Isabel I de Castilla, más conocida como Isabel la Católica, puede considerarse una de las figuras más influyentes en la historia de España y Europa. Su reinado marcó el surgimiento de España como una potencia unificada durante el final de la Edad Media y el inicio de la Edad Moderna. Junto a su esposo Fernando II de Aragón, Isabel I sentó las bases que permitieron la expansión hispánica a nivel global y dejó un legado cuyos ecos todavía perduran.
La Católica se recuerda por su papel en la Reconquista, sus políticas para consolidar el poder monárquico y el patrocinio del viaje de Cristóbal Colón, pero también por las controvertidas intervenciones que impulsaron la homogeneización religiosa y cultural de su reino. Estos son los hitos más relevantes en la biografía de Isabel I de Castilla.

Infancia y educación de Isabel I de Castilla
Isabel nació el 22 de abril de 1451 en Madrigal de las Altas Torres, en el reino de Castilla. Era hija del rey Juan II de Castilla y de su segunda esposa, Isabel de Portugal. Inicialmente, no se preveía que accediese al trono, ya que su medio hermano mayor, Enrique IV, gobernaba el destino político de Castilla.
La educación de Isabel fue rigurosa y religiosa, lo que encajaba perfectamente con el contexto de una Europa bajo la influencia de la Iglesia católica. Isabel creció alejada de la corte, en el ambiente más austero de Arévalo, lo que marcaría su carácter y la vertiente religiosa de su carácter. Recibió una sólida formación en humanidades. Aprendió latín y doctrina cristiana, y siempre manifestó un espíritu profundamente devoto. Esto no solo la preparó para su futuro papel como reina, sino que también la consolidó como una defensora de la ortodoxia católica. La devoción isabelina jugaría un papel fundamental en sus decisiones políticas posteriores, incluyendo la expulsión de los judíos en 1492 y el establecimiento de la Inquisición en 1478.

La disputa por el trono y la ascensión de Isabel
El acceso de Isabel al trono de Castilla tras la muerte de su hermano Enrique IV no estuvo libre de polémicas. Enrique había intentado designar a su hija, Juana la Beltraneja, como heredera a la corona, pero la legitimidad de tal decisión se puso en tela de juicio. Se produjo, entonces, una guerra civil entre las dos facciones que terminó con el nombramiento de Isabel como la legítima sucesora. Con la firma del Tratado de los Toros de Guisando en 1468, Enrique IV reconoció a Isabel como su legítima heredera.
Sin embargo, la situación política siguió siendo tensa. Una de las decisiones políticas más hábiles y efectivas de Isabel fue su matrimonio secreto con Fernando de Aragón en 1469. Conseguía unir así las dos coronas más poderosas de la península ibérica. Además, esta unión matrimonial no solo consolidó su posición preeminente en Castilla, sino que también sentó las bases para la futura unificación de España bajo una sola monarquía.
Cuando Enrique IV murió en 1474, Isabel fue proclamada reina de Castilla, pero los conflictos dinásticos prosiguieron en los años sucesivos. Durante la Guerra de sucesión castellana (1475-1479), se enfrentaron los partidarios de Juana la Beltraneja, que contaba con el apoyo Portugal, y los seguidores de Isabel.
Isabel I de Castilla y la Reconquista: el camino hacia la unifica
Uno de los aspectos más importantes del reinado de Isabel I de Castilla fue la conclusión de la Reconquista, que culminó en 1492 con la toma de Granada, el último reino musulmán en la península ibérica. Este logro marcó el fin del secular dominio islámico en la región. También significó el fortalecimiento de la monarquía castellano-aragonesa bajo la bandera del cristianismo. Isabel y Fernando consolidaron así su poder y crearon una monarquía centralizada de corte autoritario.
Durante su reinado, Isabel promovió varias reformas administrativas y judiciales que reforzaron el poder de la corona. Restauró el orden en Castilla a través de la creación de instituciones como la Santa Hermandad, una suerte de policía rural que operaba sobre el territorio para reducir la violencia y el bandolerismo. También reformó la justicia y reorganizó la hacienda, lo que permitió un control más eficaz de los recursos del reino.

