Los métodos de guerra más crueles usados por los asirios

Se labraron la fama de ser despiadados, violentos y muy efectivos en el terreno de la represión y el castigo de los enemigos. Te contamos algunos de los métodos punitivos asirios más duros.
Relieve neoasirio con escena de batalla
Detalle de la batalla de Til-Tuba en el Palacio Suroeste de Nínive. Fuente: (c) The Trustees of the British Museum

El Imperio Asirio (siglos X-VII a.n.e.) destacó en la antigüedad por su impresionante expansión territorial y por gestionar de manera minuciosa la maquinaria burocrática necesaria para mantenerse en pie a lo largo de las centurias. Sin embargo, si por algo se recuerda a lo asirios es por la crueldad que se les atribuye a la hora de tratar a sus enemigos.

Las tácticas tanto militares como represivas a las que recurrieron para asegurar su predominio sobre territorios cada vez más vastos y mantener a sus súbditos y enemigos bajo control fueron variadas, efectivas e implacables. Te contamos lo que los historiadores han podido reconstruir a partir de las fuentes escritas, las representaciones artísticas y los restos óseos de las víctimas.

El contexto militar asirio

El Imperio Asirio fue uno de los imperios más militarizados de la antigüedad en el Próximo Oriente. La guerra no solo constituía un mecanismo para asegurarse la expansión territorial, sino que también era una actividad fundamental para incrementar el poder político, religioso y económico del imperio.

En este sentido, la brutalidad que podía llegar a poner en práctica el ejército asirio no solo tenía fines tácticos, sino que derivaba, igualmente, de su propia cosmovisión religiosa. Los reyes asirios consideraban que cada éxito en la guerra probaba que el favor divino (en especial, el de Ashur, la deidad principal del panteón asirio) estaba de su parte. Este trasfondo religioso legitimaba, por tanto, el tono extremadamente violento que podían tomar las intervenciones militares del ejército en los territorios conquistados.

Relieve neoasirio con carro y arqueros
Escena de guerra en un relieve del Palacio Noroeste de Ashurnasirpal II. Fuente: The Trustees of the British Museum

La decapitación y la mutilación

No de los ejemplos más notorios de la crueldad asiria se encuentra en la decapitación masiva de los enemigos derrotados. Según apuntan historiadores como Fabrice De Backer, además de ser un mecanismo efectivo de violencia física, la decapitación también permitía aniquilar simbólicamente al enemigo. Las cabezas cortadas de los vencidos se apilaban a las puertas de la ciudad o se exhibían públicamente como trofeos de guerra. Además de mostrar de victoria, también funcionaban como una admonición para que los opositores y futuros rivales se lo pensaran dos veces antes de oponerse al poder asirio.

La decapitación, por tanto, superaba la simple técnica de ejecución: era, también, un método de humillación pública. Las cabezas de los líderes rebeldes o de los reyes enemigos caídos eran llevadas a las ciudades asirias y exhibidas en las plazas públicas. Así, se mostraba el poder absoluto al que aspiraba el imperio.

Asimismo, los asirios practicaban la mutilación de los cuerpos de sus enemigos. Inscripciones reales y textos propagandísticos de la época describen a las fuerzas asirias amputando las manos, los pies, las narices y las orejas de los prisioneros capturados, en especial si estos resultaban ser líderes militares o políticos. La mutilación, como la decapitación, tenía una función doble: eliminaba físicamente al enemigo, pero también tenía una finalidad disuasoria para quienes se atreviesen a mostrar resistencia.

Estas escenas de represión y castigo llegaron a incluirse en los relieves que decoraban los palacios reales de ciudades como Nínive y Nimrud. Las imágenes de decapitaciones, desollamientos y cadáveres flotando en las aguas se utilizó de manera efectiva para crear una narrativa de poder y dominación. 

