Vida y curiosidades de los guepardos

El guepardo es el mamífero terrestre más rápido del planeta. También conocidos como chitas, estos felinos alcanzan los 100 km/h en tan solo tres segundos. Descubre las curiosidades de este felino.
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Los tigres son los felinos salvajes más grandes del mundo. Bueno, realmente, los tigres ,no son felinos sino que realmente se agrupan en la familia de los paterninos   (Panthera tigris). Las panteras negras son los cazadores nocturnos por excelencia. La pantera negra no es una especie en sí, sino el resultado de un exceso de melanina en otras especies. Algo así como lo contrario del albinismo. Las panteras negras son, concretamente, leopardos y guepardos negros.

El guepardo, conocido científicamente como Acinonyx jubatus, es uno de los felinos más fascinantes del planeta. Este majestuoso animal, que incluso comparte región con otros grandes felinos como los tigres y las panteras, se distingue por su increíble velocidad y habilidades de caza. Detrás de su porte elegante y su fama como el mamífero terrestre más rápido del mundo, existe una historia repleta de curiosidades y dificultades que afronta en su afán de subsistir.

Curiosidades del guepardo: El felino más singular

Y el guepardo, ¿qué tiene este animal de especial?

El guepardo, a menudo llamado chita, destaca por su silueta esbelta y aerodinámica, ideal para alcanzar velocidades punta que ningún otro depredador puede igualar. Presenta una cabeza pequeña y redonda, además de dos marcas negras inconfundibles que bajan desde sus ojos. A lo largo de su evolución, este gran corredor perfeccionó su cuerpo para la caza de presas ágiles, aunque hace 10,000 años estuvo al borde de la extinción, compitiendo con otros felinos y afrontando amenazas de origen humano. Su continua adaptación ha sido crucial para su pervivencia.

Una de las curiosidades más notables del guepardo es su conducta algo tímida. A diferencia de otros grandes felinos, el guepardo suele vivir solitario y evita el contacto con personas siempre que puede. Esta naturaleza reservada lo vuelve vulnerable, pues prefiere cazar en zonas abiertas, aprovechando su velocidad, pero también se expone a mayores riesgos. Además, se sabe que hay hembras catalogadas como "súper mamás," capaces de criar no solo a su propia camada, sino también a crías de otras hembras.

El guepardo es un claro ejemplo de cómo la evolución puede esculpir a una especie para adecuarse a su hábitat. Su trayectoria exhibe tanto su resiliencia como la fragilidad de la fauna salvaje frente a las presiones contemporáneas. Desde que hace 5,000 años se intentara su domesticación con fines de caza deportiva, hasta los peligros actuales vinculados a la pérdida de su hábitat, el guepardo subsiste como un símbolo de la belleza salvaje y la urgencia de la conservación.

El humano es su gran enemigo

A lo largo de su historia, los guepardos han encarado numerosas amenazas, siendo el ser humano su principal contrincante. La cacería descontrolada y la desaparición de sus territorios debido a la expansión agrícola e industrial han diezmado sus poblaciones. Aun cuando en la antigüedad fueron domesticados para la caza en regiones como India y el Magreb, hoy se hallan en peligro si no se implanta una protección sólida.

A lo largo de su historia, los guepardos han encarado numerosas amenazas, siendo el ser humano su principal contrincante. - Pixabay

La conversión de terrenos para la agricultura ha fragmentado sus áreas de distribución, volviendo más difícil el acceso a las grandes extensiones que el guepardo precisa para cazar. Al contrario que otros felinos, como el leopardo, capaz de subsistir cerca de asentamientos humanos, el guepardo demanda espacios más abiertos, lo que lo vuelve todavía más propenso a la desaparición de sus hábitats y a conflictos con personas.

Además de la caza y la destrucción de su hábitat, el tráfico ilegal de guepardos como mascotas exóticas constituye otra amenaza. A pesar de las leyes internacionales que prohíben su captura y compraventa, la demanda de estos felinos como símbolo de estatus sigue vigente. No solo afecta a las poblaciones libres, sino que además reduce su diversidad genética, con consecuencias potencialmente devastadoras para la especie en el futuro.