Isabel la Católica y Cristóbal Colón: el descubrimiento de América
Uno de los logros más importantes de Isabel I de Castilla fue su papel en el patrocinio del viaje de Cristóbal Colón. Después de varios intentos fallidos para obtener apoyo en otras cortes europeas, Colón encontró en Isabel una patrocinadora abierta a la negociación. Isabel y Fernando firmaron las Capitulaciones de Santa Fe en abril de 1492, que permitieron a Colón emprender su expedición para buscar una nueva ruta a las Indias. Este viaje resultaría en el descubrimiento de América, un hecho que cambiaría para siempre la historia mundial y consolidaría el estatus de España como una potencia colonial emergente.
El descubrimiento del continente americano no solo amplió las fronteras del mundo conocido. También tuvo profundas implicaciones para Castilla y Aragón. El flujo de riquezas que llegó desde el Nuevo Mundo transformó la economía de España y reforzó el poder de la monarquía a nivel europeo. El descubrimiento, además, inauguró una era de exploración geográfica y colonización que definiría gran parte de la historia moderna.

La unidad religiosa: la Inquisición y la expulsión de los judíos
Uno de los aspectos más controvertidos del reinado de Isabel concierne su política religiosa. Como parte de su compromiso para defender el catolicismo, Isabel promovió el asentamiento del Tribunal de la Inquisición en 1478. Dirigida inicialmente por Tomás de Torquemada, la Inquisición tenía como objetivo mantener la ortodoxia religiosa en sus reinos. Se centró, pues, en la persecución de herejes, conversos y otros grupos percibidos como una amenaza para la pureza del cristianismo. Aunque la Inquisición no fue una creación exclusiva de Isabel, su reinado vio cómo se implementaba de manera más rigurosa y extensa.
Otra decisión importante en este sentido fue la promulgación del Edicto de Granada en 1492, que preveía la expulsión de los judíos de Castilla y Aragón. Este decreto, que afectó a decenas de miles de personas, fue parte del esfuerzo de los Reyes Católicos por crear una unidad religiosa en sus reinos. Esta política, sin embargo, tuvo consecuencias económicas y culturales negativas, ya que muchos judíos desempeñaban un papel crucial en la economía y la cultura castellana.

Isabel la Católica: historia y legado
Los logros de Isabel I de Castilla abarcan multitud de ámbitos. Como reina, desempeñó un papel clave en la formación de la España moderna, tanto en términos territoriales como institucionales. Bajo su reinado, la península ibérica vio el fin de la Reconquista, la consolidación del poder monárquico y el inicio de la expansión ultramarina gracias al descubrimiento de América. En muchos aspectos, se considera que su reinado marcó el fin de la Edad Media en España para dar paso al inicio de la era moderna.
Aunque España no se unificaría como una nación-estado hasta el siglo XVIII, el matrimonio de Isabel con Fernando cimentó la unión dinástica entre Castilla y Aragón. Los Reyes Católicos sentaron las bases de esta unificación y transformaron España en una potencia capaz de proyectar su poder más allá de Europa.
En el plano religioso, Isabel es recordada por su fervor católico y por aplicar políticas, como la creación de la Inquisición y la expulsión de los judíos, que promovieron la homogeneidad religiosa. Estas decisiones han sido objeto de duras críticas en la historia moderna.
Su apoyo a Cristóbal Colón y el descubrimiento de América constituyó uno de los hitos más significativos de su reinado. La expansión española en el Nuevo Mundo cambiaría no solo la historia de España, sino también la del mundo, al marcar el inicio de una nueva era global de colonización, comercio y también conflicto.

Referencias
- Tremlett, G. (2017). Isabel la Católica. La Primera Gran Reina de Europa. Barcelona: Penguin Random House. Acceso
- Carrasco Manchado, A. I. 2006. Isabel I de Castilla y la sombra de la ilegitimidad propaganda y representación en el conflicto sucesorio (1474-1482). Madrid: Sílex Ediciones.