Explorando centros culturales del III milenio a. C.: más allá de lo conocido

Descubre en nuestro fascinante recorrido arqueológico los enigmáticos centros culturales del III milenio a. C. Exploraremos más allá de lo conocido, desvelando tesoros históricos que revelan la riqueza cultural de ese periodo.  Travesía única para entender mejor los misteriosos y sorprendentes aspectos de estos centros culturales olvidados.
Recreación de Ebla con el templo de Ishtar en el centro

El temprano descubrimiento de asirios, babilonios y sumerios desde mitad del siglo xix, y los miles de textos que estos nos han legado, hicieron que Mesopotamia fuera núcleo investigador del Próximo y Medio Oriente y las regiones colindantes quedaran desplazadas al principio del interés científico. Pero desde el último cuarto del siglo xx estas regiones no han parado de darnos sorpresas y ahora son parte viva y apasionante del antiguo Oriente.

Explorando las raíces de Asia Central: Marhasi en detalle

Asia Central está limitada al oeste por el mar Caspio, al sur por la cordillera del Kopet Dag (que la separa de Irán), al sureste por el Indu Kush y al norte por las estepas de Siberia y Kazajstán. La región aúna grandes desiertos (Karakorum), ríos caudalosos (Amu Daria y Sir Daria), estepas que no se acaban y oasis sorprendentes al pie del Kopet Dag. 

Todo articulado en dos áreas geográficas distintas: las tierras altas del Amu Daria (la Bactriana griega, hoy sur de Uzbekistán, norte de Afganistán y suroeste de Tayikistán) y los oasis del piedemonte del Kopet Dag (denominada Marhasi por los mesopotámicos, Margiana por los griegos, y hoy sureste de Turkmenistán), donde el río Murgab forma un delta que permitió el establecimiento de población en el iii milenio a. C.

Estas áreas albergan lo que los arqueólogos llaman el Complejo Arqueológico Bactro-Margiano (bmac), datado entre el 2500 y el 1800 a. C. y que avanzó hacia un estadio urbano en yacimientos como Namazga o Altyn Depe, ciudades estado que nos recuerdan a las sumerias: plataformas, fortificaciones, edificios monumentales, templos, palacios, necrópolis y barrios de artesanos. El yacimiento más importante del bmac es Gonur Depe, uno de los más grandes hallazgos de la arqueología de la segunda mitad del siglo xx.

Los soviéticos desenterraron el Kremlin (la acrópolis) con un palacio en el centro, el templo del fuego al este, un gran estanque y el témenos (lugar consagrado a un dios) al sur, y unas 4100 tumbas en una enorme necrópolis, algunas de ellas consideradas tumbas reales. Los asentamientos del Asia Central en el iii milenio a. C. formaban parte de los intercambios comerciales con Mesopotamia, Irán, el Indo y el Golfo. 

Ruinas del templo de Barbar, Bahrein. Con más de 3000 años de antigüedad. Foto: ISTOCK

La organización administrativa es conocida por sellos de estampa y cilindrosellos, fichas de contabilidad, estampaciones en arcilla y signos dejados en la cerámica que no llegaron a transformarse en auténtica escritura.

Secretos arqueológicos en el Golfo: un viaje a través de Dilmun y Magan

Salida natural de Mesopotamia al mar, por el Golfo Pérsico llegan a la región del Tigris y el Éufrates todo tipo de mercancías que los mesopotámicos demandan desde época Obeid, y desde él sumerios y acadios recibían no solo los bienes que llegaban de la actual Omán, sino los que provenían de la lejana región del Indo. 

Los textos sumeroacadios del iii milenio a. C. nos ayudan a entender que el actual Golfo estaba dividido en dos entidades conectadas, pero diferentes. Al norte del Golfo y con centro en la isla de Bahrein estaba el país de Dilmun, al sur y en la Península de Omán (Omán y eau) se encontraba el país de Magan.

Dilmun y Magan son dos de las áreas de mayor actividad arqueológica de todo el Oriente Próximo desde los años setenta del siglo xx. Las excavaciones han permitido ver que Dilmun era un lugar de atraque obligatorio para suministrarse de agua de las naves que surcaban el Golfo, y de viajeros que visitarían el imponente templo de Barbar dedicado al dios Inzak. Dilmun además era el intermediario inmediato de una riqueza que llegaba desde lejos.

Mientras tanto, Magan era una pieza clave en el suministro de bienes a Mesopotamia, puesto que las culturas que se desarrollaron en Magan (Hafit 3000-2500 a. C. y Umm an Nar 2500- 2000 a. C.) interaccionaron constantemente con ella. De Magan venía el cobre en cantidades sorprendentes (se calculan 2000 toneladas para el iii milenio a. C.), diorita (para crear estelas como la del Código de Hammurabi), clorita, serpentina y esteatita (en los ajuares funerarios), y madera. 

La cultura Hafit muestra, además, la presencia de objetos mesopotámicos en sus tumbas, ya que su ajuar funerario consiste en cerámica local acompañada por uno o dos pequeños recipientes de forma bicónica, cuello corto y diseños en blanco y negro, típicos de yacimientos como Ur, Uruk o Nippur.

Hoy sabemos que Mesopotamia miraba constantemente al sur, al Golfo, y su mirada era recompensada con la abundancia de bienes de los que la zona claramente adolece.

Desvelando tesoros en Siria: el fascinante descubrimiento de Ebla

Las investigaciones llevadas a cabo en Siria desde la segunda mitad del xx han permitido uno de los mayores descubrimientos de finales de siglo; que bajo el actual Tell Mardikh (a unos 50 km al sur de Alepo) una misión arqueológica italiana hallara Ebla, uno de los reinos más mencionados en las fuentes sumeroacadias del iii milenio a. C. 

