold

Si bien el 6 de junio de 1944 el comandante supremo aliado era Dwight D. Eisenhower, americano, el responsable máximo de la aviación aliada era inglés: Arthur Tedder. Como también lo eran Bertram Ramsay, al mando de la flota; Trafford Leigh Mallory, comandante en jefe de las fuerzas aéreas, y Bernard Montgomery, principal arquitecto de la operación Overlord y a cargo de todas las fuerzas terrestres. 

Altos cargos aliados en 1944: Arthur Tedder, Dwight D. Eisenhower y Bernard Montgomery, Omar Bradley, Bertram Ramsay, Trafford Leigh-Mallory y Walter Bedell Smith. Foto: Getty.

Otro británico que hubiese querido estar el día del desembarco en las playas normandas, o al menos cerca de ellas, era el primer ministro Winston Churchill. Y hubo de ser el propio Jorge VI quien le rogase encarecidamente renunciar a tan descabellada idea. Intentó disuadirle mediante una carta datada cuatro días antes del Día D: “Considere mi posición. Soy un hombre más joven que usted, soy marinero y, como rey, jefe de los tres servicios, nada me gustaría más que ir al mar, pero he aceptado quedarme en casa. ¿Es justo que haga exactamente lo que me hubiera gustado hacer?” […] “…si el rey no puede hacer esto, no me parece correcto que su primer ministro ocupe su lugar”. Parece que sus argumentos surtieron efecto y Churchill permaneció en Inglaterra.

En cuanto a los vehículos y materiales involucrados en el desembarco, de los 1.200 buques de guerra, casi 900 eran británicos, así como más de 3.200 de las 4.100 lanchas y dos tercios de los aviones utilizados.

Además de los dirigentes de la nación, de los altos mandos y del inmenso material aportado, Gran Bretaña colaboró con aproximadamente 54.000 soldados distribuidos en las playas de Gold y de Sword. Unos pocos han pasado a la historia, la mayoría no, pero todos ellos contribuyeron de alguna manera al gran éxito aliado del Día D.

Miembros de la Home Guard en el desfile que puso fin a la War Weapons Week de Bracknell el 25 de mayo de 1941. Foto: Getty.

Los primeros combates de la mítica jornada se vieron durante la operación Pegasus, la toma de dos pequeños puentes sobre sendos cursos de agua en el flanco este de la playa de Sword, la más oriental de las dos asignadas a los británicos. Fue un exitoso “coup de main”, un ataque inesperado esencial para asegurar el flanco izquierdo de la invasión y proteger la playa de las fuerzas acorazadas germanas. La operación Overlord podía continuar…

Los franceses primero

El general Charles de Gaulle, líder de la llamada Francia Libre, no fue informado de la operación Overlord hasta el 4 de junio. Y para entonces, el presidente estadounidense, Eisenhower, se limitó a contarle sus planes e informarle de que el día en cuestión él mismo se dirigiría a los franceses. “¿Usted? ¿Para decir qué?”, le respondió molesto. Como no podía ser de otro modo, la tarde del día 6 De Gaulle habló por radio a sus compatriotas y el 14 se presentaría en Bayeux, la primera ciudad liberada, donde recibió una calurosa bienvenida. Y contra la opinión de los aliados, mandaría al general Leclerc a liberar París. Estaba en juego el orgullo patrio

Charles de Gaulle camina por las calles de la ciudad de Bayeux después de la ocupación alemana. Foto: Getty.

El Día D, las desavenencias entre Francia y los aliados se encontraban en su punto álgido. Tres días antes, De Gaulle se había puesto a cargo del Gobierno provisional de la República francesa que sustituía al Comité Francés de Liberación Nacional. Con dicho cambio frenaba la intención de colocar a Francia bajo administración militar aliada.

Pese a la tensión entre países, los británicos dejaron que un puñado de franceses desembarcaran junto a ellos –en realidad, antes– en la segunda playa que les habían asignado: Sword, la más oriental de todas. Sumaban solo 177 hombres, dos compañías de los “boinas verdes” británicos entre cinco divisiones de infantería y tres aerotransportadas, pero fueron los únicos franceses que desembarcaron el Día D. Casi todos eran de Bretaña y pertenecían al Comando Kieffer, nombre del capitán de fragata que los dirigía, Philippe Kieffer, ejemplo de constancia y experiencia. Cuando propuso la creación de un comando galo a los ingleses, estos se habían mostrado en principio reacios, pero les convenció de la importancia de contar con soldados que conociesen el terreno y hablaran el idioma.

A las 7:21 del día 6, las dos barcazas de los franceses alcanzaron la playa. Sus camaradas les cedieron el paso concediéndoles así el honor de ser los primeros en pisar su propio país. Pese a todo, serían marginados en el relato de los hechos porque formaban parte de las tropas británicas.

Sword. Con dos minutos de retraso

En el extremo este, a cinco kilómetros de la costa de Juno, entre Saint-Aubin y Ouistreham, se extendía la playa a la que se llamó Sword. Junto con el pequeño grupo de franceses, allí estaban destinados la 3ª División de Infantería inglesa y algunos grupos de comandos. Su objetivo principal era conquistar la ciudad de Caen y unirse a las tropas aerotransportadas en el interior.

