Existe cierta discusión a la hora de atribuir los eventos meteorológicos extremos, cada vez más frecuentes, al cambio climático. Es casi un acto reflejo para muchos asumir, ante una gran tormenta causante de inundaciones o una fuerte ola de calor, que la causa subyacente es antropogénica. Por otro lado, de vez en cuando surgen voces de expertos que aseguran que suponer tal cosa es un reduccionismo demasiado simplista, porque estos fenómenos son más complicados de explicar.

Un escenario no tan sencillo
Los eventos meteorológicos extremos —desde olas de calor abrasadoras, sequías prolongadas, hasta tormentas intensas y marejadas ciclónicas– son acontecimientos fuera de lo común que pueden tener un impacto devastador en nuestras vidas y en el medio ambiente que nos rodea.
La relación entre cambio climático y eventos meteorológicos extremos es un área de investigación en expansión dentro de la comunidad científica. Vincular una relación directa de causa-efecto entre estos eventos y el cambio climático es una labor muy compleja. Aunque la evidencia acumulada en décadas sugiere de manera convincente que el cambio climático desempeña, efectivamente, un papel crucial en la modulación de la frecuencia e intensidad de estos eventos extremos.
Para comprender mejor esta relación, numerosos estudios científicos abordan la influencia del cambio climático en diferentes eventos extremos utilizando para su investigación enfoques diferentes, que incluyen el análisis de datos históricos, simulaciones por modelos climáticos y observaciones de campo.

La frecuencia y la intensidad de los eventos extremos
Un aspecto muy destacado de esta investigación es la observación de tendencias claras en la frecuencia y magnitud de ciertos eventos extremos en las últimas décadas, como, las olas de calor más frecuentes y severas en muchas partes del mundo, y las inundaciones que aumentan en intensidad y extensión. Estas tendencias coinciden con el aumento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, resultado directo de la actividad humana —como la quema de combustibles fósiles y la deforestación—.
Por otro lado, los modelos climáticos desempeñan un papel importante al simular cómo el cambio climático afecta la circulación atmosférica y los patrones climáticos. Estos modelos han proporcionado valiosas perspectivas sobre cómo el aumento de las temperaturas globales puede alterar los sistemas climáticos regionales y, por lo tanto, influir en la ocurrencia de eventos extremos.
Pero la influencia del cambio climático en los eventos meteorológicos extremos, además de aumentar su frecuencia, está claro que influye en su intensidad y duración. Por ejemplo, debido al calentamiento de las aguas oceánicas, las tormentas pueden volverse más intensas, con el resultado de precipitaciones más intensas y vientos más fuertes. Del mismo modo, las sequías prolongadas pueden estar relacionadas con patrones climáticos persistentes inducidos por el cambio climático.

Un caso de estudio concreto
El verano de 2022 dejó una marca indeleble en la historia meteorológica de Europa: la formación de una línea de tormentas convectivas, conocidas en meteorología como ‘derecho’, que generaron vientos destructivos a lo largo de su trayecto, desde el levante de España y las Islas Baleares hasta el sur de la República Checa.
Estos fenómenos son muy raros en Europa y suelen causar daños importantes, con vientos huracanados que, en este evento concreto, alcanzaron los 200 km/h. Pero a diferencia de un huracán, que se manifiesta con un movimiento rotacional, los vientos de un derecho viajan en línea recta.
Un estudio liderado por Juan Jesús González-Alemán y sus colaboradores, de la Agencia Española de Meteorología (AEMET), revela que la presencia de una ola de calor marina sin precedentes en el Mediterráneo en el verano de 2022 jugó un papel crucial en la formación de este evento meteorológico extremo.
Debemos recordar que 2022 fue el año con más días de ola de calor, y tuvo lugar la calificada como peor ola de calor de toda la serie histórica en España. Sucedió entre el 9 y el 26 de julio y afectó a 44 provincias, con una anomalía de hasta 4,5 °C, también la mayor desde que hay registros, superando en casi medio grado el récord anterior de 2021. Además, tras pocos días de tregua, el 30 de julio comenzó una nueva ola de calor que duró otros 15 días. La temperatura de la superficie del mar Mediterráneo en la región donde se desarrolló la tormenta aumentó significativamente, con una anomalía de temperatura superior a 3° C.
El evento de 2022 en Europa sirve como un ejemplo impactante de cómo el cambio climático puede influir en la génesis de eventos meteorológicos extremos. A medida que el planeta se calienta, los mares se calientan y los patrones climáticos se desequilibran, creando las condiciones propicias para eventos climáticos inusuales y destructivos. Aunque no todos los eventos extremos se pueden atribuir directamente al cambio climático, es innegable la tendencia global de aumento de la frecuencia y la intensidad de estos fenómenos.
Referencias:
- AEMET. 2022. Olas de calor en España desde 1975. AEMET.
- González-Alemán, J. J. et al. 2023. Anthropogenic Warming Had a Crucial Role in Triggering the Historic and Destructive Mediterranean Derecho in Summer 2022. Bulletin of the American Meteorological Society, 104(8), E1526-E1532. DOI: 10.1175/BAMS-D-23-0119.1
- Harris, R. M. B. et al. 2020. Biological responses to extreme weather events are detectable but difficult to formally attribute to anthropogenic climate change. Scientific Reports, 10(1), 14067. DOI: 10.1038/s41598-020-70901-6