¿Qué es la rinotilexomanía y por qué deberías conocerla?

Los seres humanos no son los únicos animales que practican rinotilexis y mucofagia: muchos otros primates también lo hacen, y algunos, de una forma extrema.
Comerse los mocos

Comerse los mocos es un hábito bastante extendido, en la mayoría de las sociedades se considera un acto desagradable, casi tabú, motivo por el cual nunca nadie reconocerá que lo hace. La terminología científica es la rinotilexis, “acto de hurgarse la nariz”, y con cierta frecuencia se acompaña de mucofagia, que hace referencia a la ingesta de los mocos.

En muchas sociedades, comerse los mocos es un hábito considerado tabú, a pesar de ser más común de lo que se admite. Este acto, conocido científicamente como rinotilexis cuando se refiere a hurgarse la nariz, y mucofagia cuando se trata de ingerir los mocos, suscita interés tanto desde el punto de vista conductual como de salud. La rinotilexomanía es el término que describe la compulsión de hurgarse la nariz de manera repetitiva, una conducta que puede acarrear consecuencias tanto físicas como psicológicas en el ser humano.

Rinotilexomanía: una compulsión más allá de lo común

La rinotilexomanía es un trastorno conductual que se manifiesta en la compulsión de hurgarse la nariz de forma constante. Aunque frecuentemente se ve como un acto inofensivo, su práctica continua puede tener efectos significativos para la salud. El roce constante puede ocasionar lesiones en los tejidos internos nasales, elevando la probabilidad de infecciones. Las bacterias que habitan bajo las uñas pueden ingresar al organismo, derivando en problemas sanitarios que oscilan desde infecciones leves hasta complicaciones más graves.

Este hábito de hurgarse la nariz ocurre con mayor frecuencia de lo que se cree; si bien la mayoría de la gente lo realiza de modo esporádico, en ciertos casos puede volverse una conducta compulsiva. La rinotilexomanía puede relacionarse con trastornos obsesivo-compulsivos en los que la persona se ve obligada a ejecutar este acto a pesar de las consecuencias negativas. Factores como el estrés, la ansiedad o el aburrimiento pueden disparar el comportamiento. Por otra parte, la fuerte carga cultural que ve este hábito con desagrado dificulta a menudo que los afectados busquen ayuda especializada. Con todo, es fundamental reconocer que, como cualquier compulsión, este trastorno puede abordarse con terapia conductual y, en casos puntuales, con apoyo farmacológico.

El significado psicológico de comerse los mocos puede variar según el contexto personal y cultural. - iStock

Comerse los mocos: significado psicológico y cultural

El significado psicológico de comerse los mocos puede variar según el contexto personal y cultural. En ciertos entornos, este hábito es visto como síntoma de inmadurez o desaseo, pero en otros se percibe como un comportamiento normal, sobre todo en la infancia. Psicológicamente, la mucofagia puede relacionarse con el alivio del estrés o la búsqueda de consuelo, actuando como una clase de autocalma.

El factor cultural influye en que la mucofagia se considere un acto desagradable que la mayoría de la gente evita admitir. Tal estigmatización puede minar la autoestima de quien lo practica, en especial si lo hace de forma recurrente o fuera de control. Desde la perspectiva psicológica, algunos sugieren que esta conducta sirve como mecanismo para llenar un posible vacío emocional o una necesidad de atención, cimentado a menudo en experiencias tempranas de la niñez.

Mucofagia en adultos: ¿por qué algunos lo hacen?

La mucofagia en adultos, aunque menos aceptada socialmente, continúa presente en la población. Las causas de este hábito pueden ser múltiples, y abarcan desde la búsqueda inconsciente de sensación de confort hasta la mera costumbre adquirida. Por un lado, ciertos adultos podrían practicar la mucofagia sin percatarse, mientras ven la televisión o se concentran en otras tareas.

En un nivel biológico, algunos teóricos plantean que la ingesta de mucosidad brinda una pequeña exposición a patógenos, estimulando así el sistema inmunitario. Aunque esta "autovacunación" se halla en fase de estudio y no cuenta con un respaldo científico concluyente, explica por qué, para algunos, este hábito podría mantener cierto sentido. En cuanto a lo cultural, la mucofagia adulta se ve como un comportamiento infantil e inapropiado, lo que genera vergüenza y justifica su ocultamiento. Sin embargo, cuando la compulsión domina, es aconsejable buscar apoyo terapéutico para romper con dicho patrón.

El impacto físico de hurgarse la nariz

Hurgarse la nariz quizá parezca un acto inocuo, pero conlleva riesgos para la salud que conviene no subestimar. Las personas que realizan este hábito con frecuencia o agresividad pueden dañar el revestimiento interno de la nariz, lo que incentiva sangrados, infecciones y otras complicaciones. Asimismo, las bacterias presentes debajo de las uñas pueden llegar al organismo, provocando infecciones localizadas o incluso, en casos críticos, extenderse de manera sistémica.

Además, hurgarse la nariz puede originar complicaciones psicológicas, ya que, si se torna un acto compulsivo, conlleva vergüenza y estigma social. Abordar el problema de forma integral, contemplando las dimensiones físicas y mentales, es esencial para atenuar sus efectos negativos y promover el bienestar.