Panorámica general de la ciudad de Caen. Foto: Shutterstock.

Según el plan trazado, primero pisaron la arena los carros de combate, para destruir campos de minas y apoyar a la infantería. El general Percy Hobart había diseñado especialmente para la ocasión unos curiosos vehículos “tuneados” de las formas más increíbles: “los Funnies (‘divertidos’) de Hobart”, unos ingenios de apariencia extravagante que resultaron bastante prácticos.

En el momento adecuado debía aparecer la 3ª División de Infantería, cuya 8ª Brigada establecería una cabeza de playa. Y a continuación, la 85ª Brigada alcanzaría Caen y la 9ª protegería el flanco derecho. Finalmente, los comandos de Simon Freser, conocido como lord Lovat, tomarían Ouistreham y se unirían a los soldados aerotransportados en el puente Pegasus. A la media hora de la llegada de los comandos, la playa estaba conquistada. A cambio de numerosas bajas, eso sí.

Los soldados galos se dirigieron a toda prisa al interior, hacia Ouistreham, cuyo casino, convertido por los nazis en una verdadera fortaleza, tenían órdenes de tomar. Para las 11:20 lo habían logrado, aunque habían perdido casi el 30% de los hombres. Los supervivientes se unieron a Lovat, que estaba ya en el puente Pegasus, el gran objetivo de la avanzadilla británica, y debía ir hacia Bénouville para unirse a los paracaidistas de la 6ª División Aerotransportada.

Puente Pegasus, en junio de 1944, situado sobre el canal de Caen. Foto: ASC.

Una vez liberado Ouistreham mediante sangrientos combates en las calles, la columna continuó avanzando pese a la presión de los francotiradores alemanes y consiguió cruzar el río Orne. Pasaban unos minutos de la 01:00 cuando la misión se dio por finalizada. No habían podido capturar Caen, que sería un punto esencial de la lucha durante las semanas posteriores, pero sí unirse a los paracaidistas. El teniente Tod Sweeney recibió a Lovat visiblemente satisfecho: “¡Estoy sumamente contento de verte, viejo!”. A lo que el escocés respondió: “Yo también estoy muy contento, amigo mío. Siento haberme retrasado dos minutos y medio”. Una muestra de humor británico, más bien escocés.

La medianoche del día 6, cerca de 29.000 soldados británicos habían llegado a la playa de Sword.

Gold y el envío de suministros

Después de que la 3ª División de Infantería canadiense pisara la playa de Juno y se dirigiera hacia el interior, les tocó el turno a los británicos en la playa de Gold. Debía evitarse que los alemanes flanqueasen las de Omaha y Juno. Para tal cometido, el mariscal Montgomery escogió a la 50ª División de Infantería de Northumbria, formada por veteranos a los que acompañarían miembros del 47º Comando de los Reales Infantes de la Marina.

El Ejército británico desembarca en la playa de Gold el 16 de junio de 1944. Foto: Getty.

La gran dificultad de Gold radicaba en los acantilados que se levantaban aparentemente infranqueables a lo largo de la mayor parte de la playa. El ataque se iba a concentrar entre las poblaciones de Asnelles-sur-Mer y La Rivière y el objetivo principal era la localidad de Arromanches. Y lo era porque se pretendía instalar allí un puerto artificial desde el que enviar refuerzos y material al norte de Francia.

Los aliados tenían claro que la invasión requería grandes cantidades de armas y municiones, combustible, comida, instrumental sanitario... Para llevar todo esto a tierra necesitaban un puerto con suficiente profundidad para anclar grandes buques sin que la marea les afectase. Pero en Normandía solo había dos que cumpliesen los requisitos, Le Havre y Cherburgo, ambos en manos alemanas y muy alejados de la zona de desembarco. Solo había una solución: crear puertos artificiales móviles que pudieran montarse con rapidez en la misma zona del desembarco. Lord Mountbatten, un reconocido marino, dirigió la operación. Se construyeron dos puertos (Mulberries), uno Vierville-Saint-Laurent, en Omaha, en el sector americano, y el otro en Arromanches, en Gold, en el británico.

Retrato de lord Louis Mountbatten. Foto: Getty.

Las obras en Arromanches empezaron al día siguiente del Día D. Participaron unos 400.000 soldados y 500.000 vehículos, y fueron necesarios cuatro millones de toneladas de material. Algunos bloques de hormigón tenían una altura equivalente a un edificio de seis pisos. Hasta los elementos de mayor tamaño, que llegaban a pesar 6.000 toneladas, flotaban. La estructura incluía plataformas de descarga y muelles para los ferris, a partir de los cuales se construyeron carreteras flotantes que llegaban hasta la playa.

Mientras que el puerto de Omaha fue destruido por una tormenta el 19 de junio, el de Gold estuvo operativo desde principios de julio durante más de un mes y demostró su importancia estratégica. Se descargaron cerca de mil toneladas de materiales al día.

