Ridley Scott consiguió el éxito comercial con esta obra en la que el ambiente, el sonido y la luz son parte del fabuloso elenco.
Hasta 1979, alien era la palabra que se usaba en inglés para definir a cualquier criatura alienígena. Pero, entonces, Ridley Scott estrenó su película y todo cambió.
El término se ha convertido ya en todo el mundo en sinónimo de esta especie de extraterrestres asesinos, con ácido en lugar de sangre, cuya inteligencia parece reducirse a una habilidad diabólica para matar.

Secuelas tras el éxito
Su éxito ha propiciado continuaciones de mucho interés, ya que cada una desarrollaba un estilo y temática propios sin repetir completamente la fórmula inicial, pero también horrores como las dos entregas de "Alien vs. Predator" (2004 y 2007).
Scott regresó a la saga en 2012 con la interesante "Prometheus" y la ya algo repetitiva "Alien: Covenant" (2017). La trama de la película es ampliamente conocida y responde a un esquema de lo más manoseado: una fuerza maligna, humana o inhumana, va diezmando al reparto hasta que al final es destruida por el protagonista.
Dos clásicos del slasher (subgénero que incluye psicópatas y mucha sangre) rodados casi al mismo tiempo –"La noche de Halloween" (1978) y "Viernes 13" (1980)– tienen la misma estructura.
Con todo, no hay duda de que es una de las mejores películas de su género producidas en los últimos cincuenta años. Si ese género es la ciencia ficción o el terror, o ambos, es un tema que sigue abierto a discusión.
Los artistas de Alien
Aunque el argumento fuera convencional, no lo fue la confluencia de talentos que se unieron para desarrollar y enriquecer este filme, empezando, desde luego, por el diseñador del propio alien, el artista gráfico H. G. Giger, quien también participó, junto con Jean Giraud, Moebius, en la creación de los decorados.
Como mandan los buenos cánones del cine de terror, Scott no nos muestra por completo la criatura hasta las escenas finales, pero todo lo que nos ha ido dejando ver hasta ese momento es progresivamente pavoroso.
Antes de la primera aparición del alienígena, ya estamos predispuestos para cualquier cosa gracias a hallazgos como la gigantesca nave abandonada que los tripulantes de la Nostromo encuentran en el planeta al que acuden en respuesta a una supuesta llamada de auxilio, o el enorme cadáver de lo que parece un viajero espacial, con el pecho agujereado… desde dentro.

El octavo pasajero
La propia Nostromo está muy lejos de la estilización amigable que apareció en el universo de Star Wars: no es más que un carguero, con empleados que se quejan del sueldo y las condiciones de trabajo, propiedad de una empresa que no tiene inconveniente en sacrificarlos a todos para conseguir la perfecta arma biológica que supone el octavo pasajero.
Este último detalle del guion impregna la historia de una atmósfera malsana –los protagonistas están abandonados a su suerte– puntuada por inolvidables golpes de efecto.
Si al principio el público queda impactado cuando la cría de Alien salta de uno de los huevos y se agarra el rostro de Kane (John Hurt), pronto descubrirá que eso es solo el preámbulo de la escena de terror definitiva, cuando esa misma cría surge del interior de Kane, al reventar su pecho desde dentro, y escapa por los recovecos de la nave.

Androides, muertes y personajes femeninos
No es menos impactante la revelación de que Ash (Ian Holm), otro miembro de la tripulación, es en realidad un androide que trabaja para los intereses de la empresa.
Sorprende también la muerte de Dallas (Tom Skerritt), el capitán de la Nostromo, que es sustituido en su función de protagonista por Ripley, interpretada por la entonces desconocida Sigourney Weaver.
Aunque el hecho de que la superviviente final de estas películas sea una mujer era también un cliché, Ripley demostraba una fuerza y determinación muy poco comunes hasta entonces en los personajes femeninos (con la excepción, bastante reciente entonces, de la princesa Leia).