La circulación del Atlántico Norte está fuera de control: al borde del punto de no retorno climático

La situación del Atlántico Norte está a punto de hacerse irreversible e impredecible, de acuerdo a un nuevo estudio científico.
La circulación del Atlántico Norte está fuera de control: al borde del punto de no retorno climático

En el año 2004, el director Roland Emmerich llevó al cine El día de mañana, una historia del género de catástrofes que se alejaba del corte argumental más clásico. Hasta entonces, las películas de este género normalmente terminaban con el héroe americano salvando el mundo. Pero El día de mañana, basada en el libro The coming global superstorm, de Art Bell y Whitley Striebere, fusionaba el género con el estilo del cine de supervivencia, al mostrar los resultados devastadores de un cambio climático repentino.

Escena de El Día de Mañana — 20th Century Fox

En el filme, el protagonista, un paleoclimatólogo que investiga en la Antártida, interpretado por Dennis Quaid, detecta unas señales tempranas de que algo está cambiando en el océano. Esa alerta temprana resulta ser acertada, y los resultados, impredecibles y catastróficos.

Al margen de las inexactitudes científicas de la película —que las tiene, y abundantes—, la premisa inicial tiene un gran sentido científico: existe en el Atlántico una serie de corrientes oceánicas de gran repercusión en el clima, la circulación de retorno del Atlántico Norte (AMOC, por sus siglas en inglés, Atlantic meridional overturning circulation), también llamada circulación termohalina del Atlántico Norte. La desestabilización de estas corrientes puede tener efectos devastadores y, peor aún, impredecibles.

La AMOC y su relación con el clima

La AMOC es un sistema de corrientes oceánicas bastante complejo. En general, las aguas cálidas de la región tropical y ecuatorial del Atlántico, desde el Golfo de México son desplazadas hacia el nordeste, tocando Europa y, bordeando Islandia, hace un giro hacia el noroeste. En las costas de Groenlandia sufre un enfriamiento y la corriente se hunde, bordea la costa de América, y se desplaza entonces hacia el hemisferio sur.

Más allá del Atlántico Norte, las corrientes siguen su redistribución por todo el planeta, cubriendo los océanos Índico y Pacífico, siempre con aguas cálidas en superficie y aguas frías en profundidad. Este sistema global de corrientes resulta crucial para el equilibrio del clima, pues redistribuye el calor a nivel global e influye en los patrones térmicos regionales y la estacionalidad de las precipitaciones.

La gran corriente de circulación termohalina global; el agua caliente —rojo— viaja en superficie, el agua fría —azul— en profundidad. — NASA

El potencial colapso de la AMOC

De todo el gran sistema de corrientes, este punto de giro, la AMOC, cumple un papel fundamental en su estabilidad. Funciona como una bomba de calor, y es la responsable de hasta un 25 % del intercambio térmico global entre la atmósfera y el océano, y además, actúa como un gran sumidero de carbono, absorbiendo al año hasta mil millones de toneladas de CO2. Es un lugar crítico en el mantenimiento de estas corrientes, y por tanto, del clima global.

Una gran amenaza para la estabilidad de la AMOC es el deshielo del Ártico. Cuando el agua de mar se congela, retiene muy poca sal, por eso la mayor parte de los hielos del Ártico son de agua dulce. Cuando se produce un deshielo de gran magnitud, enormes volúmenes de agua dulce fría se vierten al mar y se mezclan con las aguas de la corriente termohalina que llega desde el sur.

Dado que el agua salada es más densa que el agua dulce, si este vertido excediera ciertos límites, evitaría que la corriente de retorno se hundiera en el océano, por lo que al tratar de regresar hacia el sur, se encontraría con la corriente cálida que llega, y se rompería con ello el ciclo. Este fenómeno tendría efectos climáticos catastróficos a escala global. Pero el mayor problema es que serían irreversibles y, a día de hoy, imprevisibles.

Puntos de no retorno climáticos — (Armstrong McKay et al., 2022)

En el mundo existen, que sepamos, 16 fenómenos que suponen puntos de no retorno en el clima, los denominados tipping points climáticos. Los climatólogos los clasifican según su posible gravedad. Pues bien, uno de los más graves, junto con el derretimiento del permafrost boreal o el deshielo masivo del ártico, es el colapso de la AMOC.

Señales de alerta temprana

Un estudio muy reciente publicado en la revista Science Advances ha introducido un método innovador para detectar señales tempranas de este evento potencialmente crítico. Dado que, en su paso por el ártico, la AMOC recoge agua dulce, es posible medir la cantidad de agua dulce que transporta la AMOC desde las costas de Canadá hasta el límite sur del Atlántico. Los investigadores de este estudio, liderados por René M. van Western, de la Universidad de Utrech, Países Bajos, han propuesto un sistema de monitorización de la AMOC, casi en tiempo real.

Conocer esta señal de alerta temprana es fundamental para detectar cambios sutiles en la AMOC antes de que se conviertan en un problema irreversible. Los indicadores propuestos por el equipo de van Western son superiores en calidad y precisión a cualquier indicador previo.

Representación de la AMOC — Eric S. Taylor / Woods Hole Oceanographic Institution

Pero el estudio va más allá. Según indican los mismos investigadores en su trabajo, «los productos de reanálisis indican que la AMOC actualmente está en camino hacia un punto de no retorno». De hecho, otros estudios ya indicaban que la corriente termohalina lleva 150 años debilitándose. Si nada cambia, las previsiones indican que la AMOC podría colapsar en 2057, aunque el espectro de variación es amplio; estiman con una certeza del 95 % que sucederá entre 2025 y 2095.

Es decir, no solo han descubierto un método de alerta temprana para comprobar el estado de la corriente termohalina, sino que esa alerta recién definida ya ha saltado. Los investigadores consideran que es necesario redoblar los esfuerzos de monitorización del sistema Atlántico y la búsqueda de métodos para evitar, prever o mitigar los impactos de un cambio abrupto, de consecuencias imprevisibles.

En un eco de la narrativa presentada por Roland Emmerich y dos décadas después de su estreno en cines, la ciencia actual desvela la posibilidad real de enfrentar cambios climáticos abruptos. Si bien la película se tomó libertades creativas, la idea de monitorear señales de alerta temprana y la necesidad de prepararse para cambios significativos en nuestro sistema climático es más relevante que nunca.

Este paralelismo entre ficción y realidad científica nos recuerda la importancia de la vigilancia continua y la acción proactiva para proteger nuestro clima y, por extensión, nuestro futuro colectivo. Y ha de hacerse con urgencia, antes de que llegue El día de mañana.

Referencias:

  • Armstrong McKay, D. I. et al. 2022. Exceeding 1.5°C global warming could trigger multiple climate tipping points. Science, 377(6611), eabn7950. DOI: 10.1126/science.abn7950
  • Ditlevsen, P. et al. 2023. Warning of a forthcoming collapse of the Atlantic meridional overturning circulation. Nature Communications, 14(1), 4254. DOI: 10.1038/s41467-023-39810-w
  • Van Westen, R. M. et al. 2024. Physics-based early warning signal shows that AMOC is on tipping course. Science Advances, 10(6), eadk1189. DOI: 10.1126/sciadv.adk1189 (https://www.science.org/doi/10.1126/sciadv.adk1189)

Recomendamos en