Bajo la superficie helada del océano Antártico, en un rincón remoto donde el ser humano apenas ha llegado, un grupo de científicos australianos ha realizado un hallazgo que parece sacado de una película de ciencia ficción. Durante una expedición de 60 días a bordo del rompehielos RSV Nuyina, los investigadores no solo avanzaron en el estudio del retroceso acelerado del glaciar Denman, el más veloz de la Antártida Oriental, sino que también sacaron a la luz un desfile de criaturas marinas tan extrañas como fascinantes, algunas de las cuales podrían ser totalmente desconocidas para la ciencia.
La misión, oficialmente centrada en comprender cómo el aumento de la temperatura del mar afecta a este glaciar clave para el equilibrio del nivel del mar global, se convirtió de manera inesperada en una ventana a un mundo biológico oculto, repleto de formas de vida que nunca antes habían sido vistas con tanto detalle. Y algunas, puede que jamás.
Una colección de rarezas abisales
Entre los especímenes recogidos en las redes científicas destacan los "cerdos marinos", criaturas blandas y bulbosas de color rosado o anaranjado, que reciben su apodo por su aspecto regordete y sus patas cortas que recuerdan a las de un cochinillo. Estos animales no son más que una variedad de pepino de mar, pero su apariencia ha capturado la imaginación del equipo y de todos los que han visto sus fotografías. Habitan a profundidades de entre 3.000 y casi 20.000 pies (hasta 6 kilómetros) y sobreviven alimentándose de los restos orgánicos que caen desde las capas superiores del océano.
Junto a ellos, emergieron del fondo marino otras criaturas igual de sorprendentes: estrellas de mar del tamaño de platos, arañas marinas con patas que rivalizan en longitud con una mano humana, y hasta una mariposa marina, un tipo de caracol que “vuela” bajo el agua con elegancia etérea. Esta última fue tan delicada que tuvo que ser mantenida viva en una instalación especial del barco, conocida como “wet well”, donde llegó incluso a poner huevos, lo que permitió observar por primera vez en la historia su desarrollo embrionario.
Los científicos, al igual que los lectores de cuentos fantásticos, observaron con asombro cómo esa pequeña criatura —apodada "Clio"— revelaba secretos hasta ahora guardados en las profundidades abisales del planeta.

Tecnología para lo invisible
Nada de esto habría sido posible sin el equipamiento técnico de última generación del RSV Nuyina, el buque insignia del programa antártico australiano. Este rompehielos no solo es capaz de abrirse paso entre capas gruesas de hielo, sino que además alberga laboratorios flotantes, sensores oceánicos y tanques para preservar vivos a los organismos más frágiles.
Las muestras recogidas del agua —en particular, cerca del "lenguaje" flotante del glaciar Denman— están ayudando a los científicos a entender cómo las corrientes marinas profundas y las variaciones térmicas están afectando el deshielo de este gigante. Este glaciar ha retrocedido más de 5 kilómetros en apenas dos décadas, un dato alarmante que lo convierte en un indicador clave del impacto del cambio climático en la región.
Sin embargo, el hallazgo de tantas criaturas singulares sugiere que el océano que rodea la Antártida no es simplemente una víctima pasiva de ese cambio: es también un archivo vivo, palpitante, de biodiversidad poco comprendida y potencialmente fundamental para la salud de los ecosistemas marinos del planeta.

Una cápsula biológica del pasado
Una de las sorpresas más grandes ha sido la abundancia de formas de vida que, por su morfología primitiva y sus hábitats extremos, parecen haber cambiado poco desde hace millones de años. Esto convierte a la región en una especie de cápsula biológica del pasado, donde estudiar la evolución de la vida puede arrojar luz sobre épocas en las que el planeta tenía condiciones muy distintas a las actuales.
Es lo que los biólogos llaman un “refugio de biodiversidad”, un lugar donde los procesos evolutivos avanzan a ritmos diferentes al resto del mundo. Lo más intrigante es que muchos de los organismos descubiertos pueden ser completamente nuevos para la ciencia. De hecho, algunos no encajan bien en ninguna de las categorías conocidas, lo que abre la posibilidad de definir especies nuevas y de reescribir, una vez más, lo que creíamos saber sobre la vida marina.

La emoción por los descubrimientos, sin embargo, convive con una creciente preocupación. La Antártida ya no es un entorno estable y predecible. Los cambios observados —como la aparición de corrientes cálidas en zonas profundas o la ausencia de hielo en regiones donde debería haberlo— indican que estamos entrando en una etapa sin precedentes. El hecho de que estas criaturas salgan a la luz precisamente ahora puede ser una llamada de atención: si no se documentan pronto, podrían desaparecer sin dejar rastro.
La expedición Denman Marine Voyage continuará recolectando datos y especies durante algunas semanas más, antes de regresar al puerto de Hobart, en Tasmania. A bordo, más de 60 científicos de distintas disciplinas trabajan contrarreloj no solo para identificar estas criaturas, sino para entender el papel que juegan en el delicado equilibrio del océano Austral.
Lo que emerge de esta misión es algo más que una colección de extraños animales: es una historia sobre cómo la Tierra, incluso en sus rincones más inhóspitos, sigue revelándonos maravillas escondidas. Una historia donde la curiosidad científica se encuentra con el deber urgente de proteger lo desconocido.
Referencias
- Australian Antarctic Division. Denman Marine Voyage update – 7 March 2025. Australian Government; 2025
- Australian Antarctic Division. Denman terrestrial campaign. Australian Government
- Australian Antarctic Division. Nudging a sleeping giant. Australian Government