¿Quién erigió la mezquita-aljama omeya de Córdoba?

No existe consenso sobre cuál fue la primera mezquita-aljama omeya levantada en la península ibérica. Pero, la Mezquita de Córdoba es la más grande de España y uno de los monumentos islámicos más importantes de todo Occidente.
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En el año 750, la batalla del Zab, en la actual Irak, acabó con el derrocamiento de Marwan II, el último de los califas omeyas de Damasco, dando inicio al dominio de los abbasíes en los territorios conquistados por el islam.

La estirpe omeya fue aniquilada por el nuevo linaje abbasí, que dio muerte a los miembros de aquella e intentó borrar su memoria mediante la profanación de las tumbas de los antiguos califas.

Sin embargo, la herencia de esta familia no desapareció por completo, ya que Abd al-Rahman b. Muawiya, nieto del califa Hisham b. Abd al-Malik (724-743), logró escapar hasta el Magreb.

Abd al-Rahman b. Muawiya, nieto del califa Hisham b. Abd al-Malik (724-743), logró escapar de la aniquilación del linaje omeya. FOTO: ALBUM.

Desde allí se trasladó a la península ibérica y, tras conseguir los apoyos necesarios, en el año 756 unificó al- Andalus bajo su mandato y desvinculó este territorio de la autoridad abbasí. Nació así el emirato independiente bajo el mando de Abd al-Rahman I “El inmigrado”, que trasladó el Estado omeya de Damasco hasta Córdoba, perpetuando una dinastía que sometió al-Andalus casi tres siglos.

La plasmación material del nuevo gobierno se desarrolló mediante un programa urbanístico que escenificaba su dominio sobre el territorio, a la par que ejerció de factor de islamización de la población indígena.

Para ello, el emir creó las infraestructuras básicas del Estado, articuló el área suburbana de la ciudad mediante una serie de hitos constructivos, como su almunia, y erigió el edificio representativo del nuevo régimen, la Mezquita Aljama de Córdoba.

El binomio del poder omeya: mezquita y alcázar

La Aljama de Córdoba fue, para muchos, el edificio más importante de al-Andalus, el símbolo en piedra de la dinastía omeya de occidente.

Actuó como un elemento esencial de cohesión de la nueva sociedad que se estaba gestando ya que, bajo un mismo techo, se concentraban el poder político y el poder religioso, explicitado en la oración del viernes, en la que el emir se dirigía directamente a sus fieles.

Antes de emprender la construcción de la mezquita de Córdoba, Abd al-Rahman I tuvo que asentar primero su poder sobre al-Andalus, en tanto que se iba creando una comunidad de fieles lo suficientemente grande, a los que dar cobijo en la aljama.

Casi treinta años después de su ascenso al poder, comenzaron las obras de la nueva aljama. Las crónicas cuentan que Abd al-Rahman I compró el terreno del complejo episcopal tardoantiguo, que hasta ese momento compartía ubicación con la modesta mezquita fundada tras la llegada de las tropas musulmanas en el año 711, e inició las demoliciones de estas construcciones en el año 785; solo un año después, en el año 786, la mezquita aljama de Córdoba estaba terminada.

Planta de la mezquita proyectada por Abd al-Rahman I, prácticamente cuadrada y con muros exteriores de sillería. FOTO: ALBUM.

Como en Damasco, la mezquita se levantaba junto al alcázar, la sede del poder político. Ambos edificios constituían un binomio indisoluble que era la imagen del Estado omeya y se asentaban, literalmente, sobre los antiguos centros de poder político y religioso visigodos, con una manifiesta intención de legitimar el nuevo gobierno.

La ubicación del solar condicionó la configuración del edificio. Este debió adaptarse tanto a la topografía del terreno, en pendiente hacia el Guadalquivir, como al entorno urbano donde se insertaba, que todavía mantenía, a grandes rasgos, el callejero romano de época augustea.

Esto ocasionó que la mezquita de Córdoba no estuviera canónicamente orientada hacia La Meca; hecho que no debe considerarse incorrecto, ya que hay un abanico de orientaciones que eran válidas desde el momento en que un oratorio se consagraba para el culto.

Canon oriental en la aljama cordobesa

Abd al-Rahman I concibió su obra siguiendo el canon de las mezquitas orientales, basado en la casa del profeta Mahoma en Medina.

Proyectó un edificio de planta prácticamente cuadrada, conformado al exterior por muros de sillería. Estos paramentos poseían contrafuertes rectangulares y estaban rematados, en su coronación, por merlones escalonados, que conferían a la edificación un aspecto fortificado que evocaba a las construcciones omeyas de Siria y Jordania.

En el interior, la mezquita de Córdoba estaba segmentada en dos partes, un oratorio hipóstilo al sur y un patio al norte.

¿Por qué reutilizaron los omeya materiales preexistentes?

La sala de oración era un espacio rectangular, dividido en once naves perpendiculares al muro de quibla. La central era más ancha que las demás; estas últimas tenían unas dimensiones similares, a excepción de las dos naves de los extremos que, al contener los muros exteriores, se reducían en anchura.

Del muro de quibla, donde se encontraba el mihrab, solo se conserva su cimentación, ya que fue derruido en la ampliación que llevó a cabo posteriormente Abd al-Rahman II en Córdoba. Este oratorio adoptó el modelo de la mezquita al- Aqsa y no el de la gran mezquita de Damasco.

La mezquita al-Aqsa estaba emplazada frente a la Cúpula de la Roca, en el recinto sagrado de Jerusalén; un lugar con una larga tradición, que se remontaba a los tiempos del profeta Abraham. Así, el nuevo orden establecido por el islam bebía de este pasado para legitimarse.

