¿Por qué nos deja la Luna? Al contrario de lo que ocurre en la película 'Moonfall' (2022) de ciencia ficción, nuestra luna, formada hace miles de millones de años cuando se produjo una colisión planetaria con la Tierra de un objeto bautizado como “Tea” (que conforma la hipótesis del gran impacto con un protoplaneta del sistema solar), se está alejando de nosotros, haciendo que los días sean cada vez más grandes y los años menos días a causa de esta dinámica Tierra-Luna en constante cambio. Y no hay forma de retrasar este reloj.
La Luna y su separación de la Tierra
La fascinación por la Luna ha sido una constante en la historia de la humanidad. Este satélite natural, que ha inspirado mitos, leyendas y avances científicos, es ahora objeto de estudio por su dinámica relación con la Tierra. La Luna, formada hace miles de millones de años a partir de una colisión planetaria, no es solo un cuerpo celeste estático en el cielo nocturno, sino que está en un constante proceso de alejamiento de nuestro planeta. Este fenómeno, aunque imperceptible a simple vista, tiene implicaciones significativas para la Tierra y sus habitantes.
Adiós Luna, adiós: un fenómeno en movimiento
La Luna, a pesar de parecer una constante en el firmamento, se aleja de la Tierra a un ritmo de aproximadamente 4 centímetros al año. Este movimiento es resultado de complejas interacciones gravitacionales entre la Tierra y su satélite. En el pasado, la Luna estaba mucho más cerca, casi 16 veces más cerca de lo que está hoy. A medida que pasa el tiempo, este alejamiento continúa, afectando la duración de nuestros días y años. Los científicos han estado midiendo esta distancia con precisión durante más de 50 años, utilizando técnicas avanzadas que nos permiten comprender mejor esta danza cósmica.
La órbita de la Luna alrededor de la Tierra no es perfectamente circular, sino elíptica, lo que significa que su distancia varía ligeramente cada noche. Sin embargo, en promedio, la Luna se encuentra a unos 385,000 kilómetros de nosotros. Este alejamiento gradual se debe a la transferencia de energía entre la Tierra y la Luna, un proceso que sigue siendo objeto de estudio y fascinación para los astrónomos.

La colisión planetaria y la formación lunar
La historia de la formación de la Luna es un relato de colisiones cósmicas y transformaciones. Hace miles de millones de años, un protoplaneta conocido como "Tea" colisionó con la Tierra, dando lugar a la Luna. Esta teoría, conocida como la hipótesis del gran impacto, explica no solo el origen de nuestro satélite, sino también su composición y características actuales. La colisión no solo creó la Luna, sino que también afectó la rotación y la inclinación de la Tierra, influyendo en el clima y las condiciones de vida en nuestro planeta.
A medida que la Luna se enfriaba tras su formación, comenzó a alejarse de la Tierra, un proceso que ha continuado hasta nuestros días. Este fenómeno es una prueba de la naturaleza dinámica del sistema solar, donde incluso los cuerpos celestes aparentemente inmutables están en constante cambio y movimiento.
El efecto de las mareas y la ralentización terrestre
Las mareas en la Tierra son una manifestación visible de la interacción gravitacional entre nuestro planeta y la Luna. Este efecto de las mareas no solo afecta a los océanos, sino que también tiene un impacto en la rotación de la Tierra. Las mareas generan un rozamiento que consume energía, lo que provoca una ralentización gradual de la rotación terrestre. Este proceso, a su vez, empuja a la Luna hacia una órbita más grande, alejándola cada vez más de la Tierra.
Este fenómeno tiene implicaciones a largo plazo para nuestro planeta. A medida que la Luna se aleja, los días en la Tierra se alargan gradualmente. Aunque este cambio es imperceptible en una escala temporal humana, tiene un impacto acumulativo significativo en la historia geológica y climática de la Tierra.
Implicaciones para los habitantes de la Tierra

Impacto actual del alejamiento lunar
Actualmente, el alejamiento de la Luna no tiene efectos directos y perceptibles en la vida diaria de los habitantes de la Tierra. Sin embargo, este fenómeno nos recuerda la naturaleza dinámica del universo en el que vivimos. La separación de la Luna afecta sutilmente la duración de los días y las noches, así como las mareas, que son cruciales para ciertos ecosistemas costeros y la vida marina.
Para los científicos, el estudio del alejamiento lunar ofrece valiosas oportunidades para comprender mejor la historia y la evolución del sistema solar. Además, este conocimiento puede tener aplicaciones prácticas en el futuro, especialmente en el contexto de la exploración espacial y la posible colonización de la Luna.
Mirando al futuro: órbita estable en 50,000 millones de años
En un futuro lejano, dentro de unos 50,000 millones de años, se espera que la Luna alcance una órbita estable alrededor de la Tierra. En ese momento, el satélite tardará aproximadamente 47 días en completar una vuelta alrededor de nuestro planeta, en lugar de los 27 días actuales. Este nuevo equilibrio resultará en una situación en la que la Luna siempre mostrará la misma cara a la Tierra, un fenómeno conocido como bloqueo por mareas.
Aunque este escenario está muy lejos en el futuro, es un recordatorio del continuo cambio y evolución de nuestro sistema solar. La relación entre la Tierra y la Luna es un ejemplo de cómo las fuerzas gravitacionales pueden moldear el destino de los cuerpos celestes a lo largo de eones.
El Sol y su influencia en la Luna

Transformación del Sol en gigante roja
El futuro de la Luna y la Tierra no solo está determinado por su interacción mutua, sino también por la evolución del Sol. Dentro de unos 5,000 millones de años, el Sol agotará su combustible nuclear y se transformará en una gigante roja. Este proceso tendrá profundas implicaciones para el sistema solar, ya que el Sol se expandirá, engullendo a los planetas interiores, incluida la Tierra.
Esta transformación del Sol afectará inevitablemente a la Luna. Aunque la Luna podría sobrevivir a la expansión solar, su entorno cambiará drásticamente. La interacción entre el Sol en su fase de gigante roja y la Luna es un área activa de investigación, con implicaciones para nuestra comprensión de la evolución estelar y planetaria.
Consecuencias para la Tierra y su satélite
La expansión del Sol como gigante roja representa un desafío existencial para la Tierra y la Luna. A medida que el Sol se expanda, las condiciones en la Tierra se volverán cada vez más inhóspitas, afectando a todos los ecosistemas y formas de vida. La Luna, aunque más alejada, también experimentará cambios en su entorno debido a la intensa radiación solar y el aumento de las temperaturas.
Este escenario apocalíptico, aunque lejano, subraya la importancia de comprender la evolución a largo plazo de nuestro sistema solar. Los estudios sobre la interacción entre el Sol, la Tierra y la Luna son cruciales para anticipar los cambios futuros y planificar la exploración espacial y la búsqueda de nuevos mundos habitables.
Referencias:
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