Explorando Próximo Oriente: contribuciones destacadas de la arqueología española

Los arqueólogos españoles han desentrañado secretos milenarios, desde antiguas ciudades hasta reliquias culturales, aportando valiosa luz a la rica historia de la región. Exploraremos las contribuciones clave de los arqueólogos españoles al vasto tapiz arqueológico de Próximo Oriente.
Foto del autor del reportaje, Josué J. Justel, realizando la copia de un ladrillo neobabilónico

El redescubrimiento arqueológico de asirios, babilonios, sumerios y acadios lo protagonizaron las grandes potencias del siglo xix. Fueron diplomáticos como el francés Paul-Emile Botta o el inglés Austin Henry Layard los responsables de dar los primeros pasos para la resurrección arqueológica de aquellas antiguas civilizaciones. 

España, en cambio, sin intereses coloniales en el Próximo Oriente, quedó al margen de aquella excitante empresa, protagonizando, tan solo, algunos episodios aislados y poco significativos, como la misión de la fragata Arapiles en el Mediterráneo oriental para la obtención de materiales arqueológicos para el Museo Arqueológico Nacional (1871).

El primer intento serio de investigación arqueológica en la región lo promovió el político y mecenas Francesc Cambó, quien a finales de la década de 1920 proyectó la creación de una Escuela Catalana de Arqueología Oriental. Al frente de dicho proyecto situó a Josep Gibert, un antiguo alumno del catedrático de Prehistoria de la Universidad de Barcelona Pere Bosch Gimpera. 

Bajo la dirección del arqueólogo alemán Gabriel Welter, Gibert tomó parte, entre otras, en las excavaciones de la antigua ciudad israelita de Siquem, ciudad que, según la Biblia, había sido la primera capital del reino de Israel. Allí, Gibert y Welter creyeron localizar algunos edificios singulares que aparecían mencionados en el texto sagrado, como el templo de Baal-Berit (Jueces 9: 4) y la Torre de Siquem (Jueces 9: 46-47).

Sin embargo, y a pesar de los trabajos en Siquem, el proyecto de crear la Escuela Catalana de Arqueología Oriental no se llegó a concretar. Por una parte, Cambó cada vez estaba menos dispuesto a seguir financiando unas excavaciones que no estaban aportando resultados demasiado espectaculares. Por otra, Gibert tampoco quería establecerse en Palestina. 

Retrato del multimillonario Cambó en 1929 (tenía 53 años). Foto: EFE

Así, en una postal enviada a sus padres, confesaba que se veía incapaz de continuar con el proyecto debido a su falta de adaptación a la vida en Oriente: «Jerusalén es una ciudad muy aburrida: sin teatros, sin cines, sin cabarets, sin prostitutas (...) todo va a toque de campana; y a las 9 a dormir porque se cierran las puertas y no se abren hasta mañana... y a leer la Biblia. ¡Dios, qué vida!». 

Después de aquella primera experiencia, hubo que esperar más de 20 años para que arqueólogos españoles volviesen a trabajar en el Próximo Oriente.

Desenterrando historias: las pioneras misiones arqueológicas españolas en Mesopotamia

En 1955 Monseñor Romero de Lema fundó el Instituto Español Bíblico y Arqueológico de Jerusalén, más conocido como la Casa de Santiago. Se trata de una institución de la Iglesia española creada para promover los estudios bíblicos avanzados, también en el ámbito de la arqueología. 

Como consecuencia de ello, algunos de sus miembros (Vicente Vilar y Antonio González Lamadrid) participaron en las emblemáticas excavaciones de Qumrán, donde se había producido uno de los descubrimientos más sensacionales del siglo xx: los manuscritos del Mar Muerto.

Otro miembro de la Casa de Santiago, Joaquín González Echegaray, tuvo el mérito de ser el primer español encargado de dirigir una misión arqueológica en Tierra Santa. Formado como arqueólogo en la Universidad de Barcelona con los catedráticos Lluís Pericot y Martín Almagro Basch, y en la Ecole Biblique, donde fue discípulo de Roland de Vaux, González Echegaray estaba especialmente interesado en el estudio de la prehistoria. 

Entre diciembre de 1960 y enero de 1961 dirigió las excavaciones en la cueva de Mogaret-ed-Dalal (Jordania), donde halló muestras de industria lítica correspondiente a los periodos del Paleolítico Inferior, Medio y Superior. Asimismo, también pudo documentar, en la parte superior del yacimiento, la existencia de un edificio monacal de época bizantina. 

Aquellas excavaciones fueron importantes porque sirvieron para demostrar a Awni Dajani, director del Departamento de Antigüedades jordano, que los arqueólogos españoles estaban plenamente capacitados para encargarse con garantías de misiones arqueológicas de mayor envergadura.

De esta manera, el propio González Echegaray dirigió dos años más tarde (mayo-junio de 1962), las excavaciones en la terraza de El-Khiam (Palestina), un yacimiento con una amplia cronología, que se extiende desde el Paleolítico Superior hasta el Neolítico Precerámico B (33000-7000 a. C.). 

Botellita del siglo x a. C. del yacimiento Tell el-Far’a excavado por el padre Roland de Vaux. Foto: JOSÉ PARDO

Durante las excavaciones se recuperó abundante industria lítica (más de 13 000 piezas), destacando un tipo de punta de flecha muy característico que, a partir de entonces, pasó a conocerse precisamente como «punta del Khiam». 

