En la antigua Roma, las naumaquias eran batallas navales convertidas en espectáculos fruto del ingenio y el poder imperial. En estos eventos se enfrentaban auténticas flotas en enormes escenarios acuáticos construidos expresamente, desde piscinas gigantescas hasta el propio Coliseo inundado. Más allá del espectáculo, las naumaquias eran una poderosa herramienta de propaganda, manifestaciones de la grandeza y habilidad técnica de Roma, diseñadas para exaltar y recordar las victorias militares y para reafirmar la majestad y autoridad del emperador ante el pueblo romano.

El origen de un espectáculo increíble
Según la tradición historiográfica, las naumaquias tuvieron su origen en el 46 a.C., cuando Julio César, buscando celebrar y magnificar sus cuádruples triunfos militares, ideó un espectáculo sin precedentes. En una enorme cuenca cerca del Tíber, César recreó una batalla naval utilizando prisioneros de guerra como combatientes, un evento que, además de ofrecer entretenimiento al pueblo romano, también demostraba su poder y control hasta un grado insospechado.
Esta forma de entretenimiento evolucionó bajo los sucesores de César. Augusto, en el 2 a.C., amplió la escala de estas representaciones. En la inauguración del Templo de Marte Ultor, montó una naumaquia grandiosa en una piscina especialmente construida, también cerca del Tíber, utilizando 3000 hombres y 30 barcos armados. Para Augusto, estas naumaquias conmemoraban victorias militares y reforzaban su imagen como un líder pacificador y poderoso ante los ciudadanos de Roma.
Claudio, por su parte, llevó las naumaquias a otro nivel en el 52 d.C. al organizar un evento masivo en el lago Fucino para celebrar los trabajos de drenaje que había mandado realizar. Esta naumaquia, que involucró a 19000 hombres en una batalla espectacular, sirvió para demostrar tanto su capacidad de ingeniería como su magnificencia imperial. Cada emperador, a su manera, utilizó las naumaquias como una extensión de su política y su personalidad, transformándolas de combates reales a sofisticadas representaciones de poder y dominio romano.

Batallas navales en el Coliseo
El Coliseo, la maravilla arquitectónica más famosa de la antigua Roma, fue el escenario de combates de gladiadores, pero sus gradas debieron de vibrar también cuando se dieron espectaculares naumaquias. Este icónico anfiteatro fue adaptado para poder albergar estas batallas navales, un proceso que implicaba la inundación de su arena. Este uso comenzó con Nerón, quien en el 57 d.C. presentó una naumaquia en un anfiteatro de madera en el Campo de Marte, precursor del Coliseo.
Con la construcción del Coliseo completada en el 80 d.C. por Tito, el anfiteatro fue diseñado con sistemas de drenaje y conductos especiales para facilitar estas inundaciones. Tito celebró la inauguración del Coliseo con dos grandes naumaquias, haciendo uso de estas innovaciones técnicas para cambiar rápidamente de espectáculos de combate terrestre a naval. Los mecanismos de ingeniería empleados incluían el sellado de la arena con una capa impermeable de cal y el despliegue de una red de acueductos que llevaban agua hacia y desde el anfiteatro, una clara muestra de la avanzada capacidad de ingeniería romana.
Domiciano, hermano y sucesor de Tito, continuó esta tradición, pero las modificaciones subterráneas que ordenó para el Coliseo hicieron inviables futuras inundaciones. Estas obras incluyeron un complejo sistema de túneles y celdas para almacenar animales y gladiadores, lo que complicó los futuros intentos de inundación. Sin embargo, la adaptabilidad del Coliseo para estos espectáculos de naumaquia refleja la maestría técnica de Roma y la magnitud del entretenimiento que los emperadores proporcionaban para impresionar (y controlar) a sus ciudadanos.

El espectáculo al servicio de la política
Las naumaquias, como el resto de espectáculos públicos, eran potentes herramientas de propaganda imperial en la antigua Roma, diseñadas para reafirmar la supremacía y el poder del emperador ante sus súbditos. Estos eventos, que recreaban batallas navales históricas o míticas, permitían a los espectadores romanos experimentar la grandiosidad y el triunfo de su imperio de manera directa y emocionante, solidificando la imagen del emperador como un líder invencible y divinamente favorecido.
Para los combatientes, en su mayoría prisioneros de guerra o esclavos, las naumaquias eran una cuestión de supervivencia y un brutal recordatorio de su falta de autonomía. Participar en estas batallas podía significar la muerte o, en raras ocasiones, la redención a través del valor en combate. Este uso de seres humanos como peones en un juego de poder subraya el desdén romano por la vida en el contexto del entretenimiento público y la manipulación política.
En decir, las naumaquias no solo entretenían, sino que también educaban y moldeaban la percepción pública sobre el poder y la política imperial, haciendo de estos espectáculos un crucial instrumento de control social y cultural en Roma.
¿Cuándo dejaron de hacerse naumaquias?
Las naumaquias experimentaron un declive gradual tras la época de los Flavios, principalmente debido a los cambios en la política y economía del Imperio romano. A medida que los recursos financieros y logísticos se volvieron más escasos y las prioridades políticas cambiaron, estos costosos y elaborados espectáculos perdieron favor. Además, las crisis políticas y las presiones militares externas requerían una asignación más pragmática de los recursos, lo que llevó a una disminución en la frecuencia y escala de las naumaquias.
El legado de las naumaquias, sin embargo, perdura en la cultura moderna. Estos eventos son un testimonio de la ingeniería y capacidad organizativa romanas, además de un reflejo de la importancia del espectáculo en la sociedad romana. Las representaciones históricas modernas, como películas y recreaciones, a menudo se inspiran en la grandiosidad y drama de las naumaquias para capturar la esencia de la antigua Roma, influyendo en cómo el mundo contemporáneo imagina y entiende el Imperio romano.

Las naumaquias son buenos ejemplos de la cultura romana en su apogeo imperial, que valoraba tanto el espectáculo casi imposible como la dominación. Estos eventos subrayan cómo los antiguos romanos integraban el entretenimiento, la política y la propaganda en una sola expresión pública. Hoy en día, las naumaquias nos ofrecen un punto de vista fascinante del pasado, pues revela la complejidad de la sociedad romana y su persistente influencia en nuestra fascinación cultural y académica por el espectáculo y el poder. El eco de estas batallas navales sigue resultando llamativo hoy día, capturando la imaginación de historiadores y público por igual.
Referencias:
Avial Chicharro, L. 2018. Breve historia de la vida cotidiana del Imperio romano. Nowtilus.
Roldán Hervás, J. M. 2002. Naumaquia, el mayor espectáculo de Roma. La Aventura de la Historia 40, 64-67.