Un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista Nature Human Behaviour ha arrojado nueva luz sobre la organización social de las comunidades neolíticas de la Cultura de la cerámica de bandas (Linearbandkeramik, LBK), los primeros agricultores de Europa Central. Esta investigación, liderada por científicos de la Universidad de Viena y la Universidad de Harvard, revela que estas sociedades vivían en un sorprendente estado de igualdad social, sin estratificación evidente basada en el acceso a recursos, el sexo o la posición familiar.
Agricultura y expansión: el legado de la cultura de la cerámica de bandas
Hace aproximadamente 8.000 años, los agricultores provenientes de los Balcanes comenzaron una expansión sin precedentes. Siguiendo el valle del Danubio, se establecieron en territorios que abarcan desde la actual Hungría hasta Francia y Ucrania. Estos pioneros llevaron consigo un modo de vida completamente nuevo: el cultivo de cereales y la domesticación de animales reemplazaron progresivamente el estilo de vida cazador-recolector que había dominado durante milenios.
La cultura LBK dejó rastros materiales homogéneos en una vasta extensión geográfica, lo que indicaba una notable uniformidad cultural. Sin embargo, hasta ahora, no se había profundizado lo suficiente en las dinámicas sociales de estas comunidades. ¿Eran sociedades igualitarias o estaban divididas por clases y jerarquías? Gracias a este nuevo análisis genético, arqueológico y antropológico, se ha dado un paso significativo para responder a estas preguntas.

Investigación genética: conectando a los antiguos agricultores
El equipo de investigación, conformado por más de 80 expertos en genética, arqueología y antropología, analizó los genomas de más de 250 individuos de sitios arqueológicos distribuidos por Austria, Hungría, Eslovaquia y Alemania. Entre los hallazgos más sorprendentes, destaca el descubrimiento de vínculos genéticos entre individuos separados por más de 800 kilómetros, lo que indica que estas comunidades estaban interconectadas por relaciones de parentesco a través de grandes distancias.
Según Pere Gelabert, primer autor del estudio y científico de la Universidad de Viena, se han encontrado con éxito parientes lejanos en Eslovaquia y otros en el oeste de Alemania, a más de 800 kilómetros de distancia.
Este movimiento de individuos, combinado con un flujo constante de información y prácticas agrícolas, permitió que la LBK floreciera y expandiera su influencia cultural por gran parte de Europa Central.

Igualdad en la vida cotidiana
El análisis de los enterramientos, los bienes funerarios y los restos dietéticos en los sitios de Nitra, en Eslovaquia, y Polgár-Ferenci-hát, en Hungría, mostró una notable ausencia de diferencias significativas entre los individuos en cuanto al acceso a recursos. Los estudios isotópicos revelaron que las dietas de estas comunidades eran homogéneas, sin distinción basada en el sexo o la posición familiar. Asimismo, no se encontraron indicios de desigualdad en los ajuares funerarios.
Ron Pinhasi, coautor del estudio y también investigador de la Universidad de Viena, explicó: “En este estudio informamos por primera vez que las familias en los sitios de estudio de Nitra en Eslovaquia y Polgár-Ferenci-hát en Hungría no difieren en términos de los alimentos que consumen”, lo que “sugiere que las personas que vivían en estos yacimientos neolíticos no estaban estratificadas en función del sexo familiar o biológico, y no detectamos signos de desigualdad, entendida como acceso diferencial a los recursos o al espacio”.

Un final violento para una cultura próspera
A pesar de su notable éxito inicial, la cultura de la cerámica de bandas acabó desapareciendo. Se han propuesto diversas hipótesis sobre su colapso, muchas de ellas asociadas a una combinación de factores climáticos, económicos y sociales. Uno de los eventos más notorios de este período es la masacre de Asparn-Schletz, en la actual Baja Austria. Allí, más de 100 individuos fueron hallados en un sistema de zanjas, muchos de ellos con signos de violencia extrema.
El estudio genético realizado en los restos de Asparn-Schletz reveló que menos de 10 individuos estaban genéticamente relacionados, lo que desafía la idea de que la masacre representara a una sola población. Además, los análisis anteriores liderados por la antropóloga Maria Teschler-Nicola ya habían señalado la ausencia de mujeres jóvenes entre las víctimas, lo que refuerza la teoría de que el evento estuvo relacionado con una práctica de saqueo o captura de mujeres por parte de otros grupos.
Nuevas perspectivas sobre las primeras sociedades agrícolas
Los hallazgos de este estudio son un testimonio de la capacidad de los métodos multidisciplinarios para arrojar luz sobre el pasado. Al integrar datos genéticos con análisis arqueológicos y antropológicos, los investigadores han podido reconstruir aspectos clave de la organización social de las comunidades neolíticas.
Estos resultados no solo refuerzan la idea de que las primeras sociedades agrícolas de Europa Central vivieron en condiciones de igualdad, sino que también ofrecen pistas valiosas sobre las dinámicas migratorias y las redes sociales que permitieron su expansión.
El legado de la cultura de la cerámica de bandas sigue siendo un tema fascinante para los investigadores, proporcionando una ventana al pasado y permitiendo reflexionar sobre los orígenes de las comunidades humanas tal como las conocemos hoy.
Referencias:
- Gelabert, P., Bickle, P., Hofmann, D. et al. Social and genetic diversity in first farmers of central Europe. Nat Hum Behav (2024). https://doi.org/10.1038/s41562-024-02034-z