Asimismo, en los niveles neolíticos pudieron documentarse algunos restos arquitectónicos y faunísticos que ayudaron a conocer mejor la transición desde las sociedades de cazadores y recolectores hasta la aparición de los primeros ganaderos y agricultores. 

Buena muestra de la relevancia de los resultados científicos obtenidos por González Echegaray en El-Khiam la constatamos en el hecho de que uno de los periodos de transición entre el Mesolítico y el Neolítico fue bautizado a partir de entonces precisamente con el nombre de «khiamiense».

Otro destacado arqueólogo de la Casa de Santiago fue Emilio Olávarri, quien, a diferencia de González Echegaray, no estaba interesado en el estudio de la prehistoria sino en la arqueología bíblica del segundo y primer milenios a. C. 

Formado también en la École Biblique de Jerusalén, donde, entre otros, fue alumno de Roland de Vaux, colaboró en excavaciones con figuras internacionales destacadas de la arqueología bíblica (Kathleen Kenyon, Diana Kirkbride, Peter Parr).

Entre 1964 y 1966 Olávarri dirigió las excavaciones en Khirbet Arair (Jordania), yacimiento cuya principal fase de ocupación corresponde a la Edad del Hierro, aunque también se conservan restos de la Edad del Bronce. Aquella localidad se corresponde con la bíblica Aroer, una de las ciudades reconstruidas por los miembros de la tribu de Gad durante el Éxodo, y que anteriormente había estado en manos del rey amorreo Sihón (Números 32: 34). 

Las excavaciones de Olávarri mostraron que durante su fase de máximo esplendor, Aroer fue una antigua fortaleza moabita, de unos 3000 m2 de superficie, reconstruida durante el reinado del famoso rey Mesha con una finalidad eminentemente defensiva, probablemente para defenderse de los ataques lanzados por Yoram de Israel. Tras un largo periodo de abandono, la fortaleza fue reconstruida en el s. ii a. C.

Descubrimientos reveladores: nuevas excavaciones en la Casa de Santiago

Tras los primeros trabajos de los años 60 en Mogaret-ed-Dalal, El-Khiam y Aroer, la Casa de Santiago continuó liderando la investigación española en el Próximo Oriente. Así, en dos campañas desarrolladas en 1978 y 1982, Olávarri excavó una nueva fortaleza moabita en el sur de Jordania, Tell Medeineh. 

Ruinas de la iglesia bizantina en la ciudadela de Ammán en Jordania. Foto: SHUTTERSTOCK

Con un único momento de ocupación en los siglos xiii-xi a. C. (Edad del Hierro I), el recinto amurallado tenía la misión de proteger los límites meridionales del territorio de Moab. Esas necesidades defensivas tal vez estuvieron motivadas por la amenaza que suponían las reiteradas incursiones de distintos grupos nómadas, que en aquellos momentos trataban de iniciar un proceso de sedentarización, tal y como aparece recogido en los libros bíblicos de Josué y Jueces.

Asimismo, entre 1974 y 1982 Olávarri también dirigió los trabajos de campo en la ciudadela de Ammán (Jordania), formando parte de la Misión Arqueológica Española liderada por Martín Almagro Basch. Allí, al margen de los vestigios del palacio omeya, también se documentaron evidencias de ocupación mucho más antiguas, que se remontaban a la Edad del Hierro II, la época romana y la bizantina. 

Todavía en el marco de la Misión Arqueológica Española en Jordania, Olávarri fue también el encargado en 1983 de dirigir las excavaciones en el ágora de la ciudad helenístico- romana de Gerasa, localizada 36 km al norte de Ammán (Jordania). La campaña, que duró ocho meses, se centró sobre todo en la excavación de un gran edificio (48 x 65 m) del ágora, al oeste de cardo maximus, y cuya cronología iba desde su fundación en el siglo ii d.C. hasta la época bizantina.

La Casa de Santiago también fue la responsable directa de otras excavaciones de gran importancia en Tierra Santa. En este sentido cabe destacar los trabajos desarrollados por Florentino Díez en la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén, entre 1977 y 1981. 

Dichos trabajos permitieron llegar hasta la roca virgen, mostrando evidencias del uso del lugar como cantera ya a finales del s. i d.C., y descubriendo, entre otros, una pequeña cueva. En el exterior de dicha cueva se halló un grafitto consistente en una cruz representada dentro de un círculo, testimonio gráfico que evidenciaba la existencia de un culto cristiano en el lugar ya en el s. ii d.C. 

Poco después (ca. 135-150 d.C.), se construyó en ese mismo lugar un templo dedicado a la diosa Venus. Uno de los muros del templo cubrió la entrada de la cueva, hecho que condenó al olvido uno de los lugares de culto más antiguos del cristianismo, hasta que se procedió a una ulterior restauración, ya en época de Constantino.

Con aquellos trabajos se ponía fin a la primera etapa de la arqueología española en el Próximo Oriente. A partir de la década de 1980 fueron las universidades de Barcelona, Autónoma de Barcelona, Autónoma de Madrid, Murcia, etc., las encargadas de proseguir con la investigación arqueológica del Próximo Oriente. Pero esa ya es otra historia. 

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