Se calcula que actualmente hay unos 300 millones de pacientes asmáticos en todo el mundo, una enfermedad respiratoria que afecta, aproximadamente, al 7% de la población, y que entre los deportistas de élite la cifra se eleva hasta alcanzar el 9-10%.
Para comprender la realidad del asma en el deporte vaya por delante un dato, entre los deportistas que compitieron en los Juegos Olímpicos de 1992 había entre un 8-12% de asmáticos y solo entre la delegación española 22 deportistas padecían esta dolencia.
Es cierto que la prevalencia de asma entre los deportistas varía en función de la modalidad deportiva que se practica, siendo más elevada en el ciclismo y en los deportes invernales.

Para explicar por qué entre los deportistas es más elevada esta enfermedad se barajan ciertas hipótesis, como la sobreexposición a sustancias irritantes con capacidad de inducir el cierre de los bronquios.
Hace décadas desde el colectivo médico se advertía a los niños asmáticos la reducción del ejercicio físico en las aulas y evitar la práctica de deportes. Afortunadamente la situación ha cambiado. Hace unos años un artículo publicado en la revista Nature Research (2019) reveló que el deporte no solo no es malo, sino que mejora la calidad de vida de los pacientes asmáticos hasta en un 23%. El estudio, además, subrayaba que los deportes aeróbicos eran muy recomendables ya que fortalecen los músculos de la caja torácica. Entre los más recomendados por las autoridades sanitarias están el ciclismo, excepto el de montaña, la natación y caminar.
Asma y natación
Uno de los nadadores más conocidos en nuestro país es David Meca, quien en el año 2000 se convirtió en la primera persona en lograr tres medallas en un Campeonato Mundial. Y es que Meca consiguió el oro en 10 kilómetros y dos platas, una en 5 kilómetros y otra en 25.
Además, sus hazañas abrieron muchos telediarios y acapararon portadas de periódicos, baste recordar que consiguió nadar con grilletes desde la prisión de Alcatraz hasta la bahía de San Francisco, cruzar el Canal de la Mancha o el estrecho de Gibraltar a nado.
Lo que quizás muchos no sepan es que llegó a la natación casi de rebote, cuando los médicos le diagnosticaron asma y le dijeron que no podía realizar ningún otro deporte. Menos mal.
Otro nadador de proyección mundial y también asmático es Michael Phelps, el nadador estadounidense que se convirtió en el deportista olímpico más condecorado de todos los tiempos: un total de 28 medallas. Además de esto, tiene en su palmaré el mayor número de medallas olímpicas de oro de toda la Historia de los Juegos Olímpicos.
Asmático sobre dos ruedas
Ser asmático tampoco impide practicar ciclismo, en el pelotón mundial hay asmáticos célebres como el suizo Alez Zulle o el alemán Jan Ulrrich. Pero, ¿se puede ganar un Tour de Francia siendo asmático? O quizás, más difícil aún, ¿es posible que un asmático gane cinco Tour de Francia? Pues es posible y su nombre es Miguel Indurain.
A pesar de todo al ciclista navarro el asma le dio algún que otro disgusto, como el que protagonizó cuando dos meses después de ganar el cuarto Tour de Francia se anunció que había dado positivo al salbutamol. Esta sustancia forma parte de un fármaco utilizada por los pacientes asmáticos para poder dilatar los bronquios y que penetre mayor cantidad de aire a los pulmones.
La verdad es que la línea que separa el tratamiento y el dopaje en el caso del asma puede ser muy fina. Y es que el salbutamol, uno de los muchos tratamientos que existen en este momento, incrementa la potencia máxima anaeróbica, en independencia del nivel de entrenamiento, y es una ayuda para realizar ejercicios de alta intensidad.
También en los campos de fútbol
En el 2009 el futbolista inglés David Beckham fue fotografiado inhalando un fármaco, se trataba de un broncodilatador. Y es que el deportista sufre asma desde su infancia, sin que la enfermedad haya condicionado su futuro futbolístico.
Los síntomas más frecuentes del asma se resumen en cuatro: tos, sensación de falta de aire, pitidos y sensación de opresión en el pecho. Estos síntomas pueden ser más o menos intensos en función de la gravedad de la enfermedad y, a menudo, pueden empeorar por la noche.
Una última consideración, para poder competir al más alto nivel los deportistas tienen que llevar a cabo un tratamiento óptimo, que controle los síntomas y module la inflamación, de forma que se permita realizar ejercicio físico con mayor seguridad.

Asmáticos en la gran pantalla y en la literatura
Al terminar la Segunda Guerra Mundial un músico y una cantante viven un apasionado romance que coincidirá con el declive de sus carreras profesionales. Este es, a grandes rasgos, el argumento de “New York, New York” (1977), una película dirigida por un asmático (Martin Scorsese) y protagonizada por una asmática, Liza Minnelli.
Martin Scorsese fue diagnosticado en su tierna infancia de asma, por lo que sabe perfectamente lo que es convivir con una enfermedad crónica. En más de una ocasión ha contado que el asma se agravaba con las peleas callejeras y que esto le obligaba a refugiarse en el cine para evitar.
Uno de los escritores más importantes de lengua inglesa fue Charles Dickens, en un tiempo en el que las obras más importantes se publicaban por entregas en periódicos. En aquellos momentos los médicos prescribían opio como tratamiento del asma, un remedio que se encuentra en las antípodas de las recomendaciones actuales.