El guepardo, el más veloz

Características físicas que lo hacen un corredor excepcional

El guepardo es, sin discusión, el corredor sobresaliente del mundo animal. Posee un físico concebido para la velocidad, con musculatura poderosa y una estructura ósea liviana que le permite llegar a velocidades sorprendentes. Se estima que puede acelerar de 0 a 96 km/h en apenas 3 segundos, superando con creces a la mayoría de los depredadores del reino animal. Sus extremidades alargadas y su espina dorsal elástica le permiten alargar la zancada para sostener su impresionante ritmo durante una corta persecución.

Otro elemento fundamental que contribuye a su rapidez es el tamaño de su corazón. En proporción a su cuerpo, el corazón del guepardo resulta particularmente grande, asegurando un fluido bombeo sanguíneo para alimentar sus músculos en plena carrera. Además, tiene pulmones y orificios nasales grandes, facilitando una respiración acelerada y eficiente durante la persecución de presas.

La cola del guepardo también asume un rol esencial en su capacidad de correr a tanta velocidad. Funciona como contrapeso o timón, posibilitando que mantenga el equilibrio y ejecute giros bruscos mientras acecha a su objetivo en la sabana africana. Esta adaptación le permite corregir rápidamente su trayectoria y evitar que su velocidad disminuya ante cualquier cambio de dirección.

Comparación de velocidad: guepardos vs otros felinos

El guepardo encabeza la lista de los felinos más veloces del mundo, situándose muy por encima de competidores destacados como los leones o los leopardos en cuanto a velocidad punta. Mientras que un león puede alcanzar 80 km/h en distancias breves, el guepardo llega a los 110 km/h por un lapso corto. Por su lado, el tigre, a pesar de su tamaño y fuerza, se basa más en tácticas de emboscada y no posee la explosividad ni la resistencia en carrera del guepardo.

El leopardo, habilidoso para trepar y con una fuerza considerable, tampoco puede rivalizar con la velocidad del guepardo a ras de suelo. Para el leopardo, la estrategia de caza se basa en la discreción y el acecho, mientras que el guepardo depende totalmente de su velocidad en carreras relámpago para abatir a su presa. Esta contraposición de tácticas entre los felinos realza el lugar único del guepardo en el ecosistema.

Incluso otros grandes felinos, como las panteras negras (variedad de leopardo o jaguar de pelaje oscuro), no se aproximan a la rapidez del guepardo. Su fisonomía, especialmente desarrollada para la fuerza o la caza sigilosa, no persigue la misma eficiencia aerodinámica que el guepardo, auténtico maestro de la velocidad.

Mapa de distribución del guepardo

Áreas de presencia en África y Asia

El guepardo se distribuye mayoritariamente en África, con las mayores poblaciones en la región sur y oriental, donde las extensas llanuras y sabanas se prestan a su método de caza. Países como Namibia, Botsuana, Kenia o Tanzania albergan poblaciones notables de esta especie. También existe una subespecie asiática de guepardo (Acinonyx jubatus venaticus), hoy en estado crítico de conservación y restringida a zonas de Irán.

Las cifras de guepardos asiáticos han descendido vertiginosamente debido a la caza y la merma de sus territorios. Se estima que quedan menos de 50 ejemplares en libertad, lo que confirma la urgencia de adoptar medidas de protección y restauración de sus ecosistemas. El caso asiático ejemplifica la situación delicada que atraviesan los guepardos en el mundo, realzando la necesidad de un plan de conservación coordinado a escala internacional.

El mapa de distribución del guepardo se ha reducido de modo considerable en el último siglo, básicamente debido a las presiones humanas. Garantizar su supervivencia pasa por la defensa de sus espacios vitales y por la concienciación de las comunidades que conviven con ellos, a fin de minimizar conflictos y promover prácticas sostenibles en sus hábitats.