Prisioneros marchando
Recreación del traslado de prisioneros de guerra. Fuente: Microsoft Designer/Erica Couto

El desollamiento: un castigo ejemplar

Otro de los métodos de guerra más crueles utilizados por los asirios fue el desollamiento de prisioneros y enemigos capturados. Este acto, ampliamente documentado en relieves y textos asirios, consistía en arrancar la piel de la víctima, por lo general mientras aún estaba viva. El desollamiento se llevaba a cabo de manera pública, en plazas o frente a las murallas de las ciudades conquistadas, como una forma de escarmiento para los espectadores. La piel de las víctimas se colgaba en las murallas de las ciudades rebeldes, a modo de recordatorio permanente de las consecuencias que conllevaba desafiar a los asirios.

Los historiadores sostienen que, al despojar a sus enemigos de su piel, como lo hiciesen también con las cabezas de sus opositores, los asirios también les arrebatan su identidad. Este simbolismo subrayaba la naturaleza total de la victoria asiria: el enemigo no solo era derrotado en el campo de batalla, sino que era aniquilado por completo e incluso se le negaba, mediante el castigo, una sepultura digna y un paso apacible al mundo de los muertos.

Soldados muertos y decapitados en relieve neoasirio
Detalle de un relieve asirio en el que se representa la batalla de Til-Tuba. Fuente: The Trustees if the British Museum

Las torturas

Los asirios recurrieron a la tortura como parte de su estrategia político-militar. Los reyes asirios castigaban físicamente a sus enemigos y empleaban, además, métodos diseñados para infligir el mayor sufrimiento psicológico posible. De acuerdo con el trabajo realizado por el equipo de H. Cohen en el estudio "Assyrian Attitude Towards Captive Enemies: A 2700-year-old Paleo-forensic Study", los prisioneros capturados, especialmente aquellos de alto rango, fueron sometidos a torturas prolongadas antes de ser ejecutados.

Las formas de tortura variaban. Se recurría al fuego para quemar a las víctimas mientras aún estaban vivas o se les clavaban estacas en el cuerpo. En ocasiones, se empalaba a los prisioneros en estacas de madera afiladas y se les dejaba morir en una lenta agonía que podía llegar a prolongarse durante horas o días.

Cuero color coñac
El ejército asirio podía llegar a desollar a sus enemigos. Fuente: Pixabay

Deportaciones y fragmentación social

Además de la violencia física, los asirios también emplearon tácticas que fomentaban la fragmentación social. Las deportaciones masivas de las poblaciones conquistadas les sirvieron para mantener el control sobre los territorios ocupados. Al desplazar forzosamente a las comunidades vencidas, los asirios desmantelaban la cohesión social, desarraigaban a estas poblaciones de sus respectivos contextos y los dispersaban a lo largo de su imperio.

Con esto, se debilitaba a las comunidades conquistadas, que perdían sus líderes y sus figuras de referencia. Lejos de sus hogares y de los suyos, resultaba mucho más complejo organizar un movimiento de resistencia y rebelión contra el imperio. Además, las deportaciones reforzaban el control que los asirios ejercían sobre el territorio, ya que así conseguían redistribuir la población según las necesidades imperiales en materia de economía y política.

Referencias

  • Cohen, H. et al. 2015. "Assyrian Attitude Towards Captive Enemies: A 2700-year-old Paleo-forensic Study". International Journal of Osteoarchaeology, 25: 265-280.
  • De Backer, Fabrice. 2009. "Cruelty and Military Refinements". Res Antiquae, 6: 13-50.
  • De Backer, Fabrice. 2010. "Fragmentation of the Enemy in the Ancient Near East during the Neo-Assyrian Period", en Ritual Dynamics and the Science of Ritual, vol. 3: State, Power, and Violence, pp. 393-412. Wiesbaden: Harrassowitz.
  • Fuchs, Andreas, 2011, "Assyria at war: strategy and conduct", en K. Radner y E. Robson, E. (eds.), The Oxford Handbook of Cuneiform Culture, pp. 380-401. Oxford: Oxford University Press.

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