Daños potenciales en la salud por la rinotilexis

La rinotilexis recurrente puede desencadenar distintos perjuicios para la salud, que trascienden la cavidad nasal. La irritación de la mucosa y la apertura de heridas facilitan la entrada de patógenos al flujo sanguíneo, con riesgo de infecciones sistémicas. Del mismo modo, se reportan casos de sinusitis e inflamaciones crónicas en individuos con este hábito persistente. Además, el acto repetitivo de hurgarse puede desembocar en costras y cicatrices internas que perturban la respiración.

El aspecto conductual adquiere importancia adicional si la rinotilexomanía aparece como síntoma de un trastorno obsesivo-compulsivo. En tales casos, abordar la compulsión concreta así como la raíz psicológica se considera indispensable. Por suerte, terapias como la cognitivo-conductual aportan estrategias para contener la compulsión, reconfigurar patrones de acción y reducir las probabilidades de consecuencias físicas y emocionales.

Beneficios inmunitarios y bucodentales de la mucofagia

Contra todo pronóstico, algunos estudios sugieren que la mucofagia podría traer aparentes beneficios inmunitarios, pues facilita la exposición controlada a patógenos que pudieran robustecer el sistema defensivo del organismo. Si bien la evidencia sigue siendo escasa y no conclusiva, el acto de ingerir mocos se ha postulado como un estímulo para la producción de anticuerpos.

Asimismo, se ha planteado la hipótesis de que los componentes de la mucosidad nasal podrían obstaculizar la adherencia de ciertas bacterias a los dientes, lo que, en teoría, aportaría beneficios a la salud bucodental. Si bien estas ideas resultan intrigantes, aún se requiere mayor investigación para validarlas. Es esencial mantener una perspectiva balanceada: aunque podría haber efectos positivos, la mucofagia sigue siendo mal vista socialmente y puede acarrear problemas en la salud mental o relaciones personales.

Un hábito compartido con nuestros parientes primates

El hábito de hurgarse la nariz no es algo exclusivo del ser humano; de hecho, también se observa en diversas especies de primates. Esta conducta en chimpancés, gorilas y orangutanes confirma que no es un fenómeno cultural meramente humano, sino que tiene un trasfondo biológico y evolutivo que podría remontarse a un ancestro común.

Examinar estos comportamientos en monos, simios o chimpancés brinda pistas sobre su papel original, que quizás incluía la limpieza de orificios nasales o la exploración de su entorno de manera táctil y olfativa. Estas observaciones cuestionan también la imagen negativa ligada a este acto en nuestra sociedad, pues se trata de una práctica natural en distintos órdenes de la vida animal.

Chimpancé hurgándose la nariz. - iStock

Otros primates que ''buscan en la mina''

El fenómeno de “buscar en la mina” se ha documentado en chimpancés, bonobos, orangutanes y gorilas, entre otras especies. Estos primates utilizan sus dedos para extraer moco o residuos de sus fosas nasales, lo cual sugiere la naturaleza extendida de la rinotilexis entre diversos mamíferos superiores. El motivo puede relacionarse con la higiene, la curiosidad o la eliminación de algún agente irritante.

En la mayoría de los casos, estos animales llevan a cabo la conducta en contextos de calma y relajación, sin un fin aparente más allá de la limpieza. Tales comportamientos en entornos silvestres reflejan cuán universal y primario puede ser el instinto de hurgarse la nariz cuando se dan las circunstancias apropiadas. El análisis de este hábito en primates no humanos resulta revelador para comprender de forma más completa por qué el humano también lo practica.

El hurgado en primates: más antiguo de lo que se pensaba

Investigaciones recientes postulan que la acción de hurgarse la nariz en primates se remonta mucho más en la historia evolutiva de lo que se creía. Un estudio dirigido por la investigadora Anne-Claire Fabre, del Museo de Historia Natural de Berna, aporta evidencias de que este comportamiento podría datar de un antepasado común de diversos primates. El hallazgo sugiere que la rinotilexis no es un invento moderno, sino un rasgo compartido por un amplio espectro de especies a lo largo de millones de años.

El descubrimiento de esta conducta en primates antiguos como lorises o társidos da a entender que la conducta de hurgarse precede la divergencia de varios linajes. Ello respalda la hipótesis de que, en lugar de ser un hábito cultural o un capricho individual, es un comportamiento instintivo con cierto propósito. Profundizar en ese pasado evolutivo ilumina la función y la razón detrás de la rinotilexis, tanto en primates como en los humanos.

El aye-aye, un primate endémico de Madagascar, exhibe un caso muy singular de rinotilexis. - iStock

Aye-aye: hurgándose la nariz con un superdedo

El aye-aye, un primate endémico de Madagascar, exhibe un caso muy singular de rinotilexis. Dotado de un dedo sumamente largo y delgado, lo emplea para hurgarse en las fosas nasales e incluso alcanzar la faringe. Así lo documentó un estudio reciente liderado por la propia Anne-Claire Fabre, en el que, mediante técnicas de modelado 3D, se visualizó cómo el aye-aye introduce ese dedo para extraer mocos, que luego lame.

Este comportamiento tan peculiar insinúa que la mucofagia podría responder a algo más que simple curiosidad. El aye-aye podría, por ejemplo, explorar olores o sabores que le indiquen su estado de salud o aspectos de su entorno. Su dedo largo, a menudo llamado “superdedo,” cumple una función destacada no solo al buscar insectos en la madera, sino también en la exploración nasal, lo que enfatiza la variedad de usos que los primates pueden otorgar a sus extremidades.

Referencias:

  • Fabre, A.-C. (2022). Nasal Behavior in Primates: A Comparative Perspective.
  • Journal of Zoology. (2023). Investigations into Primate Rhinotilexis.

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