Así caza el guepardo

Métodos de caza y técnicas de acecho

El guepardo recurre a la caza diurna, usando su visión privilegiada para avistar presas a gran distancia. Se aproxima agachado, aprovechando la vegetación baja como cobertura, hasta lograr estar lo bastante cerca para iniciar la persecución. En cuestión de segundos, el guepardo libera su explosiva capacidad de aceleración, corriendo hasta 110 km/h para alcanzar a su objetivo antes de que pueda huir.

Durante la carrera, el felino basa su éxito en la coordinación entre su vista, patas y cola, que actúa como timón para equilibrar los rápidos cambios de dirección de la presa. Una vez reducido el margen con su víctima, el guepardo la embiste y la derriba, usando sus garras semi-retráctiles como ancla sobre el cuerpo de la presa. Tras la caza, el guepardo suele requerir un momento para recuperar el aliento, pues el esfuerzo lo deja exhausto y vulnerable a otros depredadores que intentan robarle la pieza.

Esta táctica de caza es sumamente eficaz, pero solo puede sostenerse por breves intervalos. Si el guepardo no logra atrapar a la presa en unos pocos cientos de metros, detiene la carrera para evitar el agotamiento extremo y preservar energías para el próximo intento.

A comer a toda velocidad

Su dieta y presas comunes

El guepardo es un carnívoro que prefiere presas de tamaño medio, como gacelas de Thomson, impalas y crías de ñus o cebras. Su dieta es muy versátil y varía según la disponibilidad de presas en cada región. Estos felinos también pueden comer aves y roedores cuando no disponen de animales más grandes, demostrando su adaptabilidad.

Tras la caza, el guepardo necesita un breve lapso para recobrar fuerzas antes de comenzar a alimentarse. Por desgracia, esta demora ofrece a carroñeros como hienas o leones la oportunidad de arrebatarle la presa. Para evitarlo, el guepardo procura devorar la mayor cantidad de carne lo más rápido posible, enfocándose primero en las partes de mayor valor nutricional, como los cuartos traseros.

El guepardo es un carnívoro que prefiere presas de tamaño medio, como gacelas de Thomson, impalas y crías de ñus o cebras. - Pixabay

El apremio de comer con rapidez y en cantidades significativas responde a la incertidumbre de cuándo volverá a cazar con éxito. La competencia con otros depredadores del entorno africano incrementa el desafío, obligando a estos felinos a hacerse con suficiente energía en cada cacería para conservar fuerzas ante nuevos encuentros o fracasos.

El turismo irresponsable también es una amenaza

El auge del turismo en zonas donde habitan guepardos supone un arma de doble filo. Si bien puede proporcionar fondos para la conservación, el turismo mal gestionado pone en peligro las rutinas de caza y descanso del felino. Los vehículos que rodean a un guepardo cuando está en plena persecución pueden perturbar la actividad y entorpecer su eficacia de caza, incrementando su estrés.

Este acoso involuntario merma la tasa de éxito en la captura de presas y afecta al bienestar del animal. Además, los niveles de ruido e interacción constante con humanos pueden obligar a los guepardos a adaptarse a un nuevo tipo de estrés, afectando sus patrones de descanso y cría. Por ende, las reservas y parques deben instaurar normas que limiten el impacto de los safaris, protegiendo la integridad de los felinos y el equilibrio ecológico.

La sensibilización de los visitantes sobre la relevancia de mantener la distancia y no perturbar a los guepardos es clave. Con un turismo responsable, las comunidades locales pueden beneficiarse sin sacrificar la supervivencia de una especie tan emblemática, asegurando que las experiencias de observación de fauna no se conviertan en una amenaza para su continuidad.

Súper mamá guepardo

Reproducción y cuidado de las crías

Las hembras de guepardo se distinguen por la dedicación mostrada en la crianza de sus cachorros. El período reproductivo puede presentarse en cualquier estación, y la ovulación de la hembra se activa mediante el apareamiento. La gestación dura alrededor de tres meses, tras los cuales nacen camadas de entre tres y cinco crías. Recién nacidos, los cachorros son ciegos y totalmente dependientes de su madre para la protección y el alimento.