Entre acantilados, cañones y ametralladoras

Con el fin de eludir los acantilados, en Gold desembarcarían en dos sectores al este de Arromanches: Jig y King. Del primero se encargaría la 231ª Brigada, a la que se sumaría el 47º Comando de los Reales Infantes de la Marina, que protagonizó una memorable actuación. Debían avanzar a toda prisa hacia el interior, rodear las posiciones enemigas y tomar la ciudad y el puerto de Port-en-Bessin. Y para acelerar el proceso, se les prohibió abrir fuego hasta llegar a su destino. Era necesario enlazar lo antes posible con los americanos en Omaha. Al otro sector, King, se destinó la 69ª Brigada que al final del día debía haber conquistado la ciudad de Bayeaux, a unos quince kilómetros de la costa.

La operación empezó a las 03:00. Dos horas y media más tarde, los soldados empezaron a abandonar las barcazas. En Jig, las cosas se complicaron para la 231ª Brigada. Además de tener solo 800 metros de terreno para desembarcar, los miembros 1er Batallón del Regimiento Real de Hampshire se toparon con un montón de minas, ametralladoras y morteros y debían hacerse sí o sí con el pueblo de Le Hamel que los nazis habían convertido en un fortín con una excelente posición. Tomarlo suponía un verdadero desafío y costó sudor y lágrimas tanto al 1er Batallón el Regimiento Real de Hampshire como al 1er Batallón del Regimiento Real de Dorsetshire. 

7º Batallón de Green Howards durante un ejercicio en las dunas en Sandbanks, cerca de Poole, Inglaterra, el 31 de julio de 1940. Foto: Getty.

El primer movimiento fue intentar avanzar para aplacar la artillería germana, pero el intenso fuego de ametralladora y la gran cantidad de minas que los rodeaban lo hicieron imposible. Concluyeron que seguir atacando desde el frente era inútil, de modo que realizaron un movimiento de flanqueo que no resultó fácil pero sí eficaz. Los más perjudicados fueron los carros de combate a los que alcanzaba el fuego de un cañón de 75 milímetros. Varios de ellos terminaron hechos pedazos. Las pérdidas humanas fueron asimismo importantes. Pero finalmente, pasadas las 16:00, los enemigos se habían rendido y los invasores declararon que la playa de Gold era segura.

En King, los alemanes opusieron mucha menos resistencia, así que el desembarco transcurrió sin mayores problemas. Eso sí, en La Rivière los carros de combate británicos recibieron la mortífera artillería de un cañón de 88 milímetros. Y hay que tener en cuenta que los blindados prendían con bastante facilidad. Pese a todo, poco a poco, la infantería pudo ir avanzando.

Tuvieron para tomar tierra los miembros del 47º Comando de los Reales Infantes de la Marina. El intenso fuego y el mal estado del mar fueron las principales dificultades a superar. Cuatro barcazas saltaron por los aires al chocar contra los bautizados como “espárragos de Rommel”, peligrosos troncos de madera con explosivos en la punta.

Una vez sobre la arena, el tiempo apremiaba. Al caer la noche no habían cumplido el objetivo fijado, pero lo retomaron a la mañana siguiente. Como recogen Pere Cardona y Manuel P. Villatoro en Lo que nunca te han contado del Día D: “Lo que no sabían es que allí (en Port-en-Bessin) les esperaban dos temibles barcos Flak alemanes y dos fortificaciones de hormigón defendidas por ametralladoras, minas y lanzallamas ocultos”. Una desagradable sorpresa que les pasó factura. Numerosos soldados británicos perecieron mientras intentaban trepar por las colinas. Y, por si fuera poco, los alemanes estaban preparados para contraatacar y cortar su retirada. 

Pequeña casamata de hormigón armado con huecos para ametralladoras. Foto: ASC.

La situación se tornó desesperada. Parecía no haber salida, hasta que el capitán Terence Frederick Cousins y un pequeño grupo de hombres cargaron contra los búnqueres durante la noche. Cousins murió como un héroe, pues durante la acción lo alcanzó una granada, pero su decisión y su arrojo sirvieron de ejemplo a sus hombres. Los enclaves germanos pasaron a manos británicas a medianoche y el día siguiente, el 8, se hicieron con el puerto. “La acción costó a los comandos cuarenta y ocho muertos y setenta heridos; estos se sumaron a las bajas que se sufrieron en Gold (unas seiscientas treinta). No obstante, al final del 6 de junio, el Ejército británico había desembarcado a unos veinticinco mil hombres en la playa, había enlazado con sus colegas canadienses en Juno y había capturado la localidad de Arromanches. Bayeux se conquistó en la mañana siguiente”, recuerdan Cardona y Villatoro.

La misma tarde del día 6, Churchill informaba a Stalin: “Todo ha comenzado bien. Se han superado la mayor parte de las minas, los obstáculos y las baterías terrestres. Los aterrizajes de paracaidistas salieron muy bien y a gran escala. Los desembarcos de la infantería se están llevando a cabo con rapidez y ya hay en tierra muchos carros de combate y piezas de artillería autopropulsadas. El pronóstico meteorológico es de moderado a bueno”, apuntó en sus memorias.

* Este artículo fue originalmente publicado en la edición impresa de Muy Historia.

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