Si bien este matiz simbólico fue importante, había otro motivo más pragmático para la elección de este modelo, relacionado con la orografía del terreno. La pendiente del solar aconsejaba que, para asegurar la estabilidad del edificio, las naves se dispusiesen en perpendicular al muro de quibla y no en paralelo, como sucede en la mezquita de Damasco.

No obstante, aunque se descartó el prototipo damasceno para la planta de la sala de oración, se pueden rastrear algunas influencias de esta mezquita en la aljama cordobesa, como el sistema de arcos superpuestos empleado en el alzado de las naves que elevaban la altura de estas.

Sala de oración de la mezquita al-Aqsa en Jerusalén, cuyo modelo se adoptó para la mezquita de Córdoba. FOTO: SHUTTERSTOCK.

Esta doble arcada estaba compuesta por arcos de herradura, apoyados sobre columnas, en la parte inferior y por arcos de medio punto sustentados por pilares, en la superior. Los arcos se encontraban despiezados en dovelas, unas de piedra y otras de ladrillo, que les conferían el juego cromático en blanco y rojo que fue característico de la arquitectura andalusí.

Este sistema de arcos superpuestos no era nuevo en la península ibérica ya que estaba atestiguado su uso en obras de ingeniería romana , como en los acueductos de Segovia y Mérida. Sin embargo, esta es la primera vez que se emplea en un edificio religioso.

No solo se asumió la faceta estructural de estas conducciones clásicas sino también la funcional, ya que sobre estas arquerías se disponían los canales que evacuaban el agua de las cubiertas, a modo de pequeños acueductos.

Las columnas y cimacios, que soportaban las arcadas, provenían de otros edificios preislámicos de la ciudad de Córdoba. Esta reutilización de materiales clásicos y tardoantiguos, que en principio parece destinada a abaratar los costes económicos de la obra y reducir los tiempos de construcción, tenía también un significado simbólico.

Los soberanos omeyas de Oriente emplearon estos spolia desde el principio en sus mezquitas, para representar que el islam se sustentaba sobre las culturas que lo precedieron.

En la primera mezquita de Córdoba supuso, también, un intento de integrar el nuevo edificio dentro de la tradición edilicia de la ciudad, con el uso de piezas constructivas que la población de este momento, mayoritariamente cristiana, podía reconocer; en la nave central, estos elementos constructivos estaban dispuestos buscando la simetría a ambos lados, acentuando el hecho de que no se trataba de un simple reempleo de materiales.

El sistema sustentante, que en la actualidad se aprecia, es el resultado de diversas remodelaciones efectuadas en épocas bajomedieval y moderna, en las que se desmontaron columnas y se volvieron a montar durante el proceso de transformación de la mezquita de Córdoba en catedral.

Finalmente, cada una de las naves se cubrió con un techo plano de madera, al interior, y un tejado a dos aguas, en el exterior.

La decoración más antigua de la arquitectura andalusí está en Córdoba

La sala de oración se encontraba abierta hacia el patio, mediante una serie de arcos que coincidían con cada una de las naves; el arco de la nave central era más grande que el resto, acentuando la importancia de este corredor que llevaba hasta el mihrab. Esta arquería se encuentra encubierta por la arcada, que se superpuso cuando Abd al-Rahman III remodeló el patio.

De las puertas originales de esta primera mezquita de Córdoba se han conservado dos, en la fachada occidental, aunque muy transformadas. Una de ellas, llamada Puerta de los Deanes, daba acceso al patio y al interior, donde conserva un arco de herradura con dintel abovedado.

Fachada del mihrab de la mezquita de Córdoba. Las dovelas del gran arco de herradura están decoradas con mosaicos de ornamentación geométrica y vegetal. FOTO: SHUTTERSTOCK.

La otra, conocida como Puerta de San Sebastián, de los Visires o de San Esteban, permitía la entrada a la sala de oración y se localiza en el tramo central de la fachada del oratorio, entre dos contrafuertes. Posee un esquema tripartito, presente tanto en la arquitectura clásica como en las construcciones omeyas orientales, que fue habitual también en las plantas y los alzados de las construcciones andalusíes.

La puerta fue remodelada en tiempos de Muhammad I, aunque se estima que, de la original, se conserva el esquema general y la parte superior de las calles laterales, cuya decoración de raigambre oriental está considerada como la más antigua de la arquitectura de al-Ándalus.

La mezquita-aljama de Córdoba: un edificio dinástico

La consciencia de que la Mezquita Aljama de Córdoba era un edificio dinástico estuvo presente desde el principio. El sucesor de Abd al-Rahman I, su hijo Hisham I, añadió nuevos elementos a la obra fundacional de su padre.

Construyó el alminar en el muro septentrional del patio ya que, hasta ese momento, se estuvo llamando a la oración desde una torre del vecino alcázar de Córdoba.

Tenía planta cuadrada, de aproximadamente seis metros de lado, y, según las crónicas, alcanzó entre dieciocho y veinte metros de altura. Se levantó en sillería, como el resto del conjunto, y su ubicación se encuentra señalizada en el pavimento del actual Patio de los Naranjos de la Mezquita de Córdoba.

Además, Hisham I levantó un pabellón de abluciones al este de la mezquita y, según recogen las fuentes escritas, edificó las galerías para las mujeres.

Así quedó configurada la primera aljama omeya en Córdoba. Hasta que, en el año 833, Abd Al-Rahman II acometió la primera ampliación del oratorio.

* Este artículo fue originalmente publicado en la edición impresa de Muy Interesante o Muy Historia.

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