Existen hembras llamadas "súper mamás," capaces de cuidar con éxito a la mayoría de sus camadas, destacando su eficacia como progenitoras. Durante las semanas iniciales de vida, la madre evita las zonas con abundantes depredadores y se encarga de cazar mientras vigila a sus crías. Este delicado equilibrio entre la protección y la búsqueda de comida demanda gran habilidad de la hembra.

En la sabana africana, la competencia y las amenazas de otros felinos, como leones o leopardos, hacen muy difícil que los cachorros de guepardo lleguen a adultos. Sin embargo, las hembras demostraron su adaptabilidad, enseñando a sus crías estrategias de caza y supervivencia desde una edad temprana, asegurando la transmisión de destrezas cruciales.

Población aproximada

Estado de conservación y esfuerzos de protección

Las poblaciones de guepardos han decrecido de forma alarmante en las últimas décadas, y hoy la especie se considera vulnerable según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Se calcula que solo subsisten alrededor de 6,700 guepardos adultos en estado silvestre, repartidos en 29 subpoblaciones aisladas. Entre los causantes de esta merma se hallan la desintegración de su hábitat, la caza furtiva y las confrontaciones con la gente.

Para contrarrestar esta tendencia, se lleva a cabo la creación de reservas protegidas y la implementación de programas de cría en cautiverio y suelta controlada. Estas iniciativas ayudan a restaurar las poblaciones en áreas donde el guepardo se ha perdido, reforzando la diversidad genética. Asimismo, se promueve la concienciación y participación de comunidades locales para reducir las fricciones hombre-fauna.

La conservación del guepardo es un trabajo colectivo que requiere la colaboración de instituciones, gobiernos y ciudadanos. A través de la educación y la regulación del comercio ilegal, se busca garantizar que estos veloces felinos continúen habitando las llanuras africanas. El éxito de esta misión demostrará la capacidad del ser humano para proteger especies en riesgo y mantener el equilibrio ecológico.

Estrategia y retirada

El guepardo, aun siendo el mamífero más veloz del mundo, también es un estratega meticuloso. Si no consigue atrapar a su presa en unos pocos cientos de metros, decide abortar la caza para ahorrar energía. Esta táctica de retirada resulta vital para preservar sus fuerzas y sortear posibles lesiones que pudieran comprometer su cacería futura.

El hecho de que deba ahorrar energía para garantizar su supervivencia demuestra la complejidad de la vida en la sabana. Cada carrera implica un gran gasto energético y, si el guepardo se forza demasiado, podría ser vulnerable ante otros depredadores o no tener la resistencia necesaria para futuros intentos de caza. Esta mesura a la hora de perseguir o retirarse pone de relieve la capacidad de adaptación y análisis que posee el guepardo.

Esta estrategia de sopesar riesgos y beneficios se ha mantenido a lo largo de su evolución, demostrando que la velocidad, por sí sola, no basta para triunfar en la naturaleza; la inteligencia y la cautela también son esenciales. En conjunto, conforman el sofisticado equilibrio que permite al guepardo mantenerse en la cima de la cadena alimenticia.

Sin manchas al nacer

Curiosidades sobre sus manchas y mitos asociados

Los cachorros de guepardo nacen con un aspecto muy diferente al de los adultos. Sus cuerpos están cubiertos por una fina capa de pelaje grisáceo, conocida como “manto”, que oculta parcialmente las manchas tan características. Este recurso les ayuda a camuflarse y a protegerse de posibles depredadores durante las primeras semanas de vida. Conforme van creciendo, el manto desaparece gradualmente, dejando al descubierto las inconfundibles manchas negras.

Existen diversas leyendas que explican el origen de estas manchas. Una de las más populares relata que se deben a las lágrimas de una madre guepardo que lloró por la pérdida de sus cachorros, marcando así su rostro para siempre. Aunque se trate de un mito, refleja el arraigo cultural que el guepardo tiene en ciertas regiones, encarnando no solo la velocidad, sino la emotividad y fragilidad de la vida silvestre.

Las manchas, además de su función estética, cumplen un papel importante en la identificación y el camuflaje. Cada individuo posee un patrón distinto, análogo a las huellas digitales en humanos, lo que permite a los especialistas monitorear los movimientos y la historia de vida de cada guepardo. Este conocimiento facilita la protección y el estudio de esta especie tan singular.

Un gran corazón

Fisiología adaptada a la velocidad

El guepardo destaca por tener un corazón y un sistema respiratorio concebidos para la velocidad. Gracias a su gran corazón, bombea sangre con mayor eficiencia, posibilitando la máxima oxigenación de los músculos durante las extenuantes persecuciones. Asimismo, las fosas nasales amplias y pulmones de gran capacidad garantizan una respiración rápida y eficaz.

La columna vertebral del guepardo también es increíblemente flexible, permitiéndole estirar y encoger el cuerpo con cada zancada, aumentando la longitud de sus pasos y favoreciendo su aceleración. Este conjunto de adaptaciones anatómicas y fisiológicas hace que el guepardo sea una auténtica máquina de velocidad.

Este diseño natural, perfecto para la caza en las llanuras africanas, requiere una administración meticulosa de energía. Una carrera exitosa pero prolongada puede dejar al guepardo exhausto y exponerlo al peligro de otros depredadores. Por eso, optimizar cada esfuerzo es fundamental para su supervivencia en un entorno tan exigente.

La cola es su punto de equilibrio

La cola del guepardo actúa como estabilizador en sus vertiginosas carreras. Gracias a ella, el felino puede girar con gran precisión, corrigiendo su trayectoria en fracciones de segundo. Su longitud y fortaleza sirven de contrapeso durante los cambios bruscos de dirección, esenciales en la persecución de presas ágiles.

La eficacia de esta cola-timón se aprecia claramente cuando el guepardo persigue objetivos en zigzag, como gacelas o impalas, que tratan de esquivar sus embestidas. Sin esta capacidad para maniobrar de forma tan exacta, el guepardo perdería su mayor ventaja competitiva: la velocidad y la habilidad de sorprender a su presa.

La cola, por ende, completa el conjunto de adaptaciones físicas que ubican al guepardo en la cima de la cadena de cazadores de la sabana. Lejos de ser un simple adorno, es un instrumento vital que consolida la estrategia de caza, permitiéndole aprovechar cada segundo de su rápida acometida.

Tienen garras retráctiles

Aunque la mayoría de los felinos tienen garras totalmente retráctiles, el guepardo presenta una característica diferente: sus garras son solo parcialmente retráctiles. Este detalle propicia un agarre adicional en el suelo, semejante a la tracción que ofrecen los clavos en los zapatos de un atleta, maximizando así su aceleración y estabilidad.

Durante las persecuciones, estas garras semi-retráctiles se clavan firmemente en el terreno, dando un empuje crucial para el despegue inicial y los giros. Aun así, esto implica que el guepardo no es tan buen trepador como otros felinos, ya que sus garras están diseñadas para la carrera, no tanto para la escalada o el acecho en alturas.

La diferenciación en el tipo de garras es otra muestra de cómo el guepardo ha llevado su adaptación a la caza velocista al extremo, desarrollando soluciones anatómicas que, aunque limiten ciertas capacidades, le otorgan una ventaja incomparable al momento de perseguir presas en terreno abierto.

No pueden rugir

Comunicación y sonidos del guepardo

A diferencia de grandes felinos como leones o tigres, el guepardo no emite un rugido. En cambio, se comunica mediante una serie de sonidos peculiares, como ronroneos, gruñidos y chillidos agudos. Los ronroneos expresan satisfacción o calma, mientras los gruñidos suelen indicar tensión o advertencia. Los chillidos, parecidos al trino de un ave, se emplean para el contacto entre madre e hijos o para localizar a un compañero.

La ausencia de rugido se debe, en parte, a la anatomía de la laringe del guepardo, que difiere de la de otros felinos capaces de rugir. Esto no impide que el guepardo exprese un amplio rango de emociones y necesidades, valiéndose de su repertorio vocal único. Además, su comunicación incluye señales visuales y posturas que complementan la interacción entre individuos.

Esta particularidad subraya la diversidad existente entre los felinos y la variedad de modos que tienen de relacionarse con su entorno. El guepardo, aunque menos imponente que un león rugiendo, transmite de forma contundente su estado de ánimo y se comunica eficazmente con sus congéneres.

Es una especie polígama

El guepardo adopta un patrón reproductivo polígamo, lo que significa que tanto machos como hembras pueden relacionarse con varias parejas a lo largo de su vida. Este método incrementa la diversidad genética y, por ende, eleva la robustez de la población, pues los cachorros de una misma camada pueden provenir de padres distintos.

Las hembras se encargan en solitario de criar a las crías, y tras completar el periodo de crianza, buscan nuevos machos para reproducirse. Por su parte, los machos no participan en la protección de los cachorros y se centran en optimizar las oportunidades de apareamiento. Este comportamiento polígamo contribuye a la renovación continua de la especie, pese a las presiones ambientales.

La poligamia es, además, una estrategia eficaz para compensar la elevada mortalidad de las crías en la sabana africana, donde leones, hienas y otros depredadores disputan los mismos territorios. El dinamismo de las relaciones reproductivas de los guepardos es una pieza clave para asegurar su continuidad generacional.

El guepardo adopta un patrón reproductivo polígamo, lo que significa que tanto machos como hembras pueden relacionarse con varias parejas a lo largo de su vida. - Pixabay

Esperanza de vida

Cuánto vive un guepardo en estado salvaje y en cautiverio

La esperanza de vida del guepardo varía ostensiblemente si se le compara en estado salvaje o en cautiverio. En libertad, el guepardo ronda los 10 a 12 años de vida, aunque muchos no llegan a esta edad debido a los múltiples riesgos de su entorno. La competencia con otros carnívoros y la escasez de presas reducen sus posibilidades de alcanzar edades avanzadas.

En cautiverio, donde las amenazas disminuyen y la asistencia veterinaria es permanente, se han documentado guepardos que superan los 20 años. Sin embargo, la falta de espacio y de estímulos adecuados afecta su comportamiento y salud mental a largo plazo, demostrando que la protección extrema no siempre equivale a bienestar pleno. De cualquier forma, la prolongación de la vida en cautiverio permite a menudo su participación en programas de cría que ayudan a mantener la diversidad genética.

La disparidad en la longevidad subraya la importancia de asegurar entornos silvestres donde los guepardos puedan manifestar sus hábitos naturales. La conservación de grandes extensiones y el manejo sostenible de los recursos resultan vitales para que esta especie siga enriqueciéndose y contribuyendo al equilibrio ecológico de la sabana africana.

El origen de sus marcas

Las distintivas marcas que luce el guepardo son un rasgo icónico de su apariencia y han inspirado leyendas y reflexiones sobre su significado. Según un mito africano, las rayas negras bajo los ojos del guepardo surgieron de las lágrimas de una madre que lloró la pérdida de sus crías. Aunque solo sea un relato simbólico, acentúa el vínculo emocional entre estos felinos y la cultura que los rodea.

Más allá del mito, las manchas del guepardo cumplen una función práctica en su comportamiento de caza y supervivencia. Ayudan a disimular su silueta en la hierba alta y rompen su contorno ante la mirada de sus presas. Asimismo, cada guepardo presenta un patrón de manchas único que sirve como identificación, facilitando el trabajo de los investigadores que monitorean a la especie.

El estudio de estas marcas ha dado lugar a descubrimientos sobre la evolución y la conducta del guepardo. Cada patrón de manchas, como una huella dactilar, refleja la singularidad de cada individuo y sugiere conexiones genéticas y familiares. Esta información se torna esencial para los planes de conservación que buscan proteger y restaurar las poblaciones de guepardos en su hábitat natural.

Referencias:

  • Durant, S. Cheetah conservation strategies in Africa. Journal of Wildlife Biology
  • Marker, L. Ecology and behavior of the cheetah. Wildlife Research Institute
  • Caro, T. Predator diversity and prey adaptation. African Zoology Review
  • Walston, J. Human-wildlife conflict mitigation for large felids. Global Conservation Studies

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