Cinco medusas de las costas españolas

Cada vez hace más calor, y esto favorece la proliferación masiva de medusas en nuestras costas. Estas son algunas de las más comunes en las costas atlánticas y mediterráneas.
Cinco medusas de las costas españolas
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En las costas españolas, sobre todo cuando empieza el calor, llegan las medusas —al margen de la carabela portuguesa (Physalia physalis) o del velero (Velella velella), criaturas que parecen medusas pero que, en realidad, son colonias flotantes de pólipos—. La mayoría son de pequeño tamaño y semitransparentes, aunque también hay medusas grandes y coloridas.

Medusa sombrilla (Aurelia aurita) — somethingway/iStock

La medusa sombrilla

La más común de las medusas de las costas ibéricas es la medusa sombrilla (Aurelia aurita). Tiene el cuerpo en forma globosa, entre 25 y 35 centímetros de diámetro, el margen festoneado y adornado con tentáculos cortos y bien ordenados. Del centro, cuelgan cuatro brazos urticantes con forma de velo. El cuerpo de esta medusa es prácticamente transparente, y en su interior destacan cuatro estructuras en forma de herradura, las gónadas, de coloración blanca amarillenta en los machos, y rosada o púrpura en la hembra.

Se considera una medusa poco venenosa, y pica con poca frecuencia. No obstante, las picaduras de medusas pueden generar una reacción alérgica, por lo que incluso ante una de baja peligrosidad, como la medusa sombrilla, no conviene confiarse.

Medusa clavel (Pelagia noctiluca) — cinoby/iStock

La medusa clavel

Otra medusa muy frecuente es la medusa clavel (Pelagia noctiluca) que presenta una coloración purpúrea, con manchas más oscuras en el cuerpo. Es más pequeña que la medusa sombrilla, de no más de 12 centímetros de diámetro. Como la anterior, tiene cuatro brazos que rodean la boca, y solo ocho tentáculos, aunque mucho más largos que la medusa sombrilla.

Cuando pica, además de inyectar veneno, introduce pigmentos en la herida, que pueden quedar permanentes bajo la piel, como un tatuaje. La picadura, semejante a un latigazo, tiene una peligrosidad elevada, y a diferencia de otras medusas, que solo presentan células urticantes en los tentáculos y los brazos orales, la medusa clavel las tiene distribuidas por todo el cuerpo. Después de una picadura de medusa clavel, puede haber rebrotes incluso años más tarde.

Medusa aguamar (Chrysaora hysoscella) — damocean/iStock

La medusa aguamar

De un tamaño parecido a la medusa sombrilla, pero con tonos amarillos anaranjados y patrones atigrados, con 16 bandas radiales en color marrón, es la medusa aguamar, también llamada acalefo radiado (Chrysaora hysoscella). Los cuatro brazos, y los 24 tentáculos, que se presentan en ocho grupos de tres, son mucho más largos que los anteriores.

En lugar del borde festoneado de la medusa sombrilla, la aguamar tiene el margen compuesto por 32 lóbulos periféricos. Sus picaduras son muy poco frecuentes, pero cuando suceden, tienen un nivel de gravedad intermedio.

Medusa huevo frito (Cotylorhiza tuberculata) — vojce/iStock

La medusa huevo frito

Con ese nombre hay poco lugar a dudas: la medusa huevo frito (Cotylorhiza tuberculata) tiene la umbela abombada por el centro, de color anaranjado, y alrededor, una superficie plana y pálida. Con un tamaño de entre 15 y 20 centímetros, vista desde arriba, realmente se parece a un huevo frito. Aunque cuando se ve el resto de su cuerpo, su aspecto despierta la fascinación de quien la observa. Bajo el ‘huevo frito’ de su umbela, ocho brazos orales se dividen, casi desde su base, en porciones cada vez más pequeñas, casi fractales, que recuerdan a una coliflor.

Desde el punto de vista toxicológico, la medusa huevo frito es considerada poco tóxica, aunque puede causar molestias cuando se presenta de forma copiosa en una playa. Su picadura es muy infrecuente, y cuando sucede, es muy leve —de hecho, probablemente mucha gente haya sufrido picaduras de medusa huevo frito sin saberlo—.

Acalefo azul (Rhizostoma pulmo) — David Marfil/iStock

El acalefo azul

Una de las medusas más grandes de las costas españolas es el acalefo azul, también llamada aguamala (Rhizostoma pulmo). A pesar del nombre, es totalmente distinta al acalefo radiado. La umbela de la aguamal es abombada, de color liso blanco, a veces ligeramente amarillento, con un borde festoneado azul vibrante, y supera fácilmente los 60 centímetros de diámetro, llegando ocasionalmente a un metro.

Carece de tentáculos, y como la medusa huevo frito, tiene ocho brazos que se dividen profusamente. Aunque en lugar de bulbos más o menos redondeados, forma 16 estructuras de forma más o menos cilíndrica, que bordean la abertura bucal.

El acalefo azul es moderadamente venenoso, como el acalefo radiado; causa un dolor agudo casi instantáneo —que puede prolongarse hasta 36 horas—. Suele producir lesiones eritematosas y ulcerosas, y en raras ocasiones, episodios de dermatitis.

Referencias:

  • Brotz, L. et al. 2012. Jellyfish populations in the Mediterranean Sea. ACTA ADRIATICA, 19.
  • Mariottini, G. et al. 2008. The Mauve Stinger Pelagia noctiluca (Forsskål, 1775). Distribution, Ecology, Toxicity and Epidemiology of Stings. Marine Drugs, 6(3), 496-513. DOI: 10.3390/md6030496
  • Mariottini, G. L. et al. 2010. Mediterranean Jellyfish Venoms: A Review on Scyphomedusae. Marine Drugs, 8(4), 1122-1152. DOI: 10.3390/md8041122

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