Fragmento de piedra caliza con una inscripción que data del reinado de Naram-sin (ca. 2254-2218 a. C. Foto: ALBUM

El hallazgo en 1968 de un busto acéfalo con una inscripción en acadio donde un tal Ibbit Lim se definía como «rey de la estirpe eblaita» fue el comienzo de una aventura que aún no ha terminado. La prueba definitiva de que Ebla había sido encontrada llegó en 1974, cuando en el llamado Palacio Real G se halló un archivo con más de 18 000 textos, escritos en una lengua semita desconocida, que se llamó eblaita.

La lectura continua de esos textos hace que el estudio de Ebla esté vivo y en constante evolución. El Palacio Real G se construyó con un sistema de aterrazamientos para salvar la pendiente sobre la que se asienta. La parte excavada corresponde a almacenes, cocinas, área residencial, área administrativa y de gestión, y un patio porticado articulado desde un gran torreón. 

La decoración debió de ser magnífica, pero un incendio y el saqueo del edificio solo nos permiten recuperar figuritas que forman parte de muebles y objetos de hueso, marfil, oro y concha para trabajos de marquetería e incrustaciones muy parecidos a los sumerios.

El archivo permitió reconstruir la historia de un reino sirio a mitad del iii milenio a. C. que convivió con sumerios y acadios en el tiempo. Se trataba de un espacio pequeño, pero ordenado, donde las tablillas de distinto tamaño y forma se colocaban en estanterías.

 Los textos nos dicen que Ebla posee un importante territorio que hoy se correspondería con el noreste de Siria. Este estado estaba gobernado por un rey asistido por un visir, una asamblea con- 58 ASC sultiva, altos cargos de la corte y gobernadores en cada provincia del reino.

Ebla ejerce un papel central en Siria, porque en ella convergen rutas comerciales de máxima importancia, en sentido norte sur (Turquía- Mar Rojo, Arabia y Egipto) y sureste noroeste (Mesopotamia-Mediterráneo). Esta posición le permite ser una base comercial que nutre a Mesopotamia de metales y a Siria, Egipto y la costa mediterránea de piedras semipreciosas como el lapislázuli, del que se encontraron 22 kg en bruto en el Palacio Real G.

Los telares de la ciudad permitirían la exportación de tejidos de altísima calidad. Así Ebla crea una red comercial con bases fijas, regulando su política exterior a través de alianzas matrimoniales, tratados comerciales disponiendo tasas, condiciones de intercambio o residencia de mensajeros, y enfrentamientos directos como el que tuvo intermitentemente con Mari, un reino situado aguas abajo del Éufrates.

Explorando Al Yazira: travesía histórica por la Antigua Subartu

La meseta que se extiende al norte de Mesopotamia entre el Tigris y el Éufrates, Al Yazira (Subartu en los textos mesopotámicos) nos presenta un iii milenio lleno de posibilidades de estudio: la cultura Ninivita 5 que parte de Nínive, en el Tigris medio (3000-2550 a. C.), y los reinos situados en las regiones del río Habur, un afluente del Éufrates (2600-2000 a. C.). 

Clavija de cimentación —con forma de león— perteneciente a la cultura hurrita (ca. 2200-2100 a. C.). Foto: ALBUM

La cultura Ninivita 5 aporta un tipo de cerámica que se extiende por toda Al Yazira: jarras carenadas, cuencos y cálices, con decoración pintada o incisa, usados para consumir comida y bebida, y que se hallan junto a sellos y elementos de control administrativo.

Nínive se transformó en el centro urbano más importante de esta cultura, quizás porque la ciudad estaba situada en un punto central del comercio mesopotámico con Irán, Siria y Turquía. Nínive además se desarrolló como un centro religioso relacionado con la diosa Ishtar, con un templo en la ciudad al menos desde el 2300 a. C. La región del Habur, densamente poblada, presenta una cultura urbana con una base socioeconómica similar a la de las ciudades sumerias, pero con mayor peso de la ganadería.

Varios reinos surgieron en el Habur y sus afluentes: Nabada (Tell Beidar), Nagar (Tell Brak) o Urkesh (Tell Mozan), reinos con un alto componente hurrita, una población que, proveniente del noreste, se había asentado en la región en la primera mitad del iii milenio a. C. y que hablaba una lengua sin parentesco alguno con el sumerio o el acadio, las lenguas de Mesopotamia. 

Los reinos del Habur entran en la Historia gracias al archivo del Palacio Real G de Ebla, a las inscripciones de los reyes acadios y a las excavaciones arqueológicas. Estos reinos no tuvieron el mismo estatus ante los reyes acadios, así Nagar formó parte del reino acadio, mientras que Urkesh se mantuvo independiente, pero muy vinculado a Akkad, puesto que Taram Akkad, hija del gran rey acadio Naram-sin, fue casada con Tupkish, el rey de Urkesh.

Las excavaciones de Urkesh han mostrado una ciudad con una acrópolis donde destacan una enorme plataforma de 10 m de alto, a la que se accedía por una gran escalinata, y sobre la que se encontraba el templo del dios Kumarbi, la divinidad más importante del mundo hurrita; el palacio con preciosas improntas de sellos que nos hablan de la familia real de Urkesh; y un profundísimo pozo repleto de animales sacrificados, interpretado como el lugar de bajada a los infiernos (bi) del que nos hablan los textos hurritas posteriores. 

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