El principal grupo de la Resistencia austríaca contra el nacionalsocialismo alemán fue el O5, nombre en el que el 5 correspondía a la quinta letra del alfabeto, la E (OE es el dígrafo de Ö, primera letra de Österreich o Austria en alemán). Se formó después de que los grupos comunistas y socialistas hubieran sido desmantelados por la Gestapo.
Por ello, optaron por unir sus fuerzas a las de otros para constituir un único movimiento que no dependiera de ningún partido, un frente común que luchara por una Austria libre más allá de las ideologías. Así, fue promovido también por fuerzas conservadoras y en él tomaron parte miembros de las clases altas.

A diferencia de otros grupos de resistencia antinazi en el seno del Tercer Reich (al que Austria había sido anexionada el 12 de marzo de 1938 como una provincia más mediante el Anschluss, “unión” en alemán), que abogaban por que, finalizada la contienda, el país siguiera perteneciendo a Alemania, el O5 adoptó la postura contraria.
Pese a sus limitaciones, sabían lo que hacían, por la experiencia previa de la guerra civil austríaca de 1934, que enfrentó a las izquierdas contra el Gobierno fascista de Austria; como apunta el historiador Donny Gluckstein en La otra historia de la Segunda Guerra Mundial, “incluso antes que España, Austria presenció las primeras escaramuzas de la guerra popular cuando, en 1934, la clase trabajadora, en Viena, se rebeló contra la dictadura fascista”. Perdieron, pero su lucha tuvo una gran repercusión; Austria carecía de Gobierno en el exilio y surgió una especie de guerra ciudadana contra el fascismo, protagonizada por una minoría.

Fuerzas desiguales
La Resistencia austríaca anterior al O5 resultaba débil y estaba fragmentada. En sus filas había fascistas y monárquicos que tramaban planes a espaldas de la izquierda. Probablemente, sólo los partisanos de la provincia de Carintia supusieron un problema real para los nazis. Por otro lado, las fuerzas de estos eran muy superiores. Según recoge Gluckstein, antes del Anschluss había unos 100.000 nazis en Austria; en 1945, eran 700.000. En ese mismo período fueron asesinados alrededor de 5.000 resistentes y se detuvo a 100.000. Cuando la guerra daba sus últimos coletazos, el O5 participó en una de sus batallas más singulares: la defensa del Castillo de Itter.
Una oportuna intervención
Esta fortaleza del Tirol se había convertido en una “prisión VIP” para soldados franceses. El 5 de mayo de 1945, cinco días después de que Hitler se suicidase, los americanos la liberaron. Y, cuando las Waffen-SS intentaron reconquistarla y ejecutar a los prisioneros, se les opusieron miembros de la Resistencia. Los nazis estaban ante la puerta principal listos para dar el golpe de gracia, pero tras ellos se situó oportunamente una unidad de resistentes austríacos que abortó el asalto.
En recuerdo del papel de la Resistencia, el símbolo “O5” se exhibiría en algunos edificios. Puede verse en la escena final del film El tercer hombre (1949) y en la pared de la catedral de San Esteban, en Viena, donde aún permanece.
Carl Szokoll, el salvador de Viena
Fue uno de los oficiales que intentaron matar a Hitler en julio de 1943, y uno de los pocos implicados que se libraron de las gravísimas represalias tras el magnicidio frustrado. Durante los últimos meses de la guerra, sirvió en la Wehrmacht como comandante y, a comienzos de 1945, se involucró en la Resistencia austríaca, aliándose con el O5 y tejiendo una red de oficiales dispuestos a contactar con el Ejército Rojo. El objetivo era conseguir que Viena fuese declarada ciudad abierta, es decir, entregarla pacíficamente y evitar que resultase destruida como tantas otras del Reich.

Aunque en un primer momento el plan funcionó, la conspiración fue descubierta por la traición de algunos conjurados y las SS se lanzaron a capturar a sus cabecillas. De nuevo Szokoll pudo escapar y pasó a formar parte de la principal iniciativa austríaca de resistencia al nazismo: la Operación Radetzky. Convenció a los soviéticos para que pospusieran el asalto a la ciudad y en ocho días pudo ser liberada de forma pacífica, salvándose